En la declaración de la renta no hay rebajas
En enero de 2021 se aprobaron los nuevos Presupuestos del Estado introduciendo modificaciones del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas que nos harán pagar más en nuestra próxima declaración.
24 abril, 2021 11:55“Tengo que hacer la declaración de la renta”.
Esta es la frase que desde el pasado 7 de abril se escuchar en más de una esquina. Los más previsores ya habrán comenzado la preparación de la temida declaración y otros, menos preocupados con sus impuestos, lo harán in extremis el propio 30 de junio, último día de presentación. Pero todos, previsores o no, rezamos el mismo desenlace;
“Ojalá me salga a devolver”.
Pues bien, les va a interesar saber que a partir del pasado 1 de enero se han introducido, con la aprobación de los nuevos presupuestos del estado, algunas modificaciones que harán que la palabra devolver suene menos o que suene más bajo.
En búsqueda de un aumento de la recaudación para las arcas públicas, con estos nuevos presupuestos el tipo impositivo del impuesto se ve incrementado tres puntos y, además, se limitan las reducciones que hasta hoy nos daban un pequeño caramelito a la hora de presentar el impuesto más personalísimo de todos.
Respecto a la subida del tipo impositivo, puede que le pille lejos a la mayoría, pues solo afectará a los que ganen más de 300.000€ o a los que ahorren como nadie y logren una base del ahorro de 200.000€ en un año. Ganar o ahorrar mucho, ahora ya no es para nada recomendable porque quienes tengan la gran fortuna de alcanzar estas cifras tendrán también la tremendísima suerte de aportar casi la mitad en beneficio de todos. Héroes sin capa.
Dicho lo anterior y aprendida la nueva lección de “mejor que no ganes ni ahorres demasiado, hijo mío”, repasemos otra modificación que probablemente sí nos afecte a la mayoría de los mortales: la disminución de la reducción por aportación a planes de previsión social.
La norma tributaría venía permitiendo reducir nuestro impuesto del IRPF al realizar aportaciones a un plan, por ejemplo, de jubilación. Mucha gente prefería ingresar en su hucha personal de pensiones y de este modo pagar un poquito menos de renta, y con razón; pues el saqueo constante de la bolsa de las pensiones públicas por nuestros políticos en los últimos años posiblemente se haya convertido en la mejor campaña de marketing para los planes privados de previsión social. Tanto es así, que todo joven trabajador ha escuchado alguna vez: “nuestra generación no va a tener pensiones”.
Hasta el momento dichas aportaciones a estos planes podrían llegar a reducir nuestra base imponible del IRPF hasta un máximo del 30% de nuestros rendimientos del trabajo y actividades económicas, o hasta un máximo total de 8.000 euros. Un buen pico teniendo en cuenta los tipos impositivos al alza de nuestro queridísimo impuesto.
Pues bien, con esta nueva modificación impulsada por el gobierno, este límite se ve reducido de 8.000 a 2.000€ y solo se mantendrá en 8.000 cuando la aportación provenga de contribuciones empresariales y no del propio individuo.
Se acabó hacer aportaciones a un plan de pensiones en vez de tributar por el IRPF, ahora el que aporte a uno de estos planes prácticamente lo hará por auténtica previsión personal, y no por ahorrarse unos euros en la renta.
¿Cuál es la intención de estas modificaciones? Pues bien, claramente y en la línea de la mayoría de las normas tributarias españolas, la recaudación pura y dura.
Si tuviésemos que explicarle esto a un niño nos encontraríamos ante grandes apuros: ¿cómo explicas que tu gobierno te penalizará si trabajas duro para ganar más o por ser ahorrador? Complicado. Por suerte siempre nos quedará el “hay que ayudar a los demás”.
Hay una región española, más conocida por sus intentos de referéndums que por sus virtudes, donde más allá de la intención recaudatoria, llevan años añadiendo pinceladitas al uso de los impuestos para algo más que la recaudación y tratar de conseguir por medio de ellos, gravar conductas perjudiciales para una sociedad e incentivar las beneficiosas. Por ejemplo, el impuesto sobre bebidas azucaradas o el impuesto al CO2, que buscan y consiguen cambiar ciertos malos hábitos en nuestro día a día. Lo cierto es que estos tributos no aportan beneficio material a la administración, pero sí a la sociedad.
Como anécdota curiosa al respecto, contaros que el gobierno central demandó a la Generalitat ante el alto tribunal porque consideró que implantar un impuesto a la contaminación por carburación era de su competencia central, y no de las comunidades autónomas. El tribunal ha desestimado la demanda y los catalanes continuaron felices gravando sus, cada día menos, humos negros.
Lo que nunca se supo ni sabremos, es porqué el gobierno central los ha demandado, pero todo apunta a pataleta por no querer ser los malos de la película que solo buscan recaudar por medio de los impuestos.
Superada la llorera, esperemos que hayan asumido la lección y se pongan las pilas en este sentido pues, entre tanto, ya no solo Cataluña les habrá adelantado por la derecha, sino que también la propia Unión Europea que establecerá desde julio de este año un impuesto sobre la fabricación, importación o adquisición de envases de plástico no reutilizables en España.
Habrá que esperar para ver si el gobierno central se centra de nuevo en pelearse por defender sus competencias también contra los europeos o, por el contrario, esta vez se pone manos a la obra… Hasta entonces, no lo olviden:
No ganen demasiado, no ahorren y, sobre todo, no se olviden de presentar la declaración de la renta.