Joana Lliteras es una de esas heroínas sin capa, una mártir de la salvación, una madre coraje en la tragedia. Ella perdió la vida en Sant Llorenç (Mallorca). Iba en el coche cuando se desató la tormenta. Se vio atascada en mitad del torrente de agua caído y pudo percibir, antes de la catástrofe, que aquello no iba a acabar bien. Miró a sus niños y logró salvar a uno de ellos. A su hija, de siete u ocho años –aún está por concretar la edad–, la sacó del vehículo. La apartó para darle de nuevo la vida. Entonces, quizás, pudo quedarse fuera, evitar ser arrastrada por la corriente, pero optó por volver a por su otro hijo, de cinco años, todavía desaparecido, pero no regresó. Probablemente, según testigos presenciales, logró sacarlo del automóvil –todavía siguen buscándolo–. Pero ella se quedó dentro atrapada. Su cadáver lo encontraron una vez iniciadas las labores de búsqueda. Su historia es una de las muchas que conforman el collage del desastre.
Antes de perder la vida, a Joana le dio tiempo a llamar a su marido, de viaje en Londres. Le contó que se encontraba en un atasco. En ningún momento le alarmó ni le dijo que aquello fuera peligroso. Simplemente, le informó de su situación. Después, todo cambió. En plena calle, vio cómo la lluvia asediaba la carretera, cómo el temporal se lo llevaba todo a su paso, cómo arrastraba los árboles y el fango del cajón de hormigón de los 80. Lo vio todo sin poder hacer nada. Sólo intentar salvar a sus hijos, tratar de salir de allí, evitar que fuera a más. Le sorprendió el torrente y se llevó su vida. Una de las 10 que deja el drama mallorquín.
Joana, de familia de boticarios, tenía una farmacia en Manacor, reconocen personas cercanas a la fallecida. “Era una buena persona y venía de una familia maravillosa”, prosiguen. Con su actual pareja, tenía otro hijo, el mayor, que también se encontraba en el coche junto a su abuela. El mayor fue auxiliado por un alemán y su abuela salió del automóvil por su propio pie. El menor, de cinco años, todavía se encuentra desaparecido. Lo siguen buscando en la zona de S’Illot con perros especializados en la búsqueda de personas. Pero, desde la Guardia Civil, también confiesan que será complicado por cómo se encuentra toda al área, arrasada por el torrente.
En ese temporal se quedó su vida. Aquellos momentos en la nieve junto a sus tres hijos y su marido, su gusto por la montaña, aquellas excursiones de fin de semana, su amor por los animales... tantos y tantos momentos de felicidad. Todos arrastrados por esa maldita corriente que también se ha llevado otras muchas vidas.
En total, la riada deja 10 fallecidos (seis hombres y cuatro mujeres). Tres de ellos, extranjeros (una pareja de británicos que iba en un taxi), una mujer holandesa y una persona sin identificar que, posiblemente, no sea española. También, el exalcalde de Arta, Rafael Gili, cuyo coche fue arrastrado por la corriente; un anciano con problemas de movilidad que quedó encerrado en el sótano de su vivienda; una anciana que murió mientras dormía; y Biel Mesquida Salas, que circulaba con su furgoneta por las inmediaciones de Son Vives.
Los bomberos dieron primero con la furgoneta de Biel, pero no su cuerpo. La familia, incluso, llegó a pedir ayuda a través de las redes sociales, pero finalmente se confirmaron los peores presagios y su cuerpo fue encontrado entre el lodo. Todavía se desconoce la identidad de los fallecidos restantes.
Cuando se cumplen 24 horas desde el desastre, todavía quedan personas por encontrar. Además del niño de cinco años, las tareas de búsqueda se centran en dar con dos alemanes desaparecidos, según reconoció el cónsul germano a la Cadena Ser. Pocos en comparación con lo que apuntaban las fuerzas de seguridad en los primeros minutos (entonces contabilizaban hasta 28). Muchos de ellos se refugiaron en la estación central y pudieron sobrevivir a la riada.
Es la peor tragedia que se ha vivido en Mallorca. En 2007, en otra inundación, murió una danesa de 32 años en el término municipal de Puigpunyent. Lejos queda la catástrofe de 1989, que afectó a toda la comarca de Llevant (Sant Llorenç, Manacor, Felanitx y Campos). Entonces, fallecieron tres trabajadores del Aparthotel El Corso. Nada comparado con lo de ahora.
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