"Creo que las guerras revuelven, por un lado, mucho fango pero que, por otro, despiertan virtudes magníficas insospechables. Cuando todo en torno nuestro se derrumba, cuando los frenos y las barreras sociales pierden su significado ante una fatalidad superior, entonces es cuando a un ser humano se le brinda la oportunidad de rebelarse". Así hablaba en 1940 la popular escritora Carmen de Icaza a través de la protagonista de su tercera novela, ¡Quién sabe…!

La guerra conlleva huida, éxodo, bien sea en 1936 o en nuestros días. De un bando o de otro, la población civil intenta ponerse a salvo. Carmen, su marido Pedro Montojo y su única hija, Paloma, de tan sólo cuatro años, abandonaron Madrid después de que la capital hubiera sufrido, la madrugada del 27 al 28 de agosto de 1936, el primer bombardeo de varios Junkers Ju-52 de la aviación alemana.

La estación del Norte se hallaba próxima al monte del Príncipe Pío, y, por tanto, cerca del cuartel de la Montaña donde se había librado la primera batalla del Madrid republicano del que Carmen y su familia huían. Los andenes parecían avisperos de gente queriendo hacer lo mismo que ellos: abandonar la capital, algo que hemos visto estos días en Ucrania.

Había agentes de la Guardia de Asalto y guardias civiles por todos los rincones. Pero también muchos ojeadores republicanos dispuestos a delatar a los nacionales que pretendían coger aquel tren con destino Alicante.

Carmen llevaba los billetes en la mano. Tras infructuosos intentos de conseguir pasaportes en la embajada de México se los concedieron en la de Cuba y para no despertar sospechas hablaba con un revisor poniendo acento cubano. No era fácil subirse al tren. El tiempo se agotaba.

Carmen de Icaza con su hermana Sonsoles. Archivo familiar.

La pequeña Paloma lloraba asustada y se encaprichó de una gaseosa de bola, que su padre quiso ir a buscar para que se calmara. Todo sucedió muy rápido. La mirada de un posible delator cortaba la respiración. Se acercó a ella y, en el instante en que creyeron que todo estaba perdido, aquel hombre dijo: "Carmen de Icaza, ya puede usted hablar con el acento que quiera que se la reconoce. Suban ya al tren y confórmese". Aunque hay alguna versión según la cual Carmen jamás dejó que su marido fuera a buscar la gaseosa.

En Alicante tomaron un barco de guerra de la marina inglesa hasta Marsella. Su esposo no tardó en regresar para marchar al frente, mientras que Carmen y su hija se refugiaron en Berlín.

Romper moldes

Carmen fue una de esas mujeres cuya vida dejó huella en su época y consiguió destacar en tiempos muy difíciles, pero a las que, sin embargo, el rodillo de la Historia relega a un injusto margen. A lo largo de su dilatada carrera profesional fue la única mujer en un mundo de hombres, ocupando puestos y asumiendo responsabilidades reservadas a ellos bajo la dictadura de Franco. Llegó a entrevistarse con el mismísimo Mussolini.

Periodista y autora de éxito, fue elegida por el Gremio de Libreros como "el autor más leído de España" en 1945, a ella estuvo dedicada aquella Semana del Libro, convocándose incluso unos premios literarios con su nombre, cuyos ganadores verían sus trabajos publicados en el diario Arriba y en el semanario Dígame. Escribió diez novelas que se tradujeron al inglés, francés, italiano, alemán, portugués, checo, japonés…, una de las cuales se convirtió en un auténtico fenómeno social: Cristina Guzmán, profesora de idiomas.

Para no despertar sospechas en su huida, Carmen habló con el revisor poniendo acento cubano

A su lectura se enganchó por igual la España del bando nacional y la del republicano. Cuentan que la comunista Dolores Ibárruri, Pasionaria, leyó esa novela de la falangista feminista Carmen de Icaza, que en 1940 simultaneaba dos cargos importantes: secretaria general de la Dirección General de Propaganda del Movimiento –nombrada por Ramón Serrano Súñer, entonces ministro de la Gobernación- y secretaria nacional del Auxilio Social –lo fue durante casi dos décadas-.

"Bajo su responsabilidad tuvo los siguientes departamentos: el Departamento Central de Auxilio de Invierno, el de Protección a la Madre y al Niño, el de Hogares de Aprendizaje y Albergues Escolares, y, por último, el Rectorado Central de Enseñanza Media y Universitaria", cuenta Carmen Fragero en Del azul al rosa: la narrativa de Carmen de Icaza (1936-1960), tesis doctoral publicada posteriormente como ensayo. Ese mismo año fue premiada con la Gran Cruz de Beneficencia por su labor social.

Carmen de Icaza en su boda con Pedro Montojo, en 1930. Archivo familiar.

Carmen Icaza con su marido en El Escorial. Archivo familiar

Pedro, su marido, al que familiarmente llamaban Perico y con quien se casó el 14 de febrero de 1930 en la iglesia de la Concepción, decía de ella que era "muy talentuda" porque siempre sabía salir de situaciones complicadas. Puede que hubiera pocas en su vida tan complicadas como la del Día de los Inocentes de 1959, cuando tuvo que comunicarle a su sobrina Carmen Díez de Rivera, de 17 años, que no podía casarse, como planeaba, con su gran amor, Ramón Serrano Súñer hijo, porque era su hermano. Carmencita había nacido de la relación extramatrimonial del cuñado de Franco –casado con Zita Polo, hermana de la mujer del dictador- y la hermana pequeña de Carmen de Icaza, Sonsoles, quince años menor. Años después, Díez de Rivera fue una intensa colaboradora del expresidente del Gobierno Adolfo Suárez. 

No era la primera vez que Carmen de Icaza tomaba las riendas de la familia. En 1925, recién fallecido su padre y debido a la imposibilidad de cobrar su pensión como diplomático por problemas políticos en México, le dio a su madre el gran disgusto de que trabajaría en el diario El Sol, uno de cuyos ideólogos era Ortega y Gasset, para sacar adelante a la familia.

¿Una chica de la alta sociedad trabajando de plumilla? Por desavenencias con su progenitora se marchó de casa llevándose a vivir con ella a sus hermanos Paco y Ana María. Tenía 26 años, una fuerte personalidad y excelente formación. ¿De dónde le venía?

Hoja de servicios periodísticos de Carmen de Icaza. Archivo de la Asociación de la Prensa de Madrid.

Carmen era hija de la cubana Beatriz de León y de Loynaz, una chica de la alta sociedad, sobrina de la marquesa de Esquilache, y del intelectual y diplomático mexicano Francisco de Asís de Icaza y Beña. La trayectoria profesional de su padre era abrumadora: poeta, ensayista, experto en Lope de Vega y Cervantes, crítico literario y traductor, doctor honoris causa por la Universidad de México, Premio Nacional de Literatura en España.

Por el trabajo del padre, Carmen vivió hasta los 14 años en Alemania. Se formó en lenguas clásicas, hablaba a la perfección inglés y alemán, y se desenvolvía con fluidez en francés e italiano.

Precisamente sus años adolescentes los vivió en Alemania, sobre todo en Berlín, donde la familia residió en un suntuoso edificio propiedad del káiser Guillermo II. Su padre es el autor de los famosos versos que, desde 1957, se pueden leer en uno de los muros de la Alhambra:

Dale limosna, mujer,

que no hay en la vida nada

como la pena de ser

ciego en Granada.

Antonio Machado, gran amigo suyo, escribió para él Soledades a un maestro: "No es profesor de energía/ Francisco de Icaza/ sino de melancolía".

Evocando la costumbre de su padre, Carmen solía organizar tertulias literarias en su casa con amigos como José Ortega y Gasset, Juan Ignacio Luca de Tena, Agustín de Foxá o Joaquín Calvo Sotelo. Y es que, de niña, era testigo de las reuniones literarias convocadas por su padre a las que acudían habitualmente Amado Nervo, Rubén Darío, Juan Ramón Jiménez... Apenas cuatro años tenía cuando Juan Ramón le dedicó el poema "A María del Carmen de Icaza", que comenzaba así:

¡Quién iba a pensar, María,

que cuando tú apareciste,

tu boca rosa traía

una copla triste y mía

¡por ser mía y por ser triste!

Y un año más tarde, a los cinco, el pintor modernista Ramón Casas la retrató en un dibujo a lápiz, actualmente colgado en casa de una de sus nietas.

Periodista sin complejos

Tenía el carné número 16 de la Asociación de la Prensa de Madrid (APM). Sus artículos incendiaban la ideología de quienes acabaron secundando el golpe de estado del año 36. Contenían un feminismo que a más de uno le costaría digerir, como por ejemplo el publicado en la revista Blanco y Negro, el Día de Reyes de 1935, con el título Hotel para niños que viajan solos, en el que se leen pasajes como este: "Con objeto de restablecer el equilibrio del Universo, Hitler y sus imitadores excluyen cada vez más a la mujer de toda clase de oficios y empleos, recordándole con gesto imperioso que ha venido al mundo con ese programa de "las cuatro kaes –Kinder, Kirche, Kleider, Küche (niños, iglesia, trapos, cocina)-", que era en la vieja Germania el lema de la perfecta casada". O este otro: "La nueva Alemania no quiere que sus mujeres trabajen. Por decreto quiere obligarlas a ser "honestas madres de familia". La nueva Alemania ha prohibido que sus mujeres se pinten. Las obligan a lavarse la cara cuando se atreven a desobedecerle".

Un año después seguía siendo la misma pero el mundo a su alrededor había ido cambiando y ella acabó en el lado de Falange, sin ser militante. Su relación con Pilar Primo de Rivera, hermana de José Antonio, no era precisamente de amistad pero convivían en las situaciones que así lo requerían. De hecho, jamás se implicó a fondo en la Sección Femenina, fundada por Pilar, y con el tiempo llegaría a ser crítica, al igual que Mercedes Sanz-Bachiller, con algunas de sus actuaciones, como la de que la Sección Femenina preparara a las mujeres para que cumplieran con el Servicio Social, una especie de servicio militar que obligaba a todas las que tuvieran edades comprendidas entre los 17 y 35 años a realizar seis meses de servicio a la Patria, que se dividía en dos partes: tres de prestación gratuita en comedores del Auxilio Social, hospitales u oficinas, y otros tres de formación personal, durante los cuales tenían clases de cultura general, música y enseñanzas del hogar.

Carmen de Icaza con Serrano Suñer inaugurando una maternidad. Archivo Martín Santos Yubero.

Podría decirse que Carmen fue una mujer en constante evolución ya que en su trayectoria literaria comenzó como exitosa autora de novela rosa y terminó cultivando la crítica social en La casa de enfrente (1960), su última novela. Por cierto, el 15 de diciembre de ese año realizó también su último trabajo periodístico: cubrir en Bélgica, enviada por el diario ABC, la boda del rey Balduino con la española Fabiola de Mora y Aragón.

Novela rosa en la guerra

Estalla la Guerra Civil y los españoles estaban pendientes de los movimientos de los militares sublevados pero también de las andanzas de la joven viuda Cristina Guzmán sacando adelante a su niño pequeño en la novela de Icaza, que previamente había salido por entregas en la revista Blanco y Negro.

"Y Cris, de los escondrijos y de las embajadas, fue a parar a las cárceles: "Toma este libro intrascendente, te distraerá", me imagino que dirían los familiares de los presos, al pasarles el tomo entre un pijama y unas cajetillas. Y así fue cómo mi protagonista llegó a dibujar el chic de su silueta en el ambiente trágicamente inhóspito de las checas y de las mazmorras", escribió la autora.

En la cárcel de Alicante existía un único ejemplar de 'Cristina Guzman...', que iba pasando de mano en mano hasta que fue requisado

De la cárcel de Alicante le llegaron noticias, por una de las hermanas de José Antonio, que estuvo en ella preso hasta su fusilamiento, de que existía un único ejemplar de Cristina Guzmán… que iba pasando de mano en mano, hasta que lo descubrieron los milicianos de la guardia y lo requisaron "para sus novias", alegaron. Tal fue la repercusión de la obra.

Durante la contienda se juntó en Valladolid con un grupo de jóvenes entre los que estaban Dionisio Ridruejo, que hacía sus pinitos como escritor, y Mercedes Sanz-Bachiller, que había fundado en octubre de 1936 el Auxilio de Invierno –más tarde pasó a llamarse Auxilio Social- como imitación de la organización alemana Winterhilfe. Pretendían cambiar la idea de beneficencia por la de solidaridad y acabar con el tipo de hospicios tradicionales e inhóspitos.

Carmen de Icaza dedicando un libro. Archivo familiar

Carmen era la única mujer asesora del Auxilio Social –lo hacía en cuestiones sociales- y acuñó la máxima de "en nuestros hogares no hay ni rojos ni azules, solamente niños de España".

Viajes con Dionisio

Entre 1937 y 1938 se embarcó en varios viajes a Alemania e Italia. El primer destino fue Hamburgo. Y ¡cómo no! era la única mujer del grupo. Se convirtió en indispensable en aquellas expediciones por su conocimiento de idiomas y su saber estar.

Ridruejo se quedó boquiabierto la primera vez que, en suelo alemán, la escuchó hablar en esa lengua: "¡Pero si pareces una chica berlinesa auténtica!", le dijo. "¿Qué sabrás tú cómo hablan las berlinesas?", respondió ella con mucho humor. De una de estas visitas existen documentos gráficos junto a Himmler (íntimo colaborador de Hitler), ambos brazo en alto. 

Un año después tocó Italia, y entonces ya hubo más mujeres: Carmen de Icaza, Pilar Primo de Rivera y Carmen Werner. En palabras de Ridruejo, esta última había tenido con José Antonio "una amistad un poquito sentimental". El director de la Academia Española, José María Pemán, y Eugenio Montes, destacado escritor y ferviente seguidor del ideario falangista, viajaban con ellos.

Ese viaje dio mucho de sí e incluía el plato fuerte: un encuentro con el líder italiano Benito Mussolini. A punto estuvieron de llegar tarde a la cita debido a un problema de Eugenio Montes con su indumentaria. "¡Con poetas no se puede ir a ninguna parte!", exclamó Carmen.

Carmen de Icaza se reunió en sus viajes con Himmler y con Benito Mussolini

En el gran salón del Mapamundi del Palacio de Venecia, donde el duce había instaurado la sede del gobierno fascista, mantuvieron una entrevista tan breve como intrascendente. "Mussolini era más chico de lo que suponía –escribió Ridruejo en Casi unas memorias (1976)-. De cuerpo macizo, pero no bastante para disimular el gran tamaño de cabeza casi afeitada".

Una mañana poco antes del regreso, el soriano tomaba una copa en el bar del Grande Albergo, el hotel donde se hospedaban, cuando vio a "un caballero melancólico, un señor de piernas largas, vestido de oscuro, sólo un poco vencido de espaldas –como suelen habituarse a andar los hombres de estatura aventajada que conviven con otros de talla menor- que se dirigía hacia mi mesa resueltamente. Era don Alfonso XIII, el último rey reinante", en el exilio.

Don Alfonso les confesó que era plenamente consciente de que jamás volvería a España, al menos no como rey. En la despedida se refirió a Serrano Súñer: "Díganle que sigo con mucho interés todo lo que hace. Y que tenga cuidado. Le atacarán por todas partes...". Y no se equivocó. El 29 de agosto de 1942 nacía Carmencita Díez de Rivera y de Icaza, hija suya y de Sonsoles, aunque oficialmente lo fue del marqués de Llanzol, y a los cinco días Ramón Serrano Suñer era cesado por el general Franco como ministro de Exteriores.

¿Casualidad...? Las coincidencias son difíciles de encajar en la Historia, así que es verosímil pensar que Franco se hartó del excesivo protagonismo de su cuñado y, sobre todo, no pudo asumir que de la escandalosa relación hubiera un descendiente.

Beatriz Méndez de Vigo

Iñigo Méndez de Vigo

Carmen de Icaza nunca habló mal de nadie. Tuvo cuatro nietos. El mayor, Íñigo Méndez de Vigo -heredó de su abuela el título de barón de Claret-, fue ministro de Educación, Cultura y Deporte, y portavoz del Gobierno durante el mandato de Mariano Rajoy. Hoy es letrado de las Cortes. Le sigue Beatriz, funcionaria del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), del que ha sido su secretaria general; Pedro, militar con rango de General de Caballería, y Valeria, directiva de diversas ONG dedicadas a la cooperación internacional.

Delicada de salud y con importantes problemas de visión, Carmen de Icaza falleció el 16 de marzo de 1979, exactamente un año después que Perico, su esposo. Tenía 80 años y nunca había traicionado su convencimiento de que el camino en la vida hemos de trazarlo nosotros mismos, en muchas ocasiones por encima de las circunstancias. "Las circunstancias en sí no son nada. En nuestro modo de afrontarlas y de imprimirles nuestro carácter está el íntimo éxito o fracaso de nuestra vida" (novela La fuente enterrada, 1947).

La causa de la muerte: una hemiplejia, al mes de su ingreso hospitalario. Abandonó este mundo en el mismo Madrid en el que había nacido en un fin de siglo, 1899, el mismo año en que lo hizo el premio Pulitzer y Nobel de Literatura Ernest Hemingway. Y eso sí fue casualidad. ¿O tal vez no...? 

Su obra: 10 novelas, radio, teatro y cine

Carmen de Icaza fue autora de una prolífica obra que, además de publicarse y venderse con mucho éxito, fue adaptada a todos los formatos posibles. 

Novelas

1. La boda del Duque Kurt (1935) 

2. Cristina Guzmán, profesora de idiomas (1936)

3. ¡Quién sabe...! (1939)

4. Soñar la vida (1941)

5. Vestida de tul (1942)

6. El tiempo vuelve (1945)

7. La fuente enterrada (1947)

8. Yo, la Reina (1950)

9. Las horas contadas (1953)

10. La casa de enfrente (1960)

Cine

Cartel de Cristina Guzmán.

1. Cristina Guzmán (Gonzalo Delgrás,1942). Protagonizada por Marta Santaolalla, Ismael Merlo y el debutante Fernando Fernán-Gómez.

2. Cristina Guzmán (Luis César Amadori, 1968). Otra versión, con un elenco por todo lo alto: Rocío Dúrcal, Arturo Fernández, Emilio Gutiérrez Caba y Lola Herrera. 

3. La fuente enterrada (Antonio Román, 1950). Con Ana Mariscal y Conrado San Martín. 

Radio

Guillermo Sautier Casaseca realizó adaptaciones radiofónicas de Cristina Guzmán, profesora de idiomas y La fuente enterrada en torno a 1947.

Teatro

1. Cristina Guzmán se estrenó en 1939 en el Teatro Reina Victoria de Madrid, con guión de la propia Carmen de Icaza en colaboración con Luis de Vargas. Se representó también en el Teatro Cervantes de Sevilla.

2. Vestida de tul, protagonizada por Isabel Garcés y Fernando Rey, se estrenó en 1944 en el madrileño Teatro Infanta Isabel y posteriormente se representó en el Teatro Barcelona de la Ciudad Condal. El público aclamó tanto a Carmen en el estreno que tuvo que subir al escenario al finalizar cada uno de los tres actos de la obra. Ella misma escribió en La Vanguardia Española que Vestida de tul estaba dirigida a las "mujeres aprisionadas, como la princesa de Rubén Darío, en la jaula dorada de los prejuicios de una época". 

**Mari Pau Domínguez, periodista, acaba de publicar la novela 'No habrá otra primavera' (La esfera de los libros), basada en la vida de Carmen de Icaza. 

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