Ay, madre mía. Llevo años, muchos años esperando la nueva película de Martin Scorsese y ahora puede que la guerra entre los cines y Netflix nos deje sin verla en pantalla grande y se desate una caja de los truenos que sólo tiene un perjudicado: nosotros, los espectadores. The irishman es el regreso a la mafia del director de obras maestras como Uno de los nuestros, y por si eso fuera poco aliciente también ha juntado a Robert De Niro, Al Pacino y Joe Pesci. Casi nada. Y mientras todos deberíamos estar relamiéndonos de gusto esperando la fecha de estreno, parece que las posiciones inquebrantables de varios sectores van a hacer que la experiencia del filme vaya a ser algo parecido al vía crucis.
El problema es que el filme lo ha producido una plataforma de contenido, que se ha dejado -dicen- más de 200 millones de dólares en permitir que Scorsese ruede una epopeya de tres horas y media de duración. Netflix no es tonta, y tampoco una hermanita de la caridad, y sabe que necesita una primera explotación en salas tradicionales para entrar en los Oscar y amortizar de una forma mayor un presupuesto tan grande. Pero las salas no les perdonan que hayan puesto el status quo patas arriba y no aceptan las condiciones que Netflix propone, que son 26 días de explotación en exclusiva para los cines antes de llegar a todos los usuarios.
Con esto, Netflix ya ha dado su brazo a torcer, ya que con su anterior joyita, Roma, dieron unos escasos 15 días antes de que estuviera colgada en su interfaz. A pesar del esfuerzo los exhibidores lo tienen claro: un no rotundo. ¿Perjudicados? Repitámoslo: nosotros. Tanto los que queremos verla en una sala grande, con un sonido épico, como aquellos que prefieren esperar cuatro semanas y verla de forma legal en su casa. Pero las salas no entienden que hay formas nuevas de consumir y quieren mantener unas normas que habían funcionado hasta ahora.
Para entender lo que ocurre aquí hay que explicar un poco cómo funcionan las ventanas de exhibición. No os preocupéis, es más sencillo y corto de lo que parece. Antes de que llegaran las plataformas de contenido online el orden de lo que se llama ‘las ventanas’ estaba claro. Una película debería pasar primero por salas, y cuatro meses después llegar primero a las plataformas de pago (Canal + entonces), antes de tener que esperar otro periodo de tiempo para emitirse en abierto. ¿Dónde estaban o están escritos semejantes tiempos o términos? En ningún lado, es una ley que parece escrita en piedra pero que en verdad era un pacto de caballeros para respetar el negocio de todo el mundo.
La llegada de Netflix supuso una amenaza directa. ¿Cómo alguien se atreve a producir películas de grandes nombres y que no pasen por salas? Mientras la empresa no tuvo la necesidad de estar en cines no ha pasado nada, pero cuando han visto que hay proyectos que necesitan a las salas ha entrado el problema. Los exhibidores no quieren estrenos simultáneos, no creen que les compense, y los 15 días que daba hasta ahora de exclusividad les parecen poco. De momento la empresa se ha apañado haciendo acuerdos con pequeñas cadenas de distribución y exhibición que le aseguraba la presencia en salas convencionales -aquí en los Verdi y de la mano de A Contracorriente. Pero las grandes macroempresas de exhibición le han bloqueado de lleno.
Parecía que Scorsese tendría la respuesta. ¿Cómo iban a decir que no los cines a tener la película del año, la más esperada, la que huele a premio desde lejos? Pues la respuesta no nos la esperábamos. Mientras Netflix no ceda del todo ellos no abrirán sus cines. Y tercera vez que lo digo, los perjudicados somos los amantes del cine, esté donde esté. Yo me voy a mojar, prefiero verla en salas, a lo grande. Pero creo que la plataforma ha dado un paso en el entendimiento que tiene que haber con los cines.
Deja casi un mes para que la exploten en exclusividad, pero ella tampoco puede fallar a sus usuarios. ¿Cómo explicas a los millones de personas que pagan una cuota mensual que van a tener que esperar al menos cuatro meses para ver un filme que ha pagado la plataforma a la que ellos dan su dinero? Los usuarios de Netflix son de muchos tipos, y muchos irían a los cines a ver The irishman y luego repetirían en sus casas, pero así están decidiendo cómo se tiene que ver. Un punto de vista que tiene algo de clasismo cultural: si ves algo en casa en vez de en el cine es peor.
Como siempre, en el término medio debe estar la solución. Y si los cines creen en ella deberían reunirse ya con Netflix y explicarles qué términos aceptarían. A lo mejor dos meses sería un acuerdo cordial, pero lo que dejan entrever con cada paso que dan es que quieren boicotear a la plataforma y sus usuarios sin que se den cuenta de que el cine y las plataformas deben retroalimentarse. De nada sirve en 2019 poner barreras a un campo que no tiene límites. Muchos estarían contentos con el proteccionismo francés, que hace que puedan pasar años hasta que una película llegue a internet, pero así, cómo no, sólo perdemos nosotros. Y Scorsese, que ha pasado años dirigiendo un filme que desea y que al final puede acabar sacrificado y tirado a la basura por una guerra económica.