La ruta por los centros comerciales fantasma de Madrid: tiendas cerradas desde hace siete meses
Con pérdidas del 70%, reducción de horarios y parte del personal en ERTE, los establecimientos de ocio están siendo los grandes afectados de la crisis.
4 octubre, 2020 03:06Noticias relacionadas
¿Recuerdan lo que era el ocio antes de la nueva normalidad? Cines, restaurantes y tiendas llenos. Y cada fin de semana familias paseando por los centros comerciales sin miedo, pasando días enteros entre sus mil establecimientos. Sin embargo, muy lejos quedan ahora los momentos en los que ir a comprar, a comer y a ver una película para cerrar la jornada nos parecía algo corriente. Sobre todo, a raíz del confinamiento de Madrid.
Este nuevo confinamiento puede derivar en una caída en el consumo y una menor afluencia en todos los espacios relacionados con el ocio, de los que no quedan exentos los centros comerciales, que nunca se han visto tan vacíos. Mucho más con la ausencia de madrileños, confinados, y de muchos de sus 'vecinos' de localidades colindantes del sur: Fuenlabrada, Parla, Alcobendas, Torrejón de Ardoz, Getafe, Alcorcón, Leganés, Móstoles y Alcalá de Henares.
EL ESPAÑOL ha visitado cinco de los principales centros comerciales de la Comunidad de Madrid para conocer cómo están afectando estos confinamientos progresivos. De esta forma, los centros seleccionados han sido el Plaza Norte 2, en San Sebastián de los Reyes; La Vaguada, en el Barrio del Pilar; Parquesur, en Leganés, localidad confinada; Islazul, en Carabanchel alto; y Nassica, en Getafe.
Plaza Norte 2
El Centro Comercial Plaza Norte 2 fue inaugurado en 2004 en San Sebastián de los Reyes, con el fin de convertirlo en “la mayor oferta comercial y de ocio del norte de Madrid”, tal y como ellos mismos se presentan en su página web. De hecho, son muy pocos los habitantes de la comunidad que, por unas o por otras, no hayan acudido a alguno de sus locales con el fin de satisfacer alguna necesidad.
Jueves, medio día. Es la última semana de septiembre y desde EL ESPAÑOL nos acercamos a ver cómo está funcionando tras el aumento de las restricciones y antes del confinamiento de Madrid. Para empezar, lo primero que se ve es un parking completamente vacío, a excepción de una pequeña área en la que instintivamente se han agrupado todos los coches aparcados -o casi todos-. Accedemos al centro y un contador nos recibe: situación de aforo al 10%. Y añade un mensaje en el que pone: “óptimo”. Aunque quizás, no lo sea tanto para los comercios.
Avanzamos entre los pasillos amplios y elegantes -cualquiera que haya visitado este centro sabe de su ostentosidad- y lo hacemos sin ninguna dificultad. Es cierto que nos encontramos entre semana y en un horario, quizás, complicado. Por lo que nos dirigimos a la zona de restauración para ver cómo de ocupadas están las mesas.
Por el camino, nos detenemos en la tienda de ambientados Equivalenza, un pequeño espacio con un producto claro y muy específico, ubicado muy próximo a este área. “Esta semana no estamos pasando de un 12% en todo el día”, explica el dependiente cuando se le pregunta acerca de la afluencia tras las últimas noticias. “Ya se notó una caída tras la cuarentena, por el miedo a las aglomeraciones. Pero ahora está siendo mucho peor”, sentencia. Y es que además, en el caso de este espacio, uno de los problemas principales es que entre semana dependía de las oficinas ubicadas en los alrededores. Empresas que han cesado la asistencia presencial y cuyos trabajadores, y potenciales consumidores, se encuentran teletrabajando. Por lo que ni los restaurantes, ni los bares están llenos. Y mucho menos, las tiendas.
Efectivamente, nos acercamos hasta la zona de hostelería y apenas se pueden ver dos o tres mesas ocupadas por local. Entre ellos, accedemos al Manolo Bakes donde nos atiende su encargado. La tienda, especializada en cruasanes rellenos y otras fantasías de los amantes del dulce, es uno de los mayores reclamos en todos los centros en los que se encuentran. “Nosotros solo llevamos aquí un año, pero desde antes de la pandemia hasta ahora hemos podido notar pérdidas de casi un 40%”, comenta. Este negocio ha prescindido del servicio en mesa por medidas higiénicas y eso también ha supuesto que los clientes accedan menos que antes. Sin embargo, las bajas cifras de afluencia tampoco ayudan y eso se refleja en la facturación.
Más allá de esto, son muchas las tiendas que, a simple vista, parecen cerradas. Según nos explican en otro de los negocios, gran parte de los locales, “en torno al 40% o 50%” han implantado el horario reducido. Además, señalan que “muchos comercios cerraron por el confinamiento” y no han logrado levantar cabeza, mientras que otros “han tenido que acortar los horarios por falta de plantilla”. Bien porque se han mantenido los ERTES o bien porque han finalizado sus contratos y no les han podido renovar.
La Vaguada
La Vaguada es, posiblemente, el centro comercial más emblemático de Madrid. Fue el primero en abrir y se encuentra ubicado en el tradicional Barrio del Pilar, todo un icono de la ciudad. Entre sus tiendas se ubica además lo que conocemos como un mercado de abastos. Concretamente, en la última planta del centro. Y allí es donde más se ha notado la falta de gente.
Es cierto que, por su condición, no es uno de los espacios menos concurridos de todos los que se han visitado para este reportaje. De hecho, durante la tarde del jueves 24, se podía ver a -relativamente- bastante gente paseando. Eso sí, recalquemos lo de pasear, porque luego los negocios estaban vacíos.
En La Boutique del Pan, un establecimiento que, como su propio nombre indica, vende pan y bollería, comentan que “durante las mañanas hay más afluencia”, en comparación. “Pero la gente compra rápido y se va. Ya no se quedan ni a tomar un café, ni nada”, añaden. En su caso, al no encontrarse cerca de una zona afectada, la dinámica se ha mantenido después del confinamiento, sobre todo los fines de semana. “Es verdad que hay poca gente, pero los domingos al menos se quedan a consumir”, afirma la más veterana de las dos trabajadoras.
Sin embargo, seguimos avanzando en el mercado y vemos muchos puestos cerrados, más de los que se encuentran abiertos. En Congelados JL, especializado en la venta de pescado, nos recibe uno de los trabajadores que está completamente solo. “Muchos de los negocios cerraron hace tiempo, no es cosa de ahora, pero así están”, indica señalando con tristeza dos de los negocios contiguos. “Lo que me sorprende es que la gente tiene que seguir alimentándose”, dice. “Que no vayan al cine o a bares lo entiendo, ¿pero tendrán que seguir comiendo, no?”, pregunta, en referencia a la falta de clientela que están notando desde que se llevó a cabo el desconfinamiento generalizado. Los pocos que les visitan son, por lo general, vecinos de la zona. Lo que lleva a preguntarse: ¿qué pasará si ellos dejan de ir también?
Un poco más adelante, ya en el área comercial, accedemos a la tienda Greenwich de maletas. Jasmine, su dependienta, habla de una “caída en picado” de las ventas. “Nuestros clientes son personas que vienen arrastrando un confinamiento desde marzo, con la falta de recursos y los ERTES que ha supuesto”, señala. Y es que resulta obvio que este negocio es, junto a las agencias de viajes, uno de los más perjudicados a causa de la crisis del coronavirus. “Nadie va a gastarse 100 euros en una maleta ahora y aunque hayamos bajado los precios, tampoco lo hacen”, comenta mientras nos enseña las tarjetas de rebajas, aplicadas a todos los productos de esta gama. En su caso, la plantilla ha pasado de tres a dos en los últimos meses y tienen miedo de que vaya a peor. “Mi compañera y yo acabamos la jornada muy preocupadas, porque nos íbamos a cero. Yo no vendí nada en todo el día”, afirma nerviosa dada la gravedad de las circunstancias.
Parquesur
Otro de los centros comerciales más emblemáticos de Madrid es Parquesur. El primero en abrir en la zona sur de la ciudad, valga la redundancia, se nutre de todos los barrios de alrededor. Lo que ha supuesto una caída bastante fuerte a causa de los confinamientos parciales de Leganés, Villaverde y Usera, principalmente. Y puede ir a más con su confinamiento total a partir de este pasado viernes.
De hecho, así lo explica la camarera del local de Yo Yogurt, ubicado en una zona de restauración completamente fantasma. “Desde el lunes no hay nadie. Ya venía poca gente, pero ahora literalmente no hay nadie”, nos cuenta en un ambiente que le da la razón, con decenas de locales vacíos pasadas ya las 20 horas de la tarde. “A mi me han tenido que bajar el sueldo porque mi jefe está perdiendo dinero, y esta es la única manera de que no tenga que cerrar”, indica cuando se le pregunta acerca de la situación concreta de su establecimiento.
Un poco más adelante, ya en el área de los locales que dan a la zona conocida como El Lago -porque se encuentran ubicados alrededor de una fuente que simula ser un lago, con varios bares de entorno chill out- accedemos a La Fábrica de Cerveza. En su caso, llevan por lo menos tres semanas sin recibir prácticamente a nadie. “No solo nos ha afectado el confinamiento actual, esto viene de antes”, explica una de las camareras. Pero es cierto que, a partir de esta semana, los resultados han sido ya “desastrosos”. Según nos aclaran, la facturación ha llegado a bajar “hasta un 70%” respecto al pasado año y actualmente todavía la mitad de la plantilla se encuentra en ERTE. Respeto al resto de locales nos comenta que la situación es muy similar. “Por la tarde se nota más afluencia, pero pasadas las 21 horas la gente se empieza a ir a su casa y por la noche no queda nadie”, aclara. Y es que, al parecer, el ocio nocturno no solamente se ha limitado por obligación, sino que en el caso de los centros comerciales ya ni siquiera se lo plantean.
“La gente está de paso. No consume y mucho menos se queda”, explica la encargada del Bar-cafetería Jamaica, apoyando a su compañera. “Lo que pasó en Parquesur fue que la gente salió muy emocionada del confinamiento y poco a poco fue decayendo la cosa. Al principio tuvimos que incorporar a toda la plantilla y ahora se han ido terminando los contratos y no les podemos renovar”, indica con tono preocupado.
Es más que obvio que, en este caso, la hostelería está siendo la más dañada, aunque las tiendas, por otra parte, tampoco están particularmente concurridas. Si bien es cierto que las calles no están completamente vacías, en ningún momento se acerca a lo que podría haber sido en otros tiempos. Algunas personas llevan bolsas de El Corte Inglés en la mano, pero la mayoría, nada. La tienda de Apple, como en el resto de Madrid, se presenta imponente, con las luces encendidas, pero con nadie dentro. Y en la mayoría de locales los y las dependientas tienen tiempo de sobra de tener todo perfectamente ordenado.
Islazul
Islazul es, a simple vista, uno de los centros más afectados por la crisis. Al estar ubicado muy próximo a Orcasitas, ha sufrido uno de los golpes más fuertes en cuanto a afluencia de público en las pasadas semanas y lo sufrirá aún más con el confinamiento de Madrid.
Entre los pasillos vacíos -casi en su totalidad- accedemos a la tienda de Belros, un espacio que solo por su olor y sus colores invita a parar a comprar algún aperitivo. Allí su dependienta nos explica que “tras un fin de semana muy bueno” se esperan "lo peor" de cara al siguiente. De hecho, en apenas unos días ya han notado una caída del 60% respecto a las ventas realizadas el fin de semana y, en cuanto al año pasado, las cifras generales ya les situan en un 30% menos. “Estamos cayendo en picado”, señala preocupada, a pesar de considerarse afortunada por el tipo de producto que venden y por su ubicación: “Si un niño te pide unas zapatillas, le puedes decir que no. ¿Pero le vas a negar unas chuches?”.
En el caso del textil pasa exactamente lo mismo. La tienda Pimkie, que ya viene arrastrando pérdidas desde hace años, se encuentra completamente desolada. Una dependienta dobla ropa mientras nos explica que, para esta temporada, solamente han traído “un perchero” de ropa de abrigo. “Nos han subido los objetivos pero las ventas no dejan de caer”, comenta frente a lo que parece un hecho insólito dada la situación. “La gente no quiere comprarse ropa por miedo, por eso tampoco nos llegan grandes reposiciones”, aclara.
Y por supuesto, en el área de restauración vemos lo mismo que lleva ocurriendo en el resto de centros. El camarero del Pomodoro lo dice claramente: “El fin de semana pasado estuvimos haciendo unos 11.500€ de media y este lunes facturamos únicamente 700€”. Una caída más que estrepitosa y que refleja a la perfección la situación generalizada. El problema, como él mismo indica, radica en que “si se confina a los barrios de los que parten los clientes potenciales y se les limitan los horarios ¿cómo se va a levantar un local?”.
Nassica
Contrasta con esta tristeza generalizada la situación del centro comercial Nassica. Compuesto además por The Style Outlets, cuya innauguración tuvo lugar el 8 de junio con gran parte de las reformas hechas. En su caso, al tratarse de un entorno abierto y mucho más amigable a simple vista, la caída no está siendo tan desproporcionada como en el resto de casos e incluso están llegando a alcanzar o superar las cifras del año pasado, gracias a que negocios como el hipermercado se mantuvieron abiertos durante el confinamiento.
“No estamos a niveles totales de 2019 debido a la situación de Covid, pero sí es verdad que hay salvedades de negocios que están funcionando mejor que otros y algunos casos en los que se están superando las ventas”, comenta Óscar Mata, el director de Gestión del Grupo Neinver, al que pertenece Nassica.
“Las medianas superficies están con ventas muy altas, sobre todo en el caso de sectores como hogar y alimentación, que han funcionado muy bien”, indica. Y es cierto que, tras tantos meses en casa, algo que han destacado los propios vendedores es que la gente “ha salido con ganas de reformar y de invertir en decoración y otros aspectos de la casa”, por lo que la facturación en estos sectores ha sido mayor.
Señalan, por otra parte, que desde la propia compañía tratan de asesorar a las firmas de textil -uno de los sectores más afectados- para que aumenten las ventas y puedan adaptarse a las nuevas necesidades de los clientes. Y que de hecho, continúan llevando a cabo sus conocidos superjueves, en los que aplican descuentos especiales en todas las tiendas. “El último ha tenido lugar este 24 de septiembre y hemos alcanzado niveles del 80% a pesar de la incertidumbre de esta semana”, destaca Mata.
Sea por localización o por el factor “aire libre”, es cierto que, con solo pasearlo, se aprecian grandes diferencias respecto a los otros centros. Personas esperando en la puerta de las tiendas para su apertura y pasillos relativamente ocupados desde primera hora de la mañana. A pesar de ello, “después del coronavirus ha bajado la afluencia”, opina la directora regional de Merkal Calzado, Patricia Pascual. “Pero el cliente que viene es más de destino”, añade. Esto en jerga comercial significa que los clientes acceden al centro o a las tiendas con el fin de comprar y marcharse. Ya no son habituales los largos paseos, pero sí que las personas que son contabilizadas finalizan su compra. A pesar de ello, afirma que, en comparación con el pasado año, las ventas de la marca se sitúan en negativo y han llegado a descender “dos cifras” por debajo de lo que solía ser.
El balance general, por desgracia, es de una situación crítica y cuya salida se ve todavía muy lejos. Con el aumento de los confinamientos, aumenta la incertidumbre y son miles y miles los trabajadores que temen volver a verse afectados por un ERTE o incluso llegando a ser despedidos por unas pérdidas dramáticas a causa de la falta de clientes.