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Que a menudo las personas no son como parecen se confirma al conocer la vida de la extremeña María Pía Sánchez (Mérida, 1961), ejecutiva de banca reconvertida en ganadera de ovejas. La antigua presidenta en Extremadura de las juventudes de la UCD de Adolfo Suárez en la Transición, la diputada rebelde del PP que votó a favor del matrimonio homosexual, tiene una finca de nada menos que 446 hectáreas de extensión, como 624 campos de fútbol del Real Madrid o el Barcelona. "Se equivoca quien piense que soy una señorita; me pagué la carrera de Derecho trabajando de chacha", puntualiza la hoy influyente presidenta de la Federación Española de la Dehesa, Fedehesa. Le gusta una coincidencia en su biografía: "Nací un 15 de octubre. ¡El Día de la Mujer Rural!".
Ella representa a "más de 300.000 socios de todas las ideologías", desde grandes terratenientes a pequeños ganaderos unidos en cooperativas. Por sus fincas en el oeste y suroeste de España se extiende un magnífico ecosistema autóctono de encinas, alcornoques y pastos. En la dehesa mediterránea se dedican a la ganadería extensiva, a la que presentan como un ejemplo de sostenibilidad en las antípodas de las macrogranjas.
La dehesa, en cifras
- Los 4,17 millones de hectáreas de dehesa mediterránea son la séptima parte de la superficie forestal de España.
- Se reparten por Andalucía (1.109.816 hectáreas), Castilla-La Mancha (437.366), Castilla y León (1.371.385), Extremadura (1.135.015) y Madrid (123.562), según datos de 2018 del Ministerio de Agricultura.
- Hay al menos 25.000 explotaciones en este ecosistema.
- El 75% está en manos privadas.
- El 60% tiene un solo empleado fijo.
- Hay 8.369 fincas con más de 100 hectáreas, señala el Libro Verde de la Dehesa de 2010.
Pía Sánchez (Pía a secas, como prefiere que la llamen) espera a EL ESPAÑOL | Porfolio a la entrada de su finca La Rinconada, situada en el término de Mérida (Badajoz), pero más cerca del pueblo de Calamonte. Recientemente se ha reunido en Madrid con el ministro de Consumo, Alberto Garzón, de Unidas Podemos. Esta líder latifundista no sólo no ataca al comunista Garzón sino que ha encontrado en él a un inesperado aliado para sus demandas. "El ministro se ha comprometido en la reunión a crear un sello de calidad para distinguir la carne procedente de la ganadería extensiva como la nuestra", anuncia con satisfacción.
En la reunión ministerial, celebrada el 20 de enero, participaron también otras dos organizaciones rurales a las que Sánchez está vinculada: Ganaderas en Red (ella es una de las 200) y la Plataforma por la Ganadería Extensiva y el Pastoralismo.
Hoy nos va a enseñar sus proyectos de ganadería ecológica, para reclamar más apoyo a este sector que, dice, es clave en la recuperación de la España vacía, en la adaptación al cambio climático y en el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas.
¿Ser terrateniente bio es un negocio redondo? "Esto una ruina, nuestra carne no se valora", rebate. "Hemos calculado que cada hectárea de dehesa cuesta 250 euros de mantenimiento al año". Sánchez afirma que no sólo no se ha hecho millonaria con la tierra donde se crió de niña y que heredó de su padre, sino que, como muchos otros propietarios en su situación, se arruinará y tendrá que malvenderla si no mejora la rentabilidad de la dehesa. Para evitarlo, insiste, es fundamental que la opinión pública conozca los beneficios económicos y ambientales de este ecosistema, empezando con que es un gran capturador de dióxido de carbono.
Mientras caminamos por la finca, relata el viaje que la ha llevado a convertirse en dirigente rural, en un momento en que las polémicas declaraciones de Garzón contra las macrogranjas y en defensa de la ganadería extensiva, la de los animales criados en grandes espacios al aire libre, han abierto un debate de calado sobre los modelos de producción de carne en España. Pía Sánchez califica de oportunas estas palabras del ministro de Consumo.
Polémica de la carne
La presidenta de Fedehesa tiene 400 ovejas merinas blancas y negras y unos 200 borregos. "Las zorras me han matado el año pasado 36 borregos", se lamenta. La especie autóctona merina es la que mejor se adapta por su austeridad al campo seco, resalta la ilustrada pastora. Sus ovejas pastan libremente alimentándose de yerba y bayas, sin piensos agregados. En verano, cuando esto se agosta, trashuman a los montes de Palencia. "Las llevo en camión, pero un año quiero ir con ellas andando". Para que compense el esfuerzo, pide que se valore más su carne: "Me están pagando el cordero a 60 euros, tres euros el kilo, y para que sea rentable tendría que pagarse a 200".
"Me están pagando el cordero a 60 euros, tres euros el kilo, y para que sea rentable tendría que pagarse a 200"
Pía Sánchez ni defiende ni acusa a las macrogranjas ("vamos a ser diez mil millones de habitantes en el planeta y tiene que haber de todo", acota). Pero dice que la polémica que desató Garzón ha sido "una oportunidad" para defender lo suyo. El denostado ministro declaró que la carne de los animales criados en masa y encerrados bajo techo es peor y su producción dañina para el medio ambiente, y proclamó que el modelo sostenible es el de la ganadería abierta en el campo. "Por fin alguien ha partido una lanza en nuestro favor", se felicita la propietaria.
Por eso escribió en su Facebook aplaudiendo al ministro por la publicidad que ha dado a su causa: "Te agradezco que hayas abierto la caja de Pandora, porque aprovecharemos los pobres de la ganadería extensiva para que desde el Gobierno se le dé la importancia que merece por todos los beneficios que aporta a la alimentación, a la salud y al planeta. A ver cómo lo hacemos". No le importa que Garzón sea del Partido Comunista. "Yo hablo con todo el mundo", nos dice la mujer que da voz a los dueños de la dehesa.
Asegura que es "una falacia" que esta carne de vaca, cerdo, oveja o pollo tenga que ser por fuerza de un precio inasequible en comparación con la industrial, mucho más consumida. "Si se apoya a la ganadería extensiva y se hace rentable, habrá más gente que quiera trabajarla y por tanto habrá más oferta en el mercado y descenderá su precio", razona.
"Hay que etiquetar la carne de ganadería extensiva con un sello de calidad para que el consumidor lo sepa y decida"
Y añade otro argumento: "Si nos saltásemos a los intermediarios y vendiéramos directamente en las zonas cercanas, nos podrían pagar más a los productores y el precio seguiría siendo asequible. Lo que hace falta ahora es comunicar el origen de esta carne, etiquetarla con un sello de calidad, como se hace con los huevos o el cerdo ibérico, para que el consumidor lo sepa y decida".
El paraíso original
Enemiga del sectarismo, se define como moderada, progresista, idealista, libre, católica y de centro, como síntesis de sus padres: Juan Sánchez Moreno, que murió a los 93 años en 1986, y María Fernández Ruano, que vivió hasta los 97 años y murió en 2020. "Mi padre, el dueño de la finca, era un liberal de izquierdas que después de la guerra ayudaba a los maquis que se escondían en la sierra y compraba libros prohibidos. Y mi madre, más joven que él, era de una familia muy católica de derechas que había refugiado a curas", cuenta sobre sus progenitores.
Describe como un paraíso la infancia que vivió en este cortijo entonces sin electricidad ni agua corriente: "Somos tres hermanas; Isabel, la mayor, y dos mellizas: Beatriz y yo. Nos llevamos once meses. Mi padre tenía más de sesenta años cuando nos tuvo. Nos criamos aquí, jugando libres. Nuestros amigos eran los hijos de otras familias que vivían en las casas de la finca y que trabajaban para mi padre. Él trabajaba también a su lado. Los pastores nos sentaban en sus rodillas en los chozos, nos contaban historias, nos cantaban canciones antiguas".
Mientras hace memoria, un sol radiante de enero baña de luz el edén de su pasado. Se ha empeñado en recobrarlo en el presente del siglo XXI. Tenía cinco años cuando se mudaron a un piso en Badajoz para que las niñas asistieran al colegio. Su padre, ya jubilado, arrendó la finca y dejaron de venir. Para ella fue la expulsión del paraíso.
Hizo la Transición con 16 años: "Fui a las sedes de PSOE, Alianza Popular y UCD a pedir sus programas"
La niña campestre se transformó en una adolescente urbana y combativa. Su carrera pública empezó como delegada de clase. "Salía en defensa de quien sufría una injusticia. Veía en la tele a Kunta Kinte y me echaba a llorar. Las injusticias me han afectado siempre", evoca aludiendo al esclavo de la serie Raíces. Se alegra de haberse implicado de muchacha en la Transición que acabó con la dictadura. "Corrí en manifestaciones delante de los grises y, con 16 años, para las primeras elecciones democráticas, fui en Badajoz a las sedes del PSOE, de Alianza Popular [luego Partido Popular] y de UCD a pedir sus programas. Me los estudié, y el que mejor encajaba con mis ideas era el de la UCD".
Dentro de la gobernante Unión de Centro Democrático cabían "los socialdemócratas, los democristianos y los liberales". Llegó a ser la presidenta de las juventudes del partido en Extremadura. "Apoyábamos causas muy avanzadas, como el derecho al aborto o la legalización del divorcio", recuerda de esos años a finales de los 70 y principios de los 80, cuando estudiaba Medicina en Badajoz.
Como su vocación de ayudar a los otros la cumplía mejor a través de la política que de la sanidad, cambió los estudios y se fue a hacer Derecho a la Universidad de Salamanca. "Mi padre ya era muy mayor y me dijo que no podía ayudarme a estudiar fuera, así que la carrera me la pagué yo trabajando de chacha en Salamanca, cuidando niños y limpiando sus casas", subraya para desmontar el posible prejuicio de quien la vea como una niña rica.
Con la disolución de UCD en los 80, abandonó la política. Terminó Derecho, se colocó en un bufete en Madrid y lo dejó para irse a Londres a aprender inglés mientras trabajaba de niñera con una familia belga. Justo cuando le salió una oportunidad para trabajar en Inglaterra en un despacho de abogados, tuvo que regresar a España por la muerte de su padre en 1986, para acompañar a su madre en Badajoz.
De la banca, al Congreso
Comenzó entonces, tras aprobar unas oposiciones en el Banco Hispano-Americano, una carrera ascendente en la banca que culminó como directora comercial de Cajasol en Extremadura. Hizo un paréntesis para volver a la política en la legislatura 2004-2008, cuando el dirigente del PP Carlos Floriano se fijó en el grupo de debate que habían creado antiguos miembros extremeños de UCD como Pía Sánchez o el que fue primer ministro de Sanidad en la recuperada democracia, Enrique Sánchez de León, y la invitó a encabezar como independiente su lista por Badajoz. En la oposición al gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero, Pía se hizo conocida en el Congreso por votar en conciencia y romper varias veces la disciplina del PP.
Se hizo conocida en el Congreso de los Diputados por votar en conciencia y romper varias veces la disciplina del PP
Por ejemplo, votó a favor de la Ley que autorizó el matrimonio homosexual en 2005, y de una reforma para simplificar el cambio de género de los transexuales. El partido la castigó quitándole su viceportavocía en la Comisión de Agricultura y la asignación económica aparejada. Cuenta que otro diputado del PP le confesó: "Me habría gustado tener tu valentía para votar a favor; un sobrino mío se suicidó tirándose por el balcón porque no aceptaba su homosexualidad". Pasado el tiempo, se reafirma: "Me siento feliz de haber hecho lo que hice. Pude contribuir con mi voto a conseguir una sociedad más justa".
No renovó como diputada y volvió a su puesto de directiva de banca, en 2008, al estallar la crisis económica. A muchos de los empresarios que eran sus clientes se los encontró ahora en la bancarrota. Le dolía a menudo la incomprensión de los bancos a la hora de reclamarles sus deudas. Durante los años anteriores, había costeado con un préstamo la rehabilitación del cortijo de su padre, que estaba en ruinas. Su sueño era volver al campo de su infancia y trabajarlo para que floreciera otra vez. En 2012, aprovechó un recorte de plantilla para renunciar a su sueldo de 92.000 euros e invertir la indemnización en La Rinconada. Desde entonces, "llevo enterrados 600.000 euros aquí", dice.
Reflotó la finca abandonada y la ha convertido en un laboratorio de prácticas sostenibles en proyectos de adaptación al cambio climático de la Unión Europea. La han reconocido con varios premios como ganadera ejemplar, como el de la Comunidad de Madrid por el Día de la Mujer de 2020 que le entregó Isabel Díaz Ayuso, o el de la organización de pequeños y medianos agricultores y ganaderos UPA y la empresa Syngenta, que recibió en 2021 de manos del ministro de Agricultura, Luis Planas.
Adversidades
Pero ella misma advierte de que a su modelo le falta aún ser sostenible también económicamente, para no quedarse en un utópico capricho que sólo puedan permitirse los muy ricos. La ganadería respetuosa con el medio ambiente que Pía Sánchez practica es el futuro y encaja a la perfección con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas. Sin embargo, las trabas burocráticas y del mercado son desalentadoras. "Para mí la vida ha sido una lucha permanente. Siento que no me ha regalado nada", concluye tras contar los obstáculos a los que se ha enfrentado. Nunca se ha rendido, aunque ganas tuvo.
Un fuego quemó toda la finca el 14 de julio de 2017. "La Guardia Civil me dijo que fue un incendio provocado", denuncia
Las adversidades han sido épicas. La finca se extiende por una llanura adehesada y asciende por el bosque mediterráneo hasta la cresta de las sierras de Los Madroños, Cabrerizas, Gorda y San Serván, en el límite con el municipio de Arroyo de San Serván. Señala en el horizonte hacia el puerto por donde el 14 de julio de 2017 entró el fuego que quemó media finca. "La Guardia Civil me dijo que fue un incendio provocado", denuncia. Los arbustos y la mayor parte de las encinas y alcornoques adultos han rebrotado. Pero tuvo que reponer los árboles autóctonos que había plantado y que ardieron en llamas. Hoy, el verde revive con fuerza.
Se indigna al recordar el engorroso proceso urbanístico del Ayuntamiento de Mérida y la Junta de Extremadura para legalizar que una explotación agrícola sea también establecimiento de turismo rural. Siente que a veces las administraciones, en vez de facilitar el emprendimiento, lo dificultan.
Hierve también por "el año y pico que se tiró en el cajón de una funcionaria de baja" su documentación para que le aprobasen el Plan Forestal necesario para optar a ayudas de Medio Ambiente.
Perdió la mayor parte de la ayuda europea porque tenía la finca okupada por un vaquero cuando evaluaron la superficie
Le duele recordar al vaquero que tuvo de okupa. Le arrendó pastos para sus vacas por tres meses y se quedó aquí más de tres años sin pagarle un céntimo, hasta que logró echarlo, antes del episodio del incendio. Por no poder recuperar el uso total de la finca a tiempo, perdió la evaluación que la Unión Europea hizo en 2015 para fijar los "derechos históricos" por los que se miden las subvenciones que cada propietario ganadero de pastos recibe al año, lo que mermó sus ingresos. "Recibo casi una cuarta parte de lo que me correspondería: 8.000 euros, en lugar de unos 30.000". Reclama que el importe de la Política Agraria Común europea (PAC) se evalúe cada año en función del uso real, y no de "una foto fija en el tiempo".
Y Pía Sánchez se cabrea definitivamente cuando señala el "Coeficiente de Pasto Admisible" (CAP) y la incongruencia de que, al medir la superficie por la que se fija la ayuda, se reste el área de sombra que proyecta en vertical cada encina o alcornoque, como si no fuera pasto lo que hay debajo, pese a que allí crece el mejor. Critica que de esta manera no se está incentivando que repueblen la dehesa plantando más árboles como hace ella, sino que los dejen morir, para que el satélite cuente más área de pasto visible. Un absurdo.
Un laboratorio rural
La Rinconada de Pía Sánchez es una finca experimental en varios proyectos de innovación europeos, como uno del programa Life Adapt que investiga y promueve pequeños cambios para adaptar las explotaciones al aumento de la temperatura por el cambio climático, u otro transfronterizo junto a Portugal de apoyo a la dehesa, paisaje que en portugués se llama montado. Ella no para de inventar: enseña de ejemplo un aljibe enterrado donde guarda agua de lluvia, y un panel solar que alimenta un abrevadero automático.
Del abrevadero sale agua sólo cuando se acercan a beber sus ovejas y el chip que tienen grapado en la oreja activa el sensor del grifo. Si viene un jabalí o un ciervo, no sale una gota. El sistema está pensado así para que los animales de su rebaño y los salvajes no beban en los mismos sitios, a fin de evitar la transmisión de enfermedades. Se le ocurrió a ella, habló con unos ingenieros y ya está en marcha y en proceso para patentarlo.
En una de las siete charcas que mandó excavar, a entre 2.000 y 3.000 euros de coste cada una, enseña otro proyecto piloto salido de su ingenio en este laboratorio rural. "Las charcas pierden por evaporación casi el 60 por ciento del agua. Pensé que si cubríamos la superficie con algo que flote, podríamos reducir esa pérdida. Y se me ocurrió cubrirla con bornizo, el primer corcho del alcornoque, por el que no pagan nada. Hemos hecho el experimento y hemos comprobado que se evapora mucho menos".
Rentabilizar la dehesa
Estos días de invierno, su único empleado fijo, José, uno de los niños con los que se crió aquí, se dedica a podar las jóvenes encinas. Pía tiene la intención de ofrecer la leña como combustible para la planta energética de biomasa cuya chimenea se ve a lo lejos. Si no, triturará los restos y los esparcirá por el suelo para enriquecerlo. Es un ejemplo de la economía sinérgica y circular que ella promueve en aplicación del concepto de agricultura y ganadería "holística", integral. Lo aprendió leyendo a expertos rompedores como el naturalista y ganadero Allan Savory y el bioquímico André Voisin. Y sigue formándose. Estudió dos años la carrera de Económicas y ahora cursa Ciencias Medioambientales, también a distancia por la UNED.
Su idea motriz es que la dehesa es "el ecosistema con más biodiversidad de Europa" y que hay que gestionarla promoviendo la interacción armoniosa entre sus habitantes: personas, ganado, animales salvajes, vegetación. La ganadería es un pilar más de un proyecto económico con varios frentes. Además de la carne de las ovejas, vende su lana y ha creado una marca de prendas, alquila la finca como coto de caza menor y mayor, extrae corcho cada diez años, tiene colmenas de miel, planea fabricar esencias vegetales (como de jara) y comerciar con plantas aromáticas y medicinales, y produciría aceite si no fuera porque el incendio quemó los olivos de su padre.
Espera además como agua de mayo el permiso para convertir el cortijo en alojamiento turístico. Sin el turismo rural, avisa, muchas explotaciones no salen adelante. La ganadera Sánchez promueve la dehesa abriendo la puerta de su finca a científicos, estudiantes y turistas, como hizo antes de la pandemia cuando trajo a los escolares que colocaron cien casas-nido.
Los hijos
La empresaria es madre de cuatro hijos: los tres varones de su primer matrimonio, Juan (28 años, que se dedica a la comunicación audiovisual), Javier (economista en Dubái) y Pablo (23, ingeniero industrial), y la niña de 13 años, Pía, que tiene con su segundo marido, el ganadero, agricultor y pintor Demetrio Cáceres Murillo (1963).
Como joven madre, sufrió un gran drama familiar al que se enfrentó con una comprensión y una capacidad de superación que ilustran muy bien las que ha usado después para recuperar la finca arruinada de su padre y replantar los árboles quemados. Pía, titulada profesional en violonchelo, se casó con un brillante violonchelista que era su profesor. Cuando estaba embarazada de su primer hijo, él tuvo un accidente de coche en el que perdió los dedos de la mano izquierda, la fundamental para tocar su instrumento. Ella evitó que la desesperación del músico lo abocara al suicidio. Lo ayudó a levantarse y seguir viviendo.
Tiene cuatro hijos de dos maridos. Fue una de las primeras adalides en España de la custodia compartida
La pareja tuvo tres hijos y montó una academia de música y una orquesta joven en Badajoz, Kol Nidrei. Se separaron tras el nacimiento del tercero, pero mantienen hasta hoy una relación amistosa. Pía Sánchez, que define a su antiguo marido como "un padrazo", acordó con él la custodia compartida de los niños. Destaca que ella se convirtió, por experiencia propia, en una de las primeras adalides en España de que la custodia compartida fuera modelo principal en las separaciones, lo que le acarreó críticas "desde el PP y desde el PSOE". "Siento que he nacido por delante de mi tiempo", afirma.
Su camino a lo beatus ille en busca del locus amoenus no ha sido tan idílico como en los poemas latinos que cantan al feliz aquel que se retira del mundanal ruido en un lugar florido. Sin embargo, no se arrepiente y sigue adelante a pesar de las dificultades.
—¿Ha tenido algún año beneficio económico?
Mira alrededor, hace balance y responde:
—Esto es una ruina, pero todos los años son positivos. Mi vida está aquí.