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Lagartijo vivió una tarde de ensueño el 23 de octubre. Cortó tres orejas y salió a hombros de la plaza de Los Califas junto a Finito de Córdoba. Sobre su cabeza, en el dintel de la puerta grande, se leían los nombres de otros toreros cordobeses históricos, entre ellos, el de Manolete, su antepasado. Aquel triunfo augura muchas otras tardes de gloria. Porque, si todo sale bien, el hasta ahora novillero Javier Moreno Sanz, Lagartijo (11 de marzo de 1992), protagonizará uno de los momentos estelares de la nueva temporada taurina de 2022 en España, que se espera pletórica tras dos años de pandemia. El heredero de Manolete, Lagartijo el Grande y Lagartijo Chico tomará la alternativa como matador para hacer valer su propia personalidad.
Javier Moreno quiere que la corrida inaugural se celebre en su ciudad y ante su gente, en la plaza de Los Califas durante la Feria de Mayo, junto a figuras de lujo como su padrino y maestro, Finito de Córdoba, José Tomás o Roca Rey. El joven Lagartijo del siglo XXI los nombra como exponentes del toreo artístico que él practica y defiende.
Confía en que, después de una década como novillero en España, México y Francia y una retirada temporal en 2019 de la que regresó con más fuerzas el año pasado, esta corrida de su alternativa sea el trampolín para lanzar su carrera. Su consagración se producirá en el año en que se conmemora el 75 aniversario de la muerte en el ruedo de Manuel Rodríguez Sánchez, el gran Manolete, a quien el miura Islero cogió fatalmente en la plaza de Linares el 28 de agosto de 1947.
Siente sobre sus hombros la responsabilidad de continuar dos estirpes míticas de la tauromaquia en una época de retroceso en la afición. Él es, como mínimo, la sexta generación torera en la familia. "Soy sobrino bisnieto de Manolete. Mi bisabuela Angustias era su hermana mayor por parte de madre; y soy tataranieto de Lagartijo Chico [Rafael Molina Martínez, 1880-1910], el padre de Angustias", explica el torero a EL ESPAÑOL | Porfolio tras acabar su jornada de entrenamiento en el coso cordobés. Sus insignes antecesores se remontan aún más allá. Lagartijo Chico, su tatarabuelo, era sobrino a su vez de Lagartijo el Grande (Rafael Molina Sánchez, 1841-1900), considerado el primero de los cinco Califas de los toreros de Córdoba, junto a Guerrita, Machaquito, Manolete y El Cordobés.
Javier Moreno, Lagartijo, bisnieto de Angustias, no elude la pregunta en esta entrevista y aprovecha para desmentir que su bisabuela y la hermana de ella Dolores se prostituyeran en la realidad como cuenta la obra teatral de ficción Las hermanas de Manolete, que no ha visto. "No se han informado bien", dice de los responsables del drama, que ha escrito e interpreta Alicia Montesquiu y dirige Gabriel Olivares. "Les invito a que vengan a Córdoba para documentarse".
Las dinastías cruzadas de Manolete y Lagartijo
Manolete no tuvo hijos y su sobrino bisnieto Javier Moreno Sanz, Lagartijo, es en la práctica como si fuera su bisnieto. La madre de Manolete, Angustias Sánchez Martínez (1881-1980), estuvo casada en primeras nupcias con el torero Lagartijo Chico, con quien tuvo dos niñas, Dolores y Angustias (la bisabuela de Javier Moreno). Tras la muerte de Lagartijo Chico por tuberculosis, la viuda se casó con el también torero Manuel Martínez Sánchez, Manolete padre, que había sido banderillero en la cuadrilla de su difunto esposo. Con su segundo marido tuvo a Manuel Laureano, el luego famoso Manolete, que tomó el nombre taurino de su padre, y a otras tres niñas.
Pregunta.— Es usted descendiente de Manolete. ¿Le pesa esa herencia o es un estímulo?
Respuesta.— No voy a negar que es un peso y una responsabilidad ser la continuidad de algo, y más en Córdoba y en el 75 aniversario de su muerte. Cómo no me va a pesar si es la máxima figura del toreo. Pero lo voy a disfrutar. Nadie me ha regalado nada, y tomar la alternativa en mi tierra y ante mi gente me motiva. Voy a ser yo, Lagartijo, y encima soy familia del monstruo. No sé si seremos la familia taurina más extensa, pero la más importante, sí. Para mí es un orgullo. Y es un estímulo.
"Es una responsabilidad, y más en el 75 aniversario de la muerte de Manolete. Soy familia del monstruo"
P.— ¿Qué ha aprendido, qué le inspira de Manolete?
R.— Tengo sangre del monstruo. Muchos quisieran estar en mi situación. Manolete marcó una época porque fue el primero que empezó a torear quedándose quieto, en vez de moverse según embestía el toro. Causó impacto. Paró y mandó. Le decía al toro, "por aquí". Marcó una forma distinta de torear. Se exponía más. No se movía para salvaguardar su integridad física, sino que se quedaba quieto como un eje y el toro giraba en torno a su figura. Y su figura era de tío delgado, alto. Tenía empaque.
P.— ¿Recuerda a Angustias, su bisabuela, la hermana de Manolete e hija de Lagartijo Chico?
R.— La conocí cuando yo era pequeño y ella ya era muy mayor. Tenía humildad, ayudaba a la gente. Era muy taurina. Cualquiera al que le pregunte en Córdoba le dirá que somos una familia muy noble y muy buena. Crecí viendo por todas partes cosas de toros, revistas, fotos. Lo he mamado en casa sin saberlo. Angustias vivía en la calle Concepción de Córdoba y mi abuela Rafaela, su hija, en la calle Alhakén II.
Cuenta Javier Moreno que otro de sus referentes familiares, al que trató mucho, fue su tío abuelo Rafael Soria Molina, conocido en los festejos taurinos como Rafalito Lagartijo, que era sobrino de Manolete como hijo de su hermana Dolores. Este pariente suyo, muerto en 2013, "acompañaba a Manolete cuando era figura máxima del toreo". Ha tenido otros dos maestros cercanos en la familia: "Con los que más afinidad he tenido, los que me han enseñado todo, son Manuel de la Haba, Zurito, y Agustín Parra, Parrita hijo. Zurito es primo hermano de mi abuela Rafaela, y fue banderillero de máximas figuras como El Cordobés o el Niño de la Capea. Y mi tío Parrita, que fue matador, es hijo del también torero Parrita y de Encarnación, hermana de mi abuela Rafaela".
"El día que me haga matador de toros, Parrita será el culpable de todo, porque me lo quiso quitar de la cabeza con 16 o 17 años", rememora Javier Moreno. El hasta ahora novillero dice, entre risas, que la mayor enseñanza que le debe agradecer a su tío Parrita es justo esa, tan contradictoria: no haberlo alentado, sino haber puesto a prueba su vocación, "a base de putadas que no puedo contar", para comprobar si de verdad quería serlo o era sólo un capricho infundido por haber nacido en una familia tan taurina, en la que se exponía a las comparaciones que iban a hacer de él respecto a sus grandes antecesores.
"Él pensaba que yo lo iba a tener muy fácil y este hombre me puso un pie y otro encima para que no lo consiguiera. Con el tiempo, se lo tengo que agradecer, porque así me fui abriendo mi propio camino", dice hoy el muy curtido Lagartijo joven. Le ha merecido la pena: "Esta carrera cuesta sangre de verdad, sudor y lágrimas, pero luego, cuando estás en la plaza toreando, te sientes el rey".
"El veneno" de los toros
Javier es un hombre muy disciplinado. Estudió interno de niño en el colegio de los jesuitas en Villafranca de los Barros (Badajoz) pero siendo un adolescente dejó los estudios en el Bachillerato para ser torero. "Me entró el veneno este y no veía nada más que toros, toros". Aprendió en la Escuela Taurina de Badajoz. Debutó ante público en 2009, con 17 años; se presentó en Córdoba en 2012 y desde 2013 actuó con regularidad. Hoy, tras más de una década de novillero, combina los entrenamientos para su temporada de 2022 con el trabajo alimenticio y los estudios que ha retomado en Formación Profesional.
"Por la mañana, trabajo en la empresa de máquinas expendedoras, vending, de mi padre; por la tarde, entreno en la plaza de toros de Los Califas. Por la noche, me preparo el grado superior en Gestión Administrativa", detalla. Cada vez que puede, además, coge el coche y conduce cuatro horas hasta la finca de la ganadería Fuente Ymbro en San José del Valle (Cádiz) para ver en el tentadero a su maestro, Finito de Córdoba. Es el torero al que más admira. Dice que a él también le debe en gran medida el haber recobrado la ilusión tras los problemas psicológicos que lo llevaron a retirarse a México. "Me fui a la aventura durante nueve meses sin decir quién era, con una mano delante y otra detrás, para ver si me podía abrir paso por mis propios méritos", recuerda de aquel episodio. Regresó con fuerzas renovadas.
Lagartijo siente "amor incondicional al toro" y describe su relación con el animal como algo muy íntimo: "Cada bocanada de aire que da es una bocanada menos de vida, que está entregando contigo. El torero es un artista. Haces una obra de arte con el toro, que se puede equivocar y te puede coger. Hay mucha verdad".
"Cada bocanada de aire que da el toro es una bocanada menos de vida, que está entregando contigo"
P.— En 2019 dejó temporalmente los ruedos, ¿por qué?
R.— Por problemas psicológicos. Viniendo de la familia de donde vengo, aunque tengo técnica suficiente para torear, hubo un momento en que no me sentía cómodo al no jugarme la vida al cien por cien delante de un animal que sí se la va a jugar. Me han cogido varias veces, tengo varias cornadas. En una novillada en Las Ventas, en Madrid, a un banderillero mío le pegó una cornada en un ojo. Todavía tiene secuelas. Lo cogí entre los pitones. Me afectó, no lo asimilé bien. No es que tuviera miedo: no dejé de torear, porque en el campo, solo, toreaba hasta más, pero sentía que para jugarme la vida ante un público que pagaba no me estaba entregando al cien por cien. A la plaza hay que ir al cien por cien.
Crisis y regreso
En esa crisis personal conoció a Finito de Córdoba viéndolo torear en los tentaderos de Fuente Ymbro. Ahí renació "la chispa" de la ilusión, cuando Finito lo invitó a coger una muleta y unirse a él en la arena. "Finito de Córdoba es quien más me ha motivado y el culpable de que vuelva a la plaza. Ha sido él quien ha encendido mi llama. Es el torero que me motiva, que me enamora. El 23 de octubre pasado se celebró en Córdoba una corrida por el 25 aniversario de su alternativa y me hizo partícipe. Ahí salí por la puerta grande, y encima con él, los dos a hombros". Javier Lozano es su actual apoderado, "que precisamente viene de los Camará, que apadrinaron a Manolete", y su tío Jaime Sanz, su consejero.
P.— ¿Ha toreado alguna vez solo, en el campo, sin nadie que lo mire?
R.— Para qué lo voy a negar, sí. Unas pocas veces, no: muchas. De día, de noche. Cuando dejé de torear. Es la sensación más bonita que puede tener un torero, torear en medio del campo, sin nadie, a solas con el animal, sin la tensión ni la responsabilidad de cortar orejas. Con tu verdad.
P.— ¿Lo hizo saltando la valla, como hacen los que no tienen dinero, o con permiso?
R.— Con consentimiento de amigos, del ganadero. Pero cuando un ganadero, y son los menos, no se ha portado bien, no conmigo sino con algún compañero, no te digo que alguna vez no le haya toreado algunas vacas viejas. Lo hemos hecho todos. Al chaval que empieza mirando los tentaderos desde la tapia hay que darle una oportunidad. Yo aprendí así. Los chavales que van a tentaderos a la aventura para aprovechar el resto de lo que queda, pueden ser las figuras del futuro.
P.— ¿Busca la fama?
R.— Qué va, qué va. Mi sueño es torear, no lo que rodea el mundo del toro. Lo único que me gusta del negocio son los diez minutos que se pasan en el toreo. Lo que me gusta y me llama es el momento frente al animal, cuando puedo crear algo.
"Torear es miedo, alegría. Es como hacer el amor con la persona de la que estás enamorado, pero multiplicado por mil"
P.— ¿Qué pasa por su mente en esos diez minutos, qué mezcla de miedo, exaltación...?
R.— Es difícil de explicar. No tiene calificativos. Es una sensación de miedo, disfrute, alegría. Es una fusión entre el toro y tú. Es como si estuviéramos conectados, y al mover la mano me llevara su morro pegado a los flecos de la muleta. Es como hacer el amor con la persona de la que estás enamorado, pero multiplicado por mil, y eso es para que te hagas una pequeña idea. Es el momento en el que el toro te puede quitar la vida y te da la que tiene. Cuando estás tan concentrado, llegas al éxtasis. Estás en la plaza y te fijas en todos los detalles: hasta de la arena que tiene pegada en el morro. Cuando no estaba bien, me veía desde fuera, en tercera persona, a vista de pájaro. Tiene que haber unión entre torero, toro y público.
"Es absurdo. En mi familia no se prostituyeron"
El 75º aniversario de su muerte torera han motivado eventos como la obra de teatro Las hermanas de Manolete, en cartel en enero en el teatro Fernando Fernán Gómez de Madrid. Cambiando los nombres de ellas, recrea "como historia de ficción", según matiza la ficha teatral, que las dos hermanas mayores del matador, Dolores y Angustias en la realidad, tuvieron que prostituirse hasta que el triunfo de su hermano pequeño las rescató de la explotación sexual. El periodista cordobés Rafael González Zubieta, El Zubi, lo dio por cierto, pero el biógrafo Fernando González Viñas lo considera una habladuría sin fundamento, un bulo originado por los insultos que recibía el torero en la plaza por parte de sus detractores en los años 40. Su bisnieto Lagartijo lo califica de "absurdo".
P.— ¿Ha escuchado esta historia en la familia, qué piensa?
R— Lo veo absurdo. En aquella época, Angustias, mi tatarabuela, la madre de mi bisabuela Angustias, estuvo casada con dos toreros, Lagartijo Chico y luego con Manolete padre. Los toreros ganaban un dinero elevado. En la familia no necesitaban que nadie se prostituyera. No sé si buscan titulares. Nunca habíamos escuchado nada de esto. No se dan cuenta de que hay una familia. No se han documentado bien. Cuando me lo dijo mi tío lo de la obra de teatro, yo pensaba que era una broma de mal gusto. Les perdono por el daño que están ocasionando y les invito a que se documenten y se vengan aquí a la familia, que les atenderemos muy bien y les enseñaremos que se están equivocando.
Añade que la familia tuvo en su día un procedimiento judicial contra la película biográfica de 2007 Manolete, en la que el actor Adrien Brody interpreta al torero.