Ni siquiera el deán de la catedral Santa María Magdalena de Madrid, Andrei Kordochkin, ha escapado a la cólera de la Iglesia Ortodoxa de Moscú y de todas las Rusias. A principios de este año, el canónigo fue descabalgado temporalmente durante tres meses de sus responsabilidades eclesiásticas en España por su oposición a la agresión a Ucrania y a la guerra. Aunque los alzados entre el clero contra las directrices del patriarca no son muchos, Kordochkin no es el único que se ha negado a acatar la posición oficial de las autoridades seculares rusas acerca del conflicto.
Algunos, como los fieles ortodoxos de Amsterdam, han ido más lejos que el cauteloso deán de Madrid y han decidido transmutar su lealtad de Moscú a Constantinopla para zafarse de Cirilo, el vanidoso, ostentoso y servil “Papa de los rusos”. Si en algo coinciden los clérigos contrarios al patriarca con los que ha hallado EL ESPAÑOL | Porfolio en las catacumbas de la espiritualidad eslava es en que la Iglesia rusa y su patriarca se han fundido con Putin con el fin de crear una nada santa trinidad del patriotismo, la iniquidad y la codicia. Gracias a su habilidad para navegar del lado del poder, Cirilo ha amasado una colosal fortuna vendiendo alcohol, tabaco y petróleo y poniendo a girar una enorme lavadora de sucísimo dinero utilizada por los funcionarios del país para intercambiar sobornos.
El patriarca-oligarca ha atesorado mansiones y coches de lujo al tiempo que postraba la ultracorrupta Iglesia rusa a los pies del Kremlin, regalaba indulgencias a los criminales de guerra y repartía bendiciones entre los desmotivados soldados que luchan a regañadientes en Ucrania. Su historia es fascinante, digna de la gran novela rusa, solo que los mujiks y las triadas de caballos enjaezados tirando de una troika sobre la nevada estepa han sido reemplazadas en la iconografía del patriarca por limusinas, superyates de 40 metros, playas privadas, dachas de ensueño, relojes Breguet y biliosos consejeros de palacio. Gundiáyev es un verdadero personaje.
“No me han expulsado todavía de la Iglesia, pero la posibilidad de que eso ocurra es grande”, nos dice Andrei Vyacheslavovich Kurayev en el transcurso de una escurridiza charla mantenida desde Rusia por teléfono a última hora del jueves. “Todo el mundo conoce ya mi posición respecto a la invasión de Ucrania y no es preciso confirmarla cada día, pero responderé a ello de acuerdo a una vieja fórmula de las antiguas crónicas rusas: ‘Dios contra el agresor’”.
Es obvio que Kurayev teme que volver a hablar de más podría ser la última gota que colme el vaso de la ira de su Gobierno. Este diácono ortodoxo es uno de los clérigos de Rusia más abiertamente opuestos a la política de Putin, a la guerra contra sus vecinos y a Vladímir Mijáilovich Gundiáyev, comúnmente conocido como Kirill o Cirilo, decimosexto patriarca de Moscú, actual cabeza de la Iglesia Ortodoxa rusa. Andrei Kurayev fue obligado el pasado mes de agosto por un tribunal de Nikulinsky a pagar 30.000 rublos (unos 350 euros) por "desacreditar" al ejército de su país en un comentario publicado en LiveJournal. Su seguridad pende de un hilo y a pesar de ello se resiste a abandonar su patria.
“Ya he afrontado dos juicios civiles y otros dos eclesiásticos", afirma. “Tengo 60 años y puedo recordar las reglas de supervivencia en la Unión Soviética. Porque, en efecto, existían reglas de juego y ciertas líneas rojas. En aquella época, un disidente no era inmediatamente represaliado. Se le podía pedir que se callara, que dijera algo diferente, y a menudo pasaba mucho tiempo hasta que actuaban seriamente contra él. En general, se asumía que nadie iba a encarcelarte por algo anecdótico como escuchar la Voz de América. Al menos, bajo el mandato de Brezhnev... Pero ahora puede suceder cualquier cosa. Pones un me gusta que importuna a alguien y es más que suficiente”.
El también bloguero Kurayev es el clérigo contestatario más popular de toda la Curia rusa. Su fama es anterior al Euromaidán y la anexión de la península de Crimea. Hace ahora quince años, un consorcio de medios de comunicación le nombró “hombre del año”.
La presencia en las portadas de diarios, incluso de Occidente, ha venido siendo recurrente durante los últimos decenios gracias, entre otras cosas, a ciertos actos sonados y algo extravagantes como la protesta que organizó el 24 de diciembre de 2005 frente a una catedral católica para defender las Navidades rusas o al piquete que reunió un año después para manifestarse contra el concierto en Moscú de Madonna. Kurayev es un conocido aficionado al heavy metal, pero simpatiza mucho más con las canciones patrióticas y apocalípticas de Konstantin Kinchev que con las provocaciones ya un poco demodé de Madonna Louise Ciccone.
Azote de los gays
En 2013, volvió a salir a la palestra para convertirse en el azote de un supuesto lobby gay que, según denunció, corrompía el seminario teológico de Kazan. Por esas mismas fechas fue expulsado de la Academia Teológica de Moscú y Andrei atribuyó lo sucedido a una venganza de los seminaristas homosexuales a los que había delatado. En 2020, el Tribunal Episcopal de Moscú le expulsó también, pero la decisión no fue finalmente ratificada por el patriarca. Claro que los verdaderos problemas del protodiácono comenzaron el pasado año, cuando decidió posicionarse inequívocamente en contra de la guerra y, por ende, de Putin y de Cirilo. A partir de ese momento, su vida está en peligro.
“El grado de intolerancia de la sociedad rusa es muy alto. Recibo muchas amenazas de violencia física de la gente común, además de denuncias”, nos revela el teólogo. “Es un signo de los tiempos. Se preguntarán por qué no abandono Rusia antes de que las cosas empeoren. ¿A dónde podría ir y en qué condiciones? Además, hay otras cosas que me retienen: la familia, una gran biblioteca... La situación es la que es".
"Sus diáconos fueron educados en el espíritu del imperialismo ruso"
"El putinismo ha penetrado profundamente en las masas del clero y eso no es el resultado de la presión externa. Los religiosos rusos ya decían en los noventa que nos rodeaban enemigos y que Occidente nos odiaba por ser tan espirituales. Al fin y al cabo, sus diáconos fueron educados en el espíritu del imperialismo ruso y, de acuerdo a su modelo del mundo, por supuesto, Kiev es una provincia de Moscú; Ucrania es parte de Rusia; la propia Rusia debe ser grande y terrible y todos deben temerla”.
Kurayev es muy consciente del peligro que le acecha. Se diría, sin embargo, que le puede más su alergia a la mentira que el instinto de supervivencia que le aconseja no seguir hablando de Su Suma Santidad Cirilo, mucho menos santo que lo que presume el tratamiento, a juzgar por las pruebas que, según la oposición, demuestran que su vida entera se haya jalonada por actos criminales y por una colaboración servil con el Estado.
Que el patriarca Kirill sirvió en el KGB —tal y como destacaron hace algunas semanas medios de comunicación de todo el mundo— dista de ser, en realidad, una historia novedosa. “No ha habido filtraciones en más de treinta años y lo que sabemos sobre eso es gracias a una confesión realizada hace ya mucho tiempo por un ex general llamado Oleg Kalugin”, sostiene el protodiácono bloguero. “Hay también algunas referencias indirectas en los archivos que el sacerdote Gleb Yakunin recopiló a principios de los 90. Eso es todo. ¿Qué es lo que dice sobre ello el metropolitano Kirill? Lo que podría aducir Cirilo es que hubo contactos y algún tipo de cooperación, pero que eso no dañó a nadie. Solo diré una cosa. Para que el joven soviético de 22 años de edad Kirill Gundiáyev pudiera realizar un viaje de negocios a Ginebra era necesario, no solo el consentimiento de la KGB, sino también una cooperación activa con esas estructuras”.
El “Papa” del ciclomotor letal
En efecto, el 12 de septiembre de 1971, Cirilo fue elevado al rango de archimandrita y designado a su vez representante de la Iglesia Ortodoxa rusa ante el Consejo Mundial de Iglesias de Ginebra. Era solo el comienzo de una carrera meteórica que algunos disidentes como el abogado Anatoli Fursov —oculto en Europa Occidental y marcado por el Kremlin para su eliminación— atribuye a sus pulsiones delictivas.
“En cualquier otro lugar del planeta la emergencia de un líder espiritual como Kirill sería simplemente imposible”, sostiene el activista de derechos humanos. “Toda su vida ha sido urdida con crímenes y delitos contra la humanidad y los cánones eclesiásticos". A la edad en que la mayoría de los jóvenes todavía son realmente inocentes, Volodya Gundiáyev, de 15 años, ya había cometido su primer asesinato. Ciertamente, no fue intencional porque atropelló y mató a un peatón cuando conducía uno de sus dos ciclomotores. Pero ni siquiera entonces fue castigado por ello.
Ahora, sus partidarios —echando espuma por la boca—, argumentan que todo es una calumnia maliciosa de personas envidiosas. Excelente. Sin embargo, existen evidencias de ello porque varios de los clérigos que estudiaron con él en el seminario teológico de Leningrado hablaron en su día del incidente. Probablemente, "Cirilo no había aprendido todavía a cerrar la boca”.
El hoy patriarca proviene de una familia muy devota. Tanto su abuelo como su madre eran creyentes piadosos, y su padre, Mikhail Gundiáyev, sufrió incluso por su fe tras servir tres años en Kolyma durante la época de Stalin. “A Volodya, hoy Cirilo, le iba bien en la escuela, aunque no era miembro tan siquiera del Komsomol (la organización juvenil del PCUS)”, nos explica Fursov. “¿Qué sucedió, en tal caso, para que un estudiante tan capaz abandonara la escuela después de octavo grado? ¿Y por qué se fue de casa al mismo tiempo a los 15 años? O lo que es todavía más emocionante: ¿por qué razón Vladimir no ingresó al ejército pese a su excelente salud? Quizá el rompecabezas no sea tan complejo. Porque la todopoderosa KGB tomó al joven talento bajo su protección y no permitió que arruinaran su biografía”.
La ascensión de Cirilo fue meteórica: se gradúa del seminario y de la academia dos veces más rápido que otros futuros clérigos; se convierte en monje a la edad de 23 años y adopta el nombre de Cirilo. A los 24, se doctora a la velocidad del rayo en teología. A los 25 ya es archimandrita y a los 28, rector del seminario teológico de Leningrado. ¡Y todo esto sin haber escrito un solo artículo científico y a pesar de que no terminó siquiera la enseñanza secundaria!
Al frisar los 25 años, Kirill representaba ya a la Iglesia Ortodoxa Rusa en el Consejo Mundial de Iglesias en Ginebra. “¿Cómo obtuvo esos honores?”, le preguntamos a Fursov. “Elemental: todo sucede en los días de la URSS, cuando nadie es comisionado para realizar una misión al otro lado del telón de acero sin la bendición del KGB. Fue ordenado obispo ya a los 29 y en enero de 2009, irrumpe en el Olimpo a bordo de una rutilante limusina y recibe la dignidad de patriarca de Moscú”.
"Hizo todo lo posible para complacer a su homónimo y compatriota Vladimir Vladimirovich"
A medida que ascendía, el pastor de ovejas ortodoxas se convertía en un halcón de guerra. Cirilo se partió la cara por la invasión de Ucrania, por la participación de Rusia en el conflicto armado entre Georgia y Abjasia, por la secesión de Transnistria, por la anexión de Crimea, por el Donbass y por la intervención militar en Siria y Libia. Un verdadero pacifista. “En una palabra, hizo todo lo posible para complacer a su homónimo y compatriota Vladimir Vladimirovich”, continúa el abogado. “Y Putin, a su vez, le regaló su absoluta indulgencia por todas sus violaciones de la ley, que son innumerables”.
Anatoli Fursov no es solo uno de los disidentes rusos más perseguidos por el Kremlin, sino que además es un creyente piadoso. Claro que su devoción es para Dios, no para el cómplice del Kremlin que ocupa la antigua casa solariega de los Ofrosimov, residencia moscovita del patriarca. El activista y letrado no alberga ni la menor duda de que toda la vida de Su Santidad, el antihéroe, se halla construida sobre mentiras.
“Él solía decir que pasó su infancia en la pobreza y que vivía con cinco personas en una habitación de un piso compartido, lo que le llevó a irse de casa a los 15 años. Santo Padre, ten piedad, pero entonces, ¿de dónde sacó dos motos el pobre adolescente? Nosotros bien sabemos por qué le echaron de su casa, y no fue por la pobreza. Fue precisamente en aquellas fechas cuando Gundiáyev, como la mayoría de los secuaces de Putin, comenzó su carrera criminal. La historia de finales de los 90 del siglo pasado es verdaderamente hermosa en todo lo que concierne a los guerreros del pitillo".
El tovarich Gundiáyev ha sido laureado y reconocido como el más rico de todos los jerarcas ortodoxos del mundo, aunque según fuentes oficiales sus ganancias ascienden “solo a medio millón de rublos al año (5.800 euros)”. Y en efecto, el cenagal sobre el que comenzó a forjar su fortuna personal y la de su Iglesia fue la venta exenta de impuestos de cigarrillos bajo la apariencia de ayuda humanitaria. Al poco escrupuloso Cirilo no pareció importarle demasiado que fumar esté prohibido por el clero ortodoxo. Al decir de Fursov, colecciona pecados capitales y veniales.
La venta de tabaco
El llamado escándalo del tabaco fue un episodio relacionado con la importación libre de impuestos de bienes sujetos a tasas especiales a Rusia por parte de estructuras cercanas a la Iglesia Ortodoxa rusa, bajo los auspicios de la Fundación benéfica Nika y la sede de ayuda humanitaria de la institución. Había dos cárteles mafiosos enfrentados históricamente y uno de ellos era la Iglesia. “¿Adivinas quién fue el inspirador ideológico y organizador de todo aquel negocio?", nos pregunta Fursov.
“Por supuesto, fue el mismo Gundiáyev, a quien en ese momento ya le habían enjaretado el apodo malicioso de metropolitano del tabaco. El año 1996 resultó ser el más fructífero: el patriarcado importó ocho mil millones de cigarrillos a la Federación Rusa. Pero no todo fue una fiesta: como los traficantes de tabaco tributaban al estado y sufrían pérdidas por culpa de la competencia desleal de los curas, las pasiones estallaron y con ellas, guerras mafiosas de pandillas que dejaron tras de sí un reguero de cadáveres”.
Con el tiempo, Cirilo abandonó el negocio del tabaco. A partir de ese momento, se lanzó de lleno a la exportación de petróleo a través de la Iglesia Ortodoxa y nuevamente se le eximió, a petición del entonces patriarca Alexy II, de pagar los derechos de aduana. Después vendió también alcohol e incluso trató de introducirse en el mercado de mariscos ya en el siglo XXI. Las cosas no funcionaron porque se topó con una mafia de pescadores demasiado correosa. Claro que eso no impidió que siguiera incrementando su fortuna.
“La Iglesia es en sí misma una gran empresa rentable”, ironiza Fursov. “Su presupuesto se alimenta de empresas comerciales como el hotel Danilevskaya o la fábrica Sofrino. También produce medicamentos, joyas y productos agrícola. Alquilan grandes áreas y, por supuesto, brindan servicios rituales. Amigo, es un verdadero Klondike porque las donaciones de altos funcionarios y oligarcas fluyen como un río generoso. Uno diría: ‘Vive y regocíjate pagando impuestos honestamente’. ¡Pero no! No existen instituciones de control civil sobre la Iglesia en Rusia así que es imposible controlar los flujos de dinero que anegan el patriarcado y a Cirilo”.
Nada para los pobres
Es difícil precisar donde termina la fortuna personal del tovarich Cirilo y dónde empieza la de la Iglesia y a la inversa porque, según los disidentes, los límites entre los intereses personales y la institución se difuminan a menudo. Los opositores han logrado acreditar a lo largo de los últimos treinta años que el amigo de Putin ha pastoreado su rebaño como el capo de una mafia peligrosa obsesionado con amasar dinero.
“Adivinen cuánto gastó personalmente el primado en buenas obras”, nos espeta Fursov. “Probablemente ya sepan la respuesta: ¡Cero kopeks! Y entre tanto, las propiedades personales y eclesiásticas que ha logrado reunir son ingentes: una villa en Suiza; un palacio en Peredelkino; residencias en el Monasterio de San Danilov y otros lugares de culto; una finca en Gelendzhik; un ático con terraza con vistas a la catedral de Cristo Salvador; apartamentos en el mismo centro histórico de Moscú y San Petersburgo (el primero en la calle Nikoloyamskaya y el segundo en Bolsheojtinsky). En fin, suficiente para diez vidas”.
La existencia entera del patriarca del ciclomotor se halla rodeada por el boato. Suele moverse por Moscú incluso en sus viajes cortos con un Mercedes blindado de clase ejecutiva con escolta o un Jeep también blindado. Para viajes largos tiene Cadillacs. Posee también un tren de lujo de inspiración zarista con cinco vagones, uno de los cuales está ocupado por una iglesia móvil. Gundiáyev también compró un helicóptero especial y dos yates de lujo además de otros juguetes irrealmente caros.
En 2009, visitó Kiev oficialmente y el humilde monje dejó perplejo a sus sufridos siervos ucranianos cuando se paseó por las calles de la capital con una humilde comitiva de cerca de quinientos metros. Ni siquiera el presidente del país organizaba semejantes fastos. Su imagen de hombre sencillo se fortaleció algo más cuando los periodistas lograron fotografiar un reloj Breguet de 30.000 euros en su mano izquierda. El equipo de imagen del patriarca trató de sacarlo del retrato con el Photoshop pero olvidó borrarlo del reflejo de la mesa sobre la que se acodaba el jeque eslavo.
“Lo que los occidentales deberían entender es que la corrupción es uno de los pilares de la vida rusa”, nos explica Sergei Vladimirovich Kirsanov, un videobloguero ruso conocido por el público ortodoxo y, en menor medida secular, con el sobrenombre de ‘Clérigo’. Kirsanov fue en su día parte de la Iglesia rusa pero frustrado por lo que veía y en busca de una vida espiritual más honesta y profunda, abandonó el país y viajó, primero, a Grecia, y más tarde hasta Italia, donde en la actualidad reside.
Podredumbre de la vida social
“Claro que la podredumbre que caracteriza a la vida social rusa, vista en el contexto de la guerra, es lo mejor que le ha pasado a este país en los últimos treinta años. Mírenlo de esta manera. Ha sido la corrupción la que ha desenergizado la maquinaria de guerra del Kremlin, lo que a su vez le ha impedido satisfacer su sed de sangre”, afirma Kirsanov.
"Todo el mundo está muy satisfecho porque después los sacerdotes todavía perciben su tajada"
“La iglesia no es una excepción sino la confirmación de la norma. Y Kirill es solo la parte más visible del sistema porque la corrupción comienza desde abajo. Les ofreceré un ejemplo: cuando un sacerdote recién escudillado es enviado a una sede vacante donde necesita construir una vida parroquial desde cero, se le dan instrucciones: con quién establecer contactos, cómo comportarse con representantes locales de negocios, cómo complacer a las autoridades y trabajar con ellas. Y es en estas que un funcionario espiritual llega a la oficina de un empresario local y le dice: ‘¡Sería necesario construir un templo, algo bueno! El estado alienta y sería inapropiado negarse’. Entonces, él le responde: ‘¡Sí, no hay problema! Me escribes una carta de agradecimiento y mencionas que soy el mecenas que te entregó dos millones de rublos. Pero recibirá tan solo uno’. Como regla general, todo el mundo está muy satisfecho porque después los sacerdotes todavía perciben su tajada. Para sus necesidades personales, se quedan parte del millón que finalmente reciben ahorrando en contratistas, materiales y mano de obra. Este es el ejemplo más banal y ordinario”.
“Al final del día, el nivel de vida del sacerdote ruso corresponde al nivel de vida de la clase media del área donde vive”, apostilla el diácono Kurayev. “Pero esto no se aplica a los abades de las grandes parroquias urbanas porque este es un mundo de dinero en efectivo, incontrolable e irresponsable”. Y es justamente en este mundo de ‘dinero irresponsable’ que menciona Kurayev donde Cirilo ha conseguido crear un engrasado procedimiento de intercambio de sobornos que es, a su vez, otra de las principales fuentes de riqueza de su institución. Gracias a su enorme influencia política y a su capacidad para operar de forma completamente opaca en el mundo financiero, la Iglesia Ortodoxa es una perfecta lavadora de dinero negro, la más segura y más utilizada.
El esquema es sencillo y muy fiable: si alguien desea sobornar a un funcionario, puede hacerlo con seguridad a través de la Iglesia disfrazando la coima de donación benéfica. Los clérigos se ocupan luego de entregar el dinero a la persona oportuna a cambio de un porcentaje. “Normalmente, se le pide al sobornado que abra una caja en la cámara acorazada de un banco. Cuando el sobornador realizada la transferencia de dinero a una cuenta de una entidad controlada por la Iglesia, se transfiere el dinero a la caja y llegado el momento, se le pide al beneficiado que pase a recogerlo” afirma Fursov. “Si hay confianza personal el dinero puede ser entregado por mensajería. Tambien hay servicios de criptodivisas. Bajo tal esquema es imposible procesar al sobornador o al sobornado porque no hay modo de probar que ese dinero es delictivo. Además, ¿quiénes de los encargados de hacer cumplir la ley se arriesgarían a llevar ante la Justicia a los representantes de Dios y de Putin en la Tierra?”.
Así es el mundo de amor cristiano que Cirilo ha construido mientras toca los tambores de guerra para su patrón. ¿Es el patriarca tan influyente en la sociedad rusa como él pretende? ¿Alcanza su influencia a los fieles ortodoxos que viven en España? “De acuerdo al modelo de feudalismo moderno que se está construyendo en Rusia, una persona que tiene la oportunidad de reunirse con el presidente un par de veces al año o que, teóricamente puede llamarle por teléfono, es ciertamente influyente”, afirma el teólogo Andrei Kurayev.
“En los países románicos, especialmente en España y Portugal, el grueso de los feligreses de las iglesias ortodoxas son moldavos y personas de otras repúblicas del sur de la antigua URSS. Y en su mayoría no están sujetos a la propaganda de Putin, algo de lo que no puedo más que alegrarme. En Madrid, existe una parroquia donde el sacerdote Andrei Kordochkin ha ayudado mucho a los refugiados ucranianos y ha condenado públicamente la guerra. Como resultado, fue retirado de su puesto a petición de Moscú e incluso se le prohibió servir. Ahora existe la sensación de que Andrei tendrá que abandonar la iglesia Ortodoxa rusa y buscar una jurisdicción extranjera”.
Para que nos aclare lo ocurrido preguntamos a Kordochkin y el déan nos confirma que, en efecto, fue suspendido de su cargo. “Es verdad que fui retirado como secretario diocesano”, nos confirma este respetado canónigo. “Luego fui suspendido en mis deberes sacerdotales durante tres meses por mi oposición pública a la guerra. Sucedió a principios de año. Ahora ejerzo de nuevo. Por supuesto que el patriarcado de Moscú trata de influir sobre nosotros. Tenemos más loberas dentro de la legislación española, pero la presión existe”.