Ana Belén, la bebé robada que visitaba cada año a sor María: ¿ha prescrito también su caso?
- La religiosa recibía sobres por parte de la familia adoptiva, entregas que se hacían en Navidad y en las que estaba presente la propia niña. Igual que en el caso del doctor Vela, el caso habría prescrito si se hubiera denunciado.
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El recuerdo de la Navidad se construye en la memoria de Ana Belén entre la nostalgia y la tristeza. Esta mujer, natural de Campo de Criptana (Ciudad Real), vivió sus días más felices acompañada de la corrupción de sor María, la religiosa responsable del robo de niños. Sus visitas navideñas se alejan de los habituales encuentros con la nieve, los recorridos bajo las luces de la urbe y el ansiado deseo de los regalos. Ella tenía una misión invernal muy diferente: acudía, agarrada a la mano de su madre, Petra Lucas-Torres, a visitar a esta polémica hermana, con el desconocimiento que da la incredulidad infantil y la inocencia de no saber qué estaba ocurriendo.
Ana Belén es una niña robada, cercana a la monja que ayudó al doctor Vela en su trama de tráfico infantil, hoy absuelto de los delitos que se le imputaban por considerar "que ya han prescrito". La cabeza de Ana Belén comenzó a ver su vida desde el escaparate que otorga el recuerdo y a esclarecer algunos de los episodios más sombríos de su infancia cuando encontró un documento en el que aparecía el nombre del doctor Villa, también involucrado en el tráfico de bebés. Esta víctima recuerda con claridad sus múltiples visitas a sor María durante la festividad de Pascua. Igual que ha ocurrido con la trama del doctor Vela, la del caso de Ana Belén, si ella hubiera decidido denunciar, también lo habría hecho, ya que el juez ha considerado que esos delitos prescriben diez años después de que la niña alcanzara la mayoría de edad, que en su caso se remonta al año 2001.
Su familia adoptiva convivió con la ayuda y la corrupción de sor María, y, ella misma, cuando todavía no había abandonado la infancia, vivió el intercambio de sobres entre la que entonces era su madre y la religiosa. "Soy una niña robada, enseguida lo pensé y me vinieron a la cabeza otros recuerdos, como las tarjetas de Navidad de sor María, la religiosa implicada en muchos de estos casos, que también encontré entre los papeles, o el recuerdo de cuando era pequeña ir con mi madre a ver a esta monja a la que le daba un sobre". La memoria de Ana Belén evoca a la melancolía, teñida de una mentira que se perpetuó hasta que sus padres adoptivos fallecieron y ella descubrió la mentira en la que había convivido.
La lucha por conocer lo que pasó comenzó en el año 2010 con el fallecimiento del padre adoptivo de Ana Belén, momento en el que, al llevar a cabo los procesos burocráticos pertinentes, encontró la escritura de adopción. Aquel papel plantó una semilla que creció hasta que en noviembre de 2017 encontró la ficha oficial de su nacimiento. "La ficha de parto del hospital está incompleta en la que veo que mi madre adoptiva, Petra Lucas-Torres, aparece como madre biológica y se han cortado los datos donde se supone que vienen los padres verdaderos. En otra carpeta veo un certificado que dice que mi madre es estéril", deslizaba en una entrevista a Europa Press.
Pilar V.G, su madre biológica,y Ana Belén Pintado, no habían mantenido nunca una conversación, tampoco habían cruzado un abrazo ni compartido una mirada. Son madre e hija pero sus caminos se separaron el día del nacimiento de la joven. Parecía que el destino había decidido separarles para siempre pero la vida les tenía preparada una última vuelta. 45 años después de su nacimiento, ambas se han reencontrado tras haber vivido dos vidas apartadas. Hay un persona que resuena con fuerza en esta pronta desgracia, una firma que pone nombre propio a un responsable médico en esta trama: el del doctor Villa, la persona que firma el documento en el que se afirma que su madre adoptiva era estéril, tal y como dijo ella misma en declaraciones a Europa Press.
Es en este último documento en el que aparece el nombre del doctor Ignacio Villa Elizaga tal y como confesó ella misma al mismo medio. Hoy, lunes ocho de octubre, el mismo día en el que el doctor Vela se ha librado de una larga condena, salta a la palestra mediática este otro de los grandes nombres de este entramado de tráfico infantil. La sala ha dictaminado que la entrega de Vela de una niña, Inés Madrigal, es un "hecho probado de forma incontestable" y que se llevó a cabo "fuera de los cauces legales", sin embargo, junto a esta afirmación se revela otra no tan esperanzadora para la denunciante al considerar que "el delito ha prescrito".
La historia de Pilar, de 69 años y de Ana Belén, de 45, es la de una trama de bebés robados sentenciada por el hurto de una existencia en común. En 1973 la más joven llegaba al mundo en la clínica Santa Cristina de Madrid, los médicos pusieron a la niña recién nacida sobre el pecho de su madre para, segundos después, arrebatársela. El equipo allí presente le dijo a Pilar - tenía 23 años - que su pequeña había muerto, que no había nada más que hacer y ella, sin poder imaginar cuál era la verdad, les creyó. Nada más lejos de la realidad.
Lo tenía claro: ella formaba parte de la trama de bebés robados y quería conocer a sus padres biológicos. Comenzó entonces un proceso en el que decidió trasladas una imagen suya a los medios de comunicación para llamar la atención de su familia biológica, que sabía que era de Ávila. Fue una llamada de un anónimo la que le dio la última pista hasta llegar su madre Pilar, afincada en Madrid.
De esta forma, el médico que utilizó a una niña como un regalo en el año 1969, ha quedado absuelto a pesar de ser el responsable de los delitos de detención ilegal, suposición de parto y falsedad en documento oficial. Esto ocurre tan solo unos días después de que Ana Belén Pintado y Pilar volvieran a unir sus caminos en el que ha sido su primer encuentro desde el día de su nacimiento y robo.
La sentencia emitida por la Audiencia Provincial de Madrid, despierta el anhelo y la ira de los que han sido víctimas de la red de robos. Aunque Ana Belén y Pilar han mostrado su deseo de dejar de lado la lucha judicial para exprimir el tiempo que les mantiene juntas por fin, el doctor Villa ha vivido entre salas y juicios en los últimos años.
Historial judicial de Villa Elizaga por los bebés robados
Involucrado en varios casos similares, no es una coincidencia que su firma estuviera en uno de los papeles que confirman la adopción fraudulenta de esta joven de Ciudad Real. El doctor, especializado en la disciplina de pediatría, tuvo que acudir a declarar en septiembre de 2012 tras ser denunciado por la detención ilegal de un pequeño en el año 1982 en la misma clínica en la que nació Ana Belén Pintado, la madrileña de Santa Cristina.
La vista en la sala judicial no fue el episodio más sonado de aquel día, sí sus fuertes palabras, dirigidas a una de las madres que le esperaban a la salida del juzgado. "Cállese o le voy a dar una torta", vociferó el doctor.
La carrera judicial de Villa, doctor especializado en Pediatría, no está marcada por esta única jornada. En diciembre de 2014, Villa Elizaga acudía como imputado al juzgado de instrucción número 46 de Madrid, por su posible participación en el robo Beatriz Soriano, un bebé nacido en la maternidad de O’Donnell en el año 1964. Al doctor Ignacio se le imputó por posibles delitos de detención ilegal, falsedad documental y usurpación de estado civil. Dos de estas faltas, la de detención ilegal, y la de falsedad documental, son causas que también pesaban sobre el doctor Vela.
Ambos casos han sido cerrados con el éxito en el lado de Villa, que no ha sido sentenciado por ninguno y que guarda en su trayectoria haber sido apartado de todos los procesos judiciales en los que se les imputó desde un principio.
El caso de Ana Belén es uno más en esta trama de bebés robados. Una pequeña que llegó a su pueblo con tres días de vida, de la mano del párroco de la localidad, quien facilitó el intercambio por el que sus padres adoptivos pagaron cerca de un millón de pesetas. Ahora la joven de Campo de Criptana vive una segunda oportunidad con sus padres biológicos y sus dos hermanos carnales, una opción que ha elegido vivir alejada de los varapalos judiciales y con la felicidad familiar de su lado.