Magea, la escuela rural donde educan como el 'Cholo' Simeone: tiene tres recreos y no hay tareas
Magea Escuela Activa tiene 28 alumnos y está situada en Castrillo del Val (Burgos). Ha creado desde cero su propio método educativo.
8 enero, 2022 06:48Noticias relacionadas
Desde hace tres años y medio Castrillo del Val, un pueblo del norte de Burgos que no llega a los 800 habitantes, se llena cada mañana de koalas, cocos y colibrís. Las responsables de que esto ocurra son Ibone Valerdi, Arantxa Arroyo, Lorena Valerdi y Sofía E. Mugüerza. Juntas forman el equipo de Magea Escuela Activa: un revolucionario colegio que ha desarrollado su propio método educativo con ideas tan sugerentes como eliminar las tareas para casa o instaurar los tres recreos.
Magea nació en 2014 por iniciativa de un grupo de familias que no encontraban en Burgos una oferta educativa que satisficiera sus necesidades. Con el objetivo de conseguir una educación más integral para sus hijos, crearon una cooperativa de familias, buscaron un espacio acorde y contrataron a un equipo pedagógico.
Sin embargo, no fue hasta el curso 2017-2018 cuando la escuela pasó a estar gestionada por el actual equipo docente. Ibone es la directora, Arantxa es la jefa de estudios, Lorena se encarga de la administración y Sofía, incorporada en 2020, maestra. No obstante, todas hacen funciones pedagógicas y gestoras, pues trabajan en un proyecto educativo común: “Ibone es la creadora del Método Magea. Se trata de una filosofía de vida, ya que no solo abarca la parte de contenidos académicos, sino también la forma en la que las niñas y niños interactúan con el entorno”, explica Sofía E. Mugüerza a EL ESPAÑOL.
En la actualidad, la escuela tiene 28 alumnos repartidos en tres grupos. Los colibrís: 12 niños de tres a cinco años; los cocos: ocho alumnos de seis a ocho años; y los koalas: ocho niños de entre ocho y once años. Esta baja ratio de alumnos por profesora es la que, en opinión de Sofía, facilita la educación individualizada: “Permite generar vínculos más fuertes con ellos”.
El Método Magea
El Método Magea fue el fruto de cuatro años de trabajo donde los avances en neuroeducación resultaron fundamentales para la concreción final. También está inspirado en diversas metodologías (Montessori, Amara Berri, Reggio Emilia, Waldorf, Aprendizaje Basado en Proyectos…). Así, entre las características más destacables de este innovador método está, por ejemplo, la agrupación multinivel que Sofía explica así: “Niños y niñas de diferentes edades comparten tiempo y espacio. De esta forma, a través de las neuronas espejo, los pequeños adquieren conocimientos gracias a la interacción con los mayores, y estos últimos desarrollan su responsabilidad”.
Además del respeto a los distintos ritmos de aprendizaje o el acompañamiento emocional, otro de los puntos fuertes es la relación de los niños con la naturaleza. Magea dispone de 3600m² de terreno exterior con jardín, huerta y frutales. “El espacio para movimiento libre, permitiendo la interacción con fauna y flora, genera cambios fisiológicos que aumentan la capacidad de atención y concentración, y acaba mejorando los resultados académicos del alumnado y su motivación”, cuenta Sofía.
El hecho de que la escuela esté situada en un entorno rural hace que esto sea posible. Sofía cree que hay que poner en valor los beneficios de estas zonas de la geografía española, ya que favorecen tanto a niños como a adultos. Por ejemplo, ayuda a la “mantener la concentración” o interviene en el comportamiento social, pues “aparecen situaciones altruistas gracias al vínculo que crean los niños entre ellos y los maestros al moverse en terrenos desconocidos”. Esto repercutiría en la atención y la generosidad: estamos más pendientes tanto de nosotros mismos como de los demás.
Los tres recreos
El hecho de estar situados en un entorno que ofrece tantas posibilidades ha permitido a Magea desarrollar otra de sus grandes apuestas: que los niños tengan tres descansos en el exterior en vez del único recreo habitual. Sofía recuerda que la idea surgió al analizar las necesidades de los niños y cómo funciona la atención en las personas: “Una persona no puede mantener su atención plena más de 40 minutos sentado en una silla, no me quiero imaginar si tiene que estar cinco horas y tan solo un recreo de 30 minutos en la mitad”.
Este cansancio llevaría a que el cerebro deje de trabajar de forma adecuada y, finalmente, el cuerpo se desvincule de este. Por ello, en Magea intercalan las clases con lo que ellos llaman tres “salidas al exterior”, ya que los momentos de descanso se realizan en el jardín.
Entre los muchos beneficios de esta iniciativa, Sofía destaca tres. El primero es que favorece la concentración, “puesto que el cuerpo es el personaje principal: corremos, saltamos en la colchoneta, nos tiramos por la rampa, escalamos en el rocódromo…”. El segundo consiste en estimular la capacidad creativa, ya que los niños usan los elementos que encuentran en la naturaleza para desarrollar sus juegos (“incluso excavar un túnel al fin del mundo en una montaña gigante”). En tercer lugar, estaría la gestión de las emociones: “El recreo es el momento ideal para trabajar el conflicto como una oportunidad de desarrollo y aprendizaje, porque es cuando los conflictos aparecen con más constancia”.
Nada de tareas
Otra iniciativa vanguardista que llevan a cabo en Magea es la que tiene que ver con los deberes para casa, algo que, en opinión de Sofía, acaba por ser “una obligación que no genera interés sobre los niños”. Por eso, en Magea tienen la norma general de no ponen tareas para hacer en casa.
Esto provocó una reacción inesperada: fueron los niños quienes acabaron pidiendo deberes. Ocurrió cuando el grupo de los koalas (los mayores) manifestaron la necesidad de trabajar más a menudo cosas que le gustaban. Además, el hecho de tener tareas les generaba curiosidad. No obstante, Sofía especifica que solo se les manda tarea “si la piden por interés propio, porque de verdad quieren trabajar más ese contenido, o por el hecho de superar y plantearse retos”.
Cuando esto sucede, los deberes siempre tienen carácter lúdico, más parecido a un juego que a lo que se entiende tradicionalmente por estos ejercicios: hacen puzles, laberintos, crucigramas… Por ejemplo, Sofía cuenta que, hace unos, días los cocos le pidieron trabajar más los invertebrados. La tarea que esta profesora les mandó fue de lo más divertida: ir a la pescadería, buscar un calamar y explorar su composición para después escribir qué características habían observado.
Todas estas actividades inciden en un enfoque que Magea lleva por bandera: la Disciplina Positiva, basada en las filosofías de los psiquiatras vieneses Alfred Adler y Rudolf Dreikus y que, esencialmente, consiste en proteger la dignidad de todas las personas. Esta disciplina tiene varios principios: los niños son seres sociales, la primera meta es sentir que pertenecen y son importantes. Para Magea, un niño que se porta mal es un niño desalentado, los errores son maravillosas oportunidades de aprender…
Tanto es así que, a veces, las palabras de Sofía podría firmarlas el 'Cholo' Simeone: “Cuando algo no va como esperamos debemos enfocarnos en soluciones. Lo primordial es que el niño aprenda qué está pasando en su cerebro y en su cuerpo cuando algo les desborda. Este es el primer paso para gestionar las emociones”, explica esta profesora, que cada semana dedica una hora de taller a que el grupo trate los temas que han generado conflicto en el aula y, entre todos, busquen una posible solución.
Lo que está claro es que el Método Magea funciona. De hecho, ya hay familias que se han cambiado de la ciudad al pueblo para poder vivir de cerca la escuela. Sin embargo, la cada vez más pronunciada disyuntiva entre ciudad y entorno rural es un problema que, desde Magea, intentan abordar: “Una posible solución podría ser que el ayuntamiento apoye proyectos educativos como el nuestro, para potenciar así la bienvenida de nuevas familias y renovar la vida del pueblo”.