El coche propulsado con gas licuado del petróleo (GLP) o Autogas está siendo el gran olvidado de la oferta automovilística. Han sido metidos en el mismo saco que los gasolina y diésel a pesar de contaminar mucho menos (cuentan con el distintivo ECO). Por precio, son equiparables entre sí, pero con la diferencia de que el gas cuesta prácticamente la mitad que la gasolina o el diésel.
En un momento en el que los eléctricos tienen un coste muy elevado para muchos, la opción de adquirir un GLP debería estar en la mesa de cualquier comprador. Más aún teniendo en cuenta que faltan 30 años para que se prohíba su circulación. Para quien no quiera deshacerse de su coche de gasolina y no contemple la compra de otro nuevo, existe una salida: por algo más de 1.000 euros, un vehículo de gasolina se puede transformar para que consuma gas.
Javier González, consultor comercial y perito en la localidad madrileña de Meco, lo hizo. "Tengo un Audi A6, del año 2000, y un Volkswagen New Beetle, también de ese año. Ambos funcionan con gas desde hace casi 10 años. No he tenido ningún problema", cuenta a EL ESPAÑOL.
El experimentado conductor recuerda ante este medio que sabía desde hace muchos años que los taxis tradicionalmente han funcionado con GLP, pero que no fue hasta 2009 cuando conoció que la transformación se podía hacer también en particulares.
"Fui a una feria de vehículos en IFEMA. Había un puesto que hablaba de la transformación en coches particulares. Me pareció una gran idea, y desde ese momento comencé a indagar por el mercado en busca de un taller que realizase este cambio."
Explica que en su día a día hace muchos kilómetros, pero sin llegar a entrar al municipio de Madrid. Se mueve por localidades colindantes y, de vez en cuando, también realiza viajes largos. Por eso, su principal motivación era el ahorro económico. "Al ser coches con la norma EURO 3 no me corresponde la pegatina ECO, pero la reducción de las emisiones contaminantes de estos coches igualmente se ha reducido de manera notable", argumenta Javier.
En 2012 decidió hacer la transformación. Le costó alrededor de 1.200 euros por vehículo. Desde entonces, su gasto en combustible se ha reducido casi a la mitad.
"Antes, con este Audi que consume 11 litros a los 100 kilómetros, gastaba 90 euros en hacer 500 kilómetros. Ahora, gasto unos 45", especifica este conductor. "No entiendo cómo no hay más conductores que realicen esta modificación", concluye.
Beneficios desconocidos por los conductores
La modificación de vehículos particulares de gasolina a gas es una realidad desde hace más de una década, aunque pocos son los que lo conocen. Mientras que en Italia se transforman 60.000 vehículos al año, en España solamente se han transformado unos 6.000 en el último año. Se trata de una opción que hasta ahora ha pasado desapercibida, llena de beneficios y con pocos inconvenientes.
Como aspectos negativos, por un lado está que el vehículo pierde potencia, pero muy poca. Entre un 3% y un 4%. Por otro, que solo se puede realizar esta transformación en vehículos gasolina. En diésel, debido a su complejidad, solo se practica en vehículos pesados.
Los beneficios, en cambio, son muchos. El principal, un ahorro económico del 45% en combustible. También existen otros, como la reducción de la emisión de partículas contaminantes y la obtención de la pegatina ECO (para los gasolinas EURO 4, 5 y 6); una mayor durabilidad del motor y un menor coste de mantenimiento, ya que la combustión por gas es más limpia y los cambios de aceite menos frecuentes; o numerosas bonificaciones fiscales dependiendo del municipio (en multitud de ayuntamientos se bonifica con hasta el 75% el Impuesto de Vehículos, reducciones de los peajes o descuentos en zonas de Servicio de Estacionamiento Regulado (SER).
¿Y de qué se trata exactamente esta "transformación"? Por lo general, se retira la rueda de repuesto del maletero. En ese habitáculo, se coloca un depósito de igual tamaño, y allí es donde se almacenará el gas. De media, con capacidad para realizar unos 500 kilómetros. Desde allí, se distribuye al motor por tuberías de alta presión. Pasa, en estado líquido, por el evaporizador, componente que gracias al sistema de refrigeración del coche (calefacción) lo convierte en gas. De esta forma, ya está preparado para ser inyectado en los cilindros del vehículo y sustituir a la gasolina.
También se instala, junto a la toma de gasolina, otra apta para introducir gas desde la manguera del dispensador de gas. Únicamente hace falta un adaptador que se enrosca en la entrada para que encaje bien la manguera de la estación de servicio y así verter el derivado del petróleo.
"El coche arranca siempre con gasolina. Cuando alcanza los 40º (alrededor de los dos minutos), la centralita que se instala (mapeada junto con la de serie del coche) indica al motor que desde ese momento va a alimentarse del depósito de gas", explica Pablo Casero, Director Comercial de IRCONGAS, taller encargado de realizar esta transformación.
En este taller cuentan con más de 40 años de experiencia entre turismos públicos y de particulares. A sus espaldas, más de 15.000 adaptaciones. Cuentan con un taller en Getafe, aunque distribuyen los kits de GLP a más de 170 talleres en toda España.
Lo primero que se necesita para pasarse al Autogas, es saber si el vehículo se puede transformar. Para ello, basta con realizar una llamada al taller y especificar el año de matriculación, la cilindrada, la potencia y el número de cilindros. Si se puede llevar a cabo, el taller pasa al cliente un presupuesto que suele oscilar entre los 1.000 y los 2.000 euros.
"En nuestro caso, tardamos una semana. Hacemos la instalación, luego un test rodado y una calibración al ralentí para comprobar que funciona correctamente. También damos la homologación y pasamos la ITV", añade del Director Comercial.
Tanto él como el resto de mecánicos y talleres son conscientes del gran desconocimiento que existe sobre este tema. Los argumentos más recurridos para desprestigiarlos son la falta de seguridad y la ausencia de puntos de suministro.
Los sistemas de transformación de GLP (siempre que se instalen en talleres homologados) cuentan con certificados de seguridad y están obligados a pasar la ITV. "Diría que hasta son más seguros que los sistemas de gasolina. Las paredes del depósito cuentan con un grosor de 3 milímetros de acero y sistemas de seguridad que evitan la fuga del gas. En todo momento permanece estanco, mientras que en los depósitos de gasolina el combustible está casi en contacto con el exterior", argumenta Casero.
Otro de los aspectos más criticados son la escasez de puntos de suministro. Pero, tanto usuarios como mecánicos, aclaran que actualmente en España hay más de 600 puntos repartidos por todo el país, por lo que hoy en día es posible recorrer la península de punta a punta sin riesgo de quedarse tirado. "Si se agota el depósito de gas, se puede recurrir al depósito de gasolina", añade el conductor entrevistado. Además, para el año 2020 se planea duplicar el número de dispensadores en todo el país.
La transformación, consideran desde este taller, está recomendada para todo tipo de usuarios, ya que supone ahorro económico y una fuerte reducción de emisiones (un 68% menos de óxido de nitrógeno y un 15% menos de dióxidos de carbono, de media). Pero el conductor que más provecho le puede sacar es el que más kilómetros haga, o el que necesite entrar en zonas restringidas, como la de Madrid.
Los ECO pueden entrar y estacionar en las zonas SER durante un máximo de dos horas. Además, durante los episodios de contaminación cuentan con casi las mismas ventajas que los vehículos con distintivo 0, prohibiéndose su aparcamiento en la zona SER en el nivel 5 (de momento, nunca alcanzado).
Pronto estará disponible para diésel
¿Y por qué no se puede realizar la transformación en diésel? Se puede y se hace, pero solo en vehículos pesados. “El ahorro en este caso únicamente es del 10%, por lo que solo se está haciendo en vehículos que recorran grandes distancias”, argumenta Pablo.
Técnicamente, la gasolina y el gas son combustibles de explosión, mientras que el diésel de compresión. El motor gasolina puede funcionar indistintamente tanto con gasolina como con gas (bi-fuel), mientras que en el diésel hace falta una mezcla por porcentajes (dual-fuel) difíciles de calibrar.
“Pronto será una realidad posible” vaticina José Luis Blanco Garrido, director general del Clúster de Autogas. “Las compañías de vehículos están destinando sus fondos a investigar y desarrollar eléctricos, pero la transformación de diésel a GLP está muy avanzada. Seguramente pronto habrá noticias”, declara el director.
Blanco considera que los coches de Autogas han sido y están siendo los más castigados por el sector. Antes, porque no se fomentaron; ahora, porque se los demoniza.
En España, desde los años 60 los taxis han funcionado con GLP, pero hasta el año 2004 no se modificó la ley para que la transformación también se pudiera hacer en particulares. “La venta de diésel funcionaba muy bien y España solamente contaba con 40 puntos de suministro en 2008; no se hizo nada por fomentar su venta”, lamenta José Luis.
Hasta el año 2015, y en concreto con el descubrimiento del ‘Dieselgate’, el mercado de los GLP no comenzó a tener notoriedad en España. Volkswagen había instalado en sus vehículos diésel vendidos a partir del año 2009 un software para alterar los resultados de las emisiones contaminantes, para engañar a la Agencia de Protección Ambiental y así pasar con éxito los estándares de contaminación. Algunos vehículos emitían hasta 40 veces más el límite permitido con esta trampa.
Este hecho, junto con la cada vez mayor preocupación de la ciudadanía por el cambio climático, propició que el consumidor comenzase a mirar otras alternativas más ecológicas, como es el caso del GLP.
Mientras que el año 2017 se cerró con 4.496 matriculaciones de GLP, este 2018 lo ha hecho con 19.598, casi cinco veces más, según datos de Clúster Autogas.
En cuanto a las transformaciones, en este 2018 ha habido casi 2.000 más (5.978) que en el año anterior (4.039).
Restricciones al tráfico, protocolos anticontaminación, y la prohibición del Gobierno de matriculación y circulación de vehículos gasolina, diésel, gas e híbridos para 2040 y 50 respectivamente, han sembrado incertidumbre entre fabricantes, vendedores y conductores. Y aunque la solución parezca estar fijada en los eléctricos, “la mejor solución a día de hoy es el gas licuado del petróleo”, considera el director del Clúster, ya que todavía faltan 30 años para que cese el uso de estos coches.
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