Real Fábrica de Jarcia y Lona de Sada, el lugar de Galicia que fue el epicentro europeo del textil
- La historia de tres emprendedores flamencos que se establecieron en A Coruña y crearon tres fábricas que hicieron historia en Sada.
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Las primeras evidencias de la navegación a vela pueden encontrarse en las primeras grandes civilizaciones. Se han hallado embarcaciones a vela en tumbas egipcias que datan del año 3.200 antes de Cristo y existen pruebas de que los sumerios también las usaron para navegar por el Tigris y el Éufrates en la misma época, así como en China, unos 500 años más tarde. El primer material que se utilizó para las velas de estas embarcaciones fue el papiro, ya que crecía de forma abundante a las orillas del Nilo, aunque con el tiempo se fue sustituyendo por opciones más adecuadas, ya que cuando se mojaba perdía propiedades. La creación de la vela fue el acontecimiento más importante en la historia de la navegación y por ello se dedicaban ingentes recursos para su fabricación y mejora. Las fábricas de velas solían estar situadas en lugares fortificados y bien defendidos, ya que su control era imprescindible para el funcionamiento de las flotas de guerra de cada país. En el siglo XVII, un par de empresarios de Flandes decidieron que un pequeño pueblo gallego de pescadores sería el lugar perfecto para levantar su fábrica de velas. Llegó a ser un imperio textil tan importante que desde Inglaterra se transmitieron quejas formales a España y se llegó a producir el primer caso de un asesinato industrial cometido en nuestro país. Esta es la historia de la Real Fábrica de Jarcia y Lona de Sada, el imperio textil que asombró a Europa.
En mayo de 1657, Inglaterra y Francia firmaron el tratado de París, por el que ambos se comprometían a colaborar militarmente contra las tropas españolas en los Países Bajos. En mayo de 1658, un ejército de 20.000 franceses y 6.000 sitiaron Dunkerque, defendida por menos de 3.000 españoles.
El ejército español de Flandes, con unos 15.000 hombres, partió inmediatamente en ayuda de la plaza sitiada, llegando a Dunkerque el 13 de junio. La conocida como Batalla de las Dunas duró dos horas en las que España fue derrotada, marcando el fin de una época: la supremacía de los tercios españoles.
Pero aquella batalla tuvo otra consecuencia: la huida de dos jóvenes empresarios naturales de Dunkerque a España, más concretamente a A Coruña. Eran Adrián de Roo y Baltasar Kiel, quienes en la ciudad herculina comenzaron un negocio de coloniales (ultramarinos). Más adelante, como el negocio les iba bien, se convirtieron en armadores con patente de corso, corsarios al servicio de la Corona.
Pero viendo la importancia vital que tenía la marina de guerra en su época decidieron iniciar una nueva aventura como empresarios textiles de cáñamo, lino y lana y levantar una fábrica de jarcia y lona. Y para ello eligieron un pequeño pueblo de pescadores a escasos kilómetros de A Coruña: Sada.
La elección parecía razonable. Sada tenía mucho terreno disponible, acceso sencillo y barato a energía hidráulica y se podía fortificar y proteger por baterías de costa que evitaran ataques por mar.
El complejo que levantaron estos dos flamencos estaba integrado por tres fábricas textiles creadas en diferentes momentos y que llegaron a ocupar un total de 40.000 metros cuadrados, siendo la primera la fábrica de jarcia y lona, construida en 1674, con el fin de abastecer a los barcos de la Armada Real.
Real Fábrica de Jarcia y Lona
El complejo industrial estaba al borde de la playa, al lado de la desembocadura del río Maior, ya que tanto el cáñamo como el lino, importados desde el Báltico y el Levante español, necesitaban ser lavados y sus fibras someterse a estiramiento, algo que se conseguía gracias a la fuerza motriz del agua.
La empresa Roo, Kiel y Cia fabricaba velas de la mejor calidad, pero la falta de operarios cualificados, los altos precios de las materias primas, el riesgo de la logística marítima en tiempos de guerra y las disputas entre los herederos de los fundadores llevaron al abandono de esta fábrica.
La Corona española, consciente de la importancia de esta industria, decidió hacerse cargo de ella en 1750 por 146.000 reales de vellón y la puso de nuevo en marcha, convertida ya en la Real Fábrica de Jarcia y Lona de Sada.
La Corona, además, se aprovechó de la situación de la fábrica en la ría, ya que estaba a pocas millas por mar del Real Astillero de Esteiro, fundado ese mismo año en Ferrol, por lo que el suministro de labores era rápido y sencillo. En 1777 trabajaban en esta industria 221 operarios, llegando a ser casi 700 en el momento de mayor actividad productiva.
Durante los años siguientes, la villa de Sada vivió un gran crecimiento demográfico, así como de actividad mercantil e industrial, convirtiendo a este pequeño pueblo de pescadores en el epicentro español del cáñamo manufacturado.
Pero las hostilidades con las potencias extranjeras acabaron por provocar que la Corona dispusiese el traslado de esta industria a Ferrol por motivos de seguridad. Creían que la fábrica, en medio de una ría tan abierta, no estaba suficientemente resguardada, a pesar de contar con dos baterías de costa en Fontán y Corbeira que podían cruzar sus fuegos en caso de un posible desembarco enemigo.
Ferrol era una plaza fuerte y base naval cuya entrada estaba muy bien protegida por castillos y fortificaciones, así que, en 1762, se transfirió esta actividad. El traslado causó gran conmoción en Sada, que experimentó un notable descenso demográfico, y provocando que aquellas fabulosas instalaciones industriales volvieran a ser campos de labor.
Fábrica de lienzos y manteles
En 1684 se estableció la segunda de las tres factorías textiles del complejo industrial de Roo, Kiel y Cia, la de lienzos y manteles, con la cual pretendían imitar la calidad de la tela de Flandes, la mejor del mundo, así que, para ello, decidieron traerse a los mejores artesanos a Sada.
Consciente de la importancia de esta industria, el rey de España, Carlos II, concedió a los fundadores un salvoconducto para traer a Galicia a fabricantes de lienzos desde Flandes y dio orden a su gobernador general de que se facilitase y ayudase en todas las gestiones para la contratación de estos fabricantes y su llegada a Sada.
La calidad de sus lienzos y mantelería llegó a ser tan extraordinaria que la fábrica se convirtió en proveedor exclusivo de la Casa Real y se prohibió la fabricación de estos productos en Galicia a cualquier otra fábrica que no fuese la de Sada durante 50 años.
Para la fabricación se empleaba lino producido en Galicia al que la Corona le otorgó multitud de privilegios: exención de impuestos, libre circulación por territorio nacional, máximas facilidades para la adquisición de más terrenos, libertad de importación… aunque el rey exigía a cambio que la fábrica contratase a un número determinado de huérfanos del Hospital Real de Santiago de Compostela (actual Hostal de los Reyes Católicos) para que aprendiesen el arte textil.
Pero, a pesar de su calidad y de los privilegios concedidos, la producción fue disminuyendo poco a poco a partir de 1713. Cinco años después, la fábrica pasó a manos de los hijos de los fundadores quienes, en 1725, pararon su producción, trasladándola definitivamente a la ciudad de A Coruña.
Fábrica de paños de lana
La tercera fábrica que crearon Adrián Roo y Baltasar Kiel fue la de paños de lana, en 1695, que aspiraba a competir con el género de Inglaterra. La importancia de este producto se puede observar en el hecho de que el rey Carlos II apoyó la factoría con un préstamo del tesoro, aunque su andadura no duró demasiado, ya que acabó cerrando en 1713.
El precio de las materias primas y las escasas ventas condenaron al fracaso a la empresa, pero hubo otros dos factores todavía más decisivos: Inglaterra y un asesinato.
El gobierno inglés tomó todo tipo de medidas para terminar con la competencia, empleando todo su arsenal diplomático para interferir en el desarrollo de esta compañía. Para ello ofrecían a los técnicos y operarios que trabajaban en Sada empleos mejor pagados en Inglaterra y elevaban quejas formales a la Corona española por la competencia que desde esta villa de pescadores se hacía a los fabricantes de paños ingleses.
Pero lo que provocó el fin y la desaparición de esta industria fue el asesinato de uno de sus fundadores en extrañas circunstancias, en el considerado como primer caso de asesinato industrial cometido en España.
Hoy en día, si paseas por el precioso paseo marítimo de Sada, por sus alegres calles o por su extraordinario puerto, no encontrarás ni rastro de estas fábricas que un día situaron a una pequeña villa de pescadores en el epicentro de la industria textil europea.
Iván Fernández Amil. Historias de la Historia.
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Referencias:
es.wikipedia.org
elespanol.com
turismodesada.gal
lavozdegalicia.es
farodevigo.es
elpais.com
areal.gal
memoriadesada.com
laopinioncoruna.es
mcu.es