Las mafias españolas de la droga llevan meses contratando a exguerrilleros y militares de carrera colombianos que han combatido en Ucrania para transportar droga por Europa y custodiar las plantaciones de cannabis. España se ha convertido en el principal lugar de destino de los voluntarios internacionales iberoamericanos.
No solo pasan por Barajas a millares de camino a Ucrania o a las zonas ocupadas por los rusos, sino que, en lugar de regresar a sus países cuando concluye su servicio mínimo de seis meses como voluntarios, vuelven a la Península con la intención de establecerse aquí. En vista de que carecen de papeles —y por lo tanto de oportunidades—, han acabado convirtiéndose en una de las principales canteras que abastecen de pistoleros tanto a los grupos mercenarios que operan en África y el Oriente Medio como a organizaciones criminales de narcotraficantes, y ello incluye también varios cárteles de México.
Aunque hay de otras naciones, el grueso de los recién llegados a la Península son oriundos de Colombia, que es, con diferencia, el país que más "contratistas militares" ha estado proporcionando a los dos bandos que luchan en Ucrania. No hay una cifra precisa de cuántos de estos militares de carrera colombianos o exguerrilleros de las FARC han recalado en nuestro país, pero los agentes españoles que se ocupan de monitorizar y prevenir las amenazas exteriores hablan de "muchas docenas".

Una fotografía de el 'Puma'.
Una parte de ellos han terminado en España tras concluir su servicio con el ejército de Kiev pero está creciendo significativamente el número de quienes desertan a causa del descontento por los incumplimientos del contrato y la dureza de una guerra en la que, según afirman, los hispanos están siendo descaradamente utilizados como carne de cañón, y ello incluye también a los propios españoles, entre los que también han arreciado las protestas.
"No llaman la atención en España apenas porque ni cotizan en las instituciones del estado ni solicitan servicios de nuestra administración", nos explica un funcionario del Ministerio de Defensa. "La mayoría de ellos envían el dinero que pueden ganar aquí a sus familias en Colombia. Hemos registrado un número brutal de transacciones económicas con ese país. Y todavía es más brutal la cifra de colombianos que llegan por manadas a España con la intención de ir desde aquí a combatir a Ucrania", añade.
"A algunos conseguimos persuadirles de que no vayan al frente. Otros van finalmente y terminan muriendo. La mayoría salen de allí tan pronto como descubren que aquello no es lo que les contaron. Les prometieron miles de dólares y al término de su servicio como contratistas no tienen ni para pagarse el billete de avión de retorno a Colombia. Son precisamente esta gente la que decide quedarse a la más mínima oportunidad. Muchos no podrían retornar aunque quisieran porque están amenazados por las narcoguerrillas prorrusas de Colombia", prosigue.
El negocio de la guerra
¿Pero qué clase de oportunidades laborales pueden surgirles en nuestro país a militares de carrera o guerrilleros sin permiso de armas cuya principal habilidad es el manejo de armas y el arte de la guerra?
"Hay quienes intentan mantenerse a flote sin pasar al lado oscuro, pero esta es la opción más dura porque, como carecen de papeles, son explotados por gente que se aprovecha de su situación. Digamos que malviven haciendo la clase de trabajos que no quiere nadie. Algunos han llegado a reengancharse con alguna de las unidades que sirvieron en Ucrania, pero otros han tomado malas decisiones debido a la presión y han sido contratados por las narcomafias españolas para mover droga y dinero desde Francia a Marruecos", dice la fuente.
"Viajan por la noche por la AP7 en vehículos de gran cilindrada. Unos pocos han terminado también como vigilantes de algunas plantaciones. Hay también abiertas varias líneas de investigación que sugieren que algunos de estos veteranos de la guerra de Ucrania están involucrados en el nuevo flujo de tráfico de armas que ha desencadenado el conflicto con Moscú", continúa.

Fotografía de un francotirador uruguayo acosado por los prorrusos del partido izquierdista que gobierna Uruguay.
Por el mismo motivo, compañías militares privadas y falsas empresas de seguridad llevan más de un año acudiendo a los caladeros españoles en busca de mercenarios dispuestos a alquilar su arma. "El que quiera saber por qué hay tantos colombianos dispuestos a arriesgar su vida para sacar a flote a sus familias debe entender primero que lo que ocurre es inseparable de la situación política en mi país", cuenta el Puma, que es el distintivo de combate de un antiguo escolta de la unidad nacional de protección colombiana afincado en Galicia.
Familias en conflicto
También él luchó en Ucrania y, tras estar a punto de perder la vida y denunciar en un vídeo las vejaciones a las que los oficiales ucranianos sometían a los hispanos, tuvo que salir huyendo. Pasar de Ucrania hasta Polonia no es un problema para los veteranos y una vez en el territorio Schengen, ya no hay ningún impedimento para moverse por Europa. Algunos han tratado también de conseguir un permiso legal de residencia en Suiza o Alemania, pero el grueso se han venido para España.
"El nuevo presidente de Colombia, Gustavo Petro, nos quitó dos mil plazas que correspondían a militares de carrera como yo y puso en su lugar a la guerrilla. Resulta que los que estudiamos y nos preparamos en la universidad para cumplir los requisitos que pedían para esos cargos nos quedamos desempleados y, a menudo, enterrados por las deudas. Como lo único que muchos de nosotros sabemos hacer es trabajar con armas o servir en un ejército, no es extraño que ahora se vean mercenarios colombianos allí donde hay una guerra. Hemos salido presionados por el dinero y por la situación de nuestras familias. Yo mismo tuve que vender el coche para viajar a Ucrania", señala el veterano.
Claro que, según el Puma, el problema no termina allí: "De un lado, los militares que servían a la legalidad han sido marginados por el gobierno izquierdista de Petro y, del otro, se persigue a la gente que ha luchado con Ucrania porque tanto su gobierno como la guerrilla de las FARC son absolutamente prorrusos. Es decir, por el lado del gobierno está delicado y por el de la guerrilla es un problema enorme e insalvable.
"Si volvemos allí y se enteran de que somos exmilitares que hemos combatido con los rusos es una muerte segura. Hace apenas unas semanas, llegaron incluso a secuestrar a alguno de nuestros muchachos en el aeropuerto de Caracas cuando volvían a Colombia. Los voluntarios han aparecido luego en Rusia porque los entregaron los chavistas. Esa es la situación en muchos países de América Latina", subraya.
Del lado ucraniano, el grueso de los voluntarios colombianos procede del ejército, aunque se sabe a ciencia cierta que hay también guerrilleros que, ocultando su pasado, se han unido a Kiev, lo que provocó situaciones surrealistas. Y la más extraña de todas ha sido reunir en las mismas trincheras del Donetsk a enemigos irreconciliables de las FARC con quienes les combatían en la selva.

Una gran bandera rusa ondea en una de las sedes del Frenta Amplio, partido que gobierna en Uruguay
La mayoría de los milicianos ha terminado, no obstante, luchando del lado de los rusos porque el grueso de las izquierdas latinoamericanas son enfermizamente partidarias de Putin y el resto de los criminales que se han adueñado de Rusia.
"Por supuesto que es normal que los colombianos que hemos acabado en España seamos tentados por las mafias", asegura Puma. "Sin papeles no hay oportunidades de sobrevivir ni de generar ingresos para mandar dinero a nuestras familias, lo que al final nos lleva a tomar malas decisiones. Dos hermanos colombianos se fueron a Polonia a trabajar tras servir en Ucrania".
"Los salarios eran muy bajos y el trabajo, insufrible, de manera que se reengancharon. Ambos murieron el pasado 25 de diciembre junto a mi compañero Lobo. Las posibilidades de que esto se repita y la gente acabe siendo reclutada para Libia o el Sudán son más que altas porque no todo el mundo tiene claro qué está bien y qué está mal y la gente ha venido aquí a sacar a sus familias adelante", agrega.
Lo habitual hasta no hace mucho era que se reclutasen hombres ya en origen. Ahora las PMC buscan latinos con experiencia militar aquí mismo en España. "Hay gente que al salir de Ucrania trata de encontrar contactos para Emiratos Árabes Unidos", dice Puma.
"Supuestamente, van a trabajar en asuntos relacionados con seguridad como la custodia de embajadas. Pero todos sabemos que no pocos podrían terminar siendo reclutados en México por el cártel Jalisco Nueva Generación. Hay una migración masiva de colombianos con conocimientos militares porque vivir allí no es una opción", detalla.
"En algunos pueblos del Cauca, de Santander o Arauca no se mueve nada sin el beneplácito de los guerrilleros y hay policías o escoltas como yo mismo que hemos tenido que pagar una especie de extorsión para no ser asesinados. Es inaudito que, a los ojos del mundo, Colombia haya acabado en manos de grupos narcoterroristas", explica.

Casa fortifica en Uruguay debido a los ataques de los simpatizantes prorrusos del pueblo.
"¿Qué quieres que te diga?", continúa Pantera. "A mí, como militar y como colombiano, me duele todo el tema este de los mercenarios. Y me duele sobre todo que hombres que tuvieron una carrera honorable como militares de carrera estén perdiendo sus vidas debido a la presión que ejercen grupos al margen de la ley. Hay que decirle a los muchachos que no vayan a Ucrania. Les engañan sugiriéndoles que ganarán mucho dinero y les darán buen armamento. Prometen miles de dólares y luego no recogen ni sus cadáveres para no tener que pagar las indemnizaciones".
"Ambos bandos se están aprovechando de la debilidad emocional de las personas. Han llegado incluso a ir a Ucrania incluso chicos con enfermedades terminales porque les convencieron de que, en caso de que murieran, les pagarían una abultada indemnización. Y lo cierto es que ingresaron sin problemas en los batallones de internacionales porque allá no miran nada", sigue.
Fueron justamente afirmaciones como éstas las que le estuvieron a punto de costarle a Puma un consejo de guerra antes de dejar Ucrania. Y él no estaba solo cuando escapó del país a toda prisa. Le acompañaba también un uruguayo conocido como Kossaken que, al igual que él, se vino para España, donde pasó cerca de un año, antes de volver a su país las pasadas navidades.
"Son muy pocos los colombianos que han decidido volverse como yo con sus familias. Y una vez en la Península nos intentan captar para otras guerras los mismos camaradas que combatieron con nosotros en Ucrania", asegura el charrúa. "A mí me han llamado para ir a Libia, que es un país partido entre dos generales que se dan de bombas, más un puñado de guerrillas yihadistas locas. Les dije que no porque me parecía un suicidio. Allí están los de la Wagner que nos hubieran manoteado y hubiésemos acabado en Siberia".
"Reclutaban también gente para el Sudán, donde hay trescientos colombianos ahora mismo ladrando para que los saquen del agujero donde los desplegaron con las prorrusas Fuerzas de Apoyo Rápido. Me quisieron contratar más tarde los de Blackwater (actualmente conocido como Academi) para Venezuela con el tema de Maduro. E incluso me ofrecieron irme a Siria", dice.
"Esto se ha convertido ya en un clásico. Vas a Ucrania, tus camaradas observan si eres un buen tirador, un buen asesino, y confirman si te ven potencial para ir a una guerra, y luego te captan. El abanico de trabajo se abre hasta los cárteles de narcotraficantes mexicanos. Hay trabajo a patadas si es que estás dispuesto a arriesgar la vida", menciona.
En Uruguay, como en Colombia o en otros muchos países latinoamericanos, tampoco el clima es muy propicio para los militares de carrera que han combatido contra el Kremlin. "Aquí han vuelto a ganar los comunistas (Frente Amplio) y de algunas de sus sedes cuelgan grandes banderas rusas", cuenta el uruguayo.
"Hay una muy enorme flameando sobre un mástil en medio de mi pueblo. En las ventanas de mi casa tuve que colocar una doble malla porque los comunistas amenazaron a mi familia y apedrearon mi vivienda. Mi casa estuvo con custodia policial durante al menos quince días. Imagínense la situación. Yo, combatiendo en Ucrania, y mi esposa protegida por la policía en mi país debido a los ataques de los rojos", finaliza.