Belesar: La mayor presa de España construida por Franco en Galicia, que nadie quería
La historia de una obra que anegó 30 pueblos de Galicia, entre ellos el histórico Portomarín, y que no dejó más que despoblación en el cauce medio del río Miño.
En la década de 1950, las autoridades coloniales británicas expulsaron a la fuerza de sus hogares y tierras a más de 57.000 miembros de la tribu gwembe tonga para despejar la zona en la que se pretendía construir el embalse de Kariba, el más grande del mundo por volumen de agua. Ocho personas fueron asesinadas y al menos treinta y dos resultaron heridas por la policía en una operación de desalojo ilegal y brutal. Medio siglo después de que se construyera la presa, los tonga siguen sumidos en la miseria, ya que los lugares de reasentamiento que se les asignaron reúnen pésimas condiciones para la vida, al ser tierras áridas, con escasos recursos hídricos, duras sequías, escasa fertilidad y frecuentes plagas de mosca tsetsé. Las organizaciones tongas no han cesado de exigir compensaciones justas tanto a los gobiernos de Zambia y Zimbabue como al Banco Mundial por más de medio siglo de sufrimiento, sin éxito. Quizá lo peor de toda esta historia es que la presa de Kariba, que fue financiada por el Banco Mundial, no se construyó para la población de la zona, se construyó para suministrar electricidad a las minas de cobre de la actual Zambia y al creciente cinturón industrial que rodea a Harare, la capital de Zimbabue. Los gwembe tonga, cuyos antepasados habían vivido a orillas del río Zambeze durante miles de años, no recibieron siquiera electricidad de las grandes centrales hidroeléctricas de la presa ni agua del enorme embalse. Años más tarde, un dictador gallego decidió que destruir 30 pueblos gallegos y anegar 5.000 hectareas de terreno fértil era necesario para construir la mayor presa de España y la segunda de Europa: Belesar.
Entre los años 40 y 60 del siglo XX, España se encontraba en un momento de auge para la generación de energía hidroeléctrica frente a otros tipos de energía más tradicionales. Galicia, con grandes cauces de agua y múltiples extensiones inundables, se convirtió en uno de los objetivos para instalar este tipo de fuentes de energía.
Para ello, el régimen de Franco se ocupó de traer la penuria eléctrica de los gallegos a la prensa local y autonómica y de utilizar el NODO para enseñar por toda España cómo se inauguraban pantanos y saltos de agua por toda la geografía. Pero el problema eléctrico que pregonaba Franco tenía fácil solución en Galicia: Fenosa.
Fuerzas Eléctricas del Noroeste SA había sido fundada en 1943 por el empresario coruñés Pedro Barrié de la Maza con el objetivo de aglutinar a todas las empresas del sector que poseía a través de diversas sociedades. La fidelidad de Barrié con el régimen franquista sería premiada con la concesión, en 1955, del título de Conde de Fenosa, el único caso de un título nobiliario otorgado en honor a una empresa.
El 18 de junio de 1949, Barrié recibió en Vigo un homenaje a su trayectoria en el desarrollo industrial gallego, donde anunció públicamente el proyecto de construcción de la presa de Belesar, que se convertiría en la mayor de España, la segunda de Europa y un hito en la ingeniería de las presas que se convirtió en un modelo a imitar. Con ella se pretendía dinamizar la pobre industria gallega y regular el caudal del Miño, que se desbordaba de manera bastante habitual entre Ourense y Tui. O eso nos contaron…
Para ello se anegaron 30 núcleos de población en la provincia de Lugo, aunque la documentación oficial solo hablaba de 11, y se perdieron miles de hectáreas de terreno fértil que desparecieron para siempre bajo las aguas. El de Portomarín uno de los pueblos más afectados debido a su gran población, su importancia histórica y a que era un lugar de tránsito de peregrinos del Camino de Santiago.
Este municipio había sido declarado Conjunto histórico-artístico en 1946. La iglesia románica de San Nicolás, símbolo y seña de su identidad, era Monumento nacional desde 1931 y por sus calles habían paseado los Reyes Católicos, Carlos V o Felipe II, pero el negocio de la electricidad acabó con toda esa gloriosa historia.
A los vecinos se les dio la opción de trasladarse al nuevo pueblo, construido a 500 metros sobre el “Monte do Cristo”, o una indemnización ridícula, que muchos decidieron aceptar para marcharse y evitar vivir con el recuerdo del trabajo de una vida sepultada bajo el agua, lo que acabó provocando un éxodo y un gran descenso de población.
Los vecinos que se quedaron trasladaron piedra a piedra parte de su patrimonio. Numeraron cada una de las piedras de la iglesia de San Nicolás para reconstruirla de nuevo en el nuevo pueblo, así como la iglesia de San Pedro, un arco del puente romano que hoy preside la entrada a la villa y otras construcciones como el Pazo Conde da Maza o el de Berbeteros. Incluso los restos mortales del cementerio se exhumaron para ser trasladados a la nueva ubicación.
La presa fue diseñada por el ingeniero coruñés Luciano Yordi de Carricarte, mientras el arquitecto Juan Castañón de Mena se encargaría del edificio de control de la central hidroeléctrica.
El embalse que se creó tiene una superficie de 4.000 km2 y una aportación anual de 3.154 hm3. Su capacidad es de 640 millones de m3 y tiene una altura de coronación de 330 metros. Para su construcción fueron necesarias 245.000 toneladas de cemento Portland que se trajeron desde Guipúzcoa en trenes con capacidad de carga de 600 toneladas diarias.
Su agua empieza a detenerse a 50 kilómetros río arriba y se creó para abastecer la central hidroeléctrica de Belesar I, con una potencia instalada de 227 MW. En 2013 se construyó una segunda central de 20,8 MW, Belesar II, y en la actualidad se está planificando una tercera central, Belesar III.
Las obras comenzaron el 19 de agosto de 1957 y llegaron a dar trabajo a 3.600 personas en turnos de 12 horas diarias de lunes a sábado, que dormían y comían a pie de obra en barracones de dos plantas con literas y habitaciones, enfermería, cocina, comedor y duchas.
Fenosa también se hizo con unos terrenos para levantar 48 viviendas para los empleados más cualificados en un lugar al que se conoce como “O Poboado” (hoy casi vacío), que llegó a contar con campo de fútbol, pistas de fútbol sala, baloncesto y tenis, equipos de jardinería propios y economato.
Fue inaugurada el 10 de septiembre de 1963 por Francisco Franco, quien había salido de su residencia de verano del Pazo de Meirás, en Sada, acompañado por un dispositivo de vigilancia especial con cientos de guardias civiles y con informes personales e investigaciones detalladas de los obreros que estarían cerca del dictador. El hecho de que Belesar fuese una obra tan singular, debido a su tamaño y dificultad técnica, provocó que se convirtiera en un símbolo del franquismo, por lo que llegó a ser más visitada que la mismísima Catedral de Santiago de Compostela, como un ejemplo de lo que el régimen podía hacer…
La construcción del embalse supuso una reactivación de toda la región debido al empleo generado, pero, una vez terminada, la población descendió a niveles inferiores a los previos al embalse. Además, desde el inicio de su construcción, los movimientos sísmicos registrados en la zona se multiplicaron, siendo parte de ellos por las obras, mientras que otros son debidos al llenado y vaciado de agua del embalse.
En la actualidad, las centrales de Belesar son operadas por Naturgy y no admiten visitas turísticas, aunque sí visitas culturales de carácter educativo.
Mientras, a los antiguos vecinos del viejo Portomarín, el único consuelo que todavía les queda es saber que, coincidiendo con el final del verano y con el descenso del caudal del río, sus recuerdos afloran bajo las aguas, trayendo de vuelta a la superficie al primitivo Portomarín, aquel que los que podían, no quisieron salvar.
Iván Fernández Amil. Historias de la Historia.
Referencias:
es.wikipedia.org
elespanol.com
lavozdegalicia.es
elprogreso.es
elcorreogallego.es
galiciaunica.es
visitaribeirasacra.travel.blog
galiciamaxica.eu
caminan5.blogspot.com
elmundo.es