
Ana González, estudiante del Doble Grado en Matemática Computacional e Ingeniería del Software.
Ana González estudia la carrera del futuro y la han contratado antes de acabarla: 100 % de empleo y sueldos de 55.000 €
La joven vallisoletana aprendió a programar con 14 años en su colegio. Ahora está a punto de concluir un doble grado que tiene plena empleabilidad.
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Cuando Ana González tenía 14 años empezó a programar. No lo hizo porque le gustara especialmente, sino porque estaba estudiando en el Nova International School, en Macedonia, y decidió probar la asignatura de Programación. “Ten en cuenta que estaba en el típico colegio estadounidense y es como en la películas: puedes elegir cualquier tipo de materia como Teatro, Fotografía, Producción de Películas y yo me decanté por Programación”, explica la joven en conversación con EL ESPAÑOL.
Según cuenta Ana González (Valladolid, 2002) ese momento fue “un antes y un después”. “A partir de ahí y durante toda la Secundaria elegí siempre las optativas de Programación”, dice la chica. Acostumbrada al cambio y a mudarse cada tres años por el trabajo de su padre, la vallisoletana cuenta que ya sea en Macedonia como en París, donde fuera, siempre intentaba escoger asignaturas de ciencias tecnológicas, las que más se amoldaban a sus gustos.
“Programación, Matemáticas o cualquiera que requiera hacer cálculos siempre han sido las asignaturas que más me han gustado. Me entretienen y yo, desde siempre, las comparo con los juegos de resolver rompecabezas”, esgrime Ana González. Así, escalando y profundizando sus conocimientos cada año, llegó a estudiar –y casi terminar– el Doble Grado en Matemática Computacional e Ingeniería del Software en el Centro Universitario de Tecnología y Arte Digital (U-tad), en Madrid.

Alumnos a las puertas de la U-tad. Cedida
Este doble grado no sólo satisface los gustos y expectativas vitales y laborales de Ana González, sino que le garantiza un porvenir dorado. A cuatro meses de concluir la carrera, la joven ya ha ingresado en el mercado laboral. Si bien es cierto que tiene un contrato de prácticas, no es menos cierto que sus estudios tienen un 100 % de empleabilidad. De momento, ella trabaja desarrollando modelos de Inteligencia Artificial en el departamento de Data & Analytics de la empresa NTT Data. Su trabajo, según varios portales de empleo consultados por este medio, puede llegar a remunerarse en España con hasta 55.000 euros brutos anuales.
La vida de Ana
Pero Ana González de momento no piensa mucho en ello. Es consciente de que aún está empezando a trabajar y que le queda mucho camino por recorrer. “Llevo sólo tres semanas y la verdad es que estoy encantada, porque el equipo me trata como a una más a pesar de estar en prácticas. Desde el minuto uno tengo un proyecto real y mis compañeros me escuchan y me piden ideas, etc.”, dice la chica con ilusión. Una ilusión que le lleva a afirmar que a ella le gustaría extender su estadía más allá de las prácticas curriculares y extracurriculares. Más allá de la finalización de su carrera universitaria.
Ése es un deseo que tiene, pero ella seguirá la misma fórmula que ha aplicado desde que comenzó a programar con 14 años: estudiar, trabajar, aprender y adaptarse. Ella cuenta que desde muy pequeña ha vivido en una situación de continua adaptación a la realidad. “Mi padre es Raúl González Gutiérrez, exjugador de balonmano profesional y bronce olímpico en Atlanta 1996, y siempre hemos tenido que mudarnos en función del equipo donde estuviese jugando mi padre. Por ello, he vivido en Valladolid, Madrid, Macedonia, Francia… Y, claro, me he cambiado muchas veces de colegio”, dice la joven.
Con tanto cambio, la joven ha estudiado la Secundaria y el Bachillerato en varios centros educativos de varios países. Por ello, acabó realizando en Francia el equivalente a la Selectividad del Reino Unido. “Mi media era de alrededor de un 8,5 sobre 10, pero al hacer la convalidación con la Selectividad en España quedó en un 7. Por ello, y porque la U-tad está muy especializada en carreras tecnológicas, opté por estudiar en una universidad privada”, explica Ana González.

Ana es hija del exjugador de balonmano y ahora entrenador Raúl González Gutiérrez.
Así fue como llegó Ana a la universidad madrileña. Cansada de dar vueltas por el mundo, le hacía ilusión regresar y estudiar en España aunque su familia siga viviendo en Francia –Raúl González Gutiérrez es el actual entrenador del PSG de Balonmano–. Ana González terminó primero del Grado en Ingeniería del Software y desde la U-tad le animaron a hacer el Doble Grado. Veían potencial en ella. No se equivocaron.
“A día de hoy lo agradezco mucho. Al principio me negué al cambio porque tenía dudas, pero me explicaron y me ayudaron. En tercer de carrera ya estaba estudiando el Doble Grado con los alumnos de mi generación y ahora estoy apunto de acabar. Estoy contenta y de momento llevo un 8,1 de media”, cuenta la brillante joven.
Pregunta.– ¿En qué consiste el Doble Grado de Matemática computacional e ingeniería del software?
Respuesta.– En la carrera aprendemos a crear modelos de Inteligencia Artificial para resolver problemas, analizar datos, etc. Entonces, aprendemos a combinar las Matemáticas y la IA mediante funciones o algoritmos.
Poca presencia femenina
Pese a que Ana González avanza con firmeza tanto en el ámbito académico como en el laboral, lo cierto es que este tipo de carreras carecen de mujeres. En su promoción son 11, personas pero sólo dos son chicas.
“Yo creo que el problema de base es que las niñas y jóvenes desconocen lo que son las ciencias tecnológicas y nadie las incentiva, explica y anima a estudiarlas. Por eso hay tan pocas mujeres. En mi caso, acabé estudiando el Doble Grado en Matemática computacional e Ingeniería del Software porque siendo adolescente pude conocer la Programación por el colegio en el que estaba. Tuve esa suerte, pero no todas la tienen y, claro, al desconocer en qué consisten este tipo de estudios, se animan menos a realizarlos. Creo que se debería promover más y mejor en la niñas”, opina la joven matemática e ingeniera.
De momento, Ana González finalizará el doble grado, acabará sus prácticas y espera seguir trabajando en su ámbito laboral, un ámbito que goza del 100 % de empleabilidad gracias a la “gran proyección profesional” que tiene este grado. Es la carrera del presente y del futuro.