Dos niñas se hicieron un selfie para fotografiar a Almeida tras intentar engañarlas.

Dos niñas se hicieron un selfie para fotografiar a Almeida tras intentar engañarlas. Cedida

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"Subid a ver pajaritos": las veces que 'Mortadelo', el asesino de La Rioja, trató de engañar a otros niños

Francisco Javier Almeida López de Castro había intentado varias veces que niñas menores subieran a su casa con diferentes tretas. 

30 octubre, 2021 06:57
Domingo Díaz Brais Cedeira

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Este viernes no es un día cualquiera en Lardero (La Rioja). La noche anterior fue larga para la mayoría de vecinos. Francisco Javier Almeida López de Castro, conocido como 'Mortadelo', mató presuntamente a Alex, de 9 años, tras llevárselo del parque diciéndole que fuese a ver unos cachorritos la tarde del jueves. Muchos sienten impotencia porque piensan que se podía haber evitado, pero algo falló. No era la primera vez que este hombre lo intentaba. Hace apenas dos semanas, trató de engañar a una niña: “Subid a ver unos pajaritos”.

El barrio de Villa Patro es tranquilo, en la periferia de Logroño. Esta es una zona residencial en la que a nadie extrañaría que no pasara nunca nada. El colegio está al lado de un parque rodeado de bloques de pisos. Una plazoleta tranquila, con los columpios casi en el centro, en la que los niños suelen jugar de 5 a 8 y media de la tarde todos los días.

Sin embargo, de un tiempo a esta parte, algo había cambiado. Desde hace un año, niñas de la zona reiteraban que un varón les invitaba a ir con él, a subir a su piso.

La primera denuncia conocida por los vecinos estaba relacionada una furgoneta blanca. Un hombre había tratado de engatusar a una menor hablándole de unos cachorritos. No hubo denuncia y muchos no dieron credibilidad al asunto, porque los hechos parecían genéricos.

Comenzaron a ser más frecuentes estos intentos a partir de junio, narra una vecina del barrio a EL ESPAÑOL. Al parecer, unas pequeñas de 12 años habían dicho en varias ocasiones que un señor les decía que subieran a su casa para ver unos pajaritos.

Las pequeñas hicieron caso omiso a la petición. Pero lo extraño de lo ocurrido les llevó a hacerse una foto selfie con aparente inocencia en el lugar. En realidad, al fondo del plano aparecía el hombre que les había tratado de engatusar desde su ventana.

Francisco Javier Almeida, conocido comúnmente como Pachi en Lardero, era el hombre que aparecía en la imagen. Lo hacía en su ventana, en el segundo piso del bloque 5 de la calle Río Linares, ataviado con mascarilla.

Su último intento fallido

Carlota anda por el barrio y todos la conocen. Su hija fue la última niña a la que presuntamente intentó secuestrar, sin éxito, el conocido como Pachi. La pequeña tiene 7 años y describió cómo un hombre le dijo que le acompañara a ver unos pajaritos.

Carlota este viernes en Lardero.

Carlota este viernes en Lardero. D. D.

La madre de la pequeña no interpuso denuncia, cuenta a EL ESPAÑOL. Apunta que, en aquel momento, la policía se personó en el lugar de los hechos y comenzaron a buscar al autor de dichos engaños. No tuvieron éxito alguno.

Tomaron declaración a la pequeña, pero no había más pistas. Ella asegura que ese fue el motivo por el que no se pudo denunciar. La presencia policial aumentó en el barrio en los siguientes días para tratar de encontrar al hombre, que ahora sabe ella que era Pachi.

No están de acuerdo con que aumentara la presencia policial otros vecinos. Cuentan que de ahí parte la indignación que muestran hoy en cada acto. Se sienten abandonados.

La primera vez que Almeida engañó a una menor fue en 1989. Según cuenta el periódico La Rioja, utilizó un modus operandi similar al usado en esta ocasión. Por entonces, engatusó a una menor de 13 años diciéndole que su madre se había puesto enferma.

Cuando logró llevarla hasta su piso, la ató en una silla y la asfixió hasta que perdió el conocimiento. El agresor tenía un surco mojado en el pantalón y la bragueta bajada. Sin embargo, la menor no presentaba lesiones genitales por lo que el tribunal entendió que abusó de ella manteniendo sexo oral. Luego, la desató y la dejo ir, presentando ella la denuncia.

Pachi contó su asesinato

Francisco Javier Almeida es un tipo alto, delgado, desgarbado. Así lo describen a EL ESPAÑOL los funcionarios de las prisiones que durante todos estos años han tenido que lidiar con él. Fue condenado en 1993 por una violación y en el 2000 por agresión sexual y asesinato con alevosía.

El recluso, al que dentro del presidio apodaban 'Mortadelo', poseía un característico defecto en el habla. Era gangoso y padecía de cierta sordera.

Salió el año pasado en tercer grado de la cárcel de El Dueso (Cantabria) y fue enviado de vuelta a la de su tierra natal, Logroño y allí se le concedió la libertad condicional. Fue, tal y como ha revelado EL ESPAÑOL, en febrero del año 2020.

Pachi Almeida durante el juicio que le condenó a 30 años de cárcel, de los que cumplió 20.

Pachi Almeida durante el juicio que le condenó a 30 años de cárcel, de los que cumplió 20. La Rioja/Hemeroteca

En dicha fecha, este órgano central en materia de Prisiones le otorgó el régimen abierto —que permite a los presos pasar el día fuera de la cárcel y regresar solo a dormir y acceder a él es condición imprescindible para lograr, posteriormente, a la libertad condicional de la que disfrutaba cuando fue detenido anoche— en contra del criterio del penal de EL Dueso, ubicada en Santoña (Cantabria).

El Ministerio Fiscal tampoco recurrió entonces el visto bueno del juez de vigilancia penitenciaria a su salida de la cárcel.

En el Dueso vivía en el departamento de ingresos. Era el típico interno de confianza con un comportamiento "normal", "contenido", explican las fuentes penitenciarias que se cruzaron en su camino. Se emparejó por carta con una mujer de fuera de la prisión. Consiguió tener un vis a vis con ella.

Nunca se arrepintió, cuentan los trabajadores de distintas prisiones, de nada de lo que hizo en los años 90. De ninguno de los dos crímenes. Tras cometer el llamado 'crimen de la inmobiliaria' y volver a ingresar en prisión, en Cantabria vivía en una celda individual, en un régimen con mayor laxitud que el que tenían otros.

Durante estos meses en el barrio, el asesino había llegado a contar a varios vecinos con total normalidad, en uno de los bares de la zona, que había matado a una mujer años atrás.

Según revelan fuentes de Instituciones Penitenciarias a EL ESPAÑOL, de 2013 a 2020 se le autorizaron 39 permisos desde el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria. No se produjeron registros de incidencia alguna durante los mismos. El interno cumplió en 2017 las tres cuartas partes de su condena. Aun así, el tercer grado no se le concede hasta el 6 de febrero de 2020.

Estuvo en esta situación solo dos meses (durante los que cumplió con las medidas establecidas), ya que el 8 de abril de 2020 el juez le otorgó la libertad condicional, situación en la que permanecía hasta la actualidad. La Fiscalía no se opuso a esta medida.

En la concesión del tercer grado hubo discrepancias en la Junta de Tratamiento del centro penitenciario, por lo que el proceso fue resuelto por la Secretaría General siguiendo los cauces normativos establecidos.

En los servicios centrales se tuvo en cuenta que el interno había superado más de tres cuartas partes de la pena, su evolución penitenciaria y tratamental y el disfrute de los permisos sin que se hubiesen producido incidencias.

“Se llevaba dos cervezas”

“Venía casi siempre a sacar tabaco y pedía dos cervezas para llevar”, cuenta una camarera del barrio a EL ESPAÑOL. En este mismo local le describen como una persona aparentemente normal, aunque a veces tenía comportamientos extraños.

Una imagen del parque en el que jugaba Álex antes de su desaparición.

Una imagen del parque en el que jugaba Álex antes de su desaparición.

Una vez, en la terraza de este lugar, contó que había matado a una persona. No había dicho en qué condiciones. Unos pensaron que lo hizo en defensa propia, ya que no le veían aspecto de violento, mientras que otros simplemente llegaron a pensar que era una invención.

Desde los comercios cercanos también le describen de manera similar. “Venía, compraba dos latas de cerveza y se iba”, narran a este periódico. “Había días en que venía varias veces, eso sí”.

Las conversaciones más largas que mantenía, según las personas consultadas, versaban sobre su trabajo. “Se quejaba normalmente”, dice una dependienta que le atendió en más de una ocasión.

Al parecer, el detenido trabajaba en una empresa de limpieza. Así lo han asegurado a este periódico en el bar y la tienda que frecuentaba.

Cuando salió su rostro en la prensa, muchos recordaron episodios con el presunto asesino de Álex. Por las redes sociales, incluso, algunos contaron cómo se les había acercado a charlar, aunque sus palabras eran casi indescifrables.

La desaparición del menor

Álex apenas estuvo desaparecido unos 20 minutos. Llevaba toda la tarde jugando con otros niños. Él y su hermano pequeño eran los únicos disfrazados, de la niña del exorcista y de payaso, respectivamente. No eran del barrio, habían acudido a un cumpleaños de una amiga junto a sus padres.

Testigos de lo ocurrido señalan a este periódico que el pequeño era muy extrovertido. “Llevaba toda la tarde asustando a los demás”, cuentan a EL ESPAÑOL. En el momento en el que se les acercó el hombre, Álex jugaba con una amiga.

Hasta ahora, Pachi lo había intentado con niñas exclusivamente. Sin embargo, aseguran en el barrio que pudo confundir al pequeño con una niña por su disfraz.

Nada más marcharse Álex con el varón, en torno a las 20.20 horas del jueves, su amiga dio la voz de alerta y el barrio comenzó a buscar al menor. Una de las pequeñas que había sido increpada anteriormente por el asesino señaló a la ventana desde donde le invitaban a ella a ver pajaritos.

El colegio de Villa Patro tenía varios crespones negros en su interior.

El colegio de Villa Patro tenía varios crespones negros en su interior. D. D.

Se accedió al bloque número 5 de la calle Río Linares y dentro se encontraron al presunto autor de los hechos y al pequeño aún con vida. El edificio se llenaba de policías, pero también de vecinos del lugar. Cuentan los vecinos que uno de ellos se dio de bruces contra el presunto asesino de Álex, pero los agentes le dijeron que no era él el agresor, sino su compañero de piso.

La rabia hacía acto de presencia. Cientos de personas se agolpaban en torno al bloque durante la madrugada. Querían “lincharlo”. “Nos llamabais locos y sólo veníais dos y ahora ha tenido que morir un niño para que vengáis todos a proteger al asesino”, llegó a decir una vecina a los agentes.

El día después

Han pasado casi 24 horas de lo ocurrido, pero la rabia no se puede contener para los vecinos del barrio. Este viernes por la tarde, la moviola funciona a la perfección en la retina de muchos, que encajan las piezas de un puzle hasta ahora incompleto.

El parque Entre Ríos en el que fue secuestrado Álex es una especie de rectángulo formado por edificios altos. Tiene dos aperturas en los lados más largos, uno de los cuales da al colegio; dos puentes ofrecen acceso al lugar desde los más cortos. En uno de esos puentes, el más cercano a casa de Pachi, se agolpan algunos vecinos a la espera de que traigan al agresor para reconstruir los hechos.

El portal donde fue asesinado Álex, este viernes.

El portal donde fue asesinado Álex, este viernes. D. D.

El bloque donde vivía el presunto asesino está colmado de flores y velas en honor a Álex. Una patrulla de la Guardia Civil aguarda en la entrada, ante los ojos avizores de los vecinos. Algunos les preguntan cuándo vendrá el presunto asesino para la reconstrucción de los hechos. Es la gran incógnita.

Mientras tanto, en el parque también hay flores y homenajes. Desde el colegio de al lado, se han organizado algunos homenajes y algunos alumnos portan ramos de flores junto a sus padres.

Álex no era de esta zona, pero sí era conocido por los pequeños. En el colegio Villa Patro hay crespones negros en su honor y este viernes en las clases hubo profesionales tratando de explicar a los pequeños lo ocurrido.

Los padres aún no se explican cómo no había más seguridad en el barrio. La rabia inunda sus ojos de lágrimas en algunos casos, pensando en que le pudo pasar a cualquier pequeño.