Aprende a poner límites en 5 pasos

Aprende a poner límites en 5 pasos

La tribuna

Aprende a poner límites en 5 pasos

Marina González Lago, psicóloga fundadora de Marea Psicología, explica los beneficios de conocer tus necesidades y líneas rojas, y enseña los pasos clave para aprender a establecerlos.

18 noviembre, 2023 12:55

¿Para qué sirven los límites?

Los límites son unas barreras imaginarias que protegen nuestras necesidades y crean una zona segura para nosotros. Estas barreras o líneas rojas se las debemos enseñar a los demás, para que estos aprendan a respetarlas y no causarnos un malestar innecesario.

Unos límites bien establecidos se relacionan con una mejor autoestima, calidad de vida, y con relaciones más sanas y duraderas.

¿A quién le podemos poner un límite?

Pues prácticamente… ¡a cualquiera! En consulta los límites más demandados suelen ser a los padres, a la pareja, a superiores o compañeros de trabajo, y en especial a una misma (ya que muchas tendemos a sobrecargarnos y exigirnos más de lo que deberíamos). Existen innumerables ámbitos donde se pueden poner límites, te toca a ti aprender cuales son los que tú necesitas.

¿Por qué puede darte miedo poner un límite a alguien?

Es muy común que te de miedo, muchas personas confunden comunicar nuestras necesidades y límites con el egoísmo ¡y eso está muy alejado de la realidad! Cuando le transmitimos a alguien nuestras necesidades, no solo estamos haciendo un acto de amor propio, sino que indirectamente le estamos diciendo a esa persona “te voy a transmitir algo importante para mí porque me importa nuestra relación y quiero sentirme mejor contigo”.

Recuerda que la gente que te quiere y te valora lo hace por todas tus cualidades buenas, eres mucho más que alguien que dice a todo que sí, por lo que no tengas miedo a gustarle menos a los demás por poner límites.

5 pasos clave para poner límites eficaces:

  1. Escucha tus necesidades:

¡No podemos comunicar un límite si no sabemos dónde ponerlo! La introspección es la capacidad de mirar hacia dentro de ti y conocer cómo estás, que emociones sientes, que piensas, que factores hacen que te encuentres peor y cuales que te encuentres mejor. Es una cualidad maravillosa que todos debemos entrenar, y es el primer paso para ubicar un límite.

Piensa en qué interacciones te causan una sensación de malestar a lo largo de tu semana, en que momentos sientes que estás haciendo algo por complacer a alguien pero que realmente no escogerías hacer eso por tu cuenta, o que estás reprimiendo tu opinión. Presta especial atención a los momentos donde piensas “si yo no hago X, no le va a gustar o se va a quejar” sea verdad o sea un miedo tuyo, como por ejemplo:

  • Si no le contesto los whatsapps a mi madre en menos de 1h me va a llamar.
  • Si no paro de hacer mi trabajo por muy ocupada que esté para ayudar a mi compañera con su trabajo, se va a decepcionar conmigo.
  • Si no voy a comer con mis padres todos los domingos me lo van a echar en cara.
  • Si no recojo yo los platos sé que mi pareja no lo va a hacer.
  • Si no le dejo mi trabajo a mi compañera de clase que no hizo el suyo, se va a enfadar conmigo.
  1. Encuentra tu propósito:

Es mucho más fácil llevar a cabo una acción cuando tenemos claro por qué queremos hacerla, unos cuantos motivos buenos para poner un límite serían:

  • Si me guardo todo y no comunico mis límites acabaré explotando y quiero prevenirlo.
  • Quiero mejorar mi comunicación y mi relación con esta persona.
  • Quiero estar más a gusto en mi día a día y me merezco cuidarme más.
  1. Empieza gradualmente:

No hace falta que pongas todos los límites a la vez, puedes escoger primero aquello que te resulte más fácil. Quizá el primer límite sea contigo misma, por ejemplo, no quedarte fuera de hora en el trabajo, o con una persona con la que tienes una relación no muy cercana y que siempre sobrepasa X línea que te gustaría delimitar. Vamos pasito a pasito.

  1. Diseña tu límite:

La honestidad sin compasión es crueldad y la amabilidad sin honestidad es manipulación”:

Es nuestra responsabilidad comunicar los límites de una manera asertiva y empática. Los límites deben tener una forma clara y concisa, como digo siempre “son comunicados, no debates”. Te pongo aquí un par de ejemplos de los casos anteriores:

  • Mamá entiendo que te preocupes y lo agradezco, pero no puedo estar pendiente del móvil todo el día, de ahora en adelante te voy a escribir yo un mensaje por la noche y el sábado te llamo y hablamos más rato.
  • Hola fulanita! Entiendo que para ti sea importante entregar el trabajo de esta asignatura, pero la verdad es que le he dedicado muchas horas de esfuerzo y a mí también me ha costado hacerlo, y no me sentiría bien dándote el trabajo hecho. Espero que te dé tiempo a hacer el tuyo, mucho ánimo.
  1. Dale tiempo y constancia

Cualquier nueva conducta que queremos que se convierta en un hábito (poner límites, ir a correr, ir al gimnasio, leer…) debemos repetirla durante una cantidad de tiempo suficiente hasta que ya forme parte de nosotros, con hacerlo una vez no es suficiente.

Piensa que sin querer has acostumbrado a los demás a que no había límites, y puede que no supieran que estabas haciendo algo que realmente no querías, por lo que pueden necesitar que les repitas en modo “disco rayado” tu límite en varias ocasiones. ¡No tengas miedo a ser repetitiva!

Debemos tener en cuenta que quizá no todas las personas decidan cambiar para respetar tus límites, pero incluso saber esto no es del todo malo, porque es una información que antes de haber comunicado tus necesidades no tenías. Ahora podrás ver de manera clara que personas están dispuestas a hacer cambios para respetarte y así mejorar vuestra relación.

Mucho ánimo diseñando y poniendo en práctica tus nuevos límites.

La estatua de María Pita.

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