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En Estados Unidos lo llaman “efecto Weinstein”. Cientos de empresas han limitado o incluso prohibido el alcohol en sus cenas navideñas con el objetivo de evitar el clima deseado por acosadores laborales y sexuales. Esta medida, que ha generado un crudo debate entre los expertos que la consideran “absurda” y aquellos que la califican de “necesaria”, también ha alcanzado España, aunque su aplicación todavía es poco frecuente. No obstante, las víctimas consultadas por este diario se muestran “rotundamente a favor” de su puesta en marcha.
Los abusos del depredador y productor cinematográfico Harvey Weinstein han extremado las precauciones en el país norteamericano. Una encuesta referida por el Times –cocinada con distintas entrevistas a 150 responsables de Recursos Humanos– ha detectado que, en la región de Chicago, sólo el 49% de las empresas servirá alcohol en sus fiestas navideñas, frente al 62% del año pasado. El caso de La Manada también ha contribuido a que España se movilice y combata el acoso con mayor fiereza.
Paula: "Me resistí y luego empezó una presión brutal en la oficina"
Paula –queda elegido este nombre para preservar su anonimato– se encontró con una cena de Navidad animada, similar a la de todos los años. Baile, muchas copas. Con la fiesta a punto de terminar, su jefe se ofreció a acompañarla a casa. En el trayecto, le animó a “tomarse la última”. Paula no quiso. Él insistió: “¿Qué tiene de malo una más?”. Al final, ella cedió. Con esa copa sobre la barra, el jefe le propuso mantener relaciones sexuales. Paula se resistió. A partir de ahí, comenzó una “presión psicológica brutal” en la oficina por parte de su superior.
“Ese es un caso de libro”, señala Iñaki Piñuel, psicólogo experto en acoso laboral y autor de más de una decena de libros al respecto. “Esas cenas en las que, técnicamente, no sucede nada desencadenan el hostigamiento posterior”, explica. A ojos de Piñuel, la prohibición del alcohol en las fiestas empresariales es un “quiero y no puedo”: “Se puede vetar el alcohol en el menú, pero luego cada uno puede pagar de su bolsillo las copas que quiera o incluso terminar la noche en un pub. Quien quiera agarrársela, se la agarrará. No lo veo muy eficaz”.
"El acoso sexual no sólo es una violación en la fotocopiadora"
“El acoso sexual no sólo es una violación encima de la fotocopiadora”, alerta este doctor en Psicología en vista a impedir una frecuente relativización de lo sucedido por víctimas, agresores y testigos. “Acoso sexual es crear un entorno de intimidación que puede empezar ahí y que termina con los embates del jefe en la oficina, aprovechando la superioridad que le granjea su puesto”.
Además del ejemplo sufrido por Paula, Iñaki Piñuel desliza sobre la mesa otro caso frecuente, el de la mujer o el hombre que se acuesta con su jefe voluntariamente tras la cena de Navidad. “Pongamos que ambos están casados y que la que luego será víctima decide cortar de raíz y no repetir. A partir de ahí, también puede empezar el acoso en la oficina”. Una vez más, la fiesta empresarial como paisaje del horror.
Aunque Piñuel no cree en la efectividad de esta medida, resalta que el alcohol suele ser utilizado por el acosador como “patente de corso” o “carta de naturaleza”: “Pueden echar a la bebida la culpa de lo ocurrido. Que si estaba borracho, que si no era plenamente consciente…”.
Elena: "En las cenas él trabajaba el amiguismo y procuraba que me sintiera sola"
Elena –este también es un nombre ficticio– sufrió acoso laboral durante su etapa como funcionaria del Estado. Aunque su agresor no empezó a castigarla en una cena de empresa, sí que aprovechó estos momentos para afianzar el sometimiento de su víctima.
“Mi acosador utilizaba las fiestas de Navidad para sellar mi soledad. Yo me sentía todavía peor y él se rodeaba del resto y se hacía más fuerte. Trabajaba el amiguismo para encontrar cómplices que luego no se atrevieran a denunciarle o perjudicarle”, cuenta.
Elena considera “rotundamente necesaria” la limitación del alcohol en estos eventos. “Si por mi fuera, prohibiría hasta las propias cenas”, resalta después de lo sufrido. “El problema es de educación, pero una empresa no puede estar educando a gente de treinta, cuarenta o cincuenta años”.
Pros y contras
La Asociación Española contra el Acoso Laboral (AECAL) sostiene la misma opinión que Paula y Elena: “Sí a la prohibición o limitación del alcohol en las cenas de empresa”. “Me parece fantástico. A buenas horas nos damos cuenta. Dicho esto, es un buen momento para resaltar que cada corporación debería ofrecer a sus empleados una efectiva línea de denuncia”, relata su vicepresidenta, Lucía Acuña.
El Observatorio de Recursos Humanos, en cambio, se postula en contra. “Lo veo excesivo. Cada empresa debería saber a qué clase de persona contrata. Quien actúe así en una cena de Navidad probablemente haga lo mismo en otras ocasiones. Además, si quiere emborracharse, lo logrará a pesar de que el alcohol esté vetado. Preferimos procesos de selección más detallados, por poner un ejemplo”, detalla Nacho Serrano.
El debate legal
Pero, ¿hasta qué punto puede una empresa borrar el alcohol de sus celebraciones navideñas? Nuria López, abogada penalista de Legálitas, explica: “Si cada asistente paga el menú de su bolsillo, la corporación no tendría potestad para eliminar el alcohol. Si, por el contrario, es un evento organizado y pagado por la empresa, estaría en su derecho de hacerlo. Esta letrada asevera que, en estas fechas, su despacho amplía su cartera de casos relacionados con las cenas de empresa: fotografías sacadas o subidas a las redes sociales sin el consentimiento de uno de los protagonistas, borracheras que terminan con accidentes de tráfico, acoso sexual…
En Estados Unidos, algunos responsables han decidido incluso evitar escenarios oscuros o invitar a las familias de sus empleados para generar climas menos propensos a los futuribles anteriormente citados. En España, de momento, el “efecto Weinstein” y las barreras al alcohol son de acotada dimensión.