A la campaña electoral de las lonas se sumó el pasado 10 de julio un imponente mural de 400 metros cuadrados en la Plaza de Pedro Zerolo en el barrio de Chueca de Madrid, corazón del movimiento LGTB de la capital. La lona no dejaba mucho espacio a la interpretación: “Despreciar los derechos de las mujeres no es patriotismo. Homofobia no es libertad. 23 J vota contra los pactos del odio”. En medio, una enorme cara de Alberto Núñez Feijóo arrancada, tras la que aparecía la de Santiago Abascal.
En la esquina inferior izquierda de la lona, se podía leer, de forma discreta, “Avaaz”, una organización activista internacional casi desconocida para el gran público en España y que ha entrado de lleno en la campaña electoral. Este sábado la Junta Electoral de Madrid ordenó retirar la palabra "vota" del cartel, al entender que de está forma se está influyendo de forma ilegal en el sentido del sufragio. De esta forma, la Junta Electoral da la razón a Vox que había pedido la retirada de la lona o al menos de la palabra "vota". El término quedará borrado de la pancarta, pero la huella que ha dejado Avaaz no será tan fácil de eliminar.
Sus números no llevan a engaño: según datos facilitados por la asociación a EL ESPAÑOL | Porfolio, Avaaz cuenta, sólo en España, con 2 millones de activistas y un equipo de 10 personas que trabajan, en la actualidad, con el objetivo de defender causas que van desde la lucha contra el cambio climático a la defensa de la sanidad pública o la acogida de refugiados. Ahora, ha llegado el turno de las elecciones y de hacer tapón contra los que ellos denominan “los pactos del odio”.
“Uno de los temas que más preocupa a nuestra comunidad es el auge de las ideologías autoritarias que socavan nuestras libertades democráticas, fomentan la polarización en la sociedad y atacan los derechos humanos de los sectores de la ciudadanía a menudo más vulnerables”, dice la española Patri Martín, directora global de campañas de Avaaz, en el contexto de su irrupción en la campaña.
Avaaz, "voz" o "canción" en muchos idiomas como el hindi, el urdu, el nepalí, el turco, el farsi o el bosnio, nació en 2007 en Estados Unidos de la mano de personajes vinculados con el entorno político del Partido Demócrata y el activismo internacional. En palabras de Martín, la organización se estableció “con un propósito democrático sencillo: organizar a ciudadanos y ciudadanas de todos los países para cerrar la brecha entre el mundo que tenemos y el mundo que la mayoría de la gente quiere”.
“Eso quiere decir que damos poder a millones de personas de todas las condiciones para que actúen en torno a los problemas globales y nacionales más acuciantes, desde la corrupción y la pobreza hasta los conflictos armados y el cambio climático”, prosigue Martín.
El funcionamiento de Avaaz es como una gran plataforma online, parecida a Change.org, donde sus miembros proponen campañas y luego, la organización las canaliza hacia acciones concretas que siempre parten con el beneplácito de sus miembros. Estas campañas van desde peticiones a gobiernos para impulsar o derogar leyes, hasta acciones callejeras como la de la lona.
“Nuestro modelo está diseñado especialmente para permitirnos la máxima flexibilidad a la hora de hacer campañas. Hemos lanzado peticiones masivas, hemos sacado a cientos de miles de personas a la calle, hemos diseñado y publicado anuncios contundentes, organizamos grupos de apoyo comunitario durante los confinamientos en época de la pandemia de Covid, hemos dado subvenciones de millones de dólares a proyectos de una gran repercusión por todo el mundo, hemos financiado operaciones de rescate humanitarias y hemos realizado importantes investigaciones sobre oscuras redes de desinformación en Internet”, describe Martín.
La organización se define, además, como apartidista, y su agenda siempre está sujeta a su propia comunidad, dentro de las condiciones de uso de la plataforma. Sin embargo, Martín declara que casi todas las campañas “están alineadas” con los principios y posicionamientos ideológicos de Avaaz.
La organización tampoco acepta grandes donantes y se financia exclusivamente a través de sus miembros, con un límite personal de aportaciones de 5.000 euros. Maneja un presupuesto anual en todo el mundo “que oscila entre los 26 y los 28 millones de dólares”, según datos de la propia organización.
Aunque, según Avaaz, sus intereses y causas son transversales, el grupo activista ha sido señalado por sus detractores -sobre todo, los movimientos políticos autodenominados antiglobalistas- como una organización izquierdista e incluso, desde algunos foros y medios alternativos como Rebelión o el ruso Sputnik -propiedad del Estado ruso-, como un agente blando de la política exterior estadounidense.
Sus críticos también apuntan a lazos de Avaaz con las fundaciones y campañas políticas y sociales del financiero George Soros, bajo el amparo de la Open Society Foundation, la cual apoya numerosas causas en el mundo que coinciden con las de Avaaz.
Vox en la mira
Tras su nacimiento en 2007, Avaaz comenzó a tejer una red mundial de activistas que, en la actualidad, llega a 30 países, con una oficina central administrativa en Nueva York. “Todo el equipo global está diseñado para trabajar de manera flexible en cualquier tema o campaña”, dice Martín, explicando que apenas cuenta con estructura organizativa o física.
En España, la primera acción significativa del grupo fue en 2010, con una campaña por la liberación de la activista saharaui Aminetou Haidar. Desde entonces, el grupo se ha implicado en otras campañas contra la corrupción política en España; por un mayor acceso a la libertad de información; por una ley de protección animal que incluya a animales de compañía como víctimas de maltrato; por el rescate dela sanidad pública durante la pandemia o, más recientemente, antes de las pasadas elecciones autonómicas, una petición global dirigida principalmente al presidente del Gobierno de Canarias con el fin de prohibir la primera mega-granja de pulpos del mundo.
Su campo de actuación también se ha centrado en Vox, objeto de su última campaña. En 2019, la organización ya puso el foco sobre el partido derechista con una investigación que reveló que la secta ultracatólica El Yunque tenía a miembros infiltrados en el partido con el fin de influir en la política española. La investigación la llevó a cabo el periodista Adolfo Moreno tras ser contactado por Avaaz.
“Se pusieron en contacto con un periodista español muy prestigioso pero él no podía cumplir el encargo y pasó mi nombre. Mi experiencia como ‘freelance’ trabajando para ellos fue muy positiva. La investigación se desarrolló en el marco de una campaña de Avaaz para investigar a los partidos de extrema derecha en Europa; en Francia, Alemania, España, etc., en el contexto de las elecciones europeas de aquel año”, dice Moreno a EL ESPAÑOL | Porfolio.
“Me propusieron como tema amplio la investigación de extrema derecha; en este caso, de Vox. No me dieron un tema concreto así que, después de investigar un poco, encontré un enfoque interesante en la presencia de El Yunque en el partido y les pareció bien. Trabajan con metodología anglosajona, tuve asesoramiento jurídico todo el tiempo, y me dieron entre dos y tres meses para completar el proyecto”, prosigue.
La investigación se publicó en La Marea, El Mundo, La Vanguardia y El Confidencial. “Quedaron muy contentos por el impacto mediático que tuvo”, añade Moreno, quien explica que en todo momento estuvo coordinado por una persona de la organización desde Londres. “En mi caso, me considero una persona antifascista, y me sentí cómodo trabajando con una ONG que defiende los valores democráticos”, dice el periodista.
Martín, por su parte, insiste en el apartidismo de Avaaz, pero no duda en arremeter contra Vox y en justificar su campaña más reciente: “Avaaz cree que la participación de Vox en el Gobierno de España significaría un enorme paso atrás para nuestra democracia en materia de protección medioambiental y acción contra el cambio climático, o en relación a los derechos de las mujeres, de las personas LGTBIQ+ y de los inmigrantes y refugiados”.
“Sería desastroso si algunos de los pactos que el PP y Vox han cerrado a nivel local y autonómico se repitieran a nivel nacional. El ascenso de la extrema derecha al poder es un fenómeno que debería preocupar a cualquier ciudadano que aprecie la libertad, la democracia y el respeto a los derechos fundamentales de todas las personas. Dado que los miembros de nuestra comunidad sostienen una diversidad de opiniones y posiciones políticas, Avaaz no apoya a ningún partido ni candidato en estas elecciones generales. Pero sí queremos dejar muy claro que un gobierno que incluya a Vox puede acarrear consecuencias muy serias para nuestra democracia.”, prosigue la activista.
¿Lazos con Soros?
El nacimiento de Avaaz se produjo de la confluencia de dos organizaciones sin ánimo de lucro de la sociedad civil estadounidense: MoveOn.org y Res Publica. Tom Perriello, excongresista por el Partido Demócrata fue uno de los fundadores de Avaaz, y estuvo previamente al frente de MoveOn.org. Sus campañas políticas fueron patrocinadas financieramente por George Soros.
Perriello también recibió en 2006, del Open Society Institute dependiente del magnate, una donación de 150.000 dólares para otra organización civil-religiosa que dirigía, en este caso, Catholics in Alliance for the Common Good. En 2018, finalmente, pasó a dirigir los programas en del Instituto de Soros en EEUU.
Por otro lado, otro de los fundadores de Avaaz y su primer director ejecutivo, Ricken Patel, procedía de Res Publica, donde contaba entre sus asesores a Anthony Barnett, cofundador de openDemocracy.net, también dependiente de la Open Society Foundation del financiero húngaro. Estas ramificaciones han dado pie a acusaciones de vínculos de Avaaz con Soros y su agenda que Martín niega categóricamente.
“Ricken dejó Avaaz en 2021. Bert Wander es el CEO de Avaaz en funciones. No mantenemos ninguna relación con Anthony Barnett, y no hemos recibido ningún tipo de financiación de parte de la Open Society Foundation en los últimos 15 años”, dice la directora de campañas.
Además de las sospechas sobre Soros, Avaaz ha sido señalada por promover veladamente los intereses de la política exterior estadounidense, precisamente a través de figuras como Perriello, quien en su etapa como congresista destacó por su apoyo a la “guerra contra el terror” en países como Pakistán o Afganistán.
“Tom Perriello fue uno de los miembros originales de la Junta de Avaaz antes de iniciar su carrera política. No ocupa ningún puesto ni realiza ninguna función en Avaaz (ni la ha realizado desde que dejó la Junta en 2009), y no tiene ninguna influencia sobre nuestras campañas. Desde el lanzamiento de Avaaz, han sido los miembros de nuestra comunidad quienes deciden los temas sobre los que actuamos (incluyendo campañas contra muchos de los aspectos más escabrosos de la “guerra contra el terror”)”, dice Martín al respecto.
Las críticas también han llegado por impulsar campañas como el establecimiento de una zona de exclusión aérea sobre Libia, que desembocó en la intervención militar de la OTAN y el derrocamiento de Muammar Gadafi; el boicot al Mundial de Fútbol de 2018 en Rusia por su intervención en la guerra de Siria o la recaudación de fondos, en el mismo conflicto, a la organización de los Cascos Blancos, cuya neutralidad ha sido puesta en entredicho.
“Avaaz goza de total independencia con respecto a cualquier influencia gubernamental. Durante todos estos años, hemos adoptado posiciones claras e íntegras con el objetivo de reducir el sufrimiento humano y defender el Estado de Derecho en situaciones de conflicto armado. Asimismo, hemos impulsado numerosas campañas dirigidas específicamente al gobierno de los Estados Unidos, denunciando, por ejemplo, la detención extrajudicial de prisioneros en la bahía de Guantánamo o el constante incumplimiento de sus promesas de financiación para ayudar a países menos desarrollados a combatir el cambio climático”, apunta Martín.
“Cualquier gobierno puede ser objeto de una campaña de Avaaz: Rusia, Libia y Siria, pero también Estados Unidos, la Unión Europea, el Reino Unido, gobiernos de Medio Oriente como Egipto, democracias latinoamericanas como Brasil, o diferentes bandos de conflictos como Israel y Hamas”, concluye.