"Quiero agradecer a su majestad el Rey y a doña Elena por estar aquí un año más apoyándome". Con estas palabras, Rafael Nadal destacaba la presencia de Juan Carlos y su hija mayor en el palco de autoridades de la pista central de Roland Garros, la Philippe Chatrier, en París, tras ganar su duodécimo Roland Garros a Dominic Thiem. Minutos antes, su tío Toni Nadal le había hecho un gesto al tenista para que se percatara de la presencia del padre y la hermana de Felipe VI en el partido. Aunque, probablemente, él ya se hubiera dado cuenta de que estaban. O no... 

En teoría, el Rey Emérito no tenía por qué haber acudido: el pasado 27 de mayo, en un comunicado dirigido a su hijo, anunciaba su retirada de los actos públicos. Sin embargo, este domingo, ha celebrado su primera semana de 'jubilación' de la forma más surrealista: representando a la corona en París, apoyando al deportista patrio más grande de la historia. Se da la casualidad que incluso el mallorquín le ha llamado "rey", como si no hubiera otro en España.

La confusión sobre su estatus fue todavía más allá cuando el Rey Emérito 'retirado' quiso saludar a Rafael Nadal tras su victoria. El encuentro se produjo en el comedor privado del presidente de la Federación Francesa de Tenis y ante toda la delegación española (máxima representante del país si Juan Carlos es ya un jubilado más). 

El ministro de Cultura y Deporte en funciones, José Guirao; María José Rienda (secretaria de Estado para el Deporte) y el embajador español acompañaban a Juan Carlos en su saludo con Rafa Nadal, según publica El Mundo

Lo único nada protocolario que ocurrió en este encuentro fue el modo en el que la delegación española, encabezada por Juan Carlos, llegó al comedor, a través de un ascensor de cocinas, y con el tenista sin haber pasado por la ducha.

Choca todo esto con lo escrito en el mencionado comunicado de 'jubilación', en el que explicaba que, tras madurar la idea, había "llegado el momento de pasar una nueva página" en su vida y de "completar" una "retirada de la vida pública". Es más, expresaba su "voluntad y deseo de dar este paso y dejar de desarrollar actividades institucionales". Aunque, en poco tiempo, sus ganas de volver a ser el foco de todas las miradas ha vuelto a quedar patente tras su presencia en Roland Garros.  

 

La situación, por extraña, conduce inevitablemente a preguntarse qué hacía este domingo sentado en el palco de autoridades entre la infanta Elena y el embajador español en la capital francesa. ¿Si no está representando a la Corona, no debería haber estado sentado en otra parte de la pista? ¿Se ha retirado o sólo para algunas cosas? 

En realidad, el plan que han llevado a cabo Juan Carlos y la infanta Elena poco se diferencia de su vida en los últimos meses cuando sí representaba de forma oficial a la primera institución del país: viaje, comida y espectáculo. Igual que antes, pero, oficialmente, jubilado.

De hecho, el pasado 2 de junio, en su último acto oficial fijado en la agenda de la corona, Juan Carlos repitió el plan, pero en la plaza de toros de Aranjuez. Con el coso polivalente puesto en pie, dijo adiós en una corrida homenaje a su madre, doña María de las Mercedes. O quizá tan solo su comunicado remitía a un hasta luego. Porque, de lo contrario, no hubiera estado en la final de Roland Garros viendo cómo Nadal volvía a levantar la Copa de los Mosqueteros sobre la Philppe Chatrier. 

Juan Carlos, aunque 'jubilado' oficialmente, parece no haber asumido que ya está fuera de la agenda de la corona. Como en una especie de esquizofrenia, da un paso a un lado para volver, al día siguiente, al lugar que siempre había (y ha) ocupado. Su desdoblamiento de responsabilidad remite al deseo de seguir siendo la cara visible de la corona, pero sin rendir cuentas a esa misma institución. Es, de alguna manera, lo único que puede explicar esta escapada junto a la infanta Elena para disfrutar de París y de Rafa Nadal.

La infanta Elena y Juan Carlos, en la final de Roland Garros entre Rafa Nadal y Dominic Thiem. EFE

Su viaje ha sido exprés, privado, pero irresistible por todo lo que significaba. ¿Cómo se iba a perder el partido a pesar de haber anunciado su 'retirada'? Quería ir sí o sí. Y lo hizo. Viajó a París en un vuelo regular esta mañana, con billetes de primera, de Madrid a París.

Después, disfrutó junto a su hija de una comida en compañía del embajador español en Francia, Fernando Carderera, que luego les ha acompañado durante todo el encuentro de Nadal con Thiem. Concluido el partido y tras saludar al mallorquín en persona, el padre y la hermana de Felipe VI han vuelto, otra vez, en línea aérea, a España. La pareja padre e hija, que ya parece un dúo inseparable, ha estado acompañada por tres personas de seguridad, que son los asignados para la protección de ambos. Todo, en definitiva, como siempre, pero con la etiqueta de 'retirado'. 

Un viaje 'oficial' que ha hecho mientras Felipe y Letizia, los auténticos Reyes, pasaban el fin de semana en su casa de Zarzuela, en el Pabellón del Príncipe, acompañados de sus hijas, la princesa de Asturias y la infanta Sofía. "No han contemplado la idea de acudir a la final de Roland Garros, estamos en plenas deliberaciones para la formación de Gobierno, no está la cosa para viajar a París", ha reconocido una fuente de Zarzuela casi oficial. Y decimos casi, porque en domingo todos en la institución necesitan descansar. 

Aunque, eso sí, la Casa Real, tras el triunfo magnánimo de Nadal frente a Thiem, ha felicitado al mallorquín por una victoria histórica: "1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11 y ahora...... ¡¡¡¡¡DOCE!!!!!! ¡¡¡¡Rafa, leyenda eterna del tenis!!!!", ha tuiteado la cuenta oficial de la institución.

Y, mientras, Juan Carlos, como si del síndrome del rey sin corona se tratase, felicitaba a Nadal en persona, como representante 'jubilado' de la corona. Justo lo que, en teoría, había dejado. Aunque, tras lo visto, parece que sólo lo será algunas veces. En definitiva, cuando él quiera. 

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