El farmacéutico del barrio, un hombre de talante tranquilo, dice que lleva unos días inquieto. "Mi suegro, de 72 años, decidió no vacunarse. Es viudo y se mueve por los bares de copas con la alegría de un joven de 20. Hasta la pandemia, resolvíamos los festejos navideños reuniéndonos todos en la sierra madrileña. Este año, el dilema es serio. ¿Vetamos a mi suegro y le dejamos solo? ¿Vetamos a mis padres, octogenarios, vacunados y con la salud delicada? ¿Nos vetamos todos?", reflexiona.
Antes de todo este desconcierto que ha dejado la Covid-19, agravado ahora por la variante ómicron, no había más que descorchar una botella para cargar la atmósfera de esos valores que asociamos con la Navidad: paz, generosidad, tradiciones, ilusión y bonitos recuerdos de infancia.
En realidad, fuera de la foto todo era un desmadre, pero eso es otro cantar. Hoy el mayor desasosiego lo causan esos alrededor de cuatro millones de personas sin vacunar, que hacen aún mayor la pesadilla de la pandemia.
El cisma familiar de 2021
España ha respondido muy bien a la mayor campaña de vacunación de la historia, pero según el Ministerio de Sanidad queda un porcentaje de habitantes -se ha vacunado el 89,5% de la población que puede hacerlo- que se resiste y amenaza con provocar 'ciclogénesis familiares' tan explosivas que dejarán en simple chiste las fantochadas de siempre de ese pariente que discute creyéndose el inventor de todo.
La conversación en la farmacia va subiendo de tono, preludio de lo que será la Navidad. Una madre joven replica indignada al farmacéutico. No le parece de justicia atacar o estigmatizar a las personas que han hecho uso de su derecho a no vacunarse. Su opinión levanta sospechas y, con extraordinario disimulo, el resto de los clientes estira la distancia con ella. "Tu libertad termina donde empieza la mía", le dice alguien. "Y viceversa", contesta respondona.
Nos imaginamos que todos son negacionistas, como Miguel Bosé, o tipos estrafalarios, como el catalán Josep Pàmies, el profeta del dióxido de cloro. Pero no existe un retrato definido. Lo podemos encontrar igual en el ámbito rural que en la ciudad; con la cartera llena o a medio llenar. Lo que sí aprecia el CIS en su último sondeo es que el consejo de vacunación no ha calado con suficiente fuerza en los ambientes más conservadores, la población migrante y tampoco entre los 20 y 49 años. Entre los votantes de VOX, el porcentaje de no vacunados asciende al 10,5%. Apelan a la libertad de decidir que han mantenido sus dirigentes.
Entre los votantes de Vox, el porcentaje de no vacunados es del 10,5%
Su propio líder, Santiago Abascal, se negó a revelar si se había vacunado o no ante la pregunta directa del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. "Ha incumplido una regla básica de educación, evitar preguntarle a alguien sobre su salud en público. Yo le veo demasiado delgado y con mala cara, no sé si tiene alguna enfermedad infectocontagiosa", le contestó el de Vox en el Congreso.
Entre los encuestados por el CIS en su última oleada, un 4,8% no se había vacunado aún y el 3% declaró que no lo iba a hacer nunca. De estos últimos, sólo un residual 1% se identifica como antivacunas, mientras que el resto aduce desconfianza, miedo o incredulidad sobre la eficacia de unas vacunas que han demostrado que reducen en un 95% la posibilidad de desarrollar enfermedad grave o morir por esta infección.
Venia científica para no invitar
Antes de entrar en una discusión bizantina que se eternizará en diatribas absurdas y particulares, traslado el dilema del farmacéutico al virólogo José Antonio López Guerrero, director del laboratorio de Neurovirología de la Universidad Autónoma de Madrid y una de las voces con más peso científico en esta pandemia. En el momento de nuestra conversación está en el aeropuerto de Múnich, a punto de embarcar de regreso a España, y aprovecha para prevenirnos de lo que puede ocurrir si, como en Alemania, la situación se nos va de las manos.
En Alemania te piden el QR en todas partes y nadie se rasga las vestiduras
"Hay que mejorar ese colchón de vacunados. Mientras, la sociedad tiene el derecho de protegerse de los que deciden no creer en el virus o en la vacuna". Su propuesta es la obligatoriedad del código QR o pasaporte Covid, que te acredita estar vacunado. "En Alemania te lo piden en todas partes -incluso para entrar en comercios habituales- y nadie se rasga las vestiduras. Lo que no lo tienen asumen que tienen que hacer vida muy extraña. Aun así, están disparados por tomar medidas tarde".
Habrá que ir poniéndose entonces en el papel de portero de discoteca en nuestra propia casa. "No tiene que molestar a nadie -aclara el virólogo-. En mi familia hay una persona que no está vacunada y gentilmente le he dicho que no coincidiré con él en una cena en la que estén mis padres o mis suegros. No creo que sea un agravio ni una discriminación protegerse de familiares o amigos que, por razones equivocadas, siguen pensando que esto es una conspiración", dice el Dr. López.
Universo paralelo, vida paralela
Su opinión es tajante: "Esta gente que está en un universo paralelo tendrá que hacer una existencia paralela y los que estamos en este mundo tenemos el derecho de protegernos; por eso, el código QR debería ser una medida persuasiva para que los indecisos se vacunen", sostiene López Guerrero. Otra de sus reclamaciones son los test de autodiagnóstico rápidos y asequibles. En buena parte de Europa son gratuitos o muy baratos. En el mismo aeropuerto de Múnich, compras un paquete de cinco por tres euros; y en farmacia, por 18 euros. Los precios en España pondrían a muchas familias en la disyuntiva de hacerse el test o comprar los ingredientes para la cena.
Así están las cosas. La actriz Jennifer Aniston confesó hace un tiempo que había roto lazos con sus amigos no vacunados y transmitió un mensaje a sus 37,7 millones de seguidores que puede ser alentador para cuando nos encontremos en esta tesitura: "Tenemos que preocuparnos por algo más que por nosotros mismos".