“Ya no se pueden hacer chistes sobre gitanos (…) Cada vez que alguien lo hace, llega una carta, sorprendentemente bien escrita, pidiendo que no se haga más. Y ya no se hace. Es difícil ver un chiste de gitanos en la tele. Me parece bien. Ellos han pedido que no hagamos chistes, y lo estamos cumpliendo. Nosotros hemos pedido que vivan acorde a nuestras normas sociales, y ellos supongo que necesitan tiempo”.
Rober Bodegas escucha las carcajadas, encuentra la aprobación del público y continúa. Lo veía venir. Probablemente, antes de iniciar el monólogo, dudó. ¿Lo hago o no lo hago? Pero siguió. “Por qué no. Es sólo un chiste. Bueno, un monólogo. Qué más da. Es humor, a quién le puede molestar”, pensaría. Sin embargo, no es así. O no, al menos, para todo el mundo. Su ‘gracia’ ha dolido entre la comunidad gitana, que ha pedido, oficialmente, que “lo veten”. Extraoficialmente, quieren acabar con él. “He recibido más de 400 amenazas de muerte”, denunciaba el cómico ‘cuñado’ –por el cariz de las bromas que lo han aupado a la fama– del dúo Pantomima Full.
Ese es el origen de la polémica. A partir de ahí, el linchamiento. Rober, comprobado el revuelo (fue Trending Topic durante 24 horas), se retractó a través de un comunicado. “En vista de las reacciones (…) quiero pedir perdón. Entiendo y asumo que la provocación forma parte de mi trabajo. En vista de las más de 400 amenazas de muerte (…) me reitero en mis disculpas”. Concluyendo: “He pedido al canal que retire el vídeo. No pondré a disposición de las autoridades ninguna de las amenazas recibidas siempre que se dé este asunto por zanjado”.
Sin embargo, las amenazas e insultos “no paran”, explica a EL ESPAÑOL. Realmente, no sabe qué hacer o “cómo gestionarlo”, declara. El conflicto le ha sorprendido de viaje. El comunicado lo mandó desde zonas rurales de Centroamérica y a este periódico contestó antes de embarcarse en un vuelo hacia Nueva York. Mientras, su chiste ha alcanzado 7.000 reproducciones en Twitter y otras tantas en diferentes redes sociales.
EL ‘VINITO’ BODEGAS
Rober (Carballo, La Coruña, 1982), de familia bodeguera, se reconoce un poco ‘vinitos’: “Es posible que en algún restaurante me haya puesto un poco tonto hablando de ellos”, confesaba en una entrevista con este diario. Pero hasta ahí llegó su interés por los viñedos. Después, apostó por el humor. Se presentó a El Rey de la comedia y, tras competir con otros 5.000 aspirantes, acabó ganando el concurso televisivo. Después, vendría Sé lo que hicisteis..., donde fue guionista y, tras encadenar monólogos –como El umbral de la estupidez en La Chocita de el Loro–, saltó notoriamente a la fama junto a Alberto Casado con Pantomima Full.
Ha sacado provecho al ‘cuñadismo’, pero se ha topado con la comunidad gitana. “Está de moda ofenderse. Un cómico no tiene por qué pedir disculpas por intentar hacer humor hablando sobre algún colectivo. La desigualdad se debe combatir desde las instituciones y no contra los escenarios”, explica Álvaro Casares, monologuista de La chocita de el loro a EL ESPAÑOL. A Manolo Doña, también cómico, en cambio, “le parece de mal gusto”.
Con independencia de las opiniones, es la primera vez que le ocurre algo así a Rober. Hasta ahora, sólo había generado adeptos. Tony Melero, que coincidió con él en El rey de la comedia, lo entiende perfectamente. “Sus textos eran los mejores en el programa”, reconoce. De ahí su posterior éxito en Sé lo que hicisteis... y con Pantomima full. “A mí me gusta lo que hace ahora. Ha sido algo diferente. Lo que más me ha gustado”, explica.
“El problema es que cada vez hay más autocensura”, añade Toni Antonio, presidente de la Asociación de Humorismo Español, aún sin ver el vídeo. “A todos nos ha pasado alguna vez. Dices algo y… te critican”, añade. “El problema esta vez es que no sé en qué cabeza puede caber que esto pueda hacer reír. A mí me ha podido pasar a nivel individual, pero esto (…) Yo no soy gitano y me ha molestado”, argumenta Manolo Doña.
¿Dónde está el limite? Esa es la dicotomía. “En cualquier caso, si esto no va a más y él ha pedido perdón, le puede venir hasta bien”, sentencia Tony Melero. El chiste ya está hecho –y, para los gitanos, también el daño–, el perdón pedido y su nombre en boga de los adeptos y los críticos. El alcance y las consecuencias, sin embargo, están por ver.
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