El viento impide a Juan Carlos salir con el 'Bribón': "Se viene a echar el rato en el barco y ni eso le dejan"
El Rey Emérito esperó dos horas en cubierta hasta que la organización del torneo decidió cancelar definitivamente la regata.
21 mayo, 2022 14:37Noticias relacionadas
Un rey esperando solo, sentado en su trono marítimo, deseando que sople el viento. La mano izquierda tamborilea sobre cubierta, nerviosa, y sólo la detiene para comprobar el reloj. Con la derecha saluda, agradece y palmea, sin levantarse. Sonríe hacia fuera, suspira hacia dentro, mira al cielo y encoge los hombros, como preguntando “¿qué, cuándo?”. Lleva casi dos horas en la misma posición, deseando soltar amarras, pero no puede. Luego sí. Luego no. Luego no hay viento. Finalmente, la regata no llega a celebrarse.
Juan Carlos I llegó temprano al puerto de Sanxenxo, sobre las 10.30 horas de la mañana. La regata no empezaba hasta bien entrado el mediodía, pero el Emérito está desentrenado y quiere probarse. Todavía es campeón del mundo en la modalidad 6mR, la que defiende con su querido Bribón, y nada le apetece más que revalidar el título el mes que viene. Ha desayunado fruta y huevos fritos, el menú que le acompaña cada vez que se adentra a la ría. Todo está dispuesto, menos el clima.
Las dos horas de espera del Emérito sobre el trono del Bribón se reducen a un único motivo: la falta de viento. Veleros como el suyo, de poca eslora y muchos años, necesitan como poco cinco nudos de viento para poder salir a navegar. Por la mañana soplan dos. Y se desespera.
“Pobriño”, comenta una curiosa que lo observa desde la lejanía del pantalán, “se viene a echar el rato en el barco y ni eso le dejan”. Tras casi dos horas esperando, Juan Carlos decide que es suficiente y pide una zodiac para que lo remolquen fuera del puerto. “¿Pero va a ir?”, pregunta al aire -o la falta de él- la misma mujer.
La respuesta es que sí, pero de aquella manera. Al barco se subió su corte marítima: Roi Álvarez, Jane Abascal, Alberto Viejo, Eduardo Marín el canadiense Ross McDonald, que tuvo que coger un vuelo desde Brasil para reencontrarse con su patrón. Esta vez Pedro Campos, el amigo íntimo que le ofrece casa y transporte en cada una de sus visitas, se ha quedado en el barco auxiliar.
Tras varias horas de espera Juan Carlos se adentra en la ría alrededor de las tres de la tarde. Se aleja y navega cerca de una hora, esperando a que la organización dé luz verde para retomar la competición. Al final, el clima no tiene piedad. No sopla el viento suficiente, la regata se cancela a las cinco de la tarde y el rey que por la mañana esperaba solo tiene que volver a casa sin haber navegado una sola manga reglamentaria. Vamos, que ni una cosa ni la otra, sino todo lo contrario.
Retomar la forma
La idea del Señor, como se le conoce en el ambiente náutico, era recuperar la forma este fin de semana tras dos años sin competir, pero sin excesos. El viernes no pudo ser debido a la fuerza del viento y el sábado debido a su escasez, pero nadie de la tripulación descarta que vuelva a ponerse a la caña este domingo, la última oportunidad antes del mundial que se celebrará entre el 10 y el 18 de junio en Sanxenxo.
Si ayer no se vio seguro, hoy era el día en que quería ver cumplido su deseo de volver a patronear el Bribón, como ya confirmó Pedro Campos a EL ESPAÑOL. El barco estaba preparado para su vuelta desde el martes, la mar llevaba en calma toda la semana y el viento había empezado a amainar desde que ayer le jugara una mala pasada a la regata. Tanto amainó que acabó desapareciendo por completo.
Al final, la regata se ha suspendido. Juan Carlos salió a navegar al filo de las tres de la tarde para comprobar el estado del mar y el viento, cuando todavía había esperanzas de retomar las pruebas. Finalmente, tras dos horas de práctica, la organización suspendió el día de regatas alrededor de las cinco de la tarde, privando al Emérito de su deseada competición.
Aun así, los 6.000 km que separan Sanxenxo de Abu Dabi no se han recorrido en vano. Además de reencontrarse con su tripulación, el viejo rey ha podido ver a su hija Elena, que se marchó el viernes a Sevilla, y al grupo de cinco amigos que vinieron desde Madrid para pasar el fin de semana con él y su familia náutica, con la que cenaron el viernes en casa de Pedro Campos. Se trata de José María Juncadella, Pedro de Borbón Dos Sicilias, Carlos Espinosa de los Monteros, un miembro de Concordia Real Española y una quinta persona que este periódico no ha podido identificar.