José Ángel Medina Morales, puertorriqueño de 29 años, es quizá el hispano que más rédito le ha sacado de momento a la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca. La imagen de este sargento del Ejército de Tierra de los Estados Unidos ha ocupado horas de televisión y páginas en periódicos y revistas gracias al baile que se marcó con Melania Trump, flamante primera dama, durante una de las galas de la noche de la toma de posesión presidencial.

Melania y el soldado hispano

Este latino, que consiguió sacar una sonrisa a la esposa del magnate, recuerda aquel momento con emoción, y asegura que le ha desbordado la atención mediática conseguida. De hecho, espera que “de este revuelo” pueda salir alguna oportunidad de futuro.

Este soldado es natural de Ponce, una localidad del sur de Puerto Rico, isla considerada como un territorio no incorporado de los EEUU, bajo la figura jurídica de Estado Libre Asociado, por lo que sus habitantes gozan de la ciudadanía estadounidense y pueden servir en sus Fuerzas Armadas.

Éste es el caso de José Ángel, que decidió alistarse como parte de la tradición familiar, siguiendo los pasos de su madre. “Mi mamá estuvo 26 años en el Army. Es una mujer de fuerte carácter, es mi héroe en ese aspecto. Quise seguir su carrera, como la de otros miembros de mi familia, como mi padre, tíos o abuelo, que también vistieron el uniforme”, destaca este joven en una entrevista con EL ESPAÑOL.

Para este sargento, soltero pero padre de un hijo, bailar es algo natural que cada boricua lleva en la sangre, mucho más sencillo que servir en el Ejército. Sin embargo, cuando la pareja sobre el escenario es la primera dama de los EEUU, la cosa se complica y aparecen los nervios. Aunque finalmente salió airoso de esta batalla.

EXAMEN DEL SERVICIO SECRETO

“Fue todo un privilegio que ocurre sólo cada cuatro años”, subraya. “La elección de los soldados que van a participar en la gala es un proceso largo. Cada uno de los cuerpos de las Fuerzas Armadas (Navy, Army, Air Force, Coast Guard y United States Marine Corps) escoge a un representante de una de sus unidades. No había un criterio específico, el único requisito es que no hubiera nada negativo en nuestro pasado, de modo que cada uno tuvimos que escribir nuestra biografía, pasar unas fotos y esperar a que el servicio secreto chequeara nuestros currículos de los últimos diez años. Cuando pasas esa prueba, entonces ya eligen”, explica.

José Ángel reconoce que Melania también parecía algo nerviosa por toda la atención que había sobre ella.

José Ángel pertenece al Regiment Old Guard del Army, que se dedica generalmente a escoltas, eventos y ceremonias. Es una de las unidades más antiguas y suele participar en este tradicional baile de la toma de posesión. En su caso, la noticia de la designación le llegó a un mes antes de la inauguración presidencial. “Un par de días antes de Año Nuevo me dijeron que yo bailaría con la primera dama, como representante del Army. Aquello fue un honor y un shock, imagínate, eso no se le da a cualquiera”, dice sacando pecho.

Pese a la larga preparación y a los ensayos para que el baile saliera perfecto, la noche de la gala todo fue un poco improvisado. “Me habían dicho la canción que íbamos a bailar, que era algo más movida, pero al final no fue la que usaron porque cambiaron el orden de la música. Así que salimos sin saber muy bien cuál era el tema”.

Pero antes de salir a la pista, tuvieron ocasión de reunirse con el nuevo presidente, Donald Trump, su esposa y su familia. “Nos tomamos unas fotos y los conocimos un poco mejor. La idea era romper el hielo para que cuando saliéramos al escenario no hubiera nervios. Pero aquello era imposible. Era demasiada presión”.

Con los “nervios de punta y una gran ansiedad”, según admite ahora, llegó el momento de ponerse bajo los focos. “Formar pareja con la primera dama en frente del comandante en jefe y de todo el mundo no es fácil. Primero estaban bailando por su cuenta el presidente y el vicepresidente con sus esposas. Entonces salimos los cuatro militares y formamos cuatro nuevas parejas de baile. Yo me acerqué a ella y empezamos a danzar”.

“LE DI UNA VUELTITA Y… LOCURA”

Los medios que habían estado retransmitiendo en directo los distintos bailes inaugurales —se realizan varios en Washington durante esa noche, aunque la Primera Familia sólo acude a unos pocos— habían comentado que la esposa del presidente parecía estar muy tensa sobre el escenario, sin disfrutar el momento, mientras permanecía agarrada por su marido. Sin embargo, cuando le tocó el turno a un sargento latino, la cosa cambió. Se relajó e incluso pareció sonreír.

José Ángel, que reconoce que Melania también parecía algo nerviosa por toda la atención que había sobre ella, tiene grabada a fuego en la memoria aquella conversación a ritmo lento. “Cuando empezamos a movernos le dije que era muy hermosa, la felicité por la elección presidencial y le dije que tenía una bella familia. La charla fue, como quien dice, para engañar los nervios, para no estar tan preocupado. Ella me preguntó mi nombre, de dónde era, si estaba casado y si tenía hijos. Quiso conocerme un poquito mejor mientras nos bailábamos”.

La canción que sonaba era lenta, pese a que el joven sargento asegura que esperaba algo “más movido”. “Siendo latino, sentí que tenía que hacer algo, y quise hacerlo además para dejar un recuerdo que pasara a la historia, así que le pregunté si no era molestia que le diera la vueltecita. Ella accedió y cuando lo hicimos, todo el mundo empezó a gritar y aplaudir. La gente se volvió loca”.

LOS ‘CELOS’ DE TRUMP

Pero mientras la pareja arrancaba los aplausos del público, muchos se preguntaban qué hacía o pensaba Donald Trump, que contemplaba la escena de cerca mientras bailaba —más fríamente— con otra militar. “Me imagino que no quitaba ojo de encima. Sé que me estaba mirando, pero no me percaté. Toda mi atención fue para la primera dama”, contesta José Ángel, que previamente sí tuvo ocasión de charlar con el presidente. “Fue muy simpático. Hacía muchos chistes. Recuerdo que incluso me presentó a su hijo mayor y de broma me dijo si me atrevería con él en una pelea. Yo le dije: ‘Eres mi comandante en jefe, por ti, cualquier cosa”.

José Ángel tomó clases de baile siendo un niño en Puerto Rico.

De su baile con Melania conserva algunos detalles en la retina. “De cerca, es bien cariñosa y amable. Es delgada y muy hermosa. Sé que fue una modelo en sus tiempos de juventud, y me imagino que trata de mantener su figura. Es elegante y bella”. 

“Gracias a Dios no hubo ningún pisotón. Si hubiera pasado eso o cualquier otro incidente, no quiero pensar lo que habría pasado con las redes sociales. Hubiera acabado convertido en un meme”, bromea aliviado el militar, que admite que Melania “bailó bien, a pesar de que esa noche estaba muerta”. “Me dijo que estaba súper cansada después de todo el día de la inauguración. Yo también tuve lo mío. Nosotros participamos en la ceremonia de investidura, y la gala no comenzó hasta las medianoche, así que figúrate”.

El suyo fue el baile que más llamó la atención, pero hubo más. Al mismo tiempo, una soldado de la Navy hacía lo propio con el presidente, aunque de forma mucho más discreta. Un marine danzó con la mujer del vicepresidente Mike Pence, que a su vez compartió escenario con una miembro de la Fuerza de Aire.

Aquellos dos minutos escasos atrajeron las cámaras de todo el país hacia José Ángel, fijándose además en que se trataba de un soldado hispano, un colectivo que se había sentido algo maltratado durante la campaña electoral por la retórica de Donald Trump. A partir de ahí, le llovieron las entrevistas y, en casi todas, salía a relucir el supuesto desprecio del nuevo inquilino de la Casa Blanca hacia el colectivo latino.

“MI MISIÓN NO ES LA POLÍTICA”

“Muchos me preguntaron por temas políticos. Para mí esa noche fue una gran experiencia, hay que entenderlo. Fue una oportunidad única. A mí no me importa lo que diga la gente o el presidente en asuntos de política. Mi misión como soldado no es pensar en esas cuestiones, sino defender la Constitución de los Estados Unidos y obedecer las órdenes de mi comandante en jefe. No tengo comentarios. En el Ejército no se habla de política”, zanja tajante.

Pero esta repercusión tiene otro aspecto nada controvertido. José Ángel está comenzando a convertirse en una celebrity en su país y en EEUU. “No esperaba tanta atención por parte de los medios. Además, las redes sociales, como Facebook o Instagram, se han vuelto locas compartiendo noticias sobre mi baile con la primera dama. La gente en Puerto Rico también está encantada de que un puertorriqueño haya sido el elegido para esto. Muchos me paran por la calle. No sé cuánto va a durar esto, pero ojalá sea para algo bueno”.

De momento, algún medio de comunicación ya ha especulado con la posibilidad de que el sargento de sangre latina participe en una próxima edición de Dancing with the Stars, un programa similar al Mira quién baila español. “No me ha llegado ninguna oferta. Hice un comentario sobre ese show en Fox News y luego sacaron un artículo con los forofos de ese concurso diciendo que les gustaría verme bailando allí. Yo no he escuchado nada, pero claro que me encantaría”.

El día del baile, José Ángel habló con Trump. Dice de él que es una persona simpática por los chistes que contaba.

Experiencia, desde luego, no le falta. Tomó clases siendo un niño en Puerto Rico, aunque aclara que en esta isla “se sabe bailar casi de forma natural”, aunque no de forma profesional. “Si se me da la oportunidad, aprendo y hago lo que tenga que hacer”, se lanza.

“IRAK Y AFGANISTÁN NO FUERON VACACIONES”

Pese a todo, el sargento tiene claro que quiere acabar su carrera militar y retirarse en el Army, una vocación que compagina con los estudios online de la carrera de Administración y Business. Salió de Puerto Rico para ingresar en el Ejército en 2007, con 20 años. El destino le llevó hasta unos territorios nada parecidos a su Caribe natal.

Tuvo que servir en Irak en el periodo 2008-2009 y en Afganistán de 2011 a 2012. “Aquella experiencia no quiere volver a vivirla jamás. No son unas vacaciones. Es mucho trabajo, días interminables en una misión rodeado de enemigos. Las cosas pueden acabar mal y perder la vida. No puedo decir que sea una experiencia buena”, rememora.

Ahora reside en Arlington, Virginia, cerca de la capital del país, aunque regresa a Ponce al menos dos veces al año, para visitar a su familia, que sigue residiendo en la isla.

De España no sabe mucho y nunca la ha visitado, aunque asevera que le encantaría. “Tengo un amigo en el Ejército, Joshua Ávila, que es de nacionalidad estadounidense pero se ha criado desde pequeño en España y sigue yendo porque su madre está allí”.

Aunque el español es su lengua nativa, reconoce que está un poco desentrenado. De hecho, le cuesta encontrar algunas expresiones, que para él fluyen más cómodamente en inglés. Y eso a pesar de que hay mucho hispano sirviendo en las Fuerzas Armadas. “Ahora mismo no tengo muchas amistades latinas aquí, pero el último estudio que escuché decía que al menos el 20% de los miembros del Ejército son de este colectivo”.

José Ángel se despide con naturalidad. Parece que ya le ha cogido el truco a esto de las entrevistas. De Melania Trump no ha tenido más noticias. Tiene claro que difícilmente volverá a coincidir tan de cerca con ella, aunque sabe lo qué le diría si volvieran a bailar. “Le pediría que me invitara a una cena, en la Casa Blanca”, fantasea. “Pero con el presidente también, claro”, matiza.

Este puertorriqueño reside en Arlington, Virginia, cerca de la capital de EEUU.

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