Ya lo dijo Isabel II sobre Buckingham Palace: “Si estas paredes hablaran”, le comentó a Margaret Thatcher en una de sus reuniones habituales con la Primera Ministra británica, como revela una de las biografías no autorizadas sobre la vida de la Dama de Hierro.
A nuestro nivel, está claro que no se puede comparar Buckingham Palace con Marivent, pero lo cierto es que el palacio mallorquín lleva 46 años como residencia de verano de nuestra familia real y sus muros también podrían contar muchas cosas. Desde celos (por parte de Sofía), a amagos de divorcio (entre Letizia y el propio Felipe), a discusiones (entre Carlos de Inglaterra y Lady Di) o la convivencia. Porque sí, entre Sofía y Letizia no han ido del todo bien las cosas en vacaciones.
El recinto de la discordia está situado en el barrio costero de Cala Major y fue mandado edificar por Ioannes Saridakis sobre un solar de 33.000 metros cuadrados en 1925. En 1965, dos años después de la muerte de su propietario, fue donado a la Diputación Provincial de Balears como museo público, por su viuda Ana Marconi, con la que Saridakis se había casado en segundas nupcias un tiempo después de que falleciera su primera mujer y dueña del patrimonio familiar, Laura Mounier. La cesión de la residencia a Juan Carlos y Sofía, que ostentaban el título de príncipes de España, tuvo lugar en el entonces salón principal de Marivent, en la tarde del sábado 4 de agosto de 1973, viviendo aún el general Franco.
Aquella primera llegada poco tiene que ver con la que protagonizaron los actuales Reyes el pasado jueves en avión. La imagen fue peculiar y muchos la recuerdan, Juan Carlos y Sofía llegaban al recinto en un Seat 1400. Iban con los niños, la niñera y la perrita Laia. Habían aterrizado en Son San Joan con dos Mysteres (avión militar), y fueron recibidos por las autoridades locales, tal y como atestiguaba el Diario de Mallorca, con unas fotos exclusivas en sus páginas interiores. Madre e hijo volaron en un aparato y el padre lo hizo con las dos niñas, siguiendo el mandato de que rey (entonces todavía príncipe) y heredero no viajaran jamás juntos.
Al aceptar Juan Carlos la cesión de Marivent como su residencia vacacional, la Diputación Provincial de Baleares encargó un proyecto de remodelación del interior del palacio, ya que lo iba a utilizar, especialmente en el estío, un joven matrimonio con tres hijos pequeños. Las obras duraron más de un año, sufragadas con aportaciones de varios estamentos gubernamentales, teniendo como objetivo primordial adaptar la residencia a las necesidades familiares de los entonces príncipes de España, pensando que en un futuro, más bien próximo, pasaría a convertirse en residencia real, algo que ocurrió al fallecer el general Franco, y sucederle Juan Carlos como rey, el 21 de noviembre de 1976.
A partir de entonces el palacio pasó a ser residencia de los Reyes, aunque la que de verdad reina sobre Marivent es Sofía, la más fiel a los veranos en Palma. “Lo que más echo de menos durante el año es el mar. Soy hija del Egeo, una mediterránea”, le contaba la emérita a Pilar Urbano en su libro La Reina muy de cerca y así lo ha demostrado cada año, llegando a Mallorca a mediados de julio e intentando alargarlo hasta mediados de septiembre. Este verano quiere volver a hacerlo, aunque dependerá un poco de la salud de su hermano Pablo, que se encuentra en Grecia y vive momentos delicados.
No le ocurre lo mismo a la actual reina, que intenta pasar el menor tiempo posible en la isla. Al parecer, una de las cosas que no le gusta a Letizia es el propio Marivent, que ha decorado su suegra inspirándose en su lugar de nacimiento en Tatoi (Atenas). Y eso que los reyes ocupan su propia residencia, Son Vent, una de las tres viviendas anexas que se construyeron en la década de los 90, cuando la familia real se amplió con los matrimonios de las infantas Elena y Cristina. "No le gusta, no está cómoda. La isla está llena de fotógrafos esperando a que salgan del recinto, hay mucha más presión que en Madrid. Por eso a ella no le parecen vacaciones, ya ha asumido hace muchos veranos que Marivent es su trabajo pero lejos de Zarzuela", comenta una fuente de la Casa.
A pesar de las idílicas imágenes, los veranos en Mallorca de la Familia Real detrás de los muros de Marivent no siempre han sido tan perfectos como nos intentaban vender con sus posados veraniegos. Primero salían los reyes eméritos con sus hijos, luego sus yernos y nuera, y después los nietos. En la actualidad, dicha sesión de fotos ha quedado reducida a Felipe, Letizia y sus dos hijas, la princesa de Asturias y su hermana Sofía.
Las paredes de Marivent fueron sordas testigos de más de una discusión de Juan Carlos y Sofía por un asunto que a punto estuvo de acabar con el matrimonio. Hay que recordar que fue en la isla de Mallorca donde comenzó la relación entre Juan Carlos y Marta Gayá, una de las ‘amistades peligrosas’ más famosas del emérito. La pareja se conoció en el verano de 1990 en Palma de Mallorca. Su círculo de amistades en Palma era el mismo. La primera vez que se vieron fue en una de las famosas fiestas que el empresario Zourab Tchokotua, compañero de internado del rey durante su niñez, daba en su mansión de Sa Mola, en Mallorca. Tchokotua falleció hace dos semanas en Marruecos.
“El Rey perdió la cabeza por ella. Sin duda, ha sido la mujer de su vida. Se veían en Baqueira, en la casa de la estación de esquí. Los de seguridad recogían a Marta en Barcelona y la llevaban hasta allí. Los veranos en Mallorca eran más sencillos. De Marivent al apartamento que ella tiene en el puerto es un recorrido fácil y rápido. Juan Carlos salía en moto con el casco puesto seguido por dos personas de confianza. Era la peor época de amenaza terrorista de ETA. También se veían en París, en casa de José Luis de Villalonga, amigo de ambos", comenta una fuente cercana al rey emérito y que todavía trabaja en Zarzuela.
También durante el verano en Marivent se descubrió una de las mayores crisis matrimoniales de los actuales Reyes. Fue en el mes de agosto de 2013. Comenzaban las vacaciones oficiales de la Familia Real en Marivent. Mientras el príncipe regateaba, nadie sabía dónde estaban la princesa ni sus hijas, que no se incorporaban hasta tres días más tarde a la rutina de Palma de Mallorca. Por fin, el 3 de agosto. Letizia se unía in extremis a la foto donde aparecen la reina Sofía, la infanta Elena y los ocho nietos de los eméritos.
Algo ocurrió tras los muros de la residencia de verano. Tanto es así, que Letizia decidió marcharse de Marivent de forma precipitada, tres días antes de lo previsto y sin sus hijas. A partir de aquí todo son especulaciones, algunos dicen que se marchó a Suiza, donde siempre ha encontrado un refugio para pensar. Otros que a Portugal. Unos días después, Almudena Martínez-Fornés, cronista real considerada de las habituales, publicaba en ABC un artículo en el que ponía nombre y apellidos a la crisis: "Los príncipes de Asturias: vacaciones privadas entre rumores de distanciamiento". La crónica hablaba de "fuertes rumores de crisis matrimonial" desde hacía meses. "Los rumores se dispararon de nuevo cuando la princesa abandonó Mallorca tres días antes que su marido y sus hijas, sin ningún motivo que lo justificara. Como también había llegado a Palma tres días después, Felipe sólo estuvo acompañado por su mujer cinco de los 10 días que pasó en la isla". En su círculo más estrecho, advertía la periodista, perciben que "el príncipe lo está pasando mal". Entre las razones de la crisis no estaba la falta de amor, sino "el difícil encaje de su esposa en la institución.
Nueve años después de la boda, Letizia sigue marcando un espacio propio fuera de la familia que en ocasiones choca con su actual condición. Además, se muestra impermeable a consejos y sugerencias". Así, la fuente del problema era, según la información de Martínez-Fornés, el empeño de Letizia en ser una princesa "de ocho a tres". Eso, a pesar de que ella e Iñaki Urdangarin son los únicos miembros de la familia real que decidieron "voluntariamente" integrarse en ella, "asumiendo libremente sus ventajas y servidumbres".
Finalmente, la pareja arregló sus diferencias y menos de un año después llegaron juntos al trono, aunque la reina Letizia continúa con los mismos problemas de entonces.
Pero las crisis matrimoniales vividas en Marivent no han sido solo ‘nacionales’. Una de las más recordadas sucedidas en el palacio mallorquín fue la de Carlos de Inglaterra y Lady Di. Los príncipes de Gales llegaron a visitar la isla hasta en cuatro ocasiones: además de su debut en 1986, volverían también en el 1987, en 1988 y en 1990. Diana regresaría sola, recién divorciada, en 1996, pero las cuatro visitas a la isla sirvieron para corroborar el distanciamiento de la pareja. Las fotos de una Diana solitaria y meditabunda a bordo del yate real ilustraba la situación personal de la princesa del pueblo. A pesar de la reincidencia en sus visitas posteriores y que todo el mundo daba por hecho que Diana y Carlos estaban viviendo las vacaciones de su vida, la primera estancia de Diana fue poco menos que un infierno.
“El primer viaje a Mallorca lo pasé entero con la cabeza en el váter. Lo detesté”. Se lo contó Diana a su amigo, el periodista Andrew Morton. “Todos estaban obsesionados con que Carlos era la criatura más maravillosa del mundo. ¿Y quién es la chica que viene con él? Yo sabía que llevaba dentro algo que no les dejaba ver y que no sabía usar, no sabía enseñarles. Me sentí incomodísima”, relataba Andrew, que también desmontaba la teoría de la amistad que surgió entre ella y el rey emérito.
Durante los días que los príncipes de Gales pasaron en Mallorca, el matrimonio hacía vidas separadas: Carlos pintaba acuarelas en Valldemossa y Diana tomaba el sol en las dunas de las playas del sur de la isla. Él buscaba amaneceres y atardeceres que poder retratar, ella aprendía a navegar sobre una tabla a vela. Y cuando parecía que la distancia entre ellos no podía ser mayor, Carlos aceleró su vuelta a Inglaterra (supuestamente por un examen médico de su madre) dejando sola a Diana con sus hijos.
Otra de las crisis más recientes y famosas que ha vivido la familia real en suelo balear es la bautizada como ‘Crisis de las Reinas’, el rifirrafe protagonizado por Sofía y su nuera a la salida de la Misa de Pascua de la Catedral de Palma de Mallorca en abril de 2018.
Un momento muy duro vivido en Marivent fue la última visita de Urdangarin. El ex duque de Palma se dejó de forma oficial la casa que la Infanta Cristina y su marido poseen dentro del complejo. Hablamos de febrero de 2012, cuando se refugió allí para ir a declarar como imputado en el caso Palma Arena. Nadie sabe si volverá a pisarla. Sus hijos han estado con su abuela en la isla estos días, pero sin la compañía de su madre y mucho menos de su padre, que continúa en prisión en la cárcel Brieva, en Ávila.
Este verano Marivent tiene muchas habitaciones libres. Atrás han quedado los veranos de cuento, donde aparentemente hasta el último rincón de Marivent parecía irradiar felicidad, en los que el cartel de ‘No hay habitaciones’ se colgaba en la entrada del recinto.