Antonio Sánchez Navarro (La Albuera, 1960) repite de carrerilla, como si se tratara de la lista de los Reyes Godos, el nombre de los seis oncólogos que le han visto en el último año en el hospital de Don Benito-Villanueva de la Serena (Badajoz). Va de uno a otro sin dudar: del doctor Rodríguez a Carbonell, de Díaz Peña a Ignacio Delgado… Ha ido sumándolos a su historial médico. No los desprecia. De hecho, los valora -y mucho-. Qué menos. “Todos me han tratado muy bien, pero… Cada día es una sorpresa. Vas a consulta y no sabes quién te va a atender”, lamenta en conversación con EL ESPAÑOL. ¿El motivo? “La falta de personal. Yo no me quejo de su trabajo. Todo lo contrario. ¡Bastante hacen! Pero sí de la falta de medios”, apuntilla.
Hace un año, el Hospital de Don Benito-Villanueva, que atiende a 1500.000 potenciales pacientes, tenía cuatro oncólogos fijos. Desde entonces, el número ha ido menguando. Dos de ellos decidieron marcharse en enero de 2019 tras la resolución del concurso de traslados a otras Áreas de Salud, y un tercero renunció a su contrato de interinidad. ¿Y qué solución se tomó para sustituirlos? Se contrató eventualmente a una oncóloga y se decidió cumplimentar el servicio con la ayuda de médicos ‘ambulantes’ especializados de Badajoz y Mérida.
Desde la Junta se insiste, a petición de EL ESPAÑOL, en que el centro hospitalario mantiene una actividad equivalente a tres oncólogos (una fija, otra eventual y los que llegan desde núcleos cercanos). Un número que no es suficiente para nadie. Ni para sindicatos, ni para asociaciones contra el cáncer, ni para pacientes. “Y cada vez que viene alguien nuevo, se tiene que mirar todo tu historial. Eso es un problema”, se queja Antonio.
— ¿Qué hace usted cuando llega y ve una cara desconocida?
— Yo me lo tomo a broma. Me presento. Digo: ‘Buenas, yo soy Antonio. ¿Y tú quién eres?’.
— ¿Y cómo lo tratan?
— Eso, bien. Los médicos hacen lo que pueden. Por ejemplo, la última que me vio estuvo conmigo un buen rato, pero también hubo uno que, nada más pasar, me dijo: ‘Está todo perfecto. En tres meses, vuelves’. No me lo creía. Dije: ‘Espera, vamos a presentarnos’. Es así.
El caso de Antonio es el más paradigmático de todos. Estaba trabajando en Ceuta montando pladur –es a lo que se ha dedicado durante toda su vida– cuando se empezó a notar un dolor en el costado. No pensaba que fuera nada. Acudió al médico pensando que era un simple resfriado y, de primeras, nadie creyó que fuera un cáncer. “Me palparon y me mandaron a que fuera al masajista porque llegaron a la conclusión de que se trataba de un dolor muscular”. Pero no era así. En marzo de 2018, volvió. Contó que había escupido sangre y se quedó ingresado. “Entonces, empezaron las pruebas: tac, resonancias… De todo”, recuerda.
Un periplo de pruebas y oncólogos
Le diagnosticaron un cáncer de pulmón microcítico. “El primero que me vio fue el doctor Rodríguez, que se fue en enero”, rememora Antonio. A partir de ahí, comenzó su particular periplo de pruebas y oncólogos. “Sin contar con Badajoz, donde iba a la radioterapia en jornadas que empezaban en el hospital de Don Benito a las ocho de la mañana y que terminaban, después de ir hasta allí, a las seis de la tarde”, explica.
Antonio, en 15 meses de enfermedad, ha podido con la quimio, con la radio, con una sepsis generalizada… Con todo. Ahora, con la incapacidad absoluta, ‘sólo’ tiene que ir a las revisiones que le hacen cada tres meses. La última la tuvo el 10 de junio y a la próxima le toca en septiembre. ¿El problema? No sabe quién va a ser el doctor que le va a atender…
— ¿Qué implica para el paciente esta situación?
— Yo, por ejemplo, me encuentro bien. Pero es verdad que no saber qué médico te va a atender te crea mucha inseguridad. No tienes ese feeling que a veces necesita un enfermo de cáncer para hacer frente a la enfermedad psicológicamente. Lo ideal sería que te atendiera el mismo.
— ¿Por eso habéis decidido levantar la voz?
— Lo que pasa es que hay gente que habla y otra que no habla. Pero el resto de pacientes están tan quemados como nosotros.
Sus quejas, iniciadas en el diario Hoy de Extremadura, no son aisladas. Antonio no está sólo en su lucha. En las últimas semanas, Elisa ha reunido las proclamas de muchos pacientes a través de una plataforma ciudadana en Facebook y mediante una iniciativa en Change.org que pide, fundamentalmente, que vuelva a haber cuatro oncólogos en el hospital –y que ya han firmado 6.500 personas–. Ella, que superó un cáncer de ovario, ha decidido dar un paso al frente. “Nos sentimos desprotegidos ante una enfermedad que va en aumento y que necesita revisiones continuadas (…) Nos cancelan citas, hacen caso omiso a lo que decimos y existe una descoordinación total”, insiste.
¿Y qué supone esto? Una preocupación entre muchos de los pacientes. María Victoria, por ejemplo, está inquieta por lo que pueda pasar: le vieron tres tumores y le diagnosticaron un cáncer de mama en marzo de 2018. Terminó de darse quimio en septiembre y después empezó la radio. En enero, superó la enfermedad y, desde entonces, va a revisiones constantes. “Este año he tenido dos oncólogos, pero no sé si Laura, la que me atiende ahora, va a estar próximamente”, comenta en conversación con EL ESPAÑOL.
Ni siquiera si este verano, en caso de tener que consultar algo con su oncóloga, estará en el centro. “No sabemos cifras todavía, pero siguiendo la tónica actual, el personal será insuficiente”, denuncia Guadalupe Gutierro, de Comisiones Obreras, en conversación con EL ESPAÑOL. Por eso, desde el sindicato, piden que se actualicen las plantillas orgánicas, que se cubran las bajas y ausencias –hasta ahora, según reconocen, no se hace– y que se cubran las plazas vacantes.
De lo contrario, el vaivén de médicos podría confirmarse como tónica. Bien lo sabe Toñi Carmona, miembro de la plataforma creada por Elisa. Ella también teme que sea así. Hace siete años, le diagnosticaron un cáncer de mama, pero, a día de hoy, sigue pasando sus controles. Cada seis meses, acude a revisión. “El año pasado, cuando vine, me atendió el doctor Carbonell. Al irse, me dijo: ‘A ver qué tal os va, que os vais a quedar sin oncólogos’. Yo pensaba que era de broma, pero a la larga, he pensado que igual llevaba razón”, asevera en conversación con EL ESPAÑOL.
En la última revisión, Toñi fue atendida por la doctora Quintana. Pero no sabe si, en la próxima cita, volverá a verla. “Es una pena. Los enfermos de cáncer, por desgracia, estamos cada poco en el hospital y que, claro, tengas que esperar sentada un cuarto de hora cuando vienes porque el oncólogo no se sabe tu historial… Eso, por no hablar de la importancia que tiene que te vea la misma persona. Cuando tienes cáncer, te puede ocurrir que estés bien físicamente, pero quizás no psicológicamente. Por eso es fundamental la confianza con tu médico”, recalca.
¿POR QUÉ NO SE CUBREN LAS PLAZAS?
Desde la Consejería de Sanidad, al ser preguntados por Comisiones Obreras, insisten en que no se han cubierto las plazas porque no hay especialistas que quieran trabajar en el Hospital de Don Benito-Villanueva. ¿Por qué? “Bastante simple. Si tú le pides a alguien que se venga aquí con un contrato de seis meses a media jornada, te dice que no. Nadie va a mover a su familia para tan poco. En cambio, si les dijeran de venir dos años a tiempo completo, entonces sí habría gente”, específica Paco García Ramos, miembro de la plataforma.
Pero hay otra razón: las condiciones. Así lo señalan desde Comisiones Obreras en conversación con EL ESPAÑOL. ¿Entonces, cuál es la alternativa? Sin conocer la respuesta, desde la Junta se insiste en que el problema se solucionará en las próximas semanas y que, mientras tanto, con los facultativos que hay, se cubrirá la demanda. Y lo ejemplifican con un dato: en este 2019 se han incrementado las consultas (de 147 a 204) y las prestaciones realizadas (de 6.437 a 6.545) con respecto a 2018.
Pero el problema, insisten desde la plataforma, no se circunscribe tan solo a oncología. “Va más allá, es general”, recalca Paco García Ramos. Y pone un ejemplo: “En este hospital, sólo se han cubierto nueve plazas en traumatología. Pues bien, en Mérida, con una población similar, tienen 14 más los residentes. ¿Por qué?”, se pregunta. “Esa es la razón por la que aquí nos quejamos. Se está desmantelando el hospital”, sentencia.
Y, paralelamente, no se ha construido un nuevo centro ni ampliado el actual, como se lleva prometiendo desde 2003. Ni con Juan Carlos Rodríguez Ibarra (PSOE) ni con Juan Antonio Monago (PP) ni con Guillermo Fernández Vara (PSOE). Con nadie. “Nosotros hemos pedido información a la Consejería de Sanidad –explican desde Facua–, pero nadie nos ha dado una respuesta sobre plazos de construcción”. Eso sí, este viernes, coincidiendo con la polémica, se volvió a colocar un cartel anunciando la edificación de un nuevo centro hospitalario. Un cartel, por cierto, que se obligó quitar anteriormente la Junta Electoral.
Lo cierto es que, se construya o no, lo que le preocupa a Antonio, a Toñi, a Pepe, a María Victoria y a quién sea, es tener suficientes profesionales en el hospital de Don Benito-Villanueva. “Cinco”, concretamente, según pide la Asociación Española Contra el Cáncer de la localidad. Tan solo uno más con respecto a los que había el año pasado. “Sin siglas, sin partidos y sin nada. No tenemos una intención política. Simplemente, queremos que se nos trate lo mejor posible”, sentencia Antonio. “No hay más. Es por la salud de todos”, finaliza.
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