Denisa, por fin, podrá descansar tranquila. Han pasado más de 48 horas desde aquella maldita noche. Las velas, en la puerta del local donde fue asesinada, en la casa de su novio, han germinado. Su luz ha alumbrado el suspiro de sus vecinos. “Qué culpa tenía la pobre”, se lamentaban entre el rumor de multitudes que engullen las tragedias. La joven, a sus 17 años, fue enterrada. No le correspondía. No había hecho nada salvo dejarse llevar por la hilaridad que ofrece la adolescencia. Tener un novio (u otro), cosechar un amor sin perdurabilidad (o caduco), cambiar de chico (o chica). Nada grave. Quién no lo ha hecho a su edad. A ella, sin embargo, le ha costado la vida. No debería. Pero, según fuentes consultadas por EL ESPAÑOL, esa relación de idas y venidas con su ex pareja podría haber sucumbido en un triángulo amoroso fatal.
Denisa se enamoró de la persona equivocada. Eso la llevó a cruzarse en el camino con Rocío, la principal sospechosa y la única detenida. La imponderabilidad del destino forzó un encuentro entre ambas a raíz de su relación con Mario, su ex, el principio de su infortunio. “Cosas de chiquillos”. Eso creían todos: Daniela, su madre; y Emil, su padre. Quién iba a esperar semejante final. Entre medias, amenazas “sin importancia”, pensaron, y un pasado que, como esculpe Miguel Ángel Hernández en El dolor de los demás, es “denso”, “respira” y “se mueve hacia nosotros”. Irremediablemente, convendría añadir.
Denisa, claro, nunca lo intuyó. Se enamoró de Mario; estuvo saliendo con él. Mantuvo, en definitiva, una relación de idas y venidas. “Habían estado a punto de volver, pero...”, espetaba la madre de la asesinada estos días. Aquello, sin embargo, se acabó. Ambos dieron con un motivo para despedirse temporalmente. Él encontró a Rocío y ella a Iván, su actual pareja. Se separaron. Ya está. Ahí podría haber terminado todo. No lo hizo. Entonces, comenzaron las amenazas, según ha mantenido la familia desde su muerte, los celos y los 'líos'.
“Ella (en referencia a Rocío, la presunta asesina) se llevaba muy mal con Denisa. Ya intuíamos que podía ser ella. Estaba zumbada”, comentaba un conocido de ambos a EL ESPAÑOL. Y eso mismo denunciaba, en familia, la joven de 17 años. Su madre, Daniela, estaba sobre aviso: “Me había reenviado un mensaje en el que decía que la iba a rajar hasta matarla y que iba a pagar 50 euros por ello”. Y su padre, Emil, también estaba informado: “El sábado estuvo en mi casa y me comentó que había dejado de recibir amenazas. Yo le dije que podía hablar con el padre, guardia civil, para mediar, pero ella le quitó importancia. ‘Esta loca, papá’. Ahí se quedó todo”.
Hasta el domingo por la noche. A las 22:00 horas, Denisa estaba en casa de su novio hablando con Silvia, su amiga. Llamaron a la puerta y salió a abrir. Su compañera escuchó que pronunciaba el nombre de “Rocío”. Después, nada más. La joven de 17 años salió a pedir ayuda, pero cayó al suelo. Había sido apuñalada en el abdomen. Murió en el hospital. El triángulo amoroso –todo según la principal hipótesis que se baraja– había escrito un final amargo.
"Era muy buena chica, se dejaba llevar..."
A la mañana siguiente, el lunes, Alcorcón (Madrid) amanecía entre la estupefacción y la tristeza. En la puerta de la casa de su actual pareja, cuatro velas, las dejadas por sus padres, su novio y Silvia, su amiga. El murmullo y el boca a boca han alimentado, desde entonces, los mentideros y los confesionarios periodísticos. Daniela, la madre, que llegó desde Rumanía a España con Denisa cuando esta tenía cuatro años, llevaba más de una década en Alcorcón, aunque trabajando en una fábrica de piezas de coches en Getafe.
Daniela había visto crecer a su hija en Alcorcón y hacer gimnasia –uno de sus hobbys-, pero también dejar los estudios. “Entonces se empezó a juntar con otra gente...”, comentaba a este periódico. Estuvo con Mario, con Iván y, ahora, estudiaba peluquería. Nunca, eso sí, tomó algo malo. “Era una chica muy buena, que se dejaba llevar...”. Jugueteó, como hace cualquiera a su edad, en busca de un futuro estable. Hasta que llegó el maldito domingo.
Desde entonces, el sonido de la ambulancia se ha fundido con el rumor del cotilleo vecinal. La principal sospechosa, Rocío, no fue detenida hasta el miércoles en Ventas de la Retamosa (Toledo). Allí se empezó a cerrar una investigación con recovecos e interrogantes. ¿Estaba Mario con Rocío el domingo por la noche? ¿La asesinó la actual novia de su ex pareja o hay alguien más entrometido? Eso es lo que se dilucidará durante los próximos meses.
Mientras tanto, las velas seguirán alumbrando esa esquina entre la calle Cuenca y Desmontes, ese escondrijo en el centro de Alcorcón donde perdió la vida la joven Denisa. Han pasado, como decimos, más de 48 horas. Daniela y Emil, tras dos días de explicaciones justificadas (“no queremos que esto vuelva a ocurrir; si hay otra chica que recibe amenazas, denuncien”), se consagrarán, presumiblemente, en un silencio que sólo atentarán con levantar los tribunales. Los amigos, tras el entierro, pidieron un respeto de justicia a los micrófonos y a los peores intestinos del periodismo. Piden, sin malos modos, silencio por el recuerdo de la joven Denisa.
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