La sangre fría de Ginés: antes de suicidarse dejó pruebas falsas para culpar a su mujer de asesinato
La investigación ha durado más de un año. Un trozo de la culata de la escopeta con la que se quitó la vida, clave en la resolución del caso
25 octubre, 2020 19:42Noticias relacionadas
Antes de la noche de su muerte, Ginés había buscado en internet “Cómo sobrevivir a un disparo en la cabeza”. Toda una declaración de intenciones de lo que iba acabar sucediendo la noche del 29 de septiembre de 2019. Ginés Priedes Junco, de 68 años, burgalés de nacimiento y ovetense de adopción. Apareció muerto a 70 metros de su casa, en el concejo de Xixún (Asturias). El motivo del deceso fue un disparo de rifle en la cabeza.
Murió casi en el acto. Todas las pruebas apuntaban a un asesinato a manos de su exmujer, la persona con la que compartía domicilio y a la que culpaba de todas sus desgracias. Ahora, tras una larga y exhaustiva investigación que ha durado más de un año, la policía ha concluido que el finado se suicidó. Que se pegó un tiro en la cabeza con una escopeta prestada por un amigo, porque nadie le quería disparar. Y que dispuso la escena del crimen de modo y manera que su ex quedase implicada como presunta autora del crimen.
Los restos de un trozo de madera de le escopeta empleada para quitarse la vida han sido decisivos para la resolución del caso. La policía ha detenido a dos hombres como presuntos cómplices de la muerte. Uno de ellos es un excompañero de Ginés en la cárcel. Concluye así el misterio del vecino más conflictivo del concejo de Xixún y el que estuvo a punto de mandar a su exmujer a la cárcel como autora de un crimen que jamás cometió.
¿Suicidio descartado?
“La investigación sobre la muerte de Ginés Priede Junco, en Xixún (Siero), descarta el suicidio y sigue trabajando en encontrar el arma larga de fuego con la que el hombre de 68 años fue disparado en la cabeza”. Así abría su informativo la televisión pública asturiana el 1 de octubre de 2019. Descartando un suicidio que, a la postre, ha sido confirmado. Un suceso que pasó por asesinato y que conmocionó a este pequeño enclave de 215 habitantes. Un pueblo en el que nunca pasa nada, donde todos los vecinos se conocen y la convivencia siempre ha sido excepcional
Siempre, hasta que llegó Ginés. Un delincuente habitual con un largo historial de robos, estafas y delitos por tráfico de drogas. Causas menores por las que pasaba pequeños periodos en la cárcel. Luego salía, volvía a delinquir y volvía a entrar en presidio. Así fue la vida de Ginés desde 1975, año en el que ingresó en prisión por primera vez por deserción militar. Dos años después entró en la cárcel por haber cometido dos robos en Málaga.
“Llevaba meses en el pueblo, pero no se relacionaba con los vecinos”, le contaba un habitante del concejo a El Comercio tras el suceso. Ginés, de 68 años, había llegado a ese domicilio de Xixún a principios de 2019. Allí residía con una mujer que había sido su pareja. En este periodo de tiempo se separaron. Pero la mala situación económica de ambos hizo que siguiesen conviviendo bajo el mismo techo.
Amigos expresidiarios
Ginés era un tipo problemático. Tanto con sus vecinos como con su expareja,a la que culpaba de todos sus males. Aseguraba que estaba atravesando una profunda depresión. Había intentado tramitar una pensión que nunca llegaba y estaba a punto de ser desahuciado. Llegó a enviar una carta a la Televisión Pública de Asturias para advertir de que se suicidaría si no conseguía una ayuda social para vivir. Como sus súplicas no fueron atendidas, decidió quitarse la vida. Pero antes, urdiría un plan para incriminar a su esposa. Ginés había decidido quitarse la vida y llevarse la de su expareja por delante.
Lo primero que hizo Ginés tras tomar la decisión fue buscar ayuda. Telefoneó a un antiguo compañero de cárcel para que le prestase una escopeta. Su amigo no tenía ningún arma de fuego, pero le puso en contacto con una tercera persona que sí disponía de un rifle. Ginés le mintió. Le dijo que necesitaba el arma para perpetrar un robo, porque no tenía ni para comer y prefería ir otra vez preso que morir de hambre.
La noche del 29 de septiembre, Ginés ya tenía el rifle en su poder. Entonces citó a su amigo expresidiario, que llegó a Xixún por la noche. Una vez allí le desvelo sus verdaderos planes. Quería morir y necesitaba que alguien le pegase un tiro. Esperaba que fuese su amigo expresidiario quien apretase el gatillo. Pero el hombre no se atrevió. Se quedó con él hasta el final de la noche, pero rehusó agarrar el arma.
Disparo e incendio
En torno a las 6 de la madrugada, Ginés decidió que ya había llegado su hora. Como su amigo no se prestó a volarle la cabeza, fue él mismo quien se ejecutó. Agarró el rifle y se disparó en el cráneo, muriendo casi en el acto. Su amigo, asustado, agarró la escopeta y lo sacó de la escena del crimen, para dificultar la investigación. Pensaban de este modo, amigo y finado, que todas las sospechas recaerían sobre la expareja de Ginés. De sobra era conocida la mala relación entre ambos.
Con la misma intención, antes de suicidarse, Ginés le había pegado fuego a su vivienda, pero con cuidado de no causar daños estructurales. Intentaba así simular una pelea con la mujer, que había acabado como el rosario de la aurora y en la que ella habría zanjado la historia disparándole en la cabeza.
Con esa hipótesis trabajaron los investigadores que se pusieron con el caso a la mañana siguiente. El cuerpo inerte de Ginés apareció en la carretera, a 70 metros de su casa. Fue un vecino del pueblo el que lo halló, creyendo primero que se trataba de un animal muerto. Tras comprobar horrorizado que era el vecino más problemático de Xixún, llamó a la policía. En apariencia, el hombre había sido ejecutado a bocajarro y el autor (o autora) se había llevado el arma. La casa, entretanto, ardía.
La primera versión publicada del suceso era clara: el suicidio estaba descartado. Pero los investigadores repararon en varios detalles. El primero, la postura del finado. La dirección de la bala que acabó con su vida no cuadraba con la posición en la que se encontraba el cadáver si hubiese recibido un disparo de otra persona. Además, en el lugar de los hechos fue hallado un troo de madera que no se sabía a qué correspondía.
Las pruebas posteriores revelaron que se trataba de un fragmento del rifle con el que se consumó la muerte. Más concretamente, de la culata de la escopeta. Fue entonces cuando los investigadores empezaron a indagar en la vida del finado. La Sección de Análisis del Comportamiento Delictivo de la Guardia Civil, compuesta por expertos en psicología y criminología, concluyeron por primera vez el fallecido podría haberse quitado la vida de forma voluntaria. La televisión local asturiana publicó que habían recibido amenazas de suicidio por parte de Ginés unos meses antes.
El dueño se delata
Pero finalmente fue un hecho aislado el que dio con la clave. El legítimo propietario del arma, el que se la prestó a Ginés, tuvo un conflicto familiar que nada tenía que ver con este suceso. Para amedrentar, usó el arma en el área de Consultas Externas del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA). Lo hizo para amenazar a unos familiares de su mujer, con los que coincidió en el centro médico.
Estos, vista la reacción del dueño de la escopeta, llamaron a los guardias de seguridad del centro médico. Uno de ellos logró interceptar a esta persona. Fue entonces cuando se percató que el arma estaba cargada con dos cartuchos, lista para disparar. Finalmente fue el propio dueño del rifle el que la entregó a la Guardia Civil. Practicadas las pruebas pertinentes, concluyeron que era la misma escopeta que Priede usó para su suicidio.
Más de un año ha durado la investigación, Un proceso arduo que ha concluido con la detención de los dos hombres: el amigo expresidirio de Ginés y el propietario de la escopeta, que acabó desvelando el misterio sin querer. Uno está acusado de tenencia ilícita armas de fuego. El otro, de ser el supuesto autor de un delito de colaboración al suicidio. El Juzgado de Instrucción número 3 de Siero mandó a ambos a la cárcel, donde se encuentran presos a la espera de juicio.
Entretanto, los vecinos del concejo de Xixún respiran aliviados. Es un lugar en el que nunca pasa nada y en el que todo el mundo se conoce. Ahí, un asesinato sin resolver es un caso que no deja descansar a ninguno de los 215 vecinos del paraje. La expareja de Ginés, por su parte, no se ha pronunciado al respecto. Y desde que el hombre se quitó la vida, por esa casa no ha pasado nadie. Un vecino conflictivo y problemático, que quiso convertir su suicidio en el crimen perfecto , pero al que le salió el tiro por la culata de forma literal. Fue la culata de la escopeta con la que se quitó la vida la que le acabó delatando.