R. tan solo jugaba. No hacía nada malo ni pensaba que pudiera serlo. A su edad, realmente, pocas veces se atisba peligro. Estaba junto a un amigo y una amiga, divirtiéndose. Y, de buenas a primeras, pensaron en hacerse un selfi en las vías del tren. Sólo una foto, un fogonazo y se acabó; apenas unos segundos. Nada más. Poco tiempo. ¡Cómo iba a pasar el tren por allí en ese momento! Quién lo hubiera pensado. Pero ocurrió. Fue arrollada por un convoy y salió despedida. Los servicios sanitarios no pudieron salvarle la vida. Murió en Illescas (Toledo), donde vivía junto a su hermana, un año mayor, y su madre.
Es la tercera persona que fallece en circunstancias similares en los últimos cuatro años y en la misma provincia. Milagrosa, algo más mayor –tenía 44 años–, en 2016, también fue atropellada por un tren cuando se encontraba fotografiando la superluna en Illescas (Toledo). Y Luis, en 2017, un niño que apenas sumaba 13 primaveras, sufrió un percance similar: se hacía un selfi cuando fue arrollado por un convoy entre las estaciones de Montearagón y Talavera de la Reina.
La tragedia, en todos los casos, ofrece un principio similar y un final idéntico. R. ha sido la última en morir por un descuido. La niña, a sus 14 años, no fue capaz de vislumbrar el peligro de su acción, de su juego. Junto a sus dos amigos –también menores de edad–, decidió acercarse a las vías, a 100 metros de su casa y a 300 de la estación. Eligieron, sin pensarlo demasiado, el kilómetro 38,7000 de la línea Extremadura-Madrid para congelar el momento.
A las 19:30 horas, con un sol primaveral, se echaron la fotografía y se dieron cuenta de que se acercaba el tren MD 33957 que une Huelva con Atocha. Los tres amigos intentaron salir de las vías, pero a R. no le dio tiempo. Fue atropellada por el convoy. Salió volando. Se dio la alerta y acudieron los servicios sanitarios, que no pudieron hacer nada por la niña y tuvieron que atender a la madre y a la hermana de la víctima.
Desde entonces, el perfil de la adolescente de 14 años en Instagram se ha inundado de condolencias, de indignación y de sorpresa. Entre los jóvenes de su edad era muy querida. Junto a sus compañeros, compartía la pasión por la fotografía y también las confidencias típicas de la edad. Los últimos años habían sido muy duros para R. y su familia. Su padre falleció también hace dos años de cáncer. La vida ya les había golpeado con toda la fuerza que sabe hacerlo. Ahora, lo ha vuelto a hacer. De nuevo, de forma inesperada.
Ha dejado en shock a su familia y a la localidad de 26.000 habitantes. Precisamente, allí también murió Milagrosa en circunstancias similares. Mila, como la apodaban en Illescas, murió arrollada por un convoy. A las 19:00 horas, cuando estaba anocheciendo, la mujer, de 44 años, se acercó a las vías para fotografiar la superluna desde un paso no autorizado. El tren le golpeó en la cabeza. Murió al instante.
Mila era conocida en la localidad. Ese mismo mes se había apuntado a a un curso de fotografía en el Espacio de Creación Joven del Ayuntamiento. Allí acudía junto a otros 18 compañeros de clase. Algunos de ellos propusieron fotografiar la superluna. Y ella, tras la mejor instantánea, se acercó a las vías. El tren que iba de Madrid a Cáceres se dio cuenta de que había una persona. Accionó el sistema acústico y también el de frenado, pero eso no evitó la desgracia. Murió en el acto. Nunca se supo por qué no pudo escapar a tiempo.
Ella fue la primera, en 2016. Un año después, en otro punto de la provincia (entre las estaciones de Montearagón y Talavera de la Reina, llegó la segunda muerte en circunstancias similares. Luis, un niño de 13 años, había quedado con sus amigos para despedirse porque se iba a estudiar fuera. ¿Y qué hicieron? Ir a las vías para inmortalizar el momento. Pero quedó atrapado en un tramo con barandillas por donde no pudo saltar. El tren pasó y acabó con su vida. A las 14:05 horas, el maquinista del convoy dio aviso del fatal suceso a Adif.
Dos años después, la imagen, la noticia y los titulares se han repetido. De nuevo, una persona –en este caso, una niña de 14 años–, ha fallecido al lado de las vías. Tan solo quería hacerse un selfi. Tuvo un descuido, nada más, pero ha acabado siendo mortal.
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