Ceuta, Melilla, Canarias, Mauritania, el Sáhara Occidental: es la reivindicación del 'Gran Marruecos'. Una extensión de territorio marroquí que abarcaría desde las dos ciudades autónomas españolas hasta el río Senegal, así como una parte de Argelia y de Mali. Se trata del mismo concepto expansionista que difunde el clérigo suní Ahmed Raissouni, el ultraconservador expresidente de la Unión Internacional de Ulemas Musulmanes (IUMS). Un religioso estrechamente vinculado con Mohamed VI, quien recientemente protagonizó un bochornoso encuentro en las calles de París en la que aparecía presuntamente ebrio.
Quienes como Rassouni mantienen viva la llama expansionista de Marruecos consideran que el Sáhara Occidental debería pertenecer a territorio marroquí. También que Ceuta y Melilla son ciudades ocupadas y que las aguas de las islas Canarias les pertenecen. Siguiendo esa misma línea, en mayo de 2021 el país africano alentó a su población a cruzar a Ceuta y relajó sus fronteras para que en sólo dos días 13.000 ciudadanos entraran en la ciudad autónoma española.
“La propia existencia de Mauritania es un error. Marruecos debe volver a sus fronteras antes de la colonización europea. Si el vínculo que une al pueblo del Sáhara con el Reino (de Marruecos) es el de la lealtad, el de las tribus mauritanas con el Trono (alauita) también está establecido”, declaró Raissouni en una entrevista el 29 de julio. "Somos 35 millones, y el pueblo marroquí está dispuesto a la yihad y a la movilización, sus ulemas los primeros, ya sea por medios financieros o por autosacrificio, para acabar con las esperanzas de los que quieren aislar al país de su Sáhara".
Además, advirtió que, como ocurrió con la Marcha Verde (la invasión marroquí de la provincia española del Sáhara, que se saldó con la cesión del territorio occidental en 1975) son "millones" los que están "dispuestos a marchar sobre Tinduf (Argelia)" si el rey Mohamed VI así lo pide.
Raissouni es un religioso sufí de una familia que guarda estrechos vínculos con aquella Marruecos establecida bajo protectorado español. “La dinastía Raissouni tiene sus tentáculos y es muy importante que salgan a la luz”, desvela José Antonio González Alcantud, catedrático en Antropología en la Universidad de Granada, en una entrevista con EL ESPAÑOL | Porfolio.
Precisamente, “esta idea del 'Gran Marruecos' se extiende o se ha extendido a través de las cofradías de los sufíes. Es una idea o lucha bastante subterránea y de largo aliento”, advierte el académico. Además, incide en “el poder en la sombra, patrocinado por el palacio real”, que se extiende a los países de alrededor.
Revuelo en Argelia y Mauritania
Este mensaje colonialista de Rassouni se extendió como la pólvora, y las reacciones de Argelia y Mauritania no tardaron en llegar. Así, la Asociación de Ulemas Musulmanes Argelinos congeló sus actividades en la IUMS y emitió un comunicado para aclarar que estos comentarios eran sólo una opinión personal de su delegación marroquí y no reflejaban el pensamiento de la argelina, y de esta manera alejarse de la mala imagen internacional.
Tras agitar el avispero en Argelia, Mauritania y el Sáhara Occidental, Rassouni dimitió. Fue el 28 de agosto y le costó un mes tomar la decisión. A pesar de todo, se mantiene en su discurso. “He decidido renunciar a la presidencia de la Unión Internacional de Ulemas Musulmanes para ejercer mi libertad de expresión sin condiciones ni presiones”, publicó en el comunicado de la dimisión.
Se ha visto obligado a dimitir porque “tanto los mauritanos, como los argelinos, han movilizado a sirios y libaneses e iraníes. Seguro que se encontró en minoría”, explica Mohamed Zian, abogado y exministro marroquí en la época del rey Hassan II, en una entrevista con EL ESPAÑOL | Porfolio. Aún así, “actuó mal, lo hizo desde una iniciativa personal, cuando tiene una función de presidir a los filósofos musulmanes”, concluye.
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Lo cierto es que el propio Zian renunció a su cargo de ministro de Derechos Humanos en el país vecino en 1996 porque se le acusó de franquear la línea roja al criticar públicamente una campaña oficial contra el contrabando que seguía las indicaciones que el rey Hassan II le había dado al Gobierno.
El abogado marroquí felicita a Rassouni “por dimitir para recuperar su independencia en el pensamiento. La libertad de expresión es más importante que el puesto que ocupa o el título que tiene. Su dimisión tiene su valor, como gesto”. En referencia a la gestión del Sáhara Occidental, piensa que “Marruecos tiene que convencer de la marroquinidad del Sáhara en el ámbito internacional, aunque reconocer Israel pueda pasar factura e incluso que exista el riesgo de que nos abandonen los estados árabes”. Zian también acepta que Marruecos “da la imagen de un país expansionista”, algo que “en el siglo XXI es una tontería”.
Por su parte, el antropólogo José Antonio González Alcantud apunta a que existe “un malestar de fondo existente en Marruecos” que se agravará “si continúa esa enfermedad cultural de enemistarse con todos sus vecinos”. Mantiene que “el país vive una histeria y una fuga hacía adelante, que no le lleva a nada más que agudizar los conflictos, como el de Argelia, y a crear nuevos enfrentamientos”, como el de España o Túnez. Además, añade que la “política neocolonialista del Majzén (oligarquía o Gobierno en la sombra), apoyado por la dinastía alauita, desemboca en una política del fanatismo”.
Más tensión en el Magreb
La tensión que se vive en los últimos tiempos en el norte de África se ha agravado tras las declaraciones de Raissouni, cercano al palacio real marroquí. Mohamed VI es el comendador de los creyentes, máxima figura religiosa en el país. Incluso el Ministerio de Asuntos Islámicos se encuentra dentro del palacio real de Rabat.
Por eso, las polémicas palabras del clérigo suní despertaron las críticas de los intelectuales musulmanes, sobre todo en Argelia y Mauritania, donde pidieron responder con contundencia. Para Mohamed Zian, la gravedad del asunto reside en que Raissouni “no hablaba como un marroquí, si no en nombre de una religión. Representa a un conjunto de creedores”.
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El religioso ultraconservador reivindicó la herencia de Allal Al-Fassi, fundador del partido Istiqlal (Independencia) en Marruecos, así como recuperar las fronteras de antes de la colonización. Precisamente fue Al-Fassi quien trajo de nuevo las reivindicaciones de las fronteras históricas de Marruecos, las del imperio bereber almorávide (1040-1147) en tiempos del emir Yúsuf ibn Yashufín, que engloban Marruecos, el Sáhara Occidental, Mauritania, el noroeste de Mali, el oeste de Argelia y partes de España. Y, con ello, los yacimientos de los fosfatos del Sáhara Occidental y las minas de hierro de Argelia y Mauritania.
En cuanto a España, los límites ambicionados por Marruecos incluían en el norte, Ceuta, Melilla y los peñones; y en el África Occidental española, Sidi Ifni, Tarfaya y el Sáhara Occidental.
En aquel momento, únicamente hubo protestas en Mauritania y Argelia, pero ninguna queja de España. Posteriormente, el Majzén pidió disculpas solo a Mauritania. Sin embargo, en el blog ‘Desde el Atlántico’, Carlos Ruiz Miguel, catedrático de Derecho Constitucional del Centro de Estudios sobre el Sáhara Occidental de la Universidad de Santiago de Compostela, señala “dos debilidades notorias” de los argumentos expansionistas.
La primera es que “no hay continuidad entre el imperio almorávide y Marruecos o la dinastía alauita”. La segunda, que “por razones no explicadas se excluyó de esa reivindicación el territorio que ocuparon los almorávides en la Península Ibérica (la mitad sur de España y Portugal)". El rey Mohamed V, abuelo del actual monarca, asumió este programa político en un discurso en 1950. Dos años más tarde, Marruecos no reconoció a Mauritania tras su independencia al considerarla parte de su territorio, e incluso creó un Ministerio de Asuntos Mauritanos.
A mitad del siglo pasado hubo muchos litigios entre ambos países, cuando Mauritania solicitó ser reconocido como Estado ante la Organización de Naciones Unidas. Igualmente, Marruecos comenzó su batalla con el resto de países vecinos para recuperar la unidad territorial. En 1963 emprendió la guerra contra Argelia, en 1975 se adhirió el Sáhara Occidental con la Marcha Verde, en 2002 invadió el islote español de Perejil y, recientemente, en 2021, dejó entrar a 13.000 ciudadanos a Ceuta, lo que por momentos se vio como suerte de 'nueva Marcha Verde'.
En Marruecos “hay una confusión de roles, no hay ninguna separación entre la creencia y Estado", sugiere González Alcantud. "Eso es más peligroso que el yihadismo, porque el fanatismo nacionalista genera este tipo dislate. Traer el imperio almorávide ahora es un disparate”, asegura el antropólogo.
No obstante, Ahmed Raissouni no es la primera figura pública nacional que reclama la marroquinidad de Mauritania. En 2016, cuando Hamid Chabat era secretario general del partido Istiqlal, dijo a los sindicalistas de la Unión General de Trabajadores Marroquíes (UGTM), afiliados al partido de Allal Al-Fassi, que “Mauritania es tierra marroquí y las fronteras de Marruecos se extienden desde Ceuta, en el norte, hasta el río Senegal, en el sur”, despertando la furia de los vecinos mauritanos.
Todos con el ‘Sáhara marroquí’
Donde todos los marroquíes parecen hacer frente común es en la adhesión del Sáhara Occidental. La prioridad y unión ante la marroquinidad del territorio saharaui es una constante en la política marroquí pero también un sentir ciudadano. Esta reclamo lo encabeza el propio rey Mohamed VI, quien aseguró públicamente en 2009 que no renunciará “ni a un grano de arena”. En el 34 aniversario de la Marcha Verde llamó a defender la integridad territorial del Estado.
“No es algo novedoso. Desde el inicio de la dinastía alauita se reivindicaron las Islas Canarias, Ceuta y Melilla, y ese territorio llegaría hasta el Sahel”, explica en una entrevista el catedrático de Derecho ceutí Antonio Carmona.
Desde que llegó Mohamed VI al trono en 1999, puso encima de la mesa la regionalización de Marruecos, al estilo de Francia o España. Sin embargo, “no se ha hecho nada. No lo consiguieron con el resto del país, como el Rif. Por eso no tiene credibilidad con el Sáhara (como provincias del sur)”, resume Alcantud.
Canarias: ojo del huracán
Además, el catedrático ceutí no deja a un lado a las islas Canarias. “En la primera visita del expresidente José Luis Rodríguez Zapatero a Marruecos como nuevo jefe de Gobierno aparecieron las Canarias. Están ocupando las aguas territoriales con las prospecciones en busca de petróleo, y también por la cantidad de minerales”, mantiene el profesor jubilado. De hecho, Marruecos ya cuenta con su propio oceanográfico.
De igual parecer es el investigador José Antonio González Alcantud, quien destaca que “Canarias está en el ojo del huracán”. Asevera que el archipiélago español “está en el horizonte. Lo estuvo también en la época de Franco. No es nuevo. Le tienen echado el ojo, y si no es inmediato será a medio plazo. Estaría más preocupado por Canarias que por Ceuta y Melilla”, asevera. La solución para Alcantud sería “unirse con Portugal y desarrollar una política común, porque en esas aguas, desde Cabo Verde hasta Canarias, ya se libró la batalla del Atlántico”.
Ceuta... y Melilla
En cuanto a la reivindicación de las dos ciudades autónomas españolas y los peñones en el norte de África, “Marruecos pretende la soberanía marroquí de un territorio que se reconoce de manera internacional como español. La posición de Marruecos está debilitada por la situación social y del pueblo marroquí. Si les preguntas a las tribus cercanas a Ceuta y Melilla si quieren ser españolas, dirían que sí. Marruecos no tiene hoy en día una cultura que recuerde los vínculos de los musulmanes de Ceuta y Melilla”, afirma Mohamed Zian.
De todas maneras, asegura que “no hay posibilidades materiales ni medios para ejercer el expansionismo. No vale de nada sentirlo cuando no tienes los medios para ponerlo en práctica, y no te los van a dar. Porque esos medios no dependen de nosotros”, asegura el exministro marroquí.
A pesar de que el presidente Pedro Sánchez asegura que firmó con el rey Mohamed VI el 7 de abril en Rabat que se reconozca la soberanía española de Ceuta y Melilla, en Marruecos no se escuchó nunca esa versión, ni por parte del gobierno ni de la casa real. “No, Marruecos no va a reconocer la hispanidad de Ceuta y Melilla”, afirma rotundamente el catedrático Antonio Carmona.
El investigador también es crítico con el cambio de política de Pedro Sánchez en relación al Sáhara Occidental, que desde marzo se posiciona con el plan de autonomía marroquí. “Había un problema enquistado (el conflicto del Sáhara Occidental) que había que arreglar, pero no de esta forma, porque mucho me temo que esta frontera no tiene la fluidez que tenía antes y Ceuta vivía de las porteadoras. Ahora sigue en las mismas condiciones que cuando estaba cerrada por la Covid. Con colas de siete y ocho horas para que los ceutíes que tienen casa en Marruecos pasen al país vecino”.
Un malentendido histórico
El punto flaco de España ante las reivindicaciones de Marruecos consiste en que “no tiene una política clara, abierta y agresiva sobre la zona norte de Marruecos, cuando no nos dejaron otra opción”, apunta Alcantud. “Ante la ocupación territorial del Majzén, el problema de España es no haber desarrollado nunca, ni en el siglo XIX ni el XX, una política contundente en el norte y en el sur de Marruecos”, afirma Alcantud. Y recuerda que “Ceuta y Melilla se han convertido en una línea defensiva sin la que la península estaría expuesta a cualquier situación”.
El diplomático Alfonso de la Serna defendía que al sur de Tarifa había un “malentendido histórico” entre España y Marruecos. “Nuestra relación histórica ha sido, al mismo tiempo, íntima y conflictiva; y la proximidad física ha existido al lado de la dificultad de comprensión. Entre la indecisa luz que tantas contradicciones mantiene sobre unos y otros, vaga siempre, cual una sombra, el malentendido sobre el 'otro', que está tan cerca y tan lejos”, publicó en su libro.
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En la actualidad, los estudiosos de este contexto, como Alcantud, mantienen que es más un tira y afloja por “intereses diferentes”. Su receta consiste en “compartir y hacer un futuro conjunto, pero no desde la debilidad. Con diálogo, pero no ingenuamente, sino en posiciones de autoridad”.