La clave del órdago de Vox sobre la violencia de género: un caladero de 4 millones de votos
- El juez Serrano, inspirador de la obsesión del partido en violencia contra la mujer, se nutre de la corriente de Gadner, teórico de la alienación parental.
- Entre 2004 y 2017 ha habido dos millones de denuncias por violencia de género: condenados, absueltos y -los mínimos- por denuncias falsas.
- Sólo 14 de las 47 víctimas por violencia machista en 2018 habían denunciado.
Francisco Serrano, cabeza de lista de Vox en las elecciones andaluzas, conocido como el juez Serrano, escribió nada más comenzar este 2019, en su cuenta de Twitter, a propósito del programa pactado por PP y Ciudadanos: “Esos pactos que los suscriban con PSOE y Podemos. En política social todos siguen, con sumisión lanar, los mandamientos de la dictadura de género. ¿Dónde el cambio?”.
Este tuit sintetiza el órdago-amenaza de Vox para apoyar la investidura de José Manuel Moreno Bonilla como presidente de la Junta de Andalucía, acordada previamente entre el PP y Ciudadanos. El partido de Santiago Abascal y de Francisco Serrano solo parece poner sobre la balanza del Palacio de San Telmo, sede de la presidencia andaluza, la eliminación del presupuesto para las políticas y ayudas en la lucha contra la violencia de género.
Un referente constante en el discurso del juez y político Serrano es Richard Gardner, el psiquiatra de Estados Unidos famoso al convertir en sospechosas enemigas a aquellas madres que temían por las vidas de sus hijos y las suyas propias, amenazados por cónyuges violentos. En cierto modo, algo parecido a la interpretación que parece hacer Vox en España con mujeres víctimas de la violencia de género.
Gardner acuñó su denominada terapia de la amenaza partiendo del supuesto de que en casos como estos la manipulación está siempre muy presente, ya sean de hijos que acaban odiando a sus padres por la mano artera, según Gardner, de las madres o de policías y jueces, como sucedería en España, siempre según la visión de dirigentes de Vox, de mujeres ventajistas con falsas denuncias o exageraciones acaecidas en el seno conyugal. "El enfoque terapéutico debe implicar un grado significativo de manipulación de la gente y la estructura, antes de que uno pueda sentarse y hablar de modo significativo con las partes afectadas", advertía el psiquiatra americano, que acabó creando toda una escuela internacional.
Si Gardner estuviera vivo y votara en España, previsiblemente apoyaría a Vox. Su perfil es coincidente con el de quienes se suman al discurso machista que postula la destrucción de las políticas de género. Un discurso político de Vox que desde diferentes estamentos es considerado intencionado, con una finalidad electoralista. De hecho, hay quien cifra en cuatro millones de votos potenciales la rentabilidad de esta cruzada contra la ley de la violencia de género.
Gardner (1931-2003) fue un psiquiatra, oficial del ejército de los Estados Unidos, que trabajó como perito judicial en numerosos procedimientos a favor de los soldados americanos acusados de abuso infantil y malos tratos de sus hijos tras regresar de conflictos bélicos como la guerra de Vietnam.
Durante sus años de ejercicio, en los que escribió cientos de artículos y cuarenta libros –autoeditados-, esgrimió teorías en las que siempre exculpaba a los hombres de las conductas violentas que se les imputaban en el ámbito de sus familias. Si había niños que presentaban signos de maltrato o abuso y los verbalizaban, él justificaba todos y cada uno de ellos alegando que se había producido una manipulación de los menores por sus madres, obsesionados con hacer daño a los padres.
Así, formuló su propia teoría, que reducía el abuso o el maltrato infantil a una mera intención dañina de la madre, y acuñó en 1985 el Síndrome de Alienación Parental (SAP). La lucha contra este pretendido síndrome, según su creador, requería, entre otras fórmulas para “curar” al niño alienado y a la madre alienadora, la terapia de la amenaza, por la que, se separaba sin contacto alguno a la madre de sus hijos, que eran entregados al padre. Madre e hijos no se volverían a ver hasta que estos tuvieran una buena relación con el padre.
El supuesto síndrome nunca fue reconocido por ninguna asociación profesional y jamás se consideró como tal ni por la Asociación Americana de Psiquiatría ni por la Organización Mundial de la Salud. Es más, lo rechazaron de plano. Cuando el psiquiatra se suicidó, en 2003, estaba incurso en diversos procedimientos por abuso infantil, después de que los rumores de pedofilia le persiguieran durante toda su vida.
El SAP sobrevivió a su creador y tuvo repercusión en Estados Unidos y en distintos países de Sudamérica. Con el tiempo, surgieron las asociaciones de víctimas del SAP. Aún sigue siendo objeto de discusión y hay quienes continúan pretendiendo elevar la manipulación por parte de los progenitores, en supuestos de divorcio, a la categoría de síndrome.
Ya existen las asociaciones de víctimas, formadas por los, en su día, niños diagnosticados como alienados y tuvo gran impacto el documental con sus testimonios Rompiendo el silencio (Breaking the Silence), en el que madres e hijos cuentan cómo fueron separados, por la entrega de la custodia a sus maltratadores.
El juez Serrano contra “el hembrismo”
En 2007, una jueza de Manresa incluyó este supuesto síndrome, con gran polémica. La sentencia, recurrida por la Fiscalía, establecía un cambio de custodia, retirándosela a la madre y concediéndosela al padre. La menor, de ocho años, tendría que vivir un mes en casa de los abuelos paternos, donde el padre podría visitarla, aunque no pernoctar. Tras este tiempo y, previa valoración de los informes psicológicos, la niña iría a vivir con su progenitor. La madre y la familia materna no podrían ver a la menor en seis meses y después irían recuperando la relación con ella de manera gradual, siempre y cuando, los informes médicos que hacían el seguimiento así lo aconsejaran. Mediante “la terapia de la amenaza”, se pretendía que la menor superase la aversión hacia su padre.
Esta fue la sentencia más sonada, pero no la primera. El Juez Serrano ya incluía el SAP, de manera más o menos clara, en sus resoluciones. Así, medio año antes, encontramos un ejemplo, con la sentencia 4/2007 del Juzgado de Familia número 7 de Sevilla de 9 de enero de 2007, dictada por don Francisco Serrano Castro, en la que se dice: “… se constata que realmente el niño no muestra un rechazo manifiesto hacia su padre, y en todo caso el rechazo que representa solo obedece al conflicto de lealtad al que se halla sometido, un conflicto en el que A. ha optado por el progenitor con el que siente una mayor vinculación, fomentando ese aparente distanciamiento la propia madre, en una estrategia de alienación parental que se hubiera culminado con el refrendo judicial de su intención de consagrar la orfandad de su hijo…”.
Durante varios años, el SAP se aplicó en algunas sentencias en los Juzgados de Familia. Ante los efectos y las nefastas medidas amparadas bajo la "terapia de la amenaza", Serrano y sus colegas seguidores de Gardner, fueron llamados a capítulo por el Consejo General del Poder Judicial en 2013, con la prescripción de no aplicar el SAP. Esa directriz tuvo que ser recordada, con preocupación e insistencia por el órgano de gobierno de la judicatura en 2016, por la persistencia del "síndrome" en algunas resoluciones.
El CGPJ manifestó que aceptar "los planteamientos de las teorías de Gardner (...) en los procedimientos de guarda y custodia de menores supone someter a estos a una terapia coactiva y una vulneración de sus derechos por parte de las instituciones que precisamente tienen como función protegerles".
Serrano conoce bien la importancia del apoyo de los grupos que mantienen una constante campaña de descrédito contra las políticas sobre género. Él creó la Plataforma Ciudadana por la Igualdad, que actualmente permanece sin actividad, pero entre cuyos postulados se encuentra la defensa del SAP.
Tras su conocida batalla con lo que él denominaba “hembrismo y feminismo radical”, Serrano se convirtió en un icono, para muchos de los detractores de las políticas de género, en 2011, cuando fue apartado temporalmente de la carrera judicial. Había sido condenado por el Tribunal Supremo como autor de un delito de prevaricación dolosa a dos años de inhabilitación al haber modificado un régimen de visitas de un menor para que un hijo pudiera salir, como nazareno, en una procesión junto a su padre, sin dar audiencia a la madre.
La sentencia fue recurrida ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. El líder de Vox en Andalucía, en su nueva condición política, mantiene su ascendencia sobre los grupos más activos contra el feminismo y cualquier cuestión relacionada con el género.
Cerca de dos millones de denuncias
El número de denuncias interpuestas por violencia de género en España, entre los años 2006 y 2017, asciende a 1.649.473. Desde la promulgación de la Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Genero, el 28 de diciembre de 2004, ha habido 1.900.000 denuncias, si tomamos los datos mínimos de este periodo también para 2005 y 2018. La cifra oficial definitiva del último año no ha sido publicada aún por el CGPJ.
Dos millones de denuncias implican, lógicamente, a dos millones de denunciados. Se trata de maltratadores condenados, maltratadores absueltos – algunos de los cuales, luego asesinaron o agredieron a sus víctimas nuevamente- y aquellos que fueron víctimas de denuncias falsas. Este último grupo es muy pequeño respecto a los anteriores. Los cuatro millones de potenciales votantes de Vox, de acuerdo con la cruzada política de este partido contra la ley de género, saldrían de la suma de todos estos dos millones “damnificados, más familiares y amigos solidarios, así como ciudadanos que consideran injusta y arbitraria la mal llamada “ideología de género”.
Es de entender que una madre o un padre con un hijo condenado o simplemente acusado de maltrato prefiera pensar que es víctima del sistema a considerar que tiene un verdugo en su propia casa. Lo mismo sucederá con mujeres que tienen como pareja a alguien condenado o acusado de malos tratos hacia su anterior novia o esposa. Ahí está el potencial banco de votos antigénero conquistado por Vox: entre denunciados y su entorno.
Las cifras que esgrime Vox para hablar de denuncias falsas inducen a engaño. Las obtienen restando al número de denuncias el número de condenas y concluye que el resto son denuncias falsas. Pero esta ecuación es engañosa.
Violencia difícil de probar
¿Cuál es entonces la explicación de la gran diferencia entre el número de denuncias y el de condenas por malos tratos? La violencia doméstica es uno de los delitos más difíciles de probar al producirse, por lo general, en el ámbito de la estricta intimidad. Por eso más del 40% de las absoluciones se basa en la falta de "corroboración periférica"; es decir de otras pruebas que respalden la denuncia.
Además, diversos especiales han reparado en lo que llaman “vestigios arcaicos en nuestras leyes”, que ni el gobierno de Rodríguez Zapatero ni el de Rajoy consiguieron eliminar. El artículo 416 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal es de obligada lectura a las denunciantes en el momento en que van a declarar en el juzgado contra sus parejas o exparejas. Es en ese difícil momento en el que las víctimas sufren miedo, tensión, ven como se tambalean los cimientos de sus vidas y sienten el peso emocional de la denuncia, cuando el juez está obligado a recordarle que tiene derecho a no declarar en contra del denunciado.
Este precepto fue redactado en 1882 y se mantuvo inalterado hasta 2009, cuando se amplió a personas de análoga relación afectiva y tiene como función evitar declaraciones, en otros delitos, que supongan un conflicto moral y, además, preservar la paz familiar. Una paz familiar que no existe cuando se habla de violencia de género.
En muchos casos, la mujer denuncia en una situación de crisis y, cuando se calma todo aparentemente, se ampara en esta posibilidad legal para evitar el procedimiento volviendo a la situación anterior. Obviamente, esto no significa que sea una denuncia falsa, sino que ha preferido no continuar o no ha tenido fuerza para ello.
Así, en 2016, según un estudio de las sentencias absolutorias de las Audiencias Provinciales en procedimientos de violencia de género, se constata que, durante ese año, el 12% de las sentencias absolutorias lo fueron por haberse acogido la víctima a la dispensa de declarar. Este dato contrasta claramente con el de 2009, en el que, el 26% de las absoluciones se producían por ese motivo. En 2017, último dato conocido, se reduce al 10,4% de las absoluciones.
Vox incluye todos los archivos y absoluciones por estos motivos en las cifras de denuncias falsas y Serrano, como Gardner, defiende la existencia masiva de víctimas que son verdugos. Se está consiguiendo, desde muchos foros, generar la perversión que pone en tela de juicio a las mujeres que denuncian, estigmatizándolas. Y Vox parece haber recogido este guante.
Los brotes internacionales
Trump, con la sombra del acoso sobre su cabeza, y las negociaciones con posibles denunciantes para comprar su silencio alrededor, tiene frases difícilmente superables como: “Las mujeres son, en esencia, objetos estéticamente agradables”, "de 6.000 acosos sexuales reportados en las fuerzas armadas, sólo 238 han sido sancionados, ¿qué otra cosa esperaban, si mezclaron a los hombres con las mujeres, genios?”.
Janusz Korwin-Mikke, eurodiputado, presidente del partido polaco de ultraderecha Wolnoś, ha trascendido a los medios por su ataque a la igualdad de género, en ocasiones como aquella en la que, en la Eurocámara, dijo: "¿Sabe usted qué papel ocupaban las mujeres en las Olimpiadas griegas? La primera mujer, ya se lo digo yo, ocupó el puesto 800. ¿Sabe usted cuántas mujeres hay entre los primeros cien jugadores de ajedrez? Se lo diré: ninguna. Por supuesto que las mujeres deben ganar menos que los hombres porque son más débiles, más pequeñas, menos inteligentes". O aquella otra en que achacó la baja natalidad en Europa a las mujeres por empeñarse en trabajar, “por no quedarse en casa”.
Bolsonaro, el nuevo presidente de Brasil, ha comenzado el año diciéndolo, alto y claro, en su discurso. Su gobierno es una “oportunidad única de rescatar al país de las amarras ideológicas”, así como de “combatir la ideología de género”. Insistió en que van a “unir al pueblo, a darle valor a las familias, a respetar las religiones y las tradiciones judeo-cristianas”.
Vox ha impuesto a PP y Cs la condición, como han dicho Albert Rivera y Pablo Casado, de negociar lo innegociable. Según la encuesta publicada por EL ESPAÑOL este domingo, los votantes de ambos partidos rechazan de amanera abrumadora cualquier concesión a la pretensión del partido de Abascal y el diputado andaluz Serrano.
El paralelismo entre las condiciones impuestas a los actores del proceso político por Vox y la estrategia trazada por el psiquiatra Gardner en los 80 parece evidente. Es la “terapia de la amenaza” basada en la supuesta manipulación de la denunciante (en algunos casos, se trata de varones) en beneficio del potencial maltratador (en poquísimos casos, mujeres), con un malévolo intercambio de papeles entre la víctima y verdugo. Cualquiera diría que Vox también considera que PP y Cs deben ser liberados de una especie de Síndrome de Alienación Parental.