¿A quién no le gustaría levantarse de la cama, mirarse al espejo y verse con unas pestañas de película? Recientemente, muchos centros de estética se han dado cuenta de lo cómodo que podría ser despedirse del rimmel e incluyeron entre sus tratamientos de belleza la extensión de pestañas. Prometen una mirada mucho más intensa, expresiva y sexy, pero ¿a qué precio? Depende. Al igual que el peligro de los tintes de peluquerías excesivamente baratas o de la maraña de las manicuras saca uñas, llegan los tratamientos de extensiones de pestañas aun precio muy bajo que dan mucho que pensar.
Por norma general, este tipo de extensiones duplica el número medio de pestañas (entre 80 y 100) y el tratamiento dura unos 90 minutos ya que los especialistas colocan cada pelo con mucha paciencia, uno a uno. Todo parece sencillo, pero según ha informado la BBC, numerosos especialistas de Japón y Reino Unido coinciden en que su abuso o la calidad del pegamento puede causar afecciones oculares irreparables. ¿De qué material es el pelo? ¿El pegamento es apto para los ojos? ¿Puede tener efectos secundarios? EL ESPAÑOL ha recorrido las calles de Madrid para conocer, en primera persona, cómo funciona este tratamiento que está revolucionando el mundo de la estética.
Una mujer de unos 40 años que regenta un centro de belleza cerca de la estación madrileña de Cuatro Caminos se resiste a incluir este tratamiento. "Leed las críticas de cada sitio y tened cuidado. Es un tratamiento muy serio. Te crea dependencia. Cada vez que se te caen tienes que volver a ponerte más. Por los ojos más vale pagar un poco más", confiesa la empleada con cara de preocupación, y añade que "prefiere no comentar nada más". De repente, una clienta del local nos interrumpe: "Yo me las puse para una boda y menudo error. Me estropee con las pestañas postizas. Además, me picaban los ojos porque llevaba lentillas. No las recomiendo". Nos enseña unas fotos y, efectivamente, parecía que tenía las pestañas de una Nancy.
Ubicado justo en la acera de en frente existe un centro especializado en uñas que añadió el tratamiento de pestañas hace un año. Una empleada nos responde a nuestras preguntas sin titubeos. Por 65 euros nos pone unas pestañas XL de seda con un pegamento hipoalergénico especial para los ojos. Probablemente no sepa que a menos de 20 metros de su local existan numerosos centros que prometen lo mismo, pero a mitad de precio.
Un nuevo negocio de chinos
Bravo Murillo se ha convertido en una de las calles preferidas de los empresarios chinos para levantar sus negocios especializados en tratamientos de estética. Entre sus pedicuras, cortes de pelo, masajes y peelings faciales no podían faltar las extensiones de pestañas. ¡Y a qué precios! En uno de ellos hay cerca de 15 empleados trabajando sin parar. Está a rebosar. Una trabajadora se toma un descanso para atendernos. Por 35 euros nos pone las pestañas una a una. "¿De qué material es el pelo?", pregunto. Su mirada lo dice todo. No lo saben. Habla en chino con una de sus compañeras durante unos minutos y siguen sin ponerse de acuerdo.
Para intentar convencernos nos invitan al sótano a que veamos con nuestros propios ojos cómo ponen las pestañas. Bajamos las estrechas escaleras y de repente vemos a otro asiático espatarrado en un sillón que nos da la bienvenida. En el interior de una sala un tanto lúgubre que no debía medir más de dos metros cuadrados hay una empleada colocando las pestañas postizas a una joven. "Es pelo natural" dice, pero no sabe decirme de dónde proviene. Ante nuestra indecisión nos asegura que el pegamento utilizado es "especial para ojos" y nos enseña un botecito que parece el primo de Super Glu, pero en chino.
Otro salón de belleza con personal asiático situado a menos de 20 metros no parece tener tanto éxito como el anterior. Unas letras ilegibles ponen nombre al centro cuyo cartel es rosa y blanco. En su interior, solo hay tres chinos sentados sobre unos lavacabezas que no parecen muy agobiados por el trabajo de la jornada de hoy. No tienen ningún cliente. Nada más entrar, uno de ellos salta del asiento para atendernos. A escasas horas de empezar el Black Friday, el empleado ya nos estaba ofreciendo una oferta muy difícil de rechazar y a un precio que colisiona contra el de la competencia. 22 euros.
Pero el tratamiento sería a ciegas. Los supuestos esteticistas no saben decirnos ni el material del pelo y el pegamento no tenía ni etiqueta. Con el fin de ganar nuevas clientas, saca de un cajón un par de cajas pequeñas de plástico transparente con el supuesto pelo en su interior. ¿Nunca ha habido problemas con el tratamiento? "Depende de la persona", responde uno de los empleados. Quitando la mirada nos da a entender que la conversación ha terminado. Prefieren no hablar.
Parece que muchos de los locales de la calle se han puesto de acuerdo con la calidad de sus productos. No aclaran los ingredientes del misterioso pegamento ni el material de las pestañas. Pero lo que sí existe es un consenso sobre la duración de las extensiones: un mes. Uno de los centros se arriesga más que sus vecinos y nos asegura que podría incluso a durar dos meses. ¿Será gracias al súper pegamento sin etiqueta?
Suena canciones de Nicky Jam de fondo. El tour por los salones de belleza por el distrito de Tetuán está a punto de terminar. Es el octavo visitado en esta jornada. Cinco latinas muy simpáticas nos dan la bienvenida y, tras preguntar sobre el tratamiento, todas se miran con cara extraña. Parece que ninguna sabe nada.
En la esquina del local hay una adolescente que no se atreve a hablar. Todas la miran y tras unos segundos ella reconoce con voz tímida que sabe poner extensión de pestañas. 30 euros. Pero tampoco lo tiene muy claro. "Naturales, naturales...no son, pero no te van a dar problemas", nos aseguran entre risas dos de las empleadas.
[Más información: El boom de las gasolineras low cost: dónde están, cuánto ahorras y sus problemas]
"No es cierto nada de lo que anuncian"
Katherina es especialista en poner extensiones de pestañas. Esta rusa de 42 años tiene decenas de títulos que prueban su arte con las manos. Hace cinco años hizo su sueño realidad y abrió Nail & Lash Extension en Madrid. En Rusia este tipo de tratamientos lo tiene que hacer un profesional especializado, por eso ella le da mucha importancia. "La situación es un poco triste en España. Hay muchos locales que te anuncian extensiones de pestañas por 25 euros de pelo natural. No es cierto nada de lo que anuncian", cuenta Katherina a este periódico con un fuerte acento del este. En su centro cobran 60 euros por el tratamiento.
Ella confía en la magia de este tipo de tratamientos que puede corregir incluso ojos separados. Se lo toma muy en serio. En su centro se resisten a poner pestañas naturales. "Muchos salones juran que es pelo de visón. Es bastante más caro que el sintético y puede producir alergias porque es pelo de animal", confiesa Katherina. En cuanto al pelo de seda, la rusa lo tiene claro: no existe. "Se trata de fibra sintética PBT que no produce alergia".
Es muy fácil comprobar si alguien miente en cuanto al material del pelo. "Sólo hay que quemar una pestaña y si huele a quemado y se transforma en ceniza es natural, mientras que si lo quemas y se queda un pequeño punto se trata de fibra sintética", expresa. La mujer también insiste en tener precauciones con el pegamento. "Hay que tener mucho ojo (nunca mejor dicho). No existe pegamento que sea hipoalérgico. Todos tienen metacrilato. Por eso, tenemos que seguir unas reglas para no entrar en contacto con el párpado.
Katherina reitera que es necesario hacerse un test en la piel para ver si el cliente es alérgico al pegamento ¿El truco de muchos de los locales "Comprar barato y vender barato. Les interesa más tener un servicio rápido y económico que bueno".
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