Abdel “el músico”, estrangulado con una bufanda por su esposa: conmoción en Ceuta
Era conocido por dar clases de guitarra y de laúd, entre otras cosas. Lo asesinó su mujer, en prisión sin fianza. Tenía tres hijos.
28 marzo, 2019 20:24Noticias relacionadas
- Bravo-Hermano Liberal
- La condición de Mbappé para fichar por el Madrid
- "Matar o morir": la guerra de los 2.000 soldados de bandas latinas estalla en Barcelona
- BHL lleva a Barcelona la catarsis desenmascarando al "trío satánico": Iglesias, Abascal y Puigdemont
- Soraida Jiménez, la cordobesa de 14 años desaparecida el domingo en extrañas circunstancias
- Un guardia civil se pega un tiro en la cabeza en el geriátrico de Orense donde trabaja su mujer
- Carlos, el guardia civil ‘adiestrador’ de perros que se quitó la vida al grito de su mujer “Rocío”
- Cincuenta contactos de Miriam en Tinder para encontrar al asesino: se analizarán sus ADN
- Incautados 14 000 jamones ibéricos falsos y podridos
- Honda trabaja ya en un deflector similar al empleado por Ducati
Abdelmalik, a menudo, paseaba por la barriada Príncipe Alfonso (Ceuta) como quien lo hace por su casa. Nació, creció y prosperó en sus calles. Formaba parte de una familia con tres generaciones arraigadas al mismo lugar. Por eso, él era una institución, un hombre conocido, “una buena persona”. “Nunca había tenido problemas con nadie”, cuentan sus conocidos a EL ESPAÑOL. Pero, al parecer, los tenía con su mujer, con la que discutía y “no se llevaba bien” –siempre según los vecinos– desde hace un tiempo. Hasta que esta semana, ella –ahora en prisión– lo estranguló con una bufanda. Acabó con su vida sin miramientos ni motivo aparente. Pero con una trastienda que irá dilucidando la investigación judicial.
Naima, de origen marroquí, el pasado martes por la tarde, decidió acabar con todo. Cogió una bufanda, se acercó a Abdelmalik, su marido, y lo estranguló con una bufanda en el hogar familiar. Fue el final de su historia de amor. Después, se entregó a la Policía Nacional y confesó el crimen a una patrulla de la Guardia Civil. Sus últimas palabras antes de quedarse ‘muda’. Desde entonces, no ha dicho una palabra, pero ha sido enviada a prisión sin fianza por el juez acusada de homicidio.
“¡Ha sido una sorpresa!”, espetan los vecinos. Él, natural de Ceuta, a sus 65 años, “no quería conflictos”, cuentan sus allegados. Tenía tres hijos, todos ellos en casa de su hermano desde que ocurrió la tragedia, y jamás causaba problemas. Había trabajado como peón de medio ambiente y arreglando aparatos electrónicos (vídeos, DVDs...). En el barrio, era conocido por ser el único que era capaz de reparar televisores y uno de los primeros en hacerlo, algo tan antiguo como necesario. “Siempre fue una persona ejemplar. Cuando estábamos en el trabajo, no quería descansar. Decía que estaba mejor allí. No paraba. Era un placer estar con él”, recuerda una capataz que compartió días laborales con él a EL ESPAÑOL.
“Era una persona querida”, repiten todos. Su trabajo, su calidad humana y sus ‘vicios’ lo beneficiaban. En el barrio, daba clases de guitarra y laúd. Es más, componía para quien se lo pidiera. La música le apasionaba y trataba de mantener la cultura y las costumbres del lugar. Eso le ayudaba a superar sus malos momentos. Algunos de ellos, causados por la enfermedad. Desde hace tiempo, le costaba respirar. Para ir de un lado a otro, tenía que hacer mucho esfuerzo. “Cada vez se le veía más cansado, pero imaginar esto...”, cuentan.
Muchos días, paseaba junto a su mujer en una relación aparentemente normal. Con tres hijos y una situación económicamente estable, no se anticipaba una tragedia como la ocurrida. Abdelmalik no era violento, no entraba en peleas, no discutía y jamás había tenido rifirrafes que trascendieran más allá del ámbito familiar. En su casa, sin embargo, era distinto. “Decían que tenía problemas, que se llevaban mal...”, reconocen allegados a la pareja.
De hecho, su mujer, en los últimos meses, había actuado diferente. Su carácter había cambiado y, a menudo, se mostraba ausente. Pero nadie imaginaba que eso fuera a acabar con la vida de Abdelmalik antes de lo esperado. Todos creían, por sus problemas de salud, que algún día la vida se lo llevaría. Pero no tan pronto. No de esta manera, asesinado por su mujer.
Es el segundo hombre asesinado a manos de una mujer en menos de una semana. El otro caso, ocurrió en Murcia. Esteban y Sofía llevaban tres meses separados y habían decidido darse otra oportunidad. Iban a retomar su relación con motivo del Día del Padre en una comida familiar. Pero, en ese reencuentro, acabaron floreciendo las infidelidades de él –según contó ella al juez– y ella acabó con la vida de Esteban con un cuchillo en la cocina de su casa. Ahora, está acusada de homicidio. Igual que Naima. Dos casos en poco tiempo para engrosar aún más la lista de víctimas de violencia de género.