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El "ver para creer" con el que Jesucristo recriminó a Santo Tomás su incredulidad ante su resurrección -hasta que lo vio y tocó sus heridas-, sirve bien para explicar el ambiente que se vive actualmente en el seno de la Iglesia Católica. Como si una bomba silenciosa hubiera caído en la misma plaza de San Pedro, hay quien no se atreve ni a comentar siquiera.
La bomba tiene forma de Constitución, la acaba de publicar el papa Francisco, regula el poder en la Ciudad del Vaticano y dinamita la estructura de poder de la Iglesia: la llamada Curia Romana. Quita poder a los obispos y cardenales, a la vez que les da más a los laicos. A todos. Mujeres incluidas. No, aún no pueden ser ordenadas sacerdotes -aquí el papa no ha podido con el ala conservadora-, pero hay novedades importantes. En la práctica, atención, y con esto se entiende lo de hablar de bomba, incluso una mujer podrá ser ministra del Vaticano. Será a partir del 5 de junio, Pentecostés, cuando la carta magna apostólica entre en vigor.
El alcance de los 250 artículos de la Constitución Apostólica Pradicae Evangelium es aún incalculable, pero los expertos avisan de que es la mayor revolución en la Iglesia tras el Concilio Vaticano II, convocado por el papa Juan XXIII en 1959 para debatir abiertamente sobre la relación entre la Iglesia y el mundo moderno.
En el Vaticano II se insistió en que la Iglesia no era sólo de los curas, sino también de los laicos, a los que se invitó a liderar movimientos en las parroquias. Fue la Iglesia del Pueblo de Dios. Ahora, con este nuevo movimiento se les abre, además, la puerta al gobierno mismo de la histórica institución.
"Esta es la primavera del papa Francisco, va a cambiar jurídica, legal y realmente las entrañas de la Iglesia"
"Ésta es la primavera del papa Francisco, es una carta magna que va a cambiar jurídica, legal y realmente las entrañas de la institución, no sólo para el presente, sino también para el futuro", señala el teólogo y periodista José Manuel Vidal, director de Religión Digital.
Si por lo general las revoluciones empiezan por abajo, la que se vive en Roma es una revolución atípica, porque la impone el mismo Papa, pero no deja de ser una revolución. Ha venido a remover los mismos cimientos de la Iglesia. EL ESPAÑOL | Porfolio repasa las claves del giro radical que plantea. ¿Se notará en las parroquias? ¿Busca recuperar fieles? Responden los expertos en Teología.
Bernardo Pérez Andreo es doctor en Teología y profesor del Instituto Teológico de Murcia OFM (Ordo Fratum Minorum). "Es una revolución porque toda la estructura vaticana se va a organizar en torno a la evangelización, cuando antes lo estaba en torno al manejo del poder", arranca su análisis sobre la nueva Constitución.
Ahora bien, en sus palabras hay la misma cautela que reina en el ambiente católico: "En la intención sí es una revolución, pero en la práctica se necesitan decisiones tajantes, que produzcan un shock. Por ejemplo, que las mujeres dirijan los dicasterios", señala. Si se produce, marcará claramente, un antes y un después.
La nueva Constitución fue el principal encargo que el papa Francisco recibió al ser nombrado. Un equipo ha trabajado en ella durante ocho años. Se promulgó el pasado 19 de marzo, Día del Padre y aniversario del nombramiento del Papa argentino. Visto su contenido, el actual Papa busca ser tan renovador como lo fue Juan XXIII. "Es uno de sus grandes referentes, junto a Pablo VI ", confirma el teólogo y periodista Vidal.
La Constitución evangélica del Vaticano afecta a sus 800 habitantes, prácticamente todos empleados -en total, unos 2.000- de la Santa Sede. Pero a la vez, a los más de 1.300 millones de católicos de todo el planeta. Antes de analizar su articulado, un repaso a los términos clave:
Diccionario 'vaticano'
'Praedicate Evangelium'. El nombre de la Constitución es clave: Predicar el Evangelio. "Es lo que la Iglesia debe hacer, volver a sus orígenes. Por eso, la misma Curia no puede ser un instrumento de poder, sino de servicio", señalan los teólogos.
Curia romana. Órgano de Gobierno de la Santa Sede en la Ciudad del Vaticano y a su vez, de la Iglesia católica.
Dicasterios. El gobierno de la Ciudad del Vaticano y por tanto de la Iglesia se dividía hasta ahora en una Secretaría de Estado, a la que ahora se le resta poder, Congregaciones y Dicasterios. Los dicasterios vienen a ser como ministerios; las Congregaciones como los ministerios premium, con más poder. Su tarea venía definida en la anterior Constitución, de 1988, del papa Juan Pablo II. La nueva Constitución arrasa las Congregaciones y todo serán dicasterios.
Laicos vs. ordenados. La Iglesia divide a los suyos en dos categorías: por un lado, la orden de los bautizados, que son los miembros que han recibido el bautismo. Por otro lado, la orden de los consagrados, formada por el clero: diáconos, sacerdotes y obispo. La nueva Constitución rompe con la clara separación de ambos a la hora de gobernar la Iglesia.
1. Poder laico
Es una de las grandes patas de la nueva Constitución: los laicos pueden acceder a los órganos de gobierno de la Iglesia. La revolución es tan importante en este punto que el teólogo Pérez Andreo considera que "se necesita convocar con un Concilio" para desgranar esta nueva fórmula.
La democratización de la Iglesia necesita, además, insiste, "un cambio en el Código de Derecho Canónico; hay que cambiar capítulos enteros". Lo explica: "Hasta ahora, los bautizados, según el Derecho Canónico, sólo tenían derecho a recibir los sacramentos y a crear asociaciones. No a que se tomara en cuenta su opinión en una iglesia: esa es una concesión del párroco".
"Los cambios son brutales, la Constitución rompe la espina dorsal al clericalismo que hasta ahora copaba todo el poder", señala José Manuel Vidal.
Al escuchar que los laicos van a poder mandar en la Iglesia parece inevitable pensar que es una salida a la falta de curas. En 2020, según el Anuario Estadístico Eclesiástico que se publica en Roma, la Iglesia sumaba 410.000 sacerdotes en todo el mundo. La cifra desciende cada año: son 4.100 menos que en 2019.
"¿Faltan curas? No nos hacen falta curas. ¿Por qué mantener esa estructura de poder?"
Bernardo Pérez Andreo tiene una visión totalmente contraria: "¿Faltan curas? No nos hacen falta curas. Como teólogo te diré que es bueno que haya personas que dediquen su vida a la Iglesia, pero no tienen por qué ser sacerdotes. ¿Por qué mantener esa estructura de poder? Acabemos con ella".
Hay avances en ese sentido: se apuesta por la descentralización de algunas cuestiones. "Hasta ahora, todas las decisiones se tomaban en Roma. Hasta para cualquier cosa pequeña, que tuviera que ver, por ejemplo, con los catecismos". A partir de ahora, señala, "no es que puedas cambiar el Padrenuestro, pero puedes hacerte una guía de enseñanza, por ejemplo", concreta Pérez Andreo.
2. La mujer
La entrada de laicos, la descentralización… esto que suena a democratización absoluta, no lo es: "Tampoco es un hombre un voto, la Iglesia ni es, ni debe ser democrática", explica el profesor de Teología Bernardo Pérez Andreo. Más lejos queda el una mujer un voto. "Lo máximo que una mujer podía ser en la Iglesia era lectora o acólita -monaguilla-, y eso desde que este Papa lo reguló porque antes no lo estaba, era un limbo", continúa.
Ahora, señala Andreo, con la "ruptura con el clericalismo, se le da entrada a la mujer". Pero no del todo: "Los ultraconservadores han impedido que se dé el paso de que las mujeres puedan ser diáconas". Un machismo que, señala el teólogo, no ayuda al encaje de la Iglesia en el mundo actual.
"Es uno de los grandes cambios de esta revolución, que las mujeres y los laicos sean reconocidos con más responsabilidad en las altas esferas", recalca el teólogo José Manuel Vidal.
La mujer con el cargo más alto en la Santa Sede es italiana. Es sor Raffaella Petrini, una monja franciscana de 52 años, recién nombrada -en noviembre de 2021- secretaria general de la Gobernación del Vaticano. Viene a ser la número dos del Vaticano. Aunque aún tienen cerrada la puerta al altar, el nombramiento ya adelantaba lo que ahora ratifica la Constitución: una nueva era para la mujer en la Iglesia católica.
La española con más rango en el Vaticano es la profesora sor Nuria Calduch. Esta misionera de la Sagrada Familia de Nazaret, nacida en Barcelona, es secretaria de la Pontificia Comisión Bíblica desde marzo de 2021. Es la primera mujer que ocupa este cargo.
3. Menos lujo
Estos cambios, ¿restan poder a los cardenales? Efectivamente, explica el profesor de Teología Pérez Andreo, "antes, para estar en la Curia tenías que estar en la orden, estar ordenado, ahora todos somos iguales".
La premisa, que rompe el clericalismo "el único sacerdote es Cristo y todos los demás lo somos por el bautismo".
P.- ¿Ayudará a acabar con esa imagen de lujo que desprende la Santa Sede?
R.- Se apuesta por la profesionalización. Sí, es quitar el lujo, pero ya lo ha hecho este papa con un Motu proprio -una ley particular que emana del Papa-. Bajó el sueldo un 10% a los cardenales de la Ciudad del Vaticano. Lo hizo prácticamente con todos los trabajadores del Vaticano salvo a los laicos que tenían familia.
Otra rebaja de la Constitución: la Secretaría de Estado, que hasta ahora funcionaba como un órgano paralelo al Santo Padre, se le llama también la cancillería, verá recortado su poder. A partir de ahora se considerará una secretaria papal.
"El Concilio Vaticano II explica que, en cuanto a su naturaleza, la Curia romana es un instrumento de servicio que ayuda al Papa en la evangelización", señaló el cardenal Marcello Semeraro, explicando la nueva Constitución en rueda de prensa. Y así, "la Curia", explica Bernardo Pérez Andreo, "pierde su poder, porque se convierte en instrumento de evangelización".
Según el Anuario Estadístico Eclesial, en 2020 el mundo contaba con 1.360 millones de católicos bautizados. Crecen en África y Asia, mientras en Europa el porcentaje de católicos en Europa desciende.
Preguntamos al teólogo Pérez Andreo qué es exactamente la evangelización. Suena a que se necesitan más cristianos y hay que salir a buscarlos. Pero no es así: "No, evangelizar no es hacer más cristianos, es extender los valores del Evangelio: amor, justicia y misericordia. La evangelización es tan importante que es el primer Dicasterio en esta nueva Constitución y su titular es el propio Papa. De hecho, el Papa es el titular de todos los dicasterios".
P.- ¿Es una forma de guardarse más poder para sí?
R.- La Iglesia es una monarquía autoritaria. Si el Papa dijera mañana que los curas se pueden casar y las mujeres pueden ser ordenadas sacerdotes, se podría hacer. Pero claro, le montan un cisma.
4. Protección de menores
Entre los cambios en los dicasterios, otro llama poderosamente la atención. El Dicasterio de la Fe, hasta ahora el más importante, confirman los teólogos, ya que era una Congregación, en un nivel superior, es ahora eliminado. "Deja de ser el ombligo", señala Vidal. Así las cosas, va a ser el que se encargue de la gestión de tema de abusos a niños. "Aquí entra la idea de acabar con el clericalismo, con el poder, porque es esa defensa clerical la que ha impedido que haya más luz en las investigaciones", explica Pérez Andreo.
"La defensa clerical es la que ha impedido que haya más luz en las investigaciones sobre pederastia"
La Constitución crea una Comisión para la Protección de Menores y una sección Disciplinar, en su artículo 76, que los expertos ven como una forma de que se agilicen los procesos. "Da más posibilidades de abordar con más garantías el problema de la pederastia, algo que se necesita para ganar confianza social. Hay que remontar esa confianza y eso lo sabe el Papa". En España, en este sentido, señala, está costando "poner el reloj en hora". Probablemente, una de las razones por las que el Papa argentino aún no ha visitado España.
Las investigaciones sobre pederastia son uno de esos temas de los que se habla en la calle, pero no en las iglesias. Pero ¿cómo se notará en las parroquias que hay una nueva Constitución en Roma? De momento, no mucho. Al menos, así lo prevé el teólogo Pérez Andreo. En el extremo contrario, Alemania. Allí ya hay renovación. "Hay mujeres que dirigen diócesis, para ayudar al obispo. Claro, hay quien lo critica", señala el teólogo. "La Iglesia tiene un problema: no sabe vivir de otra manera. Pero los tiempos han cambiado. Curas varones célibes... ¿por qué no buscar otra cosa?", se pregunta.
Otra cosa es lo que busca esta Constitución: una vuelta a los orígenes, una resurrección de la Iglesia, una revolución, ser ese nuevo Concilio Vaticano que lleve a la Iglesia a los tiempos actuales. Aunque, como le pasó a Santo Tomás, haya que "ver para creer".