Toda Europa tiene su mirada puesta en Ucrania. El viejo continente vive entre la incredulidad, la sorpresa y el horror la invasión rusa a este país soberano desde hace más de un mes. Esta preocupación ha tenido como respuesta una ola de solidaridad entre sus ciudadanos que arriman el hombro para intentar ayudar como pueden al pueblo ucraniano.
Pero el horror de tener una guerra tan cerca no solo ha provocado la reacción del pueblo; las monarquías de todo el territorio europeo han protagonizado gestos poco comunes entre los royals.
Los sistemas de monarquías parlamentarias no deben o pueden hacer valoraciones políticas y mucho menos con situaciones que ocurren en el exterior y que pueden poner en peligro las relaciones diplomáticas de su país con otros. Aunque no hay una norma escrita que lo prohíba, se les exige imparcialidad.
Sin embargo, nuestro Rey fue uno de los primeros en tachar de "agresión inaceptable a una nación soberana e independiente la ofensiva militar en un país que está en la mente de todos" y en mostrar su preocupación ante esta guerra que "amenaza a Europa y al orden mundial". Por su parte la Reina Letizia tuvo un gesto muy significativo al recurrir a la moda para transmitir su solidaridad con Ucrania al lucir una sorochka, la blusa tradicional de Ucrania con bordados típicos en rojo, verde y amarillo, en un acto hace un par de semanas.
Sin embargo, hay soberanos que han querido ir más allá de las palabras. Ante el drama de los refugiados por la guerra, que ya son más de cuatro millones, Guillermo de Holanda ha anunciado que él y su familia acogerán a ocho familias procedentes de este país. Los recibirán a mediados de este mes en el palacio de Het Oude Loo, situado en el mismo recinto de la casa real holandesa, en la localidad de Apeldoorn, en el centro del país.
La familia real holandesa alquila este castillo para reuniones familiares y fiestas privadas, pero ahora ha decidido cederlo para alojar a estos refugiados. Se trata de un antiguo pabellón de caza del siglo XV reformado y perfectamente acomodado para la actualidad.
Pero los monarcas holandeses no han sido los únicos. Los reyes Felipe y Matilde de Bélgica fueron los primeros en abrir su hogar a los refugiados ucranianos. Los soberanos belgas ofrecían dos casas para una acogida de urgencia. Destinadas a tres familias, están siendo acondicionadas y podrán ser ocupadas en un par de semanas.
Y aunque la Casa Real británica no ha pronunciado todavía al respecto, varios medios de comunicación ingleses aseguran que Carlos de Inglaterra está pensando en abrir una de las casas de campo que gestiona su fundación, y que ahora son un reclamo turístico, para acoger también a desplazados de la contienda ucraniana.
Sin embargo, en España no se contempla esta opción. "Lo primero que hay que tener en cuenta es que la Familia Real española no tiene propiedades a su nombre; hasta el Palacio de la Zarzuela es de Patrimonio Nacional, así que no pueden ceder ninguna residencia para acoger familias ucranianas. El jefe del Estado está a disposición de lo que pueda hacer y de lo que le pidan al respecto, y eso estamos haciendo hasta ahora", aclara una fuente cercana al equipo de Felipe VI.
Es cierto que la Corona española no tiene propiedades. En 1865, con la primera ley que lo regula, nació oficialmente la institución Patrimonio de la Corona bajo el reinado de Isabel II. Este nuevo régimen jurídico trataba de ajustar todo ese conjunto de bienes patrimoniales, vinculados a la Corona, a la nueva realidad económica, política y social. Diferenciaba así entre bienes vinculados a la Corona, que sirven para la representación del poder y para la vida cotidiana de sus majestades, que tienen que seguir unidos, que son del Estado, y el patrimonio privado de los monarcas, que procede de los bienes que previamente se consideraban libres, o de su lista civil, explican en la web de Patrimonio Nacional.
Actualmente ni el rey Felipe ni Letizia tienen ningún inmueble o finca a su nombre dentro de España de forma oficial. Los reyes no son propietarios, pero sí usufructuarios de algunos de estos bienes, como el Pabellón del Príncipe, en el que viven, o el Palacio de Marivent, donde pasan sus vacaciones en Mallorca. Eso sí, no pagan impuestos como el IBI.
Las propiedades de Patrimonio Nacional
Pero lo cierto es que dentro de Patrimonio Nacional hay muchas propiedades que sí podrían destinarse, como se va a hacer en Países Bajos, en Bélgica o en el Reino Unido a acoger a desplazados del conflicto entre Ucrania y Rusia. "No sabemos qué clase de acogimiento van a dar en esos países, pero los lugares de Patrimonio no son para estas cosas, no están preparados. No podemos dejar un palacio de Aranjuez, por ejemplo, para estas cosas. Estamos seguros de que el Gobierno ya tiene en mente sitios mucho más apropiados para las familias que lo necesiten y que vayan a llegar a España. Los edificios que nosotros gestionamos serían demasiado costosos de adecuar, calentar y preparar para destinarlos a eso", aseguran a EL ESPAÑOL | Porfolio desde Patrimonio Nacional. Se calcula que ya han llegado a España más de 80.000 refugiados ucranianos.
"Estamos seguros de que el Gobierno ya tiene en mente sitios mucho más apropiados para las familias"
De hecho, el Príncipe Carlos o Guillermo de los Países Bajos no van a prestar Clarence House o Eikenhorst a los ucranianos, sino pequeñas residencias que no están en uso, para así poder facilitarles la vida a estas familias que se han visto obligadas a abandonar su hogar por culpa de la invasión rusa.
Patrimonio Nacional gestiona, desde 1982 que es la fecha en la que salió la nueva ley que lo regula, siete reales palacios, doce reales patronatos, nueve museos situados en residencias reales y otros cinco inmuebles que no entran dentro de las otras tres categorías y que han sido incorporados tras la promulgación de la ley.
Nadie espera que el Palacio de la Granja de Segovia, por ejemplo, o el Real Monasterio de El Escorial, acojan a refugiados ucranianos en este momento de emergencia humanitaria en el que toda Europa se está desviviendo por ayudar. Pero dentro de lo que se llaman residencias reales, entre las que se encuentran el Palacio Real de Madrid, el del Pardo o el de Aranjuez, hay pequeñas casitas que sí podrían adaptarse a las circunstancias.
1. La Casa del Labrador, en Aranjuez
Es una de las residencias de la familia real española, aunque la actual no ha hecho uso de ella nunca en su historia. Se trata de un palacete de recreo, dentro del Palacio Real de la localidad madrileña. Es de estilo neoclásico y su construcción comenzó a finales del siglo XVIII, a partir de un diseño inicial del arquitecto Juan de Villanueva. Debe su nombre a que, hasta que comenzaron las obras de este palacete, en ese lugar había una pequeña casa de labradores. Depende de Patrimonio Nacional y en el año 2001 fue catalogado como Patrimonio de la Humanidad. Se puede visitar en los horarios establecidos para ver que en su interior dispone de varios salones, salas de billar y muchas habitaciones. Hace varios años que este recinto no se usa para ningún acto oficial de la familia real ni tampoco del Gobierno.
2. La Casita del Príncipe y la Casita del Infante, en El Escorial.
Llamadas también "la Casita de Abajo y la de Arriba" son residencias de la familia real española. Los dos edificios datan del siglo XVIII y están situados en El Escorial, a poco más de 50 kilómetros de la capital española. Se construyeron en 1775 a partir de un diseño de Juan de Villanueva, al estilo del neoclasicismo español. Ambas fueron declaradas Bien de Interés Cultural en el año 1931.
La Casita del Príncipe fue erigida como pabellón de recreo para Carlos IV, que entonces era príncipe de Asturias, en un bosque de robles entre el Real Monasterio de El Escorial y el centro del pueblo. La Casita del Infante, destinada para su hermano, Gabriel de Borbón, está a escasos metros de la otra.
Han estado cerradas para su restauración y por culpa de humedades hasta hace relativamente poco, pero en la actualidad se pueden visitar. La familia real actual no las ha usado nunca para ningún acto público o privado.
3. La Casita del Príncipe, en El Pardo.
Más cerca de Madrid, en el barrio de Fuencarral-El Pardo, hay otra Casita del Príncipe. Esta está situada dentro del recinto que acoge a El Palacio Real de El Pardo, la que fuera residencia de Franco durante toda su dictadura y a escasos kilómetros del recinto de La Zarzuela, donde residen los actuales Reyes.
Fue construida en 1784 para que la usara Carlos IV, por entonces príncipe de Asturias, por encargo de su padre, Carlos III, al arquitecto Juan de Villanueva, quien también había diseñado las Casitas del Príncipe y del Infante en El Escorial.
En su interior tiene varias salas bastante espaciosas. Estuvo cerrada desde la muerte de Franco hasta 2009, cuando se abrió al público. La familia real actual y el gobierno no la han usado nunca para ningún acto público ni privado.
4. La Quinta de El Pardo
Con todo Madrid a sus pies, este lugar es uno de los menos conocidos del monte de El Pardo y de los más bellos de la capital. Dentro del barrio de Fuencarral- El Pardo, se trata de una casa de campo típica de los aristócratas de los siglos XVII y XVIII que usaban para retirarse a las afueras de la ciudad. Tiene un palacete, una casa de labor, unos jardines preciosos, esculturas y fuentes. Su nombre real es La Quinta del Duque del Arco.
El palacio de la Quinta tuvo su origen en la Quinta de Valrodrigo, una casa de labor que compró el duque del Arco, Alonso Manrique de Lara, íntimo amigo de Felipe V y alcalde de El Pardo.
El golpe de Estado del 18 de julio de 1936 sorprendió al presidente de la República, Manuel Azaña, residiendo en ella. Por motivos de seguridad se le trasladó al Palacio Real de Madrid, que en aquel momento se llamaba Palacio Nacional. Más tarde, durante la Guerra Civil española, en el palacio estuvo alojada la famosa Quinta División del Ejército de la República, por lo cual fue objetivo de los frecuentes obuses que llegaban desde la cercana Casa de Campo tomada por los Nacionales muy al principio de la contienda.
Tras el fin de la guerra, Franco mandó reconstruirlo y él mismo lo reinauguró en octubre de 1942 como la Academia de Mandos Isabel la Católica, un centro de la sección femenina destinado a educar a las mujeres para la música, la cultura y las bellas artes.
En el año 1974 se celebraban en la Quinta las audiencias de los todavía por entonces príncipes Juan Carlos y Sofía. Sin embargo, desde entonces, este lugar ha caído en el olvido de la familia real.
El recinto se alquila para eventos y fiestas privadas, pero es tan grande que solo se usa una mínima parte para esto. En su interior, que no se enseña al público, hay multitud de estancias listas para ser usadas.
5. Residencia Real de La Mareta
Se trata de una de las instalaciones más bonitas y modernas de todas las que gestiona Patrimonio Nacional. La Mareta se encuentra en el municipio de Teguise, en la isla canaria de Lanzarote. Esta casa palacio fue mandada construir por el rey Hussein de Jordania al arquitecto Fernando Higuera y al artista lanzaroteño César Manrique.
Tras finalizarla, el rey jordano nunca la uso, aunque sus hijos pasaron allí algunos periodos de vacaciones. A finales de los años 80, decidió regalársela a su amigo, el rey Juan Carlos, que la cedió a Patrimonio.
Este maravilloso enclave sí ha sido usado por la familia real como lugar de vacaciones. El dos de enero de 2000 falleció allí la madre del Juan Carlos, la condesa de Barcelona, cuando se encontraban todos allí recibiendo el año nuevo. Esto hizo que el emérito no quisiera pasar allí ni una noche más.
Los actuales reyes sí que volvieron cuando nació su primera hija, Leonor, para pasar allí unos días de descanso con el bebé. También la han usado varios presidentes del Gobierno, el último Pedro Sánchez el pasado verano con su familia.
6. La Angorrila, El Pardo
Hemos querido dejar para el final esta finca, gestionada por Patrimonio Nacional, por el significado que ha adquirido en los últimos años, ya que en ella fue donde se instaló durante la temporada que duró su relación, la amante más famosa de Juan Carlos, Corinna Larsen.
Este antiguo pabellón de caza está situado en un paraje sin igual y es probable que allí pasaran sus mejores momentos el emérito y la exprincesa alemana. En la actualidad, la actividad del lugar ha vuelto al principio, cuando era tan sólo el centro donde los agentes forestales del monte tienen su lugar para cambiarse y organizarse.
En 2006, Patrimonio Nacional comenzó las obras de rehabilitación de esta finca, el antiguo pabellón de caza del Palacio de El Pardo, que tiene una entrada directa desde Zarzuela y en el que casi dos años después se instalaría la amante del entonces rey para convertirla en su hogar durante los cuatro siguientes años.
La empresaria alemana era tratada por los Servicios de Seguridad del Estado como un miembro VIP, por lo que contó con una escolta oficial bajo el nombre clave de Ingrid. Entre las reformas que se hicieron, se instaló un muro para evitar que se viera lo que ocurría en los jardines y se construyó un garaje con acceso directo a la vivienda. El interior de la residencia fue también remodelado. Del proyecto se encargó el interiorista Jaime Parladé. La casa se divide en varias estancias con distintos dormitorios, salones y un gran comedor. En esa sala hay tres chimeneas revestidas con piedra antigua, que es lo más valioso de la finca.
Tras estas obras realizas, la casa queda perfectamente preparada para instalar en ella a cualquier familia de refugiados ucranianos que lo necesitara en un momento dado, dando así por buenos los miles de euros que se gastaron en rehabilitarla.
7. Las 'viviendas'
Además, este organismo que depende del Estado tiene dos casas menos señoriales, una en Aranjuez y otra en el centro de Madrid. La primera es un ático ubicado en la denominada Casa de Caballeros, situado cerca del Palacio Real y de la Plaza de las Parejas. La vivienda consta de salón, dos dormitorios, baño y cocina amueblada. En la web del organismo está en alquiler por poco más de 7.000 euros al año.
La segunda vivienda está en la calle Princesa, en el centro de la capital española. En el anuncio de alquiler se lee: "Vivienda completamente rehabilitada y en perfecto estado de uso en el emblemático barrio de Argüelles, situado enfrente de El Corte Inglés, en manzana cerrada de once plantas sobre rasante y dos sótanos bajo rasante, sito entre las calles Princesa, Buen Suceso y Tutor de Madrid, próximo a Plaza de España".
Consta de hall de entrada, salón-comedor compuesto por tres dependencias continuadas, cocina amueblada con office y terraza, cuatro dormitorios, uno de ellos con mirador, tres baños y un aseo, y una terraza que bordea toda la vivienda; dotada de calefacción central, y aire acondicionado, con dos puertas de entrada (principal y de servicio). Amplio y lujoso portal, con conserje, y dos ascensores. Esta vivienda se alquila por 2,850 euros al mes.
Seguramente Patrimonio Nacional tiene razón al asegurar que abrir estas casas, excepto las dos últimas, a los refugiados ucranianos puede resultar una acción con un coste demasiado alto, pero, si están cerradas pero habilitadas para ser usadas, ¿no se les daría por lo menos un uso?
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