Llega la vuelta al cole y con ella las compras de material escolar y libros de texto, los reencuentros con amigos y la vuelta a la rutina y las actividades extraescolares. Pero para muchos niños este acontecimiento no tiene nada de divertido, incluso pueden llegar a sentir pavor sólo de pensarlo.
“Como fenómeno, puede parecer que el miedo a volver al colegio es algo reciente quizás porque ahora estamos mejor informados de esta etapa que se hace tan dura tanto para los padres como para los hijos. Pero esta situación no es nada nueva”, asegura a EL ESPAÑOL el psicólogo infantil especializado en trastornos por ansiedad y depresión Gabriel Pozuelo.
“Esta preocupación no aparece justo en el momento de cruzar la puerta de la clase”, comenta Pozuelo, quien subraya la importancia de avisar a los niños con tiempo para que puedan hacerse a la idea de la vuelta a la rutina escolar. ¿Cómo te tomarías tú que estando de vacaciones te dijesen que al día siguiente tienes que volver al trabajo? “La respuesta es fácil”, asegura el experto, quien habla de que aumentarían radicalmente nuestros niveles de estrés y ansiedad, y alerta de que, dependiendo de nuestra capacidad para enfrentarnos a los problemas, podremos llevar de mejor manera o vernos totalmente superados por la situación”.
Un miedo irracional a ir al colegio mantenido en el tiempo, puede desembocar en una fobia escolar
Sin embargo, los niños no disponen de las capacidades y herramientas suficientes para afrontar una situación límite imprevista. De ahí que sea tan importante prepararles para la vuelta al cole hablando del tema con la suficiente antelación. Pero, a veces, no es suficiente con esto: “Si observamos que durante el tiempo previo el niño se pone nervioso, está más descentrado o evita hablar del tema en casa cuando se saca puede que no esté preparado para la vuelta al colegio, por lo que es importante ayudarle a adaptarse de nuevo y manejar estas emociones negativas”.
Cuando el miedo se convierte en una fobia
Las fobias son miedos irracionales e intensos a situaciones, lugares, animales o cosas. Debemos tener en cuenta que un miedo irracional a ir al colegio mantenido en el tiempo, puede desembocar en una fobia escolar.
“El niño cada vez lo pasará peor al ir al colegio e intentará evitarlo poniendo en práctica estrategias que pueden llegar a ser de lo más creativas. De esta manera, y casi sin que sus padres perciban que hay un verdadero problema, conseguirá eludir enfrentarse a él y su miedo seguirá creciendo”, explica Pozuelo.
Es muy común que los padres intenten animarle con frases como ‘anda no seas tonto, si no pasa nada’ o ‘pero si no pasa nada, bobo’ pero esto no soluciona nada
Pero podemos detectarlo: “El problema suele superarse con el tiempo, y con recursos, si el niño presenta el miedo de manera continuada durante un tiempo. Lo más importante es que el niño sienta que no está solo aunque le dejemos en el colegio y que hablemos sobre la situación para que tenga apoyo y herramientas para enfrentarse a ella. Si fingimos que no está ocurriendo nada estaremos haciendo que el miedo se incremente, y podría acabar convirtiéndose en un trauma importante”, asegura el experto.
No es “tonto”, tiene miedo
El porcentaje de casos de menores con fobia al colegio es mucho mayor en los pequeños. “Durante los primeros años de escuela el apego a los padres es tan intenso que los niños se toman el regreso a la guardería o la escuela infantil como si se separasen de sus padres y, en casos extremos, incluso pueden percibirlo como un abandono”, puntualiza Pozuelo recomendando hacer uno del conocido como truco del reloj: “Durante los primeros días de clase suele funcionar bastante bien regalarle un reloj y explicarle cómo funciona para que él mismo pueda ver que cuando marque las 16.00, o la hora que sea, el colegio se acabará y volveremos a buscarle”.
El psicólogo comenta que también funciona muy bien el sistema de ‘los quesitos’ en el que se le ofrecen pequeñas recompensas cuando el niño tenga un mal día –como cenar algo que le guste, dejarle ver una película por la noche o que juegue durante más tiempo– o empezar un diario en blanco y titularlo ‘el libro de las cosas que mejoran’ en el que él junto a sus padres escriba todo lo que han hecho durante el día en el colegio. Cuando algo sea positivo se le pedirá que haga un dibujo para representarlo y así se consigue que fije recuerdos de cosas positivas que le ocurren en el colegio.
En todo caso, y una vez asumido el problema, es preferible que el profesor pueda saber que el niño está nervioso para que también pueda comprender la situación. “Así podrá tenerlo en cuenta si el miedo empeora durante el tiempo en clase y estar atento a qué otros factores que le puedan estar influyendo”, aconseja el especialista en traumas.
En la mayoría de los casos la situación traumática se supera sin mayor dificultad, pero también puede persistir en los años siguientes y no debemos dejar de afrontarlo con normalidad. Es común que un niño con 7 u 8 años no quiera ir al colegio porque tenga miedo de compañero de su curso, de otra clase o incluso del profesor. En estos casos, es importante hablar con él, darle comprensión y entendimiento para poder descubrir qué es lo que le ocurre y apoyarle con esa situación problemática.
Regalarle un reloj para que él mismo pueda ver que cuando marque las 16.00 el colegio se acabará y volveremos a buscarle puede ayudar a acabar con el problema
Eso sí, “jamás se le regaña al niño ni se le dice tonto o insultos similares ni en broma”, sentencia el psicólogo: “Es muy común que los padres intenten animarle con frases como ‘anda no seas tonto, si no pasa nada’ o ‘pero si no pasa nada, bobo’ pero esto no soluciona nada. Es mejor sustituirlas por ‘es normal que te de miedo o no quieras ir’, ‘venga, vámonos y cuando acabe el día nos contamos como nos ha ido’ para hacerle entender que su situación es difícil pero que le vamos a ayudar para que no se sienta así”.
El niño de seis años con fobia escolar
“Por desgracia el número de casos que tratamos los psicólogos de niños con problemas en el colegio como bulliying o ansiedad ante los exámenes es elevado, y suelen provocar en el niño timidez e introversión”, reconoce Pozuelo. En cuanto al temor de ir al colegio al comenzar el curso, no es extraño que acudan a consulta, pero generalmente es un problema que se resuelve en pocas sesiones. “Con algunas indicaciones a los padres y entrevistas con el niño que ayuden a diagnosticar que el problema no sea un síntoma de otra cosa, suele ser suficiente”, tranquiliza el experto. Pero recuerda que, de no tratar a tiempo el problema o eludir hacerle frente puede ir a peor.
Así fue el caso de un niño que con apenas 6 años desarrolló una fobia escolar que le duró algo más de un mes: “Sus padres acudían a consulta preocupados porque desde las vacaciones de verano no quería ir al colegio y montaba en cólera cada mañana, seguido de llanto en el coche de camino al colegio. En este caso, el problema venía por un enfrentamiento antes de las vacaciones de verano con un alumno varios cursos mayor que él. Tras unas consultas, el niño terminó por confesar que aquel niño le perseguía durante el recreo y se metía verbalmente con él”.
Cuando los niños se hacen mayores las situaciones son menos comunes, pero más problemáticas
En casos así es importante que los padres tomen consciencia del problema antes de que vaya a más y hablen con el profesor o tutor del colegio así como con los padres del otro niño implicado. “Tenemos comprobado que, en estas situaciones, una reunión entre los padres del ‘abusón’ y los del niño que sufre el acoso es fundamental para que sus hijos entiendan que esa situación no puede continuar”. Es la manera más efectiva, asegura el experto, de acabar con el trauma antes de que vaya a más.
La complicada adolescencia
“Cuando los niños se hacen mayores las situaciones son menos comunes, pero más problemáticas”, advierte el experto. A medida que crecen, los traumas relacionados con acudir al colegio suelen estar relacionados con el bullying, pero debemos estar atentos y no confundir situaciones: “Es importante diferenciar entre el miedo normal o tristeza porque se acaben las vacaciones y tenga que volver a la rutina, los deberes, estudiar, etc., con que nuestro hijo esté sufriendo o haya sufrido bullying en años anteriores”.
La adolescencia es una edad complicada en la que los complejos físicos brotan sin mesura, las relaciones personales comienzan a complicarse y el nivel académico se vuelve más difícil, y los cambios hormonales no ayudan demasiado.
“En algunos adolescentes también puede aparecer el temor a volver al colegio o instituto, muchas veces porque se meten con su forma de vestir, de ser, por juntarse con otros compañeros o simplemente por ser diferente. De nuevo, debemos hacerle saber que le apoyamos y que no tiene nada malo, ni ellos ni el hecho de sentir miedo a enfrentarse a esa situación”, recomienda el experto.
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