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En el siglo XXI sigue habiendo historias de amor tan profundo que suenan a tiempos pasados. La de los jóvenes rumanos Victoria Ramaidan y Serif Mamet, afincados en España, recuerda en cierto modo al Romeo y Julieta de William Shakespeare (1597), sin llegar al punto trágico final.
Los chicos se conocieron en su país natal cuando aún eran menores. Luego, se hicieron novios y sus familias se enfrentaron. Al emigrar a España, ella a Cádiz y él a Pontevedra, el padre de Victoria, que se oponía a la relación, la encerró con llave en un cuarto durante meses para que no pudiera ver al chico.
Durante aquel encierro, Cristian Ramaidan pegaba e insultaba a la única mujer de sus cuatro hijos. También era la menor de todos, aunque no le importó. Un día hizo que Victoria abortara el feto que llevaba en su vientre. Era de Serif.
La chica aún aún no había alcanzado la mayoría de edad. Pero cuando cumplió los 18 años, Victoria se escapó de casa, viajó sola hasta Galicia para reunirse con su amado y su suegro pagó a su familia 50.000 euros como dote.
Pese a todo, en mayo del año pasado a punto estuvieron de secuestrarla unos enviados de su padre. Sólo una inesperada llamada de alerta a la Policía Nacional la salvó de volver a estar separada de su novio por 872 kilómetros de distancia.
Ahora EL ESPAÑOL, a través de la denuncia presentada por Victoria Ramaidan contra su padre, mediante los testimonios de su novio y sus suegros ante la Policía, y gracias a las conversaciones mantenidas por este reportero con miembros de ambas familias, reconstruye en exclusiva la complicada relación amorosa entre ella y su Romeo, Serif Mamet.
El inicio de la relación y el traslado a España
Serif Mamet nació en Bucarest el 7 de agosto de 1999. El próximo verano cumplirá 19 años. Victoria Ramaidan vino al mundo también en la capital rumana. Lo hizo 10 meses antes que su novio, el 30 de octubre de 1998. Aún no tiene los 20.
A finales de 2015, Serif y Victoria se conocieron en una boda celebrada en su país. A la celebración estaban invitadas sus respectivas familias. Por aquel entonces, él tenía 16 años. Ella, uno más. Pronto empezaron a escribirse mediante teléfono y redes sociales. El uno quedó prendado de la otra, y viceversa. El noviazgo nació de inmediato.
Pero sólo unos meses más tarde, a principios de 2016, los dos chicos se mudaron a España con sus familias. En este país ya vivían algunos miembros de la de Victoria. Al emigrar, Serif se instaló en Pontevedra (Galicia) y Victoria en la localidad gaditana de Chiclana de la Frontera (Andalucía). Pese a la distancia, casi 900 kilómetros, el noviazgo entre ambos seguía adelante y la pareja, pese a no verse ni tocarse, hablaba a diario.
A mediados de ese año, Serif pidió la mano de su hija a Cristian Ramaidan. El padre de Victoria se negó con rotundidad. No quería como yerno a un hombre de una familia que vivía en la otra punta del país. Además, exigió dinero para comenzar a hablar.
Ante la negativa de su padre a permitir que se casara con Serif, Victoria se escapó de casa en agosto de 2016. Le faltaban dos meses para cumplir la mayoría de edad. Victoria viajó hasta Pontevedra para reunirse con su novio, cuya familia sí aceptaba la relación entre ambos.
Victoria vivió durante tres meses en Pontevedra junto a su novio. Sus suegros, Valeriu Mamet y Florina Memis, la acogieron en su casa como una hija más. Pero cuando los padres de la chica conocieron dónde estaba, enviaron a por ella a unos tíos suyos afincados en Galicia. Se la llevaron a la fuerza y la devolvieron a Chiclana.
Tres meses de encierro y un aborto forzoso
Pese a que se opuso con todas sus fuerzas, Victoria se vio obligada a volver a la casa en la que se había instalado al aterrizar en España. Una vez llegó a su pueblo de Cádiz, su padre, que se dedica a la venta de flor cortada, la encerró con llave durante tres meses en una habitación de la residencia familiar. Victoria estaba embarazada de un niño cuyo padre era Serif.
Durante ese período de encierro, Cristian Ramaidan no le permitió poner un pie en la calle. Su hija comía allí dentro, donde pasaba las 24 horas del día. Sólo le permitía salir cuando necesitaba ir al baño. A diario, su padre le pegaba patadas y puñetazos. También la insultaba, la humillaba y la amenazaba con llevarla a una clínica para abortar.
Al final, el padre de Victoria cumplió su amenaza. Un día, durante su cautiverio, sus padres la llevaron a la clínica Poliplanning de El Puerto de Santa María (Cádiz). Allí, Victoria abortó el feto que llevaba en su vientre. Lloró durante horas, aunque a los médicos les dijo que lo hacía de forma voluntaria. En realidad, lo hizo por el temor a las palizas de su padre.
La chica pasó en casa los siguientes meses. Hizo que su padre se confiara y que pensara que ya no le importaba Serif. Así, la chica comenzó a salir a la calle. Hasta que se llenó de arrojo para fugarse de nuevo. A principios de mayo de 2017, ya siendo mayor de edad, volvió a escaparse de casa. Esta vez, para no volver nunca más.
Victoria se llevó un puñado de dinero, la documentación personal y compró un billete de autobús hasta Vigo. Tras 15 horas de viaje, Victoria y Serif volvieron a abrazarse. Él la estaba esperando a su llegada a la estación de la ciudad gallega. Tras pasar dos días a solas, se trasladaron a casa de los padres de Serif, que volvieron a acoger a Victoria.
Otro intento de rapto: cuenta su calvario a la Policía
El 30 de mayo de 2017, tres semanas después de escaparse, el suegro de Victoria recibió una llamada de un hombre que decía ser tío de la joven. Se ofrecía como mediador entre ambas familias. Valeriu Mamet y aquel extraño concertaron una cita esa misma tarde, a las 20 horas, en la estación de autobuses de Pontevedra.
El suegro de Victoria acudió acompañado de su hijo Ivan. Mientras, su mujer, Serif y Victoria permanecían en casa. Durante el encuentro, aquel hombre que decía llamarse Ion y que iba acompañado por otros ocho varones, explicó que los padres de Victoria sólo querían que la pareja esperara un par de años para casarse.
Valeriu Mamet, suegro de la joven, dijo que estaba de acuerdo en que los chicos permaneciesen unos años “a su aire” pero juntos, no distanciados, y que después prepararían la boda.
El mediador pidió hablar con Victoria en ese momento. Por teléfono la convenció para que se presentara en la estación de autobuses. Ella aceptó a pesar de mostrar sus reticencias. Pensaba que de nuevo querían llevársela a la fuerza. Su tío le dijo que no tenía nada que temer. Ivan, su cuñado, fue a recogerla.
Florina Memis, la madre de Serif, acompañó a su nuera hasta la estación. Serif, en cambio, dijo que se quedaba en casa. Cuando Victoria se presentó delante de su tío el mediador, éste trató de convencerla para que volviera a Chiclana de forma voluntaria. Ella se negó en rotundo.
Tras la negativa de Victoria, aquellos hombres la agarraron con fuerza de los brazos con la intención de llevarla hasta un coche negro de la marca BMW estacionado en la entrada de la estación. Ella se los quitó de encima a manotazos y dando gritos. Victoria temía que sus padres y uno de sus tres hermanos estuvieran escondidos cerca de allí.
Durante las conversaciones una patrulla de la Policía Nacional se personó en la entrada de la estación de autobuses de Pontevedra, donde se estaba produciendo la negociación. Ambas familias explicaron que sólo estaban hablando y que no había ningún problema.
Cuando los agentes estaban a punto de marcharse, Victoria salió corriendo tras ellos, les contó su calvario y les pidió que la llevaran a comisaría para presentar una denuncia contra su padre. Cuando declaró, dijo que pensaba que algún viandante la había visto nerviosa y que habría llamado para alertar.
Esa misma noche, el suegro de Victoria, quien había pagado 50.000 euros a los padres de la chica como dote para permitir la relación con su hijo, recibió una llamada de unos tíos de su nuera. Le dijeron: “Pase lo que pase, [su padre] la va a matar. No le importa ir a la cárcel”. Y colgaron.
Serif los había seguido: él hizo la llamada
El 2 de junio de 2017, tres días después de que Victoria presentara la denuncia, la Policía Nacional llamó a declarar a su novio, Serif Mamet. Entre otros detalles, el chico narró cómo iniciaron la relación él y Victoria, habló sobre lo sufrido por su pareja a manos del padre y aportó un dato clave que demostraba su amor por la chica: él, y no un viandante, fue quien llamó al 112 alertando de que aquellos nueve hombres de la estación de autobuses habían querido llevarse a la fuerza de nuevoa su novia. Por eso se personó una patrulla de la Policía Nacional en la estación de autobuses.
Pero, ¿cómo puedo ser él, si se quedó en casa y no acudió a aquel encuentro? En realidad, Serif esperó a que se marchasen Victoria y su madre para salir de su residencia y seguirlas. Una vez llegó a las inmediaciones del lugar de encuentro, se quedó en la estación de Renfe de Pontevedra, colindante a la estación de autobuses. Desde allí vio “muy nerviosa” a Victoria y fue testigo de su forcejeo cuando la agarraban de los brazos.
Serif decidió llamar al 112 cuando vio un BMW negro aculado junto a las escaleras de entrada a la estación de autobuses, a sólo unos metros de donde estaba Victoria con aquellos hombres.
Ante el teléfono de Emergencias no se identificó. Sólo dijo que acababa de ver a un grupo de rumanos discutiendo con una joven de la misma nacionalidad, quien estaba gritando. Tras colgar, Serif se fue rápido a su casa para que su familia, al volver, no se diera cuenta de que había sido él quien había llamado.
Hoy, 11 meses después de aquello, la chica no quiere saber nada de su familia y ésta tampoco de ella. El caso, mientras, sigue judicializado. Victoria y Serif esperan a su primer hijo. Ella está embarazada de nuevo. Si en Romeo y Julieta los protagonistas de la novela acaban muertos ante la imposibilidad de estar juntos, en esta versión actualizada y real los chicos han generado una vida.