Félix Ovejero (Barcelona, 1957) es doctor en Ciencias Económicas por la Universidad de Barcelona, en la que es profesor titular de Economía, Ética y Ciencias Sociales desde 1987. El columnista y escritor, además, es uno de los intelectuales que más finamente ha hilvanado reflexiones sobre esa izquierda con la que él se identifica: la ha defendido larga, concienzuda y honestamente -sin trampas ni autocomplacencia- y, además, la ha criticado desde dentro, afeándole ciertas derivas reaccionarias -ahí sus coqueteos con las identidades que otorgan privilegios-.
Dice Ovejero que la auténtica izquierda es siempre una propuesta de emancipación, de ser dueño de la propia vida y de los deseos y no esclavos de ellos, sin que tus condiciones biográficas tengan el derecho a aplastarte contra el suelo. Es oxigenante. Lo cuenta así en La razón en marcha (Alianza Editorial), un libro de Julio Valdeón lleno de conversaciones con este profesor tan sabio y tan genuino en sus ideas. Tan solitario, quizá, también.
Aquí un hombre comprometido con los hechos, alérgico a las religiones y a los juicios morales. Aquí un hombre intelectualmente generoso que cita porque homenajea. "Nada hacemos sin tantos otros, antes y ahora. Lo otro, para los amigos y las cpas. Y siempre riéndonos de osotros mismos, sin componer el gesto y ponernos estupendos". Pues amén. O como se diga en pagano.
P.- ¿Por qué “la razón en marcha” no gana elecciones? ¿Qué le falta para resultar sexy, o es que lo sexy siempre es el populismo?
R.- En el vínculo terrible de la democracia y el populismo, sabemos lo que hay que hacer para resolver los problemas, pero no sabemos cómo ganar las elecciones si hacemos lo que hay que hacer para resolver los problemas. El votante es ciego y sordo. Para llegar al poder, hay que tratar a los votantes como a criaturas, como a niños. Es difícil. Las investigaciones lo señalan: si les dices “mira, ¿prefieres un caramelo ahora o una caja dentro de diez minutos?”, elegirán el caramelo ahora. No hay capacidad de espera ni de sacrificio. Todas las preferencias apuntan al presente inmediato.
P.- ¿Es posible hoy una izquierda racionalista e ilustrada?
R.- Espero.
P.- ¿Por qué hoy la izquierda no tiene sentido del humor? Que es sinónimo de sofisticación y civilización.
R.- Yo tengo mucho sentido del humor (ríe). Pero entiendo la confusión que apuntas: creo que la izquierda ha perdido una mirada irónica sobre la realidad que es perfectamente compatible con la mirada crítica, de hecho, es una compañía inevitable. Confunde solemnidad en las formas con solemnidad en los contenidos. La seriedad impostada de Pablo Iglesias, por ejemplo, me desagrada. Oye, y lo mismo es un cachondo en la corta distancia, no le conozco, pero ese tono trascendente es sospechoso. La gravedad de los problemas no debería impedirnos desarrollar una mirada perspicaz sobre las cosas, pero la izquierda habla hoy con las maneras de los curas de toda la vida. No es que tengan puntos de vista reaccionarios, es que acallan otras ideas sin la posibilidad misma de debate.
A esa deriva me referí largamente en un libro anterior: paradójicamente, ha coincidido con la realización de objetivos políticos como la jornada de 8 horas o el sufragio universal, conquistas históricas del Estado del Bienestar que hoy comparte todo el mundo pero que fueron primero defendidas por la izquierda. Rajoy llegó al Gobierno y subió los impuestos y no tocó las pensiones. Que así debería ser, ¿no? Pero se ha respetado esas consignas de la izquierda y se han convertido en un paisaje básico mientras la propia izquierda se volvía reaccionaria. Lo que era un movimiento emancipador se ha vuelto ‘woke’.
P.- ¿Qué te dice el concepto “rojipardo”? ¿Por qué los rojipardos gustan tanto a la derecha? ¿No es esto algo incómodo?
R.- Eso habría que preguntárselo a los que usan el concepto para ofender al personal. Hay que pedirle las explicaciones a quien lo utiliza. Yo al principio lo miré con simpatía, entendí su crítica, que es: cuidado, se está despreciando a los trabajadores en los debates. Detrás de los “rojipardos” están las reivindicaciones clásicas de igualdad en la comunidad que no son especialmente integristas. El rojipardo ha detectado problemas genuinos, como que buena parte de los proyectos políticos de la izquierda se basaban en un Estado nacional, pero hoy la globalización ha desarmado las posibilidades de intervención de los Estados. Las empresas se van a otro lado y dejan a los trabajadores fuera. Ese problema hay que encararlo. El rojipardo plantea problemas interesantes con respuestas tradicionales.
"La izquierda habla hoy con las maneras de los curas de toda la vida"
P.- ¿Leíste a Ana Iris Simón?
R.- La caté. No me disgustó literariamente. Tengo simpatía al prototipo de la idea que representa. Ella cumple con su visión crítica y echa el freno en vez de apuntarse a lo woke ya la renovación de principios que no tienen fundamentos racionales. La han estigmatizado precisamente por eso.
P.- ¿Por qué se relaciona al rojipardismo con el falangismo?
R.- Pues mira. Esto nos obligaría a revisar las ideas simples que se tenían sobre el falangismo. Son discusiones de concepto. No van mucho conmigo. A mí lo que me interesa es el afán de recuperar el compromiso de la racionalidad que la izquierda había tenido y desechar su afección a las emociones.
P.- Como mencionábamos, has dedicado mucho tiempo a criticar la deriva reaccionaria de la izquierda. ¿Cuál observas en Yolanda Díaz, cuál en Pedro Sánchez y cuál en Irene Montero, ahora mismo los tres ejes de la izquierda institucional? O, al menos, de la autodenominada izquierda…
R.- Yo creo que se podrían englobar: han quebrado el compromiso con la idea y con la igualdad porque están quebrando la comunidad de ciudadanos que es España. No hablo de la España eterna, pero hablo de gente que está defendiendo los privilegios vascos, es decir, el basarse en una identidad para no compartir impuestos ni comunidad con nosotros. Eso lo tienen claro. Lo demás son vaguedades.
Mantener privilegios asociados a la identidad es una idea profundamente reaccionaria. Quizás Vox tiene problemas con que los extranjeros sean ciudadanos, pero ellos lo hacen al revés: no tienen ningún problema en que un ciudadano sea considerado extranjero. No hay nada más comunista que la nación política, pero si tú no eres de Barcelona y vienes de visita querrán convertirte en extranjera e impedirte tus derechos. Esa es la gran singularidad de nuestra izquierda.
En esto tengo simpatía por lo que el jacobino manifiesta: yo quiero el mejor médico, no el mejor médico vasco. El Estado de las Autonomías no sólo alimenta las singularidades, las recrea. Un ejemplo es el bable en Asturias. Se fomenta para que no puedan ir los de fuera a trabajar. Están interesados en competir.
P.- Crees que la auténtica izquierda es centralista.
R.- Sí. Históricamente lo ha sido, pero no por afán de identidad nacional, sino por acceso igualitario a las posiciones. Mira lo que está pasando en Europa con Ferrovial. Si no hay impuestos comunes, al final desarmas al Estado. Cada uno baja lo que le da la gana. También lo que hace Ayuso me parece mal, pero claro, si los catalanes dicen que pueden establecer un IRPF propio, pues ella también.
"Yolanda Díaz es un producto de márketing. Es vicepresidenta del Gobierno, ¿contra quien está protestando?"
P.- ¿Le merece respeto intelectual Yolanda Díaz? ¿Por qué habla con esa extrema dulzura? Lo pregunto porque has criticado mucho el infantilismo de la izquierda. Y también cómo nos infantiliza al resto.
R.- Me parece inane. No creo que resistiera un debate electoral serio de los que puede haber. Pero en fin, hay un afán que yo he vivido en todas las etapas de mi vida, que es el afán por ilusionarse. Sustituye a la sustancia. Yolanda Díaz no dice nada y trata a los votantes como a niños: “Hay que ser bueno” no es una propuesta política, es una ridiculez. No conozco su opinión sobre el cupo vasco. Quiero saber ese tipo de cosas, no lo demás. Los ERTEs son una herencia del PP. No supo explicarlos y además quiso rentabilizarlos políticamente. Sería deseable ilusionarse con una izquierda que dijese algo distinto, no que fuese un producto genuino de marketing.
P.- ¿Hay algún político de izquierdas ahora mismo, aunque se autocalifiquen así? Has estudiado las acciones históricas de la izquierda, no su autodenominación presentista. ¿Quíen le parece que encuadraría más en la izquierda actual?
R.- Yo he reivindicado hasta la palabra comunista, pero puedo precisar lo que entiendo por izquierda, por socialismo y por comunismo: el compromiso, la igualdad y el afán emancipador, es decir, el acabar con las determinaciones biográficas de origen, de clase social, el hacerte libre y dueño de tu vida. Pero la izquierda poco a poco se ha vuelto otra cosa y no tiene nada que ver con lo que tradicionalmente ha sido. Así que quédense con la palabra. Yo no voy a dar sellos de izquierda, me remito a mi ida de emancipación. Los chicos jacobinos me parecen interesantes, pero tienen que perfeccionar cosas en cuanto a tecnicalidad económica.
P.- ¿Crees que Yolanda tiene posibilidades?
R.- Ganar las elecciones significa éxito pero no equivale a la eficacia de tus ideas. No descarto que pase es abominable y contradictoria coalición con el actual Gobierno de España, que pertenece a unos tíos que tienen como objetivo destruir España. Además, el fenómeno Yolanda… es vicepresidenta del Gobierno, tienes el BOE en la mano, carajo. ¿Contra quién estás protestando?
P.- ¿Qué opinas de la polémica ley ‘sólo sí es sí’ de Irene Montero, que rebaja penas a violadores o los excarcela? ¿Está la izquierda preparada para enfrentarse al debate del ‘antipunitivismo’, como dice Clara Serra? ¿Tiene sentido que se rebajen las penas más altas y se proteja a las mujeres de otras maneras?
R.- Intento ser cauteloso. La izquierda jamás había tenido un afán de cortar cabezas en la plaza pública como el que tiene ahora. Oye, que la gente se pasa años en el trullo. No es que estén por ahí los violadores danzando sin cumplir condena. Es mentira. Si comparamos la pena de violación con otra, descabezar a un niño te sale más barato. No es que estén soltando a la gente por las buenas. Es cierto que hay un problema de tecnicalidad jurídica y es cierto que no sabían de lo que estaban hablando.
Dramatizaban por una parte con una mala interpretación de la estadística y de los datos (es decir, decían “todos los hombres son violadores” en lugar de “todos los violadores son hombres”, que es igual de injusto que decir que todos los norteafricanos roban porque muchos de los que roban son norteafricanos, pero la proporción es irrelevante sobre el conjunto de la población de norteafricanos). Hay un afán punitivo exagerado que está enturbiando la discusión. Está mal planteado desde el principio.
Si tú has estado diciendo que éste es un país de violadores, empezamos mal, porque eso es empíricamente falso. Este es un país seguro para las mujeres. Si has creado el contexto ideológico de “no hay suficientes penas, no se castiga suficiente”, luego no puedes ir con un discurso antipunitivista. Es un problema de insolvencia ideológica y técnico-jurídica.
"Es mentira que los violadores estén danzando sin cumplir condena: la izquierda jamás había tenido tanto afán de cortar cabezas en la plaza pública como ahora"
P.- Otro tema polémico protagonizado por Montero: la Ley Trans. ¿Qué te parece la autodeterminación de género? ¿Por qué la izquierda defiende posturas sentimentales?
R.- Es su desprecio a la ciencia y a la objetividad. Yo me puedo sentir Napoleón, y mi sentimiento puede ser sincero, pero no soy Napoleón. ¿Qué es ser mujer? Ser mujer se ha de definir independientemente de mis sentimientos. El triángulo es un polígono de tres lados. La definición no puede ser circular, ha de precisarse antes que lo definido. La definición de mujer hoy se basa en ciertos roles que se han asumido. No se puede convertir el sentimiento en un argumento. No se puede convertir el “yo me siento ofendido” en un argumento, porque hace 20 años los tíos se sentían ofendidos porque dos homosexuales se besara por la calle. El problema es de cada uno.
Si te has ofendido, te jodes. Corrige tus sentimientos. Es como si los ricos dicen que se sienten ofendidos y maltratados por los impuestos: pues su sentimiento de injusticia no se corresponde con la justicia real. Así la conversación se hace imposible. La izquierda actual y sus movimientos en las facultades que siempre proceden de las Humanidades practican el mecanismo de Torquemadas contemporáneo. No escuchan nada que venga de la física, de las energías o de las matemáticas, no escuchan nada serio y lo empañan todo de superioridad moral.
P.- ¿Qué hay de tu posición frente al último gran debate de Estado, el de la gestación subrogada? Hemos visto el caso de Ana Obregón, que inseminó un vientre de alquiler con esperma de su hijo fallecido. ¿Estás de acuerdo en algún caso?
R.- Es complicado. No tengo una opinión tan formada, y estoy dispuesto a corregirla, como he corregido siempre mis opiniones a lo largo de la vida, sobre los derechos de los animales, por ejemplo. Si respetamos la autonomía de la gente y si sus decisiones no están condicionadas por hambre o chantaje, ¿qué podemos decir? ¿Cuándo empieza la compra de órganos a parecernos mal? Quiero decir… es un acuerdo entre dos adultos… es un tipo de servicio. No encuentro nada que me haga pensar constitutivamente que es malo. Existe el derecho al propio cuerpo, pero no es incondicional: por ejemplo, cuando teníamos el virus no podíamos ir morreando a la gente. No podemos disponer de nuestro cuerpo plenamente. Es complicado.
P.- ¿No te parece, sobre todo, una cuestión filosófica? Hay cosas en la vida en las que, cuando media el dinero, dejan de ser lo que eran. El amor, el sexo, la amistad. La maternidad.
R.- Estoy de acuerdo. El bien puede perder su naturaleza. Tú no puedes pagar porque te rían los chistes, porque eso carece de convicción, o pagar por una compañía, o por darte conversación… aunque a veces siento que los peluqueros o los taxistas te cobran por la conversación, en el fondo (ríe). En fin, en el momento en el que se paga, el bien se disipa, pero puede que se convierta en otro bien socialmente menos valorado pero que cumpla una función distinta a la original.
¿Es menos digna la prostituta que cobra por ayudar a un discapacitado a tener sexo que el que le limpia el culo? Hay una libre disposición de los talentos y las capacidades. Pero es llamativo. La izquierda ha impuesto su paisaje moral, porque ya ni la derecha apela a la religión ni a la tradición ni llama a la vida “sagrada”, en contra del aborto te dirán otra cosa. Nos encontramos ante debates morales en los que la posición de izquierdas y de derechas ya no está tan clara.
"La izquierda ha impuesto su paisaje moral, porque ya ni la derecha apela a la religión ni a la tradición ni llama a la vida 'sagrada'"
P.- Fíjate que pensé que estarías en contra precisamente porque las mujeres que hacen uso de esto son mujeres ricas.
R.- Bueno, el Estado debería ayudar a las mujeres que no están en condiciones de tener un hijo para que puedan acceder a ese bien si se considera por otra parte que tiene un sentido real. Aquí flota una vieja discusión: ¿cualquiera tiene derecho a tener un hijo? El derecho a tener un hijo también pasa por poder darle una vida razonable. Si eres heroinómano y te quedan 5 días de vida pero tienes mucha pasta y te lo compras… no me vale.
Es un tema políticamente oscuro. Piensa en la posibilidad de tener hijos a la carta, que pronto será de los ricos: genéticamente puedes comprar hijos con determinados talentos. ¡Los ricos van a comprar a titanes, y los pobres a los de saldo! Sin genes de calidad. Aquí se plantea un problema de reproducción de las sociedades aristocráticas donde los ricos tienen hijos de mejor calidad.
P.- ¿Qué sabe un hombre de izquierdas acerca del amor?
R.- Es complicado esto, porque me temo que no tenemos una visión clara de la derecha o de la izquierda para todo, para regir nuestras vidas. ¿Si soy de izquierdas debo comer sopa o gazpacho? No hay tantas conclusiones ni teoremas. Ser de izquierdas… es elegir siendo realmente dueño de tu vida, es ser dueño de tus deseos y no víctima de ellos, es construirse razonablemente como persona y elegir tus gustos y preferencias.
El hecho de la emoción, en el fondo, es profundamente racional. Yo reconozco en alguien las virtudes que me emocionan, que me conmueven. Son las que a mí me importan y por eso lo amo. El amor tiene un componente cognitivo. Piensa en el miedo: si crees que hay un león detrás de la puerta, tienes miedo, pero si abres la puerta y ves que no está el león, la emoción desaparece. En el amor sucede lo mismo: tú crees que esa persona reúne ciertas virtudes que tú valoras y te ilusionas… te importa que se correspondan con cosas que a ti te importan…
P.- Ah, pero qué dados somos a ficcionar, a proyectar…
R.- Desde luego. Y con los malos rollos pasa al revés: te gustan ciertas cosas que quizás no te gustaría querer. Mi reflexión es: si tú de pronto descubres que esa persona a la que habías atribuido ciertas cualidades que te importaban no las tiene, la emoción desaparece. Eso es racional. No es no “eres guapo, listo, inteligente”, eres otra cosa abstracta… ¡justamente eres eso! Eres ese conjunto de características. No eres una esencia. El sufrimiento por amor es bastante irracional. Hay inercias afectivas.
P.- ¿Qué hay del sexo?
R.- Woody Allen decía que el sexo era su segundo órgano favorito. Ya sabes lo que dicen. Aquel al que le aburrió el sexo, no se reprodujo y sus genes se extinguieron. No nos gusta el dulce porque esté bueno, sino porque tenía contenido energético y si te gustaba lo dulce en las sociedades de hace 200.000 años, sobrevivías. En torno al sexo hemos creado muchas cosas. A lo mejor somos máquinas de follar, pero hemos tejido una mitología para decorar todo este tipo de cosas.
"Aquel al que le aburrió el sexo, no se reprodujo y sus genes se extinguiero"
P.- ¿La monogamia es un concepto obsoleto?
R.- Los psicólogos evolutivos te dirían que tenemos una vocación más promiscua, por el tema de esparcir los genes. Pero eso no significa que sea la solución buena. Somos agresivos, somos violentos, nos gusta lo dulce. Eso estaba en el programa genético. Pero comer dulce tiene consecuencias patológicas. Tenemos información cultural que nos señala que las cosas están mal moralmente. Hay quien sostiene que la violación está en los genes de los tíos. En fin. El lenguaje es lo que nos permite escapar a nuestras construcciones.
P.- Una pregunta acerca de la derecha. ¿Cree que Feijóo puede pactar con Vox gubernalmente? ¿Qué diría eso del PP?
R.- Después de pactar con Herri Batasuna y ERC, que querían destruir el Estado, y habiendo aceptado el asesinato de ciudadanos… como diría Dostoievski, todo está permitido. Esta gente no comparte todos los puntos de la Constitución. Yo tampoco, ¿eh? Pero si bloqueas a los tipos de Vox, habrá que bloquear a los tipos del proceso secesionista de los que Sánchez se ha nutrido.
Sánchez ha ensanchado hasta tal punto la trama moral… que cualquier cosa está permitida… después de eso carecemos de toda legitimidad moral para vetar un acuerdo del PP con Vox, que a mí no me parece tan terrible, porque es el viejo PP de dos almas juntas, sólo que ahora estarían separados. Vox no tiene sustancia más allá de cuatro tópicos, pero no me parece tan peligroso.
"Vox no tiene sustancia más allá de cuatro tópicos, pero no me parece tan peligroso"
Ojalá pactasen PP y PSOE. Sería mi sueño, pero eso pasa por la travesía del desierto del PSOE en la que recupere la cordura y haga justicia. Hemos visto desaparecer a los partidos socialistas en Francia y en Italia. La desaparición del PSOE nos parecería inimaginable y un infortunio, pero ahora mismo es un atajo de individuos… unos cuantos barones atados por el miedo a perder el cargo. La degradación moral que ha impuesto Sánchez a la izquierda… tardaremos mucho en recuperarnos de ello.