Omar Montes (Carabanchel, 1988) tiene eso que llaman ángel, eso que llaman duende, eso que llaman carisma, o quizá más bien eso que Lola Flores bautizó como "el soplo": "No sé, hijo, yo soy asín. Intuitiva. Siento palomas por dentro. Salgo a la calle y no sé lo que voy a hacer".
Y es verdad que el muchacho de los cadenones de oro que mira el tendío desde la última planta de un rascacielos en La Castellana lleva a su primo con él a todos lados -también charlamos con él en esta entrevista-, no le gusta volar porque es más de raíces y suda cierto espíritu auténtico y gamberro, encantador, pícaro y zalamero, inteligente en los códigos otros -los del afecto, los de la lealtad, los de la calle-.
Es un don de gentes andante, es un pirata bueno, es un gato que cae de pie. Sin ir más lejos, esta semana actuó en Qatar, con todas las críticas vertidas sobre la pertinencia de su presencia en un país que se pasa por el forro los derechos humanos, y se hizo notar, vestido con chilaba, al grito de: "¡Vivan las mujeres, viva el amor libre!". Luego tuvo que salir por la puerta de atrás, pasar tres horas escondido en un almacén y esquivar a los malos. Pero él sabe de eso, porque él es un maleante.
"No pueden hacerme a mí responsable de lo que pasa en un país: que se lo digan eso a la Federación, a los políticos y a la gente que entienda. Que yo vaya a cantar a un sitio no cambia nada, yo no apoyo a ese país ni su cultura, yo apoyo a mi Selección", le cuenta a este periódico, todo pancho. "Tú imagínate... las tonterías... los del Barcelona sí podían poner en su camiseta 'Qatar', pero yo soy de Madrid y no llevo 'Qatar' escrito en ningún lado", dispara.
"No llevo navaja ni me gustan las drogas"
En Quejíos de un maleante imprime su filosofía: es un disco poderoso, puro, donde huye del autotune y se centra en el sentimiento. Bulerías, tanguillos, rumbas. Farruko, Malú, Duquende. Bien rodeado, como acostumbra, porque le quieren en todas las fiestas, en las de la élite y en las del barrio. "Ella perdió su pañuelo / y yo se lo recogí / todos la vieron llorando / ese cabrón la hizo sufrir. / Por esos ojitos verdes / tengo pistola y cuchillo / si quiere, que venga a verme. / Tengo pistola y cuchillo / que le acompañe la suerte", canta. "Un vestío de Versace / le compré / pa' mi concierto".
Suena como una nueva banda sonora de la vida quinqui, de la vida de la supervivencia, las pasiones y el pillaje. "Dame la mano / y vámonos muy lejos / porque me quito de la mala vía", y lo dice casi llorando. Como Los Chichos, le canta a su madre sufridora -de las correrías del nene- y al ansia de libertad que desafía a las normas de los hombres, a los Códigos penales. Aquí manda Dios y la defensa del clan. Omar Montes tiene el soplo, cocina visiones y calibra un plan: en diez años será presidente. Mientras tanto, que nadie le mente a la abuela, porque mata.
P.- Así que Quejíos de un maleante. ¿Cuáles son las penas y los deseos que tiene ahora mismo Omar Montes?
R.- Has ido ahí a muerte, ¿eh? Yo ahora mismo no tengo muchas penas, afortunadamente, vivo muy bien, te engañaría si te dijese lo contrario. Y deseos… ni tantos. Mi deseo es que mi familia tenga salud y todos los míos tengan pa’ comer y estemos bien. No pido mucho, no soy muy pretencioso.
P.- En todo el disco hay muchas referencias a la familia, al clan, ya sean amigos o consanguíneos. ¿Eres un patriarca?
R.- Sí, soy un patriarca cuidando a mi clan. Ese es el rollo.
P.- Lealtades internas, ¿casi mafiosas?
R.- Mafiosas… pero lealtades (ríe). Eso es lo quería transmitir justamente. Lo has pillado. Mucha gente, no. Los que tenemos esta concepción de la familia nos entendemos entre nosotros.
P.- ¿Por qué lloras tú?
R.- He llorado muy pocas veces en mi vida, sólo he llorado cuando se me ha muerto alguien. No es que esté entrenado en ser duro, es que me he tenido que hacer duro desde que era muy joven, a la fuerza.
P.- La RAE dice que un maleante es “alguien que vive al margen de la ley, que se dedica al robo o al contrabando”. ¿Cuándo merece la pena burlar la ley; cuándo lo haces tú?
R.- (Se detiene). Pues… sí, yo he sido un maleante toda mi vida, hasta hoy, la verdad. Mientras no te pillen, tú puedes estar burlando la ley siempre, todos los días, pero con cuidadito.
P.- ¿Cómo se hace para que no te pillen?
R.- Es una buena pregunta. Llevándote bien con los policías y que te hagan un poco la vista gorda o… intentando no hablar mucho por el móvil (guiño). Este es un buen consejo, ¿no? Un buen código para futuros maleantes.
P.- Pero tu idiosincrasia es siempre trolear la ley a costa de un bien mayor. Una justicia superior, digamos. Eres un maleante bueno.
R.- Sí (sonríe). Yo creo que soy Robin Hood, le robo a los ricos para dárselo a los pobres, y me encanta. Desafío a la autoridad pero siempre en favor del barrio.
P.- ¿Mensajero de Dios? Lo citas alguna vez en el disco.
R.- Yo con Dios estoy muy bien, sobre todo ahora, que vengo de estar con Farruko en Miami, y él me ha estado poniendo recto. Bueno, Dios y él.
P.- ¿Cómo de recto?
R.- Pues muy recto, tú sabes, porque Farruko ahora está muy en Dios y claro, cada cosa es Dios, cada movimiento es Dios. Entonces no se puede uno deslizar, tiene que estar uno ahí, en el camino. Yo no rezo todos los días, sólo cada vez que me pasa algo. “Dicen que se acuerdan de la Virgen cuando truena”, pues eso me pasa a mí.
P.- ¿Cómo es ese camino recto? No sé si Dios te dirá “tío, no te compres tantos coches”. O algo aún peor: “El sexo sólo para procrear”. ¿O eso son cosas de la Iglesia?
R.- Yo quiero mucho a Dios, pero lo del sexo sólo para tener hijos… pues tampoco lo veo. Tampoco porque más que nada… eso es lo que nos vamos a llevar a la tumba, así que hay que disfrutar también. Al final Dios lo que quiere es que uno esté en el camino recto y que no haga daño a nadie, pero tú por follar más o menos no haces daño a nadie.
"Soy iluminatti, puedo prever lo que va a pasar y si una vez que pasa, el resultado no está a mi favor, cambiarlo"
P.- He leído que dices que eres ‘iluminatti’. ¿Eso qué es?
R.- Tú quieres saber demasiado. Eso… si te lo contara tendría que matarte (ríe). Date cuenta…
P.- Cuéntame hasta donde se pueda, hasta donde me mantenga con vida.
R.- Es que eso es muy turbio. Iluminatti es una persona que puede prever lo que va a pasar antes de que pase y una vez que pase, y ves que el resultado no está a tu favor, puedes cambiarlo.
P.- ¿Con quién has hecho un pacto para esto?
R.- (Ríe entre dientes). He hecho un pacto con Manu Tenorio (bromea). A ver, sí que soy un poco médium y tengo intuición gitana, me ha gustado el misticismo toda la vida. Veo muchos vídeos en Youtube de cosas raras y paranoias. Me encanta. Soy un friki.
P.- Entonces ya sabes cómo estarás de aquí a diez años.
R.- Sí. Lo sé. De aquí a diez años voy a ser presidente del Gobierno.
P.- Guau. ¿De qué partido?
R.- Eso aún no lo tengo decidido (ríe). Será de uno que mole. Uno que haya fundado yo, ya que nos ponemos, ¿no? Será el Partido de los Maleantes.
P.- Y habrá muchos en este país que lo voten, desde luego.
R.- Cien por cien.
P.- ¿Tú podrías tener algún amigo ‘poli’?
R.- Me llevo bien con alguno, pero amigo, amigo, la palabra “amigo”… es complicado. A ver, tengo amigos, que eran mis amigos del colegio, que eran muy buenos amigos, y al hacerse policías han sido mucho menos amigos. Pero bien, porque si les pasa algo, estoy ahí. Pero yo conocer a un poli que ya es poli y hacerme amigo suyo… hombre, pues complicado, ¿eh? Contados con los dedos de la mano.
P.- ¿Sientes que es una traición?
R.- Siempre. A mí me hicieron un lío que te cagas. Un buen amigo, y era madero. Yo tuve un problema con la justicia hace tiempo y un amigo mío, que en paz descanse (se murió, el pobre tuvo un accidente con la moto, y era buen amigo mío, yo me iba con él a los campeonatos de España…).
P.- Lo lamento.
R.- Ya. Y lloré y lo pasé fatal, aunque me la hizo. Raúl. Yo me crié con él y me enseñó mucho a boxear. Desde el primer día que llegué al gimnasio me pusieron a guantear con él. Joder, es que tengo muy buen recuerdo de él (se emociona). Pues mira, yo no sé si para colgarse la medallita, o por qué coño, pero vino a mi casa, me llamó al telefonillo y me dijo “bájate, Omar, que he venido a verte, tal, no sé qué, que hace mucho que no nos vemos”. Y cuando bajo, me pone las esposas y me dice: “Nos tenemos que ir a dar un paseo”. Y digo “¿en serio, tío? Será una broma, ¿no? Vete a la mierda, ¿cómo me pones las esposas?”. Venía con una chica y me dice: “No me vaciles, Omar, que te doy un guantazo”. ¡Me lo dijo así! Y ya le dije “Raulito, porque tú para mí eres el Raulito, no me jodas con guantazos o vamos a salir de aquí como el Rosario de la Aurora”. Se quería hacer el formal delante de la otra, ¿o qué?
P.- ¿Era todo por impresionarla a ella?
R.- Yo imagino que sí. Siempre creí que era por eso. Le dije: “Como me des un guantazo puede ser lo último que hagas”. Y joder, luego me arrepentí de esas palabras, porque al poco se murió con el accidente de moto. Lo pasé fatal, todo el mundo lo pasó fatal en el gimnasio porque era una persona muy querida. Estábamos hermanados, era mi equipo, compartíamos habitación en los campeonatos y todo. Fue un palo muy gordo. Y yo cuando se murió le quité el rencor de su recuerdo, de aquello tan raro y tan feo que me hizo, porque no quería ensuciar su amistad con eso y todas las cosas buenas que había hecho antes por mí.
"La ley está muy mal hecha: me iban a meter en la cárcel por pelearme en defensa propia"
P.- ¿Te da miedo la muerte?
R.- Tiene que ser una mierda morirse, pero no pienso en ello, no me obsesiona morirme, porque si no, es que no vives. Si piensas en morirte… te pones mú’ malo.
P.- Tienes una canción llamada Metío en un lío. ¿Cuál ha sido el peor en el que te has metido?
R.- Un día, cuando mi primo era pequeño… ¿verdad, primo? (mira al primo, que siempre va con él, y está sentado en un sofá cercano a donde se desarrolla esta charla). No sé bien lo que hizo. Creo que robó un flotador. Bueno, se lo pidió prestado a uno (ríe). Y el problema es que no se lo devolvió en dos horas o no sé qué. Y yo me estoy bajando de una atracción y veo a mi primo con un amigo suyo al que le habían operado, al Agustín, de la clavícula. Ellos dos hablando con otro tío.
Yo tendría 20 años y el tío 40, y estaba con sus dos hijos, así, grandotes. Vi a mi primo discutiendo con ellos porque le habían metido un empujón al Agustín, que estaba jodido con la operación, tía, y lo tiraron al suelo… no tengo muy buen recuerdo, ¿cómo fue, mayormente? Bueno, que yo me llevé un guantazo, no sé cómo, y respondí…
P.- Bastante entero has salido de todas las movidas, ¿no?
R.- De esa casi no salgo, porque ahí me iban a meter en la cárcel. Yo era boxeador profesional. Acabaron mal los otros, digamos. Pero mi padre estuvo pagando muchos años para que no entrase en la cárcel, ¡y eso que fue en defensa propia! Hasta que yo hice dinero y pude devolvérselo todo y más. Le doy todo lo que me pide. No sé, la ley está muy mal hecha, ¿no? Un tío mayor le pega a unos chavales chicos, que por cierto creemos que iba borracho y por eso se envalentonó, yo me meto a defenderles y pactamos pelear él y yo, y yo le puedo, pues ya está, ¿no? ¿O qué? ¿Cuáles son los hechos? ¿Te voy a tener que pagar encima a ti? Coño, pues vaya negocio…
P.- Tú no hubieras llamado a la policía, ¿no?
R.- Yo jamás hubiera llamado a la policía. Aunque yo hubiera perdido, y aunque él le hubiera pegado a mi primo, yo no habría llamado a nadie. “Primo, te jodes, pues no haber robado el flotador, vete a la mierda, está bien hecho que te haya pegado”. Es que no es lo mismo el Código Penal de la policía que el Código Penal de la calle. Se pensó el tío que iba a gozar delante de sus hijos, y al final pues mira, se la llevó. Los hijos ni se metieron. Fíjate qué verdugos. Alguien toca a mi padre y yo es que me meto.
P.- “Sólo en oro llevo una fortuna”, dices en una canción. ¿Cuánto llevas encima?
R.- Medio millón…
P.- Hala, hijo mío. ¿No te da miedo?
R.- En mi barrio no. Date cuenta que yo ayudo mucho y todos los chavales lo saben, ayudo a sus familias, a sus madres. Los maleantes ven que a su madre le estoy llevando una bolsa de comida… pues no me van a querer robar. Aparte, querer robarme a mí… significa que al día siguiente te tienes que buscar otro sitio para vivir.
"Llevo medio millón en ropa y oro, pero en mi barrio no me roban porque ayudo a sus familias"
P.- ¿Por qué?
R.- Al día siguiente vete, obvio, no me quieras robar medio kilo y quedarte a vivir donde siempre. Voy a ir a recuperarlo, más que nada. Yo me llevo bien con todo el mundo, ya me puedes ver a mí, con todo el mundo voy recto, voy a ayudar al que puedo y no me meto con nadie.
P.- ¿No llevas “navaja corta de Albacete”, como dices en otra canción?
R.- No, es que no me hace falta. Yo no creo en las armas, no me gustan las armas, hacen mucho daño. No me gustan las drogas. Esas cosas… no van conmigo.
P.- ¿Cómo se hace para seguir siendo respetado en tu barrio cuando las cosas van bien? ¿Cómo se hace para no ser Pablo Iglesias? Ahora vuelves por Vallecas y la gente reniega del paisano.
R.- Porque soy un tío recto y yo me voy a quedar viviendo allí, hasta siempre, y eso es lo que dice de uno lo que es. Yo no me voy a ir y a dejar tirado a todo mi barrio. Qué va. Yo me quedo ahí. ¿Que me puedo comprar unas casas y de repente me voy una semana a otro lado? Sí. Pero mi casa es mi casa, mi barrio es mi barrio.
P.- Al estilo Julio Anguita.
R.- No sé quién es Julio Anguita.
P.- Leí que tenías una casa en Boadilla del Monte, en una urbanización súper cool. Y también leí que la habías vendido. ¿Es precisamente porque no te sientes cómodo?
R.- La tengo, la tengo, no la he vendido. Si te han dicho que la he vendido es que están gilipollas. La he comprado para mi hijo, para el día de mañana. ¿Cómo la voy a vender?
P.- Hablemos un poco de amor. “Vivo y muero por tu cara gitana”, dices, con mucha gracia, en uno de los temas. ¿Qué más? ¿Cómo te declaras tú, qué Whatsapp mandas cuando te enamoras?
R.- A ver, yo tengo mis frases. La de “hola, me da miedo tu ropa, ¿te la puedes quitar?” (reímos). O la de “¿podemos quedar para hacer bebés?”. Es lo que me salga en el momento…
P.- ¿Y funciona?
R.- (Ríe). No. No mucho. Pero yo las digo. Alguna vez caerá.
P.- También he leído que lo que más te molesta en el mundo son los maltratadores.
R.- Sí, les odio, porque yo al final pienso que un maltratador cuando pega a una mujer es porque no puedes con un hombre, no puedes con una persona de tu mismo tamaño, y quieres pegar a una mujer porque crees que con ella puedes… eso es lo más miserable del mundo, pero cuidado, habría que ver a alguno de los maltratadores en mi gimnasio peleando con algunas de las muchachas que hay, que son unas máquinas, que lo mismo te hacen un caldo que te meten una hostia que te parten la espina dorsal, te lo digo así. Me gustaría verlos ahí a ver qué tal se desenvuelven. Les invito.
P.- ¿Tú votas?
R.- No he votado en mi vida, nunca.
P.- Pero cuando seas presidente…
R.- Me votarán, coño (ríe).
P.- ¿Y a quién harías tú ministro de Cultura?
R.- A mi primo. Le haría ministro de la cultura porque él sabe mucho de tó’, le preguntas de baloncesto y sabe, le preguntas de fútbol y sabe, le preguntas de cualquier cosa y entiende, es un sabihondo, es asqueroso todo lo que sabe, a veces me da coraje, de todo quiere saber. Pregúntale cualquier cosa, cualquier tontería. No sé, quién cantó en la Súperbowl del año pasado, tonterías.
P.- No se me ocurre ahora mismo…
R.- Él sabe tó. Es terrorífico.
P.- ¿Tú te sientes español o tu patria es otra?
R.- Yo claro que me siento español, he nacido en España.
P.- Tienes raíces cruzadas: un poco gitano, un poco árabe…
R.- Sí, tengo de todo, pero he nacido en España y me siento orgulloso de ser español, yo me la gozo, no soy como todos esos que de repente se rayan cuando sale nuestra bandera, o cosas así. Yo no. A mí me da igual. Me mola España.