“¿Hacernos españoles? ¿Para qué? ¿Para tener lo mismo que ellos, que hacen un esfuerzo por sobrevivir? ¿Qué quieren, imponernos a nosotros el nivel de vida de La Línea, por ejemplo?”. Carol es jubilada y pasea junto a su octogenaria madre, Aida, por la Main Street, la calle Real para los gibraltareños hispanoparlantes, casi todos en el Peñón. Hablarle de la cosoberanía desata en ella un rosario de preguntas que lanza al aire. “¿Ellos lo aceptarían si fuese al revés?”, insiste días después de la última visita del exministro Margallo al Campo de Gibraltar en el postrero y fatuo esfuerzo de reclamar “el territorio usurpado” por la colonia inglesa. “Vivimos juntos, sí, pero somos muy diferentes –zanja Carol–; y nadie quiere cambiar su vida si esta está bien”.
José Manuel García-Margallo se despidió de Gibraltar desde Algeciras, desde donde se divisa una imponente roca en la que ondea la Union Jack, la bandera británica. Desde lejos, y sin convencimiento aparente, el que fuera el último azote para los llanitos –como se conoce a los habitantes de la Roca– trató de “convencer” a los gibraltareños de que abrazar la rojigualda mediante la fórmula de la cosoberanía, ya que les “favorecería a todos”, españoles y colonos.
Sobrevolando la mente de todos está el brexit, que presumiblemente afectaría a la relación que la colonia tiene con el otro lado de la frontera. “Se eliminaría la verja”, insistía Margallo a sabiendas de que la palabra ‘verja’ desata agrios recuerdos entre los habitantes del Peñón y que el propio ministro principal, Fabian Picardo, entiende como una “amenaza velada”. Será el jerezano Alfonso Dastis, flamante ministro de Asuntos Exteriores, quien herede esta patata caliente y deberá ser él quien negocie la relación entre ambas partes de la frontera.
Cosoberanía “¿a cambio de qué?”, preguntaba el líder de los laboristas gibraltareños en un artículo divulgado en el digital Público en respuesta a la propuesta de Margallo. “¿Cuáles serían las consecuencias de no aceptar la oferta? ¿Cuál es el precio del no?”, pedía saber Picardo.
Quienes sí saben cuál sería el coste de la cosoberanía de Gibraltar son sus propios habitantes, acostumbrados a un estado de bienestar muy por encima del que tienen sus vecinos españoles y más elevado del que gozan sus compatriotas isleños. Un 'chollo' al que no están dispuestos a renunciar.
1.- La segunda tasa de desempleo más baja del mundo
En Gibraltar hay parados, sí, exactamente 289. Lo que equivale al 0,9% de la población total. El Ministerio de Empresa y Empleo hizo público que a finales de agosto de 2016 la tasa de desempleo era del 0,49%, “la segunda más baja del mundo”, después de Qatar, que mejora el dato en cuatro centésimas. El propio ministro Neil F. Costa se congratulaba al anunciar “haber ayudado con éxito a 147 desempleados a encontrar un puesto de trabajo” a través del Servicio de Orientación Profesional y de Desarrollo de Empleo.
“El pueblo gibraltareño puede estar seguro de que el Gobierno de Gibraltar mantendrá su compromiso de encontrar empleo retribuido para todos aquellos que estén inscritos como desempleados y busquen oportunidades de trabajo”, presumía Costa, que poco o nada tiene que envidiar a su homóloga Fátima Báñez, que repite cartera en el nuevo Ejecutivo de Rajoy.
España cerró el mismo periodo con 4.574.700 personas desempleadas, un 20%, según la EPA. La cifra se eleva hasta el 28,5% en Andalucía. Y, según el INE, La Línea de la Concepción –los vecinos de los llanitos– tiene el dudoso honor de cerrar el mes de septiembre en la cuarta posición del ranking de las ciudades con más paro de España con un 34,65%. Lo que explica que muchos jóvenes vean en Gibraltar la oportunidad para encontrar y empleo.
El Gobierno de Picardo ha revelado que 12.075 españoles trabajaron en 2015 en Gibraltar. Los empleados trasfronterizos suponen el 46,1% del total de 26.144 personas que emplea la Roca. Todos cobran semanalmente en libras, que incrementa sus sueldos al cambiarlas a euros. Aunque muchos españoles estén guardando sus estipendios para canjear por la moneda única cuando la inglesa suba. Para ellos, al igual que para los habitantes del Peñón, el salario mínimo interprofesional (SMI) se sitúa en 6,28 libras la hora, cifra que se ha incrementado un 15% entre 2011 y 2015.
En España, el SMI creció un 0,5% el último año, cuando la cifra se fijó en 21,84 euros al día por trabajar ocho horas. Ahórrense la cuenta, 2,73 euros la hora, y recuerde: ellos pagan en libras, que al cierre de este reportaje estaba a 1,12 euros.
“Aquí el Departamento de Empleo sí funciona”, concreta Paul Llanelo, antiguo funcionario del Gobierno durante 39 años en la Seguridad Social, el servicio de correos o la Policía. “Hay menos ayudas al desempleo sí, pero ¿para qué las queremos si hay trabajo?”, se pregunta. “Hay 26 semanas de paro, trece pagadas y otras trece sin cobrar pero cotizando para la jubilación; pero todo está condicionado a que haya una búsqueda activa de empleo, menos los unemployable –le cuesta traducir la palabra al castellano–, los que no pueden trabajar, que tienen una ayuda de asistencia social”.
2.- HOLA JUBILACIÓN, ADIÓS IMPUESTOS
Llanelo, descendiente de italianos, se jubiló a los 55 años. Es otro de los beneficios de residir en la Roca, donde la edad de jubilación se fija a los 60 años para las mujeres y 65 para los hombres. Él, como el resto de funcionarios del Gobierno, puede hacerse pensionista a partir de los 55 años con la paga completa y las regalías, algo similar a un finiquito que equivale a 24 meses de sueldo.
Michael Agius, un jubilado de 70 años, nació en el norte de Irlanda. Sus padres, dos gibraltareños, fueron evacuados como otras 800 familias en la II Guerra Mundial. Otros fueron con rumbo al protectorado francés de Marruecos, a Madeira, Jamaica o Londres. A su regreso al Peñón empezó a trabajar de crupier y a los 21 años emigró a Londres, donde conoció a su esposa y consiguió un empleo como jefe de sala en el prestigioso Playboy Club. Después de varios años y dado su manejo del castellano, la empresa le propuso ir a España para enseñar a nuevos crupieres en el casino de Cádiz. Pasados unos años volvería, ya para quedarse, a Gibraltar, donde trabajó de taxista como su padre y ahora sus hijos.
Cobra pensiones por España, unos 200 euros; Inglaterra, otros 200; y Gibraltar, más de 250 libras al mes. “Y como vivo en Gibraltar, no pago impuestos”, confiesa.
–¿Nada?
–Nada, nada. [Comenta con una elocuente sonrisa].
Los jubilados están exentos de tributar impuestos por sus pensiones. En España, solo el 68% de los pensionistas no tiene la obligación de pagar el IRPF, ya bien sea por incapacidad, por orfandad u otras similares. El resto son consideradas rendimiento de trabajo y, por tanto, están sujetas a impuestos. Para 2016, la retención de IRPF se fijó en un 19% hasta los 12.450 euros, en un 24% entre los 12.450 y 20.200 euros, en un 30% hasta 34.000 euros, y en un 37% hasta los 60.000 euros. A partir de aquí el marginal máximo será del 45%.
Agius, Llanelo y el resto de pensionistas gibraltareños tampoco pagan la luz y el agua en diciembre. “Es un regalo del Gobierno”, explica Michael. “Y cada tres meses recibimos mil euros mi mujer y yo gracias a John McIntosh, un multimillonario y dejó su dinero para los jubilados de Gibraltar. Su herencia se ha ido incrementando y los intereses que genera se pagan las pagas extras”, presume.
3.- UNIVERSIDAD GRATIS
“Y mis nietos no pagan los libros de texto, ni el material escolar… Nada”, apostilla agradado. La educación en Gibraltar es totalmente gratuita, como en España. En el Peñón hay una red de centros de educación pre-escolar, primaria y secundaria. Además, existe un centro privado de educación secundaria hebreo y otro inglés recién abierto, Prior Park. Todos siguen el currículo del Reino Unido.
No solo eso, el gratis total también se extiende hasta la etapa universitaria, en la que el Gobierno sufraga los costes de matrícula, manutención y viaje para aquellos estudiantes que ganen una plaza en una universidad británica. También costea la carrera en otros países.
Dianne Vallejo, a sus 41 años, todavía recuerda las preguntas de sus compañeras de la Universidad de Alicante. “Pero ¿todo gratis? ¿Gratis, gratis?”, le decían. La respuesta siempre era la misma: sí, y ellas “alucinaban”. Después de sacarse el General Certificate of Secondary Education –equivalente a COU– en Gibraltar y conseguir superar el A-Levels –la Selectividad–, Dianne consiguió plaza en la facultad de Empresariales en Liverpool, Inglaterra. No tuvo que pagar nada, tampoco cuando decidió hacer su último curso de la carrera en Alicante. Le pagaron los vuelos, el alquiler y los gastos que generaban sus estudios. “Gibraltar siempre ha estado por encima de España y Reino Unido en el apoyo a sus universitarios”, aclara la hoy directora de un concesionario de vehículos.
4.- LEYES PARA LA CONCILIACIÓN LABORAL
Dianne volvió a Gibraltar después de trabajar durante cuatro años en Liverpool. “El balance entre familia y trabajo en Gibraltar es muy bueno, en Inglaterra se trabaja mucho”, comenta. El sol, la familia, mejores sueldos, horarios que permiten la conciliación laboral y familiar, etc. “Calidad de vida”, resume.
Desde abril de 2009, una nueva legislación da a los cuidadores con niños menores de 17 años la posibilidad de solicitar flexibilidad laboral a sus empresas, lo que incluye desde ofrecer reducción de horario o permisos puntuales a que el trabajador acomode su horario a conveniencia o que la empresa fije con antelación los días de descanso. Esto también influye a cónyuges o adultos que residan en la misma dirección que el menor. Además, el Gobierno de Gibraltar ha incrementado en los últimos años el número de plazas de guardería hasta completar el medio millar.
Naresh Basantai es indio pero orgulloso gibraltareño. Su padre emigró a Gibraltar desde Ponna (India), pero murió de un infarto fulminante antes de poder traer a su familia, que finalmente recaló en la Roca para cumplir con el deseo de su progenitor. Ahora su hijo tiene varios establecimientos de electrónica en el Peñón y emplea a unas quince personas, cinco de ellas españolas. “Abrimos de nueve de la mañana a siete de la tarde, y vuelvo pronto a casa para poder estar con la familia”, cuenta. “No entiendo cómo en España la gente se va a almorzar a su casa durante tres horas –continúa–, es tiempo que pierden para dedicarlo a las aficiones”.
5.- COMUNICADOS POR AIRE, MAR Y TIERRA
El trasiego de gente es incesante por la Main Street, la calle peatonal más importante de la colonia. “Solo abrimos más tiempo si hay algún crucero atracado”, detalla Naresh, ejemplo de la comunidad india en Gibraltar, alrededor de medio millar, principalmente dedicado al comercio. Y hoy es uno de esos días.
Cuando acabe 2016 habrán pasado por el Peñón 91 cruceros de 37 operadores diferentes, lo que suma unas 227 escalas y mejora el dato de 2015, con 204, y 2014, con 181. El de Gibraltar es el tercer puerto que más creció a nivel mundial este último año, con un 12,7% y el turismo es un activo importante en la economía gibraltareña. También llegaron por aire, el aeropuerto gibraltareño registró 441.900 pasajeros en 2015, un 6,6% más que el año anterior.
Y todo, puerto y terminal aérea en una superficie de apenas siete kilómetros cuadrados.
6.- VIVIENDA CON COPROPIEDAD Y OTRAS FÓRMULAS
El poco espacio es un beneficio o un perjuicio según se interprete. El Gobierno de Gibraltar tiene en la vivienda un hándicap que logra vencer gracias a la inversión permanente. La superficie limitada hace que se eleve el precio de la vivienda, pero hasta aquí hay beneficios para poder acceder a ella. En los próximos meses, el Ejecutivo de Picardo entregará 900 viviendas construidas en régimen de copropiedad, esto es: el inquilino paga un porcentaje y el Gobierno otro que va hasta el 50 por ciento. Además, los llanitos se benefician de unas ayudas para la compra de vivienda de 500 libras al mes y un periodo de carencia de tasas.
No menos importante es la participación del Gibraltar International Bank (GIB), que concede hipotecas y “alivia considerablemente la carga en muchos casos”, explica el Gobierno, que esta ejecutando en este 2016 una promoción de 1.700 viviendas más para el régimen de copropiedad. “Con eso conseguiremos hacer que los problemas de vivienda formen parte del pasado”, precisa la ministra de Vivienda, Samantha Sacramento.
7.- "MEJOR SANIDAD QUE EN ESPAÑA O INGLATERRA"
Ernest Lima tiene junto a su nombre el número uno en la tarjeta del sistema sanitario gibraltareño. No en vano fue él, ahora jubilado a los 62 años, quien la creó. Durante 33 años ha trabajado para la sanidad pública, llegando a ser gerente del servicio. Todavía lo llaman para que asesore al Gobierno. Él no lo duda, Gibraltar tiene mejor sanidad que España o Inglaterra.
Y lo afirma siendo conocedor de mismo como responsable y usuario. Hace escasos años sufrió un desprendimiento de retina y la sanidad pública gibraltareña le pagó el desplazamiento, el alojamiento y la operación en el Moorfields de Londres, el hospital de oftalmología más prestigioso del Reino Unido. También hay acuerdos con otras especialidades como el Royal Marsden, de oncología; el St Mary’s de cirugía cardiaca; o el Guys & Thomas, de general. En España trabajan con el Xanit, en Benalmádena. También en los públicos españoles, donde llegan a acuerdos y compensaciones entre los gobiernos de Londres, Madrid y Gibraltar.
“La operación no duró más de cuarenta minutos, pero tuve que estar en Londres cinco meses porque la operación me impedía subirme en un avión”, recuerda Lima. Y no tuvo que pagar nada. “Y si alguien elige un centro con el que no tengamos acuerdo, lo pagamos sin problema. Yo no conozco a nadie, ni en España ni en Inglaterra, que pueda elegir el centro que quiera, esté donde esté”, presume.
Es la solución que ofrecen para satisfacer las necesidades de aquellos que no pueden ser atendidos en el hospital St. Bernard’s de Gibraltar, donde se atienden las urgencias y determinadas especialidades más frecuentes en el día a día. “Es insostenible contar con los mejores profesionales en cada especialidad”, justifica el experto. “Pero con esta fórmula nadie queda desatendido”.
8.- AYUDAS A LA MATERNIDAD
Otro de los beneficios de los que presumen los llanitos es el de la gratuidad del dentista hasta los 18 años. Y la ayuda de 600 libras por cada nacimiento al contado y un subsidio semanal de 87,64 libras al mes durante 18 semanas, si se cumplen los requisitos de cotización. Además de la baja por maternidad, que se puede extender a todo un año, cobrando solo los seis primeros meses.
A diferencia de Gibraltar, en España el permiso de maternidad consta de 16 semanas, a repartirse entre padres y madres. Y solo se concede el subsidio no contributivo por maternidad que ascienden a 532,51 euros mensuales tan solo en las seis primeras semanas.
Con ayuda o sin ella, Dona Alesio tenía claro que quería ser madre. Y lo acaba de ser con 33 años. “¡Son seis meses con paga! Así sí, claro, así se fomenta la maternidad”, explica. Su marido, sin embargo, solo podrá beneficiarse de una baja por paternidad de dos semanas, también remuneradas. “Es una ayuda, porque los primeros meses son los más difíciles y no necesitamos buscarnos a alguien que nos ayude”, precisa la joven madre, que pasea junto a su familia por la Grand Casemates Square.
9.- Gibraltar, ejemplo de convivencia
“Dime en qué lugar del mundo ves convivir en una misma ciudad a hebreos con musulmanes, católicos con anglicanos… Gibraltar es ejemplo de convivencia”, cuenta Tito Vallejo, jubilado y excelente relaciones públicas. Bromea con ser el próximo ministro de Exteriores.
Más de 300 años de cultura británica, que influencia la legislación, la justicia, la educación o cultura de negocios, contribuyen a que la mentalidad del llanito sea bastante distinta a la española, ya que se ha forjado en un entorno cultural que combina el rigor británico con una mentalidad mediterránea.
“A pesar de que gran parte de la población habla castellano, incluso como idioma primario en su variante dialectal del conocido como llanito, esto no quiere decir que se sientan españoles”, asegura Vallejo, militar durante más de 30 años y autor del Diccionario Llanito. “Del mismo modo que los países latinoamericanos comparten idioma pero no patria”, añade Vallejo, amante de los toros hasta que perdió su afición cuando se hizo con dos perros. Con su padre vio a Ordoñez o al Litri y todavía conserva una foto de su padre con Manolete en el The Rock Hotel de Gibraltar. “Aquí había mucha afición a los toros”, concreta Tito, que desfila con otros amigos vestido de militar de época portando la Union Jack.
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