El pazo de A Coruña testigo de la Revuelta Irmandiña y la muerte de un director de cine
- El antiguo palacete dos Churruchao formó parte hasta el siglo XV del primitivo recinto fortificado de la villa, si bien hoy en día tan sólo se conserva un alto lienzo de piedra con puerta adintelada y un ventanal gótico
- Te puede interesar: El pueblo de A Coruña con una fuente réplica de una de la Alhambra y encaixe de Camariñas
El casco antiguo de la ciudad de Noia conforma un auténtico tesoro medieval donde cada rincón parece revelar fragmentos de historias pasadas, grabadas a fuego en cada piedra de su callejero. Su singularidad, belleza y excelente estado de conservación le valieron el título de Conjunto Histórico en 1985, y, todavía hoy, sigue invitando al visitante a embarcarse en un viaje hacia otros tiempos.
Entre sus estrechas avenidas también se conservan pintorescos escudos de armas y edificios tan emblemáticos como la inacabada iglesia de San Martiño, el curioso Museo das Laudas de Santa María A Nova o la histórica Praza do Tapal. Lugares, todos ellos, que invitan a descubrir la esencia más pura de esta villa estrechamente ligada al mar, cuyos orígenes documentados se remontan al siglo XII.
Es precisamente en el corazón de la histórica Praza do Tapal, frente a la iglesia de San Martiño, donde se encuentran los restos visibles de un antiguo palacete coruñés conocido como el Pazo dos Churruchao o de Tapal. Este lugar, que presenció la Revuelta Irmandiña y fue escenario de la trágica muerte de un director de cine, guarda aún hoy los ecos de su truculento pasado.
En esta zona más elevada de la villa, ocupada ahora por la concurrida y céntrica plazoleta, existió antaño un primitivo núcleo fortificado anterior a las murallas del siglo XIV, el cual albergaba tanto la forteza de la Mitra como el citado pazo noiés, del que únicamente se conserva un lienzo mural de granito y un ventanal gótico, testigos silenciosos de la rica historia de Noia y su compleja arquitectura medieval.
Retazos de la historia
La historia de la Praza do Tapal nos traslada directamente hasta la Edad Media, a los tiempos convulsos de la Revuelta Irmandiña (considerada una de las mayores revueltas sociales del siglo XV en Europa). El Pazo dos Churrucao, un palacete urbano de estilo gótico que presidía esta plaza, pertenecía en aquellos años a los arzobispos de Santiago, quienes ostentaban además el señorío de la villa. De hecho, el pazo noiés formaba parte del recinto fortificado inicial de la ciudad, que también integraba la desaparecida fortaleza de la Mitra Compostelana.
Se sabe que en el año 1320 comienzan a levantarse de las murallas de la villa y es en esta época cuando suele encuadrarse la construcción del Pazo dos Churruchao, perteneciente a una influyente familia noble emparentada con los Deza. Hoy sólo perduran algunos vestigios de aquella estructura, como un alto lienzo de piedra que conserva una puerta adintelada y un ventanal gótico con arcos apuntados. Dicho tragaluz principal alberga asimismo dos pequeños arcos trilobulados que antiguamente se unían en un parteluz central, hoy perdido, sobre los que se despliega un delicado rosetón cuadrifoliado.
Pese a todo, este lugar clave en la historia medieval de Noia fue derribado, como tantas otras fortificaciones de la Mitra Compostelana, cuando, al grito irmandiño de "¡Abajo las fortalezas!", los habitantes se alzaron contra los señores feudales. El foco irmandiño de Noia, compuesto por labregos, burgueses y marineros, logró destruir importantes fortalezas de la zona, entre ellas las torres de Outes y Peñafiel, además del propio castillo del Tapal, símbolo hasta aquel entonces del dominio eclesiástico en la región.
El escenario de una trágica muerte
Más allá de la Revuelta Irmandiña, el antiguo Pazo dos Churruchao también fue testigo directo de la muerte de un director de cine a principios de la década de los setenta. Justo frente a los vestigios del palacete, en uno de los extremos de la plaza se alza la enigmática silueta de un templo marcado por la superstición: la iglesia de San Martiño de Noia, cuya leyenda asegura que cualquier persona que intente completar su campanario sufrirá un trágico destino. Sin embargo, la historia popular sostiene que la iglesia quedó inconclusa para no desafiar la grandeza de la Catedral de Santiago, manteniéndose intencionadamente inacabada, y con el tiempo, envuelta de forma inevitable por este halo de misterio.
Mito o realidad, lo cierto es que el templo ha sido escenario de inquietantes sucesos que han alimentado el fuego de esta leyenda urbana. Uno de los acontecimientos más escalofriantes en la historia reciente de este municipio coruñés ocurrió durante el rodaje del filme La camapana del infierno.
Su prometedor director, el sevillano Claudio Guerín, perdió la vida tras precipitarse de forma trágica desde lo más alto de la torre mientras se preparaba para grabar una de las últimas escenas de la película. La noticia pronto sacudió a toda la villa y los vecinos no tardaron en recordar la profecía sobre el campanario. Pese a la tragedia, aquella película fue terminada más tarde por el director Juan Antonio Bardem, aunque hoy en día sigue siendo recordada como una de las más malditas de todo el cine español.