Abdelaziz Maatouf se lo contó a la alcaldesa con lágrimas en los ojos. "Han asesinado a mis ovejas". Fueron desplomándose una a una, casi todas a la sombra de las encinas, donde se escondía el veneno. El campo de Millana, un pueblo de Guadalajara, era un reguero de cadáveres, muchos de ellos hinchados. "Estaban a punto de parir".
Pueblo pequeño, infierno grande. "Envidias, quizá envidias...", discurre Maatouf conmocionado. Todavía no sabe si el seguro le pagará algo de lo perdido. Ganadero de profesión, llegó a la Alcarria en 2001. Este fin de semana masacraron su rebaño. El año pasado lo atropellaron. Con varios testigos presentes. Entonces no hubo víctimas. Esta vez las ovejas muertas dibujan una fotografía desoladora: los cuerpos tendidos, la desesperación del pastor y una sensación de inseguridad asfixiante.
Maatouf sospecha del mismo vecino que embistió las ovejas con su furgoneta. Aquella vez -y también ahora- se personó la Guardia Civil, pero el juicio sigue pendiente, sin resolución. 130 vecinos, todos conocidos, con su nombre, sus apellidos, sus aficiones, sus trabajos, sus rutas...
Quien escondió las bolitas blancas de urea -un fertilizante- junto a las encinas sabía que Abdelaziz Maatouf iba a pasear por allí su rebaño aquella mañana. Y así fue. "Todo muy rápido. Al parecer, ese veneno va directo al pulmón. Apenas pude salvar cinco o seis". Corrió a una tienda a por vinagre, pero no había cantidad suficiente. "Con eso se limpian el estómago muy rápido, es la única forma... Pero no me dio tiempo".
El hombre que atropelló las ovejas de Maatouf calza 85 años y una furgoneta blanca. "No tenemos pruebas, pero todo apunta a él. Hace mucho tiempo, cuando vine aquí y compré ganado, me dijo que me iba a quemar las naves porque iba a perjudicar a su familia, que también pasta por la zona", relata.
El pueblo está de parte de este ganadero, incluso la familia del presunto culpable. El hermano del anciano, juez de paz de Millana, apostó por denunciarle. El hijo le instó a llamar a la Guardia Civil cuando supo que su padre embestía las ovejas con el coche. "¡También prendió fuego a los tractores de su familia!", revela Maatouf. "Si tiene problemas, que venga a hablar conmigo, pero que no asesine tantos animales... No lo entiendo", lamenta el pastor.
"Esto es un pueblo muy tranquilo en el que todo el mundo se lleva bien, no lo entiendo. Se nos ha ido de las manos", cuenta a este periódico la alcaldesa de Millana, Marisol Lope.
Reconoce que el anciano de 85 años es autor de "varias pifias". También que los puentes de diálogo se derrumbaron hace tiempo: "Yo no hablo con él. No sé lo que quiere ni por qué lo hace. A esas edades, ya no sabemos si las cabezas están bien. De esto último no tenemos pruebas, pero yo vi el atropello con mis propios ojos".
Cuando Marisol llegó al encinar, los cadáveres de las ovejas ya eran multitud: "Maatouf estaba desolado, aquello era una tragedia imposible de imaginar. El pueblo está consternado".
Hasta ahora, ni familiares, ni Guardia Civil ni alcaldía han conseguido frenar al hombre que aterroriza a varios vecinos, entre ellos Abdelaziz Maatouf. Mientras, víctima y agresor se cruzan por las calles de este pueblo de piedra, encuadrado en La Hoya del Infantado. "El martes lo vi... No podemos pararle. Ojalá el juicio llegue pronto", se despide Maatouf.