La lucha de Míriam: denuncia a 22 médicos por tardar 2 años en dar con el cáncer que mató a su hijo
Pedro López Graña, abogado de la madre del difunto Jorge, de 19 años, sostiene que "la enfermedad se podría haber diagnosticado desde el principio, para que el tumor no desembocara en un diagnóstico fatal".
30 mayo, 2024 02:27La psicóloga le aconsejó a Míriam que dejase de visitar el camposanto para tratar de pasar página por la muerte de su hijo, Jorge, con solo 19 años, pero su respuesta fue no volver a las sesiones de terapia. "Yo siempre digo que tengo dos casas, una es la mía, y la otra, el cementario, donde descansa el cuerpo de mi hijo", advierte Míriam García Cano.
Esta madre no puede pasar página porque considera que una supuesta negligencia médica le privó a Jorge de tratarse a tiempo un tumor espinal y por eso ha presentado una querella contra los 22 facultativos que estuvieron atendiendo a su hijo, durante dos años que fueron un auténtico calvario. "La enfermedad se podría haber diagnosticado desde el principio y el cáncer, en vez de ser maligno, habría sido benigno", se lamenta a diario Míriam. "Estuvimos en cinco hospitales entre Torrevieja, Elche y Alicante".
De momento, la querella que ha presentado a través del abogado Pedro López Graña, ya ha motivado que el Juzgado de Instrucción número 3 de Alicante cite a declarar a 4 de esos 22 médicos, en calidad de investigados, por un homicidio por imprudencia profesional. "Tuvieron un comportamiento inhumano. No mostraron empatía", asegura Míriam en una entrevista con EL ESPAÑOL. "Mi intuición me decía que Jorge estaba enfermo porque no se podía tener en pie, siempre estaba temblando".
Este pobre adolescente acudió por primera vez al médico el 25 de diciembre de 2018, pero no fue hasta el 1 de octubre de 2020 cuando le diagnosticaron la melanomatosis que le provocaba todos los síntomas que arrastraba y ya era demasiado tarde porque murió el 11 de diciembre de ese mismo año. "Me he querido suicidar por la muerte de Jorge porque es muy difícil seguir cada día, pero no lo he hecho por mis otros dos hijos", admite Míriam, sin poder reprimir las lágrimas ante semejante confesión.
El otro motivo de peso para no haberse suicidado con 46 años es lograr que la Justicia depure responsabilidades, por la muerte de un adolescente que devoraba libros, que era un estudiante sobresaliente que soñaba con convertirse en maestro de Lengua y Literatura y que era un crack jugando al tenis. "La mayor afición de Jorge era la lectura: desde pequeñito le encantaban los libros de fantasía", recuerda con cariño su madre. "Sus profesores decían que llegaría donde él quisiera porque era un chico especial, educado, respetuoso y cuidaba de sus dos hermanos pequeños".
- ¿Por qué motivo acudió su hijo por primera vez al médico?
- Míriam Cano: El día de Navidad de 2018, bajamos al centro de salud porque Jorge me dijo que se mareaba mucho y tenía ganas de vomitar. Pensábamos que se había puesto malo por todos los langostinos que se comió en Nochebuena. Le mandaron un tratamiento con Motilium para el estómago y regresamos a casa. Pero el malestar enseguida evolucionó a un problema de equilibrio y de visión en el ojo izquierdo y le pusieron un collarín porque decían que se debía a una cuestión cervical. Luego tuvo un exceso de líquido cefalorraquídeo, sufrió un colapso ventricular, le tuvieron que operar...
Esta madre y su hijo sufrieron un viacrucis de visitas a consultas médicas de hasta cinco hospitales: Neurología, Oftalmología, Medicina Interna... Pero ningún diagnóstico daba con el motivo por el que la salud de Jorge entró en barrena, con 17 años, hasta que acabó postrado en una cama y murió con 19: en plena adolescencia. "Terminó parapléjico", resume su madre, a la que la vida no se lo ha puesto nada fácil, no solo por la muerte de su primogénito, sino también por el accidente de trabajo que sufrió Míriam con maquinaria de construcción y que la obligó a prejubilarse.
"El trato médico que hemos recibido fue terrible: una neuróloga llegó a mandar al psiquiatra a Jorge porque aseguraba que estaba simulando los temblores que sufría", tal y como ejemplifica esta vecina de Guardamar del Segura. "Le han llegado a dar el alta después de haber sufrido ataques de epilepsia"... "Yo he tenido que presentar reclamaciones para que mi hijo siguiera ingresado"... "Nunca repasaron todas las pruebas que le hicieron a Jorge desde el principio, para ver si existía algo que habían pasado por alto. En ningún momento se investigó".
- ¿Cuál fue la fecha clave en este largo proceso médico?
- Míriam García Cano: En el mes de mayo de 2019, una vez que le intervinieron quirúrgicamente para ponerle una válvula, un radiólogo del Hospital de Torrevieja detectó en una resonancia que había signos de tumoración, pero no lo trataron como posible cáncer. Ahí podrían haber iniciado un tratamiento oncológico para evitar que el tumor evolucionase a un proceso maligno.
Tampoco le analizaron el líquido cefalorraquídeo, a pesar de que un médico lo pidió cuando lo trasladaron al Hospital General de Alicante. Simplemente, le pusieron otra válvula cuando ya veían que Jorge no iba bien. En los ingresos de mi hijo en la UCI, ya le salían altos los niveles de proteínas y también lo ignoraban cuando eso es un indicativo de que puede haber cáncer. No le dieron importancia ni aparece en los informes médicos.
El abogado Pedro López Graña ha redactado una querella de 42 páginas y ha movilizado a cuatro letrados de su bufete en Murcia, para establecer una cronología milimétrica de los ingresos de Jorge, sus visitas a las consultas de especialistas, además de recabar su historial clínico y las pruebas que le realizaron: analíticas, resonancias, TAC cerebral, punción lumbar... "Este caso abarca cuatro tomos", advierte el penalista.
"El proceso médico fue tortuoso igual que el legal". Prueba de ello es que el juzgado llegó a archivar la causa, pero López Graña ha logrado reactivarla y ahora ha comenzado la toma de declaraciones. "La evolución de la sintomatología de Jorge fue constante. La enfermedad se podría haber diagnosticado desde el principio para que el tumor no desembocara en un diagnóstico fatal", según sostiene el letrado.
- ¿Cuál será su línea argumental como acusación particular?
- Pedro López Graña: Sabíamos que nadie quería que Jorge muriera, pero también es cierto que hubo una desatención, una falta de cuidado y eso provocó que hubiera un retraso en el diagnóstico y un retraso en el tratamiento. La clave está en determinar qué médicos provocaron ese retraso.
Para nosotros está claro que no se le hicieron algunas pruebas y que no se le diagnosticó debidamente. Creemos, sinceramente, que de haber sido tratado debidamente en su momento, la evolución del paciente habría sido diferente y así lo dicen los propios especialistas. Hubo una mala praxis provocada por la desatención ante todo el cuadro clínico que presentaba Jorge.
De hecho, el Juzgado de Instrucción número 3 de Alicante ha solicitado dos informes periciales independientes, a sendos catedráticos de la Real Academia de Medicina de la Comunidad Valenciana, para que valoren si hubo mala praxis médica. Este diario ha accedido a los documentos.
El primer informe concluye esto: "Desde los primeros meses, hubo una mala respuesta al tratamiento habitual de este síndrome y a ello se suma la aparición de alteraciones en las pruebas de neuroimagen de mayo de 2019, que podían hacer plantear otras alternativas diagnósticas del proceso del paciente. Por ello, creemos que hubo un retraso en el diagnóstico definitivo de este paciente, a pesar de seguir empeorando y demandando asistencia. Otra cuestión sería en qué grado este diagnóstico precoz hubiera cambiado significativamente la supervivencia del paciente, por el mal pronóstico de su proceso de base, pero sin duda hubiera mejorado el manejo del proceso".
El segundo informe pericial refleja estas conclusiones: "Existió una demora en el diagnóstico evidente, por parte del servicio de Neurocirugía, principalmente, en cuanto al diagnóstico definitivo del paciente Jorge Barroso García, a pesar de la constante búsqueda de atención médica por parte de este y de sus progenitores, así como del empeoramiento clínico-radiológico evidente desde mayo de 2019".
"Un diagnóstico definitivo más temprano, hubiera mejorado la actitud médica, posibilitando la administración de tratamiento específico por parte del Servicio de Oncología que, aunque de intención paliativa, hubiera podido aliviar el sufrimiento y enlentecer el cauce natural de la enfermedad de la que falleció 17 meses después".
Estos informes periciales independientes corroboran que Míriam, durante dos largos años, se recorrió los hospitales de Torrevieja, Elche y Alicante, tanto públicos como privados, con tal de buscar un diagnóstico a la causa de los males de su querido hijo mayor: Jorge. Un adolescente que sufrió dolores de cabeza, problemas de equilibrio, parestesias, pérdida de visión en un ojo... No obstante, los catedráticos no concretan porcentualmente las expectativas de sobrevivir al tumor que habría tenido este joven.
- ¿Qué conclusión saca de los informes solicitados por el juzgado?
- Pedro López Graña: Esos catedráticos van en la misma línea de nuestra querella y del informe médico que aportamos, indicando que no se atendió debidamente al joven Jorge Barroso. Esa falta de atención provocó una tortura familiar durante dos años y una tortura para el chico que acabó en una silla de ruedas.
A Jorge le hicieron una biopsia de tumor espinal, el 1 de octubre de 2020, y reveló que sufría una tumoración maligna de aspecto melanocítico. El 7 de octubre, un oncólogo le dijo a Míriam que no había tratamiento para el cáncer de su hijo y el 5 de noviembre le planteó administrarle una medicación con la que el adolescente moriría durante el sueño. "Lo quisieron sedar y vivió un mes más porque su madre se negó", subraya el letrado murciano. "Jorge quería vivir aunque fuera un día más".
Este adolescente enamorado de los libros, con un vocabulario más propio de una académico de la RAE que de un chico, de 19 años, murió a las 3.50 horas de la madrugada del 11 de diciembre de 2020. Míriam tiene claro el motivo de la muerte: "Buscábamos ayuda constantemente, llamábamos a todas las puertas, una y otra vez, pero nos las cerraban. No supieron ayudar a Jorge".