Los disparates del profesor Luciano: defiende a La Manada, riñe con polis y pide a alumnas que se tapen
- El docente de la Universidad de Santiago de Compostela acaba de ser detenido por agredir a varios policías.
- “Niñita, lo siento mucho pero no nos vengas con tus tonterías", le dijo a la víctima de 'La Manada'.
- Hace dos años, dijo en una clase: "Me distrae el escote de María".
“Mejor que vayas tapadita”. Es lo que le dijeron a Alexandra, una alumna de la Universidad de Santiago de Compostela cuando se enteró de que le iba a impartir clase el profesor Luciano Méndez Naya. Se trata de un hombre envuelto desde hace tiempo por las polémicas que él mismo genera. Un señor a quien el rectorado de la universidad le abrió dos años atrás un expediente por advertir a una estudiante de que su escote lo distraía. Un hombre que hace unos meses defendió a ‘La Manada’ con comentarios hacia la víctima teñidos de vileza.
Luciano es un tipo que acaba de ser detenido por pelearse con varios policías. Vive desde hace años inmerso en una espiral que él mismo va creando con sus propias locuras. La última se conoció hace dos días. Uno más de sus disparates, solo que esta vez acabó detenido.
Según ha podido saber EL ESPAÑOL, los hechos ocurrieron a las nueve de la noche del pasado miércoles. Todo desembocó en una situación de lo más surrealista ante la mirada atónita de todos los funcionarios de la comisaría.
La surrealista pelea en la comisaría
A esas horas intempestivas, don Luciano aparca su coche en los alrededores de la Comisaría de la Policía Nacional de Santiago de Compostela, en la avenida Rodrigo de Padrón. Dentro del coche viajan él y una mujer, acaso su pareja. El profesor se baja del vehículo para hacer un recado; lo estaciona en un lugar en el cual normalmente no se puede aparcar y, entretanto, su acompañante decide moverlo para situarlo en un lugar mejor, en un sitio legal, donde no les multen. Hasta ahí todo va bien.
Al poco, Luciano regresa y, como no ve el coche, monta en cólera y vuelve a entrar en tromba, entre bufidos, resoplando desde su perilla grisácea, al interior de la comisaría. El profesor aúlla a los agentes, como un bólido que acelerase de cero a cien en apenas segundos. Desde el mostrador, los funcionarios escuchan la retahíla. Luciano dice que quiere presentar una denuncia contra la mujer por apropiación indebida del coche. Los agentes, atónitos, le sugieren que se sosiegue y que compruebe bien lo que dice. No fuera a ser que el vehículo se lo hubiera llevado, por ejemplo, la grúa.
La señora aparece de nuevo con el coche en plena discusión. La mujer, estupefacta se acerca a tranquilizarle, y le da las llaves del coche. Todo parece terminar ahí, en un simple malentendido en medio de una apacible tarde en el centro de la capital gallega.
Pero la cosa se va de madre cuando don Luciano coge las llaves y se enfila su automóvil, pulsando a la vez el mando a distancia para abrir la puerta del conductor. Pero el aparato no funciona. Observado de cerca, aunque a una prudente distancia, los agentes de la comisaría ven luchar al hombre contra el mando a distancia, contra la tecnología y contra sí mismo.
Varios de ellos le explican que la acción del inhibidor de frecuencias que circunda el edificio policial impide que pueda abrir el coche de ese modo, otro de los agentes se acerca y le propone con suavidad que quizás le sea más sencillo introducir la llave en la puerta, como suele hacer todo hijo de vecina. Y entonces Luciano ahí ya estalla.
Luciano, barba cana, picuda, monta en cólera y, a puro bramido, le dice que ya sabe lo que tiene que hacer. Y le pega al agente un portazo y un bofetón en la cara. Le sacude en plena nariz. Un compañero acude a socorrerle. Tres agentes más acuden también al momento a sujetar al profesor. Cinco personas hacen falta para contenerle.
El hombre acabó detenido de vuelta en el interior de la comisaría, así que la abogada de oficio a la que le tocaba el turno esa noche acudió a asistirle. Pero ni corto ni perezoso, el profesor le soltó: “Yo soy el que apoya a ‘La Manada, por si no me quieres defender”. Tanto los agentes que presenciaban la escena como la letrada quedaron apabullados del aquel surrealismo, de la locura irracional que acababan de presenciar.
Ataques a la víctima de ‘La Manada’
Este último no es el más grave de los bochornosos sucesos que rodean desde hace años a este profesor del departamento de Economía Cuantitativa de la USC. Hace algo más de un mes, se le volvió a lucir el pelo cuando se grabó en una extensa disertación de algo más de diez minutos en la que atacó de forma visceral a la víctima de ‘La Manada’ cuando los cinco sevillanos estaban ya condenados a nueve años de cárcel por abusos sexuales.
Luciano llamaba a aquello una “reflexión seria”. Luego se extendió en su disertación explicando que “la tipa sabe a lo que va”, que “la chavala se deja hacer evidentemente y disfruta. No vi el vídeo pero no lo necesito”. El profesor llega a elucubrar con la ignominiosa posibilidad de que la joven pactara con los condenados la denuncia para “pedir la píldora del día después”.
No tardó la Universidad de Santiago en condenar las declaraciones y en plantearse tomar medidas contra él. “No pomos tolerar actitudes o actuaciones que menoscaben la dignidad de las personas y los derechos fundamentales, en este caso el de la igualdad entre hombres y mujeres”. Los alumnos y las asociaciones de estudiantes reclamaron su inhabilitación de forma inmediata tras la enésima salida de tono del docente. A día de hoy, todavía no comprenden cómo puede estar alguien así en las instituciones de enseñanza públicas.
En aquel vídeo, repleto de ataques a la joven víctima, que tenía 18 años cuando Prenda y el resto de sus secuaces la introdujeron en aquel portal, el profesor escupe una última y bochornosa frase antes de pedir la absolución de ‘La Manada’:
- “Niñita, lo siento mucho pero no nos vengas con tus tonterías. Estamos hablando de cosas serias, de reglamentar agresiones sexuales. Si vienes, ven pidiendo de favor que se te atienda, que se te mire incluso psicológicamente si quieres, pero no vengas a armar estos berenjenales, tú y el feminismo radical”.
El escote y la pelea en el gimnasio
En marzo de 2016, nueve estudiantes del Máster de Género e Igualdad de la USC se quitaron en medio de clase la camiseta. Ellos, con el torso desnudo. Ellas, en sujetador. Tanto ellos como ellas llevaban distintas frases escritas en el pecho a modo de protesta contra el profesor que estaba a punto de entrar en el aula: “Asco y vergüenza en la USC”, “Antes frívola que machista”. Aquel profesor no era otro que el profesor Luciano.
La protesta había sido organizada por los propios alumnos después de que, un mes atrás Luciano protagonizase en clase un episodio teñido de oprobio, de ultraje y de humillación hacia una de las estudiantes. En medio de la lección, Luciano se detuvo y dijo. “Me distrae el ruido de los bolígrafos y el escote de María”.
Aquello le costó dos meses de empleo y sueldo. Al día siguiente de proferir aquella frase escribió un comunicado en gallego. “Hay vestimentas que considero absolutamente inapropiadas para asistir a una clase de matemáticas”.
No se arredró ante la protesta organizada tiempo después por aquellos nueve alumnos que se quitaron la camisas y las camisetas para mostrar el torso desnudo en clase. Contó La Voz de Galicia que, en medio de la protesta, uno de los jóvenes se dirigió al docente, pero Luciano le interrumpió para decirle que se callase, que prefería “mirar las tetas” de sus compañeras. A ellas les dijo que con las frases que llevaban pintadas en el pecho “no lucían bien” sus “virtudes femeninas”. Luego dijo que les iba a echar a todos de clase “de una patada en el culo”. Por esta nueva afrenta, el profesor volvió a ser expedientado.
Son solo algunas de las barbaridades llevadas a cabo por Luciano Méndez Naya en estos años en la Universidad de Santiago. Por el medio, protagonizó otros muchos incidentes. En noviembre del año pasado lo echaron del gimnasio del Multiusos de Sar por darle a otro usuario dos puñetazos en la cara y una patada en la espalda.