Jorge Sanz (Madrid, 1969) es el único actor que yo conozco capaz de desnudar no ya su cuerpo sino sus miserias, y hacerlo voluntariamente, no porque le pillan el toro o los paparazzi, sino porque se pone en manos de David Trueba (autor de la miniserie ¿Qué fue de Jorge Sanz?), por no decir en las de Dios. Niño prodigio del cine español y hasta con catas de la gloria internacional (de su cameo infantil en Conan el Bárbaro al Oscar por Belle Époque, con el otro Trueba), su carrera no ha envejecido como el vino pero él sí. Es un hombre agitado pero bueno, por momentos hasta ingenuo, el que nos recibe en su refugio ultrasecreto de Galapagar (donde el mes que viene leerá el pregón de las fiestas). Y tiene entre manos un proyecto teatral de esos que no se olvidan, el monólogo Tiempo...
La primera pregunta de usted, señorita, es sobre esta obra de teatro que voy a representar en el Cofidis Alcázar, Tiempo. Bueno, no es sólo una obra, es un experimento teatral, dirigido dos veces, una por Ramon Fontserè y otra por el propio autor, Quim Masferrer, que enfrenta a un hombre al que sólo le quedan 90 minutos de vida (lo que dura un partido de fútbol, en efecto), en pijama y en silla de ruedas, a un intenso monólogo donde se ventilan cuestiones muy intensas y de todo tipo, personales, filosóficas, políticas… Todo muy distinto de lo habitual. De la nada, de la caja del escenario vacío, Ramon Fontserè ha creado un mundo que al acabar vuelve a guardarse en la caja y a dejar todo el escenario vacío. ¿Teatro para adultos no en el peor sentido que se imaginan algunos, sino en el sentido de ser un teatro que hace pensar? Pues sí, es muy interesante ver cómo piensa, siente y actúa un personaje en el momento en que comprende que nada de lo que haga o diga va a tener consecuencias. Para él por lo menos. De ahí nace el espectáculo.
A mí me gusta mucho hacer este experimento porque siempre he pensado que todo el mundo tiene derecho a opinar, un derecho que no todas las veces uno se atreve a ejercer en plenitud. Por ejemplo, la política no es cosa de los políticos: es cosa de todos. Deberíamos saber lo que opinamos todos. Y que se pudiera hablar de todo dentro de los límites y de los márgenes que marcan la buena educación y las buenas maneras. El protagonista de nuestro montaje no es ni de derechas ni de izquierdas. Simplemente no se corta de hablar y de opinar de la monarquía y de lo que sea. Quim lo hacía de una manera y yo lo voy a hacer de otra. Por eso Ramon ha hecho dos direcciones sobre la misma obra, que es fantástica. Es redonda. La gente sale encantada, cojee del pie del que cojee. Es la primera vez en mi vida que realmente estoy deseando que se levante el telón. ¿Otras veces no lo he estado deseando?, me pregunta usted. Pues mire, no.
Se queda usted dándole vueltas, señorita, a esto que le he dicho de la necesidad de utilizar la política, de hacer gasto de ella, para entendernos, y va y me pregunta, y quizás también se lo pregunta usted misma, si no se da la paradoja de que cuando aquí había dictadura y la libre expresión de lo político estaba prohibido, pues todo el mundo se pirraba por implicarse y por opinar, y ahora que aparentemente todo son facilidades y nos lo dan todo hecho, se hace de esa libertad un uso mucho más… ¿displicente? A ver, señorita: ¿usted no vivió la dictadura, verdad? Bueno, yo creo que ha llegado el momento de darle un repaso a la Constitución, incluso, si hace falta llegar a cierta amnistía…
¿Amnistía para quién, me pregunta? Veamos, ¿cuánto debemos ya? ¿Unos 60.000 millones? Hablo de la corrupción, sí. Pues mire, 60.000 millones, hay días que yo no los gano. Y 20.000 millones los debe sólo una persona, aunque lo tengamos que pagar todos los demás. Yo creo que ya, que ya está bien. Que el sistema político de la Transición nos ha permitido adelantar a pasos agigantados durante un tiempo, pero ahora necesita un repasito. Pero ese repasito, insiste usted, ¿consistiría en reformar la Constitución y en amnistiar a los corruptos? Mire, lo que yo propongo es hacer como lo que se hizo ante el golpe de Estado de Tejero de 1981, que de coronel para abajo, pues nada.
Los insultos antitaurinos después de lo de Fandiño y lo de Víctor Barrio confirman que las redes sociales se están convirtiendo en un bar de borrachos
¿Y el tema catalán?, salta ahora usted. A mí me parece cojonudo. ¿Usted es catalana, verdad? Sois una gente coj… Ah, ¿que usted está en contra del separatismo? Pues a mí los catalanes, todos ellos, me parecen una gente cojonuda, son capaces de darle la vuelta a su provincia cogidos de la mano. ¡La gran sardana! ¿Eso quién lo consigue? Sólo los catalanes, porque sois de puta madre.
¿Que si a mí no me han roto la cara en los últimos cuarenta años? Qué pregunta más extraña, y me la hace usted partida de la risa, encima. Bueno, en todo caso la respuesta es: me la han roto varias veces. Pero ¿no he dicho nada feo de los catalanes, verdad? Sois una nación. ¿Una nación, seguro?, repregunta usted. Bueno, sois un pueblo característico. Pero es que España es justo eso, una mezcla de pueblos muy característicos. Y yo creo que eso es irrompible. Yo no quiero que Cataluña deje de estar en mi mundo, en mi vida. ¿Que si yo os quiero? Yo quisiera la doble nacionalidad en todo caso. O la triple, porque a ver qué hacemos con el Valle de Arán.
Dando por zanjada la cuestión catalana, por lo menos de momento, me pregunta usted si me he encontrado algún problemilla político de orden práctico de cara a representar la obra. De falta de contratación en algunos Ayuntamientos y territorios según quien gobierne, por ejemplo. Vamos a ver: la obra, como ya hemos subrayado, habla de política. No habla para las derechas ni para las izquierdas, aborda el sistema en general, desde todos los ángulos. Poniendo las cartas boca arriba. Por ejemplo, el tema de la monarquía: yo personalmente estoy en contra de que ciertas cosas se hereden y de que una familia esté por encima de las demás. Pero la Familia Real, como personas, tienen todos mis respetos, ¿eh? Siempre y cuando no hayan metido la mano en la caja. Pero ahora es el momento de plantear todas estas cuestiones, y si te caes de algún ayuntamiento porque quien lo gobierna no lo entienda, pues qué se le va a hacer.
¿A lo mejor la programación cultural en este país no debería depender tanto de las instituciones?, dispara usted. Pero si de las instituciones no depende nada. Apunta usted que a la hora de votar, al electorado rara vez se le ocurre pedir cuentas de las programaciones culturales, de lo que le ofrecen y lo que no en materia de cultura. Qué exposiciones de arte y conciertos y obras de teatro contrata tu ayuntamiento, tu comunidad autónoma, tu país. Ciertamente en algunos aspectos hay que tener cuidadín con lo que dices y eso es lo que a mí más me preocupa. La pérdida del sentido del humor, a estas alturas.
Y no sólo el sentido del humor. A estas alturas también peligran otras cosas, por ejemplo, apunta usted, la Fiesta Nacional, los toros, de los que yo, efectivamente, soy un defensor acérrimo. Y cómo no lo voy a ser, es una fiesta bien curiosa. Pienso que atacar a los toros es, por parte de algunas personas, empezar la casa por el tejado. Si de verdad quieres acabar con los toros, vas a conseguir que el filete salga carísimo y sea muy difícil conseguir un filete para la gente normal. Porque antes de llegar a la plaza de toros igual hay que empezar por las granjas de pollos, por los criaderos de reses, por los mataderos. Si lo piensas, al final lo de los toros es anecdótico.
Es más fácil defenderse de un león con un palo que matar un toro, por eso Hemingway iba de safari pero los toros los veía desde la barrera
Apunta usted la hipótesis de que en el furor antitaurino haya algo insincero. Aunque, para poner todo en su justa medida, también hay que reconocer que a veces en los toros se hacen barbaridades. ¿Qué barbaridades? Bueno, la muerte del toro tiene que ser limpia, no tiene que llevarse un capotazo de más, eso lo tienen clarísimo los buenos toreros. Pim, pam, plas, fuera. ¿Que ya puestos a objetar, a usted nunca le ha gustado que piquen al toro antes de matarlo? Mujer, es que ahí es donde se aquilata la bravura de un toro, picarle es fundamental.
¿Que qué tal si nos sentamos a escribir un Estatuto del Toro? Mire, sólo hay que asomarse a un matadero, donde las reses se desangran durante varios minutos porque no conviene que mueran de golpe. Están allí desangrándose y electrocutados mientras les sacan las tripas. Ya puestos, me comenta usted, señorita, que en el estado norteamericano de Ohio hay, o por lo menos había, una ley que prohibía echar langostas vivas a la cazuela por la cola, que había que meterlas de cabeza porque lo contrario se consideraba crueldad animal. Los americanos no saben nada de nada, si hasta hay estados enteros donde han prohibido chuparla, hay que ver.
Volviendo a lo taurino, yo no estoy en redes, pero me han llegado los insultos tras la muerte de Fandiño, como me llegaron los que siguieron a la muerte de Víctor Barrio. Qué puedo yo decir ante eso: se confirma mi impresión de que las redes sociales se han convertido en un bar de borrachos. Yo entiendo que hay gente que ataca los toros y todo lo que se le pone por delante porque para ellos representa lo que creen que representa.
Yo soy hijo no de la movida sino de la removida: cuando la movida tenía sólo 14 años y mis padres me dejaban ir a rodar una película en Cuba pero salir de noche no
Para mí los toros representan la superioridad de la inteligencia sobre el instinto. Y cómo la inteligencia puede bailar con el instinto. El toro de lidia es un animal con un instinto asesino puro en su territorio. Es más fácil defenderse de un león con un palo que torear un toro. ¿Por eso Hemingway iba tan pancho a safaris pero veía siempre los toros desde la barrera? Puede ser (risas). Pero, en fin, yo tampoco me he puesto jamás delante de un toro, ni pienso. Me he puesto delante de una vaquilla y justito... Da mucha adrenalina, mucho gusto. Pero a poco que la vaquilla sea mucho más grande que un perro, a mí que no me busquen.
¿Mis toreros favoritos, los que mejor hacen bailar la inteligencia con el instinto? Yo creo que José Tomás y Joselito han marcado una época. A lo mejor la última gran época de los toreros. Son como Messi y Ronaldo en el fútbol. Yo conocí a José Tomás porque oí a Joselito decir: a mí sólo me puede hacer sombra un novillero de Galapagar que ahora está en México, que cuando venga a España… Ole tus huevos.
Me pregunta usted si, cuestiones personales y familiares aparte, esto de José Tomás fue un plus para que yo me viniera a vivir precisamente a Galapagar. No, en realidad yo me vine porque la ciudad de Madrid ya no da más de sí. Yo digo siempre que servidor es un hijo, no ya de la movida, sino de la removida. Mi generación somos los que de verdad hemos disfrutado del espíritu de la movida.
“Yo creo que me habría gustado estar en el Ejército, otra cosa es si al Ejército le habría gustado yo
Yo no llegué a vivir la movida de lleno porque tenía justito 14 años, Entonces mis padres me dejaban ir a hacer una película a Cuba, pero no salir de noche por Madrid. A mi hermano mayor sí; además, él siempre fue más responsable. Mi hermano vivió aquello de una manera muy sana, además él es oficial del Ejército. Es un superclase sano de cojones. Pero a los que más nos cundió aquello somos los que vimos a tiempo las orejas al lobo, que supimos disfrutar sin desparramar a ciegas, entendiendo que a lo mejor meterse de todo de golpe tampoco hacía falta.
Si saltamos a la generación anterior, la de la movida pura, nos encontramos con el dilema del huevo y la gallina: ¿Antonio Vega habría compuesto lo que habría compuesto, todo igual, sin meterse todo lo que se metió? Pues no sabría decirle. A lo mejor habría compuesto temas incluso mejores. Pero yo no lo sé, no sabría decirle. Nadie lo sabe. Dicho lo cual, que todos los seres creativos y sensibles tengan cierta tendencia a arriesgar con ciertas sustancias no implica que todos los que se drogan sean seres creativos y sensibles. Muchos que se drogan son simplemente gilipollas.
Yo cuando miro atrás me doy cuenta de que he visto la vida a través de varias ventanas. Y esas ventanas a veces se pueden abrir, a veces hay que abrirlas, y a veces mejor no. Supervivencia y evolución, esa es la clave. Evolucionamos a toda leche. Hace 100 años unos inventaron un coche que iba a diez por hora y la gente pensaba que eso era malo para el cerebro. Ahora pasa lo mismo con Internet, con esto y con lo otro. Los chavales cada vez van a gestionar mayores cantidades, verdaderas masas, de información. El reto es mantener tu buen criterio frente a ese alud. Yo no soy muy partidario de las redes sociales, ya lo he dicho antes. Yo creo que tu libertad acaba donde empieza la de los demás. En el mundo virtual y en la vida de cada día.
Vamos a dar una oportunidad a la paz, al diálogo y a la negociación. Si eso fracasara veremos qué hay que hacer
¿Qué es lo que más echo de menos de cuando vivía en un piso en la calle Hortaleza que era la locura? Bueno, yo es que me he reído mucho, mucho, mucho. ¿Que si lamento algo, que si habría querido hacer otra cosa aparte de ser actor? Bueno, mi mundo natural, al que yo estaba aparentemente destinado era, como todo el mundo sabe, el Ejército. Yo creo que me habría gustado. Otra cosa es que no sé si al Ejército le habría gustado yo...
***Esta entrevista fue realizada antes de los atentados de Barcelona.
Noticias relacionadas
- Llamazares: "Por criticar a Alberto Garzón Izquierda Unida me mandó a pastar"
- Echanove: "A Villar habría que detenerle sólo por decir fúrgol en vez de fútbol"
- Ramoncín: "No soy vanidoso, soy un asesino si invaden mi vida privada"
- Elena Arzak se sincera: "Necesitamos un parón en la cocina española para pensar"