Mallorca llora Tito's, la discoteca centenaria por donde pasó Grace Kelly: será un bloque de pisos
Por allí pasaron Aristóteles Onassis, Marlene Dietrich o Louis Armostrong. Su última Nochevieja fue la de 2019.
29 agosto, 2021 01:25Noticias relacionadas
Un perro olfatea la puerta tapiada y se aleja corriendo. Su dueño tiene prisa, pero aun así pierde unos segundos mirando el imponente edificio que preside el Paseo Marítimo de Palma. Casi con toda seguridad, ha estado ahí dentro más de una vez porque es difícil vivir en Mallorca o visitar la isla sin haber entrado en Tito’s.
Por allí pasaron Charles Chaplin, Aristóteles Onassis o Grace Kelly; allí actuaron Marlene Dietrich, Louis Armstrong o Josefine Baker; allí bailaron miles de residentes y turistas. Porque es imposible entender la Mallorca del último siglo sin Tito’s, la mítica sala de fiestas que, después de casi 100 años, se convertirá en breve en un bloque de pisos.
Quién lo iba a decir en la Nochevieja de 2019, cuando Tito’s celebró una de sus multitudinarias fiestas de Fin de Año. Llegó la pandemia y mandó parar. Y los meses pasaron y pasaron hasta que el Grupo Cursach, inmerso en una situación de crisis previa por graves problemas con la Justicia, se vio obligado a poner en venta una de sus joyas.
En octubre, colocó un anuncio en un portal inmobiliario para vender “la discoteca número uno de la capital” por 16,5 millones. Enseguida recibió la respuesta de Lorenzo Fluxá, el dueño de Camper, y el acuerdo se firmó ante notario el pasado mes de mayo. La empresa Doakid, participada mayoritariamente por la zapatera mallorquina, usará los 602 metros cuadrados para levantar un bloque de pisos de uso residencial o turístico.
Atrás quedarán casi 100 años de música, actuaciones, famosos, bailes, cotilleos y anécdotas. La historia de Tito’s es el mejor espejo de la evolución de Mallorca durante el siglo XX. Cuando abrió sus puertas en 1923 era una sala de fiestas centrada en el público local, porque en ese momento el turismo de masas no había llegado a las Baleares. La propuesta de Antonia Jaume y Antonio Capllonch, dueños del establecimiento durante más de 30 años, fue adaptándose a los cambios que iba experimentando la isla, especialmente a partir de la década de los 50. En 1955, Tito’s estrenó las terrazas cubiertas, que dieron paso a una nueva época como sala de fiestas. Decenas de autobuses enviados por los hoteles dejaban a la puerta del “primer dancing night club de Mallorca” a centenares de turistas ansiosos por vivir una experiencia llena de glamur y animación. Para acceder, había que llevar la entrada comprada desde el hotel y eran obligatorias la americana y la corbata. Incluso había un servicio de alquiler para los olvidadizos. Nadie podía vestir de forma informal si se iba a cruzar con Aristóteles Onassis, Charles Chaplin, Alain Delon o Grace Kelly. Cuentan que los lugareños se sentaban en los bancos de la plaza de Gomila, donde entonces estaba la entrada, para ver de cerca a los engalanados visitantes de la sala de fiestas.
El éxito de Tito’s atrajo en 1957 a Magalof, un magnate ruso que compró el local, se construyó su vivienda sobre la sala y se fundió buena parte de su fortuna en fiestas y jaranas varias. El millonario eslavo fue vendiendo sus acciones y Tito’s pasó por manos de un empresario francés y otro inglés, pero el local seguía siendo un referente nocturno entre lo más granado del turismo europeo. Cuentan que la sala de fiestas tenía tres orquestas, dos cuerpos de baile español y uno inglés, que actuaban sobre un enorme escenario que se elevaba automáticamente desde la pista de baile.
En 1968, se levantó una cúpula de cristal y hierro creada por Estudio Lamela Arquitectos, que desde entonces se convirtió en nuevo emblema estético de la sala de fiestas. Un millar de personas se reunían por las noches para escuchar a estrellas internacionales como Marlene Dietrich, Maurice Chevalier, The Platters, Dean Martin o Mirelle Mathieu; y nacionales, como Lola Flores, Los Brincos, Rocío Jurado o Camilo Sesto, entre muchos otros. El breve cierre de 1985 dio paso a la reconversión de Tito’s en discoteca de la mano del nuevo propietario, Bartolomé Cursach, dueño de la noche y la fiesta en Mallorca durante décadas. Su llamativa fachada y los espectaculares ascensores de cristal caracterizaron esta nueva época en la que el local aprovechó la vivienda del magnate ruso para meter cada noche a miles de turistas y residentes jóvenes a la búsqueda de música electrónica.
Resurgimiento de Tito's
“Tito’s volvió a ser ese local emblemático porque siempre fue capaz de irse adaptando a lo que el público pedía sin perder su esencia”, explica a EL ESPAÑOL Jaime Lladó, director de la discoteca durante los últimos 21 años y alma mater de la nueva vida que Tito’s tendrá próximamente en Magaluf. “Vamos a dar mucho que hablar. Llevaremos el mismo concepto a un local mucho más amplio para crear un reclamo importante para un turismo de calidad en Mallorca y también con un enfoque para el residente en Baleares”. Tito’s Calviá Beach abrirá próximamente sus puertas en un local compartido con BCM, con capacidad para 5.000 personas, “con el mismo espíritu que le hizo grande en el Paseo Marítimo de Palma”
Bajo la dirección de Lladó, Tito’s volvió a acoger fiestas fastuosas con un público más selecto atraído por grandes pinchadiscos y la implantación de las zonas VIP. “Yo traje el espíritu guerrero de la Playa de Palma, donde había trabajado muchos años con una competencia feroz, y lo que iba a ser algo temporal fue estable porque conseguí darle un nuevo impulso: después reformamos la primera planta y en un año la obra ya estaba casi amortizada, así que reformamos la segunda y la tercera”. Un día podías escuchar a Paris Hilton pinchando en olor de multitudes y al otro te saludaba desde su zona reservada Cristiano Ronaldo, que conoció en Tito’s a su novia mallorquina, Nereida Gallardo. Cada cliente se gastaba de media entre 50 y 60 euros, así que el negocio funcionaba como un tiro… hasta que llegó la pandemia. El Grupo Cursach se encontró con la práctica totalidad de sus negocios cerrados sine die, porque casi todos ellos están vinculados al ocio, “el sector más castigado por la crisis de la pandemia”. “Llevamos cerrados en algunos casos dos años y esto para cualquier empresa supone una carga demasiado pesada, así que a la propiedad no le quedó más remedio que vender uno de sus principales activos”, explica Jaime, que lamenta la falta de ayudas para mantener locales emblemáticos como Tito’s. “Duele más cuando vendes un negocio de éxito, que funciona. Si vendes algo que te da brillo a la empresa y que además es rentable, es más doloroso”.
La reconversión de Tito’s es la punta de lanza del gran cambio que Camper le dará en los próximos años a las zonas de fiesta más famosas de Palma durante más de medio siglo. La empresa nacida en Inca (Mallorca) convertirá en edificios residenciales para alquileres de larga estancia buena parte de los bares y discotecas en torno a la plaza de Gomila, donde se concentraba el ambiente nocturno desde los 50 hasta los 90. Barbarela, Minim’s, El Patio, Joe’s, Túnel, Nagual, Tres23… En esos locales, ahora mayoritariamente abandonados, se concentró la fiesta palmesana durante décadas. De allí salieron Rossy de Palma y las Diabéticas Aceleradas en los 80 de la Movida, y por allí tomaron copas miles de mallorquines y visitantes, incluidos el actual Rey Felipe VI o sus hermanas.
Pero la zona en torno a la plaza Gomila se fue degradando poco a poco: los locales fueron cerrando, los solares se multiplicaron y se construyeron algunos bloques de viviendas muy alejados de las tradicionales casas bajas del barrio en que se encuentra, El Terreno, donde a finales del siglo XIX y principios del XX vivía la burguesía capitalina y que durante las décadas posteriores acogió a escritores, pintores e intelectuales.
Bloque de viviendas
Su proyecto urbanístico contempla la construcción de varios edificios de viviendas, locales comerciales y un aparcamiento. “No serán apartamentos, será una cosa bastante experimental donde se podrá vivir. Habrá siete edificios que conformarán un barrio mixto, algunos diseñados para familias, otros para gente joven. La idea es crear una comunidad”, explicó a Última Hora Jacob van Rijs, fundador del estudio de arquitectura encargado del proyecto, el neerlandés MVRDV, habitual aliado de Camper en las tiendas y los hoteles que la firma de Fluxá tiene por todo el planeta.
Después de años de degradación y abandono institucional, la zona de Gomila parece que tiene futuro porque el proyecto de Camper ha impulsado la reforma de otras viviendas y la construcción de nuevas casas. El miedo ahora tiene otro nombre: gentrificación. Algunos vecinos temen que se repita el mismo proceso que en otros barrios como Nou Llevant o Cala Major: la construcción y reforma del parque inmobiliario acaba expulsando a los vecinos tradicionales, que son desplazados por recién llegados con un poder adquisitivo mayor y en muchos casos, extranjeros. “El paso de la propiedad de mallorquines a extranjeros supone una pérdida total del barrio que convierte a Palma en un parque temático”, subraya Joan Forteza, presidente de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Palma.
El arquitecto Guillem Reynés, cuyo estudio colabora en la reforma de Gomila, insiste en que “es un debate complejo”. “Reformar un barrio no tiene por qué significar gentrificación siempre, y más aún, cuando nuestra actuación es sobre un edificio que no era de viviendas, era de locales de ocio de baja calidad abandonado, y las parcelas colindantes eran edificios también abandonados. Todo lo que sea reformar, más en un proyecto residencial, y dar vida a cosas que estaban muertas, yo creo que siempre es positivo”.
En todo caso, si Paris Hilton o cualquiera de los famosos que han pasado por Tito’s quisieran comprarse una casa en la zona de Gomila, ya no encontrarían la puerta de entrada a la discoteca. Sólo podrían sentarse en un banco, como antaño hacían los lugareños, para pensar que cualquier tiempo pasado fue… distinto.