Wolframio: El ingrediente gallego de los tanques de Hitler
EE.UU. consideró invadir Galicia, que fue un lugar estratégico durante la Segunda Guerra Mundial por sus reservas de Wolframio.
12 mayo, 2019 08:50La Segunda Guerra Mundial fue el mayor conflicto armado de la historia de la Humanidad, en el que fallecieron más de 70 millones de seres humanos, casi el 4% de la población mundial. Entre las batallas que se libraron hay una muy poco conocida, que se libró en Galicia: fue la Guerra del Wolframio, que convirtió a nuestra Comunidad en estratégica y que a punto estuvo de provocar que EE.UU. invadiera España.
El wolframio o tungsteno tenía una importancia vital para los nazis en el terreno militar, ya que este metal proporciona gran dureza al acero, por lo que era usado en los blindajes de sus tanques y en la cabeza de sus proyectiles, para aumentar su capacidad de penetración.
Pero Alemania tenía un problema: No había minas de wolframio en su territorio, por lo que tuvo que buscar de manera desesperada fuentes alternativas para aprovisionarse. Los mayores exportadores de este metal eran China y Birmania pero el reich esperaba que los Aliados bloquearan los suministros desde estos países.
Así fue como el führer aleman, sabedor de la riqueza de este metal en España y en Galicia en particular, reclamó al gobierno franquista, como cobro por la ayuda prestada durante la Guerra Civil Española, autorización para explotar este metal en lugares como Carballo (Monte Neme) o Santa Comba (Varilongo).
El wolframio gallego se convirtió en la única fuente de suministro del Reich, convirtiendo a Galicia en un enclave estratégico. Entre 1939 y 1944, en las minas de la Comunidad trabajaron más de 20.000 personas que, ocasionalmente, recurrían al contrabando del preciado metal para aumentar sus ingresos.
De esta manera Galicia se convirtió en un hervidero de espías, digno de la mejor película de Hollywood. Por un lado, agentes alemanes haciendo lo imposible para conseguir el preciado material a cualquier precio y en el polo opuesto, agentes aliados intentando evitarlo.
Vigo era el epicentro marítimo del tercer reich en España, Ferrol su base naval y Fisterra su mejor observatorio. El uso de las rías gallegas por submarinos nazis se convirtió en una estampa habitual de la época y 35 de ellos aún yacen en nuestro mar, víctimas de la lucha contra los aliados.
Alemania disponía también de petroleros en Galicia para abastecer a su flota que, en algunas ocasiones eran usados para transportar wolframio, fuertemente escoltados por submarinos. En Lugo se instaló una potente emisora, conocida como Elektra Sonne, y Carballo y Santiago eran nidos de espías de ambos bandos intentando dominar el mercado negro.
Pero en agosto de 1944, el plan de Franco se iría al traste. Sir Samuel Hoare, embajador de Reino Unido en España mantenía una reunión con él en el Pazo de Meirás (Sada) en el que le exige, entre otras cosas, que los puertos españoles dejen de acoger barcos alemanes y la paralización del comercio de wolframio. Y le da un ultimátum con la amenaza velada de una invasión aliada de la Península, posiblemente a través de Galicia.
Franco respondió con ambigüedad, pero la presión dio sus frutos y se fueron atendiendo las demandas británicas, en un proceso que duró varios meses. Hoare declararía más tarde que “Franco había sido el peor dirigente político con el que tuvo que tratar, ya que nunca era directo, siempre era ambiguo y parecía que siempre se guardaba alguna cosa, uno no sabía a qué atenerse con él”.
Tras este ultimátum, un pequeño muelle situado en el noroeste de Galicia, se convirtió en el punto más importante de Europa de carga de wolframio: el Puerto de Valarés en Ponteceso.
Construido por los propios alemanes, el muelle de Valarés se utilizó como puerto de salida del wolframio de contrabando, debido a las restricciones al régimen franquista. La influencia alemana en la zona fue innegable. Desde los ingenieros al frente de la construcción del muelle, los camiones, incluso algunos buques de transporte del mineral (lanchas de desembarco nazis reaprovechadas). El wolframio llegaba a escondidas a Valarés y se cargaba en buques mercantes custodiados por submarinos nazis. La importancia de este muelle fue tan grande que se siguió usando hasta la década de los 80 cambiando el wolframio por tabaco de contrabando.
Es difícil calcular el impacto sin precedentes que representó para la economía gallega la venta de wolframio y la presencia nazi, tanto para los empresarios y el régimen, como para los gallegos sin recursos.
La explotación de Monte Neme fue una de las que resistieron más tiempo, manteniéndose activa hasta los años 80. El final de la extracción de wolframio cerró una época en la que nombres como Carballo o Monte Neme resultaban familiares en todos los Gobiernos europeos.
En el año 2012, el Instituto Superior de Ciencias Empresariales y de Turismo de Portugal (ISCET) presentó una iniciativa para la creación de una ruta europea que, teniendo por base las minas de wolframio, permita constituirse en una oferta turística capaz de proyectar en el espacio y en el tiempo la memoria histórica y patrimonial del pueblo europeo, recordando las historias que las minas dejaron en su camino y permitiendo al turismo formar parte de la memoria de una época en la que el wolframio movió un país y lo convirtió en el epicentro del mundo.
Historias de la Historia…
Iván Fernández Amil. Experto en Compras y Aprovisionamiento. Procurement Manager.
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Referencias:
- https://www.vigoenfamilia.es
- https://www.elespanol.com/
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- https://www.lasegundaguerra.com
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