“Un insensato con un corazón muy grande”. Así definían a Manuel Calvo Vaz los que le conocían. A este gallego, en el año 2003, le tocaron nueve millones de euros en el sorteo del 13 de enero de La Primitiva. Tras hacerse con el bote, el hombre no cambió su modo de vida y siguió siendo el mismo Manuel que sus vecinos de Riós (Orense) de toda la vida conocían. Seguía contando con el apoyo de su mujer, sus dos hijas y conservando su trabajo en el mundo del transporte.
Una vida -aparentemente normal- hasta que seis años más tarde, el 26 de enero de 2009, el cuerpo de Manuel fue encontrado en su coche. Se había disparado con su propia arma. Semanas antes se había despedido de su mujer alegando que iba a viajar hasta Palencia, en uno de sus rutinarios viajes de trabajo. "Su historia da para escribir un libro, se lo digo yo", explicaba uno de sus vecinos cuando se conoció la noticia. Chemanuel -como así le conocían- era un hombre generoso, que no dejó nunca de retar a la suerte jugando a La Primitiva. Se trata de un juego con más probabilidades de hacerse con el bote que en otros sorteos como el Euromillones. Aun así, no perdió nunca la esperanza. Pero Manuel no pudo adaptarse a su nueva vida, hacer frente a la presión y acabó suicidándose.
A Chemanuel le tocaron nueve millones de euros
Manuel vivía en el barrio de Romariz, en el municipio de Riós, junto a su familia. Esta pequeña parroquia, situada en Ourense, no había conocido nunca la gloria. Hasta que a Chemanuel le tocaron nueve millones de euros. El hombre era una persona sencilla, regentaba el bar ‘O Frasco’, que había sido propiedad de su padre. Tras esto, el puesto lo ocupó una de las hijas del fallecido. En septiembre del 2003, cuando llegó la mayor alegría de Manuel, la familia pasaba por un momento complicado. Habían intentado reconvertir el bar en pub nocturno para darle más salidas. Pero nada funcionaba.
La lotería se convirtió en su medicina para hacer frente a los grandes problemas. Por ello, cuando se hizo con el bote, estaba convencido de que había mediado la Virgen de los Dolores, del que era devoto. Tras ganar los nueve millones de euros pasó de ‘O Frasco’ a ‘O Millonario’, y así le comenzaron a conocer por el pueblo. Cuando llegaban las fiestas patronales se aseguraba que la Virgen estuviera colmada de flores. Pero no solo se rodeó de flora tras hacerse millonario.
En los últimos años, perdió miles de euros
Su alto nivel de vida se evidenció en la compra de un Ferrari, también realizó varias reformas en su casa de Riós, que convirtió en una mansión. Tras esto, fundó la empresa "Silagro S.L.", adquiriendo también costosa maquinaria agrícola para arrendar a los agricultores. Se instaló en una nave del polígono, donde comenzó a comprar máquinas. Un total de 20 vehículos propios y 25 empleados en nómina. Además, se afilió a la asociación del transporte y rebajó los precios para conseguir negocio, algo que le granjeó las críticas del sector. Sus empresas facturaban para filiales de Citroën pero la automoción se convirtió en uno de los sectores más castigados por la crisis.
Pero no tuvo el suficiente éxito y perdió miles de euros. En los últimos años, visitaba con asiduidad el casino de Chaves en busca de esperanza. Quería sentir de nuevo lo que era ser millonario, la euforia desenfrenada de ganar un premio de tantos ceros. También, compró -de forma masiva- lotería en una Administración de Verín. Pero nada.
Le dijo a su mujer que se iba de viaje
El 13 de enero de 2009, Manuel le dijo a su mujer que se marchaba algunos días por trabajo. No era nada extraño en él, ya que recorría con frecuencia distintos puntos de España para intentar levantar su empresa de transporte. Pero algo hizo sospechar a su esposa de que no se trataba de un viaje más. De la mansión que habían construido, faltaba una escopeta y la pistola de Manuel. En cuanto la mujer se dio cuenta, removió cielo y tierra para dar con el paradero de su marido. Dos semanas más tarde, encontraron el cuerpo de Manuel en un frondoso bosque. Tenía un tiro en la cabeza. Al lado estaba su pistola.
Su historia da para escribir un libro, se lo digo yo", explicaba un vecino de Romariz. "Era el único varón de cuatro hijos, siempre vivió la vida a tope de noche y de día y mucha gente lo quería; pero tras convertirse de la noche a la mañana en millonario, le aparecieron falsos amigos, entre ellos gente que cuando era pobre no le quería bien", añade un pariente del empresario a El Faro de Vigo.
Pero Manuel no supo gestionar su fortuna. A los pocos años de ganar los nueve millones, comenzaron los agobios y las presiones de los empresarios. Su negocio soñado se fue hundiendo poco a poco, así como crecieron las deudas. En su entierro, la iglesia de la pequeña parroquia de Riós quedó chica. Allí, se congregaron sus vecinos para darle el último adiós. El silencio y las escenas de dolor se hicieron patentes durante el entierro, que se acabó convirtiendo en su propio homenaje.