Juan Miguel sufrió una fuerte voltereta, cayendo de espaldas

Juan Miguel sufrió una fuerte voltereta, cayendo de espaldas Plaza 1

Toros

Oreja para la actitud de Juan Miguel, herido

Vigésimo cuarta de feria. El novillero recibió una brutal voltereta del cuarto ejemplar, orientado y cambiante. Tragó y logró el trofeo.

3 junio, 2017 22:16

En Madrid el día transcurrió en calma. La tarde estaba amortiguada. Las calles desiertas, poca chicha. Dos o tres camisetas en la Avenida de los Toreros recordaban que había algo latente en la capital además de la novillada. La rutina de las finales lo desmonta todo, hasta una maldita previa. Demasiadas ya, atiborrados de acontecimientos los madridistas, como denunció el viernes Gistau en Costa Leandro, grabado ya en "ese después". Parecía Madrid un domingo a las nueve de la noche gigante. La gente llegaba a la plaza con tranquilidad. Es verdad que algo flotaba en la explanada, temple pero como con prisa. Un escozor.

Juan Miguel recibió de pie a portagayola al primero. El novillo lo atropelló. Una persecución enredada, corriendo el joven delante del utrero tenaz, que lo golpeaba con la testuz. Al natural Juan Miguel lo citó en los medios. El utrero tenía fijeza y un galope templado. Bueno a su aire, sin humillar. Corrió la mano el joven, cogiendo la velocidad al punto. Faltaba reunión. Engatillada la cintura. Una sólo por la derecha. Pinchó, se atascó con el descabello y la indiferencia apenas se notó, rumiando la plaza el silencio.

Era una bala Arquero. Las hechuras aerodinámicas, precioso. El cuerpo estirado como una bala. Bajaba la cabeza una cuarta respecto al morrillo. Viveza en la mirada, pendiente de todo, asomado, un ave rapaz. Por el puyazo se fue todo. La media de Ángel Sánchez en el quite, que venía con los galones de abril, tiró de Alejandro Marcos: voló la larga suave. No tardó en torear en redondo Marcos. Bueno, el novillo arrancaba con ganas y después se apagaba como una cerilla. En la segunda tanda ya no tenía remedio. Alejandro Marcos quiso hacerlo, por si acaso, cambiando de terrenos, distancias. Aquel fuelle no volvería. Mató mal.

Dos cárdenos después, saltó el primer negro. Recto y largo como una varilla. Echó la cara arriba en el caballo. Algunas protestas descolgaron el primer calentón en los tendidos. Ya había que fijarse más. Tropezó, creo, una vez. No hacía nada el novillo fuera de lo común, la verdad. Ondeaban los pañuelos verdes con ganas. Una conspiración para pasar la tarde en la plaza, digo yo. Indolente, fue devuelto por indolente. La final acechaba. Salió un sobrero de Dolores Rufino, ensillado y escurrido, que había pasado medio año en el resort de Florito. Eso se le notaba. Como la querencia salvaje a las praderas de la marisma, que yo también tendría. Se picó en chiqueros. La lidia fue una cosita. Se centró Inmejorable cuando estuvieron solos el novillero y él. Por la derecha lo esperó Ángel Sánchez, embestía el novillo con chispa. Llegó a los tendidos esa primera tanda. Descolgó Inmejorable con celo y parecía. Cambiados los terrenos se emborronó el resto de faena. Perdió la distancia Sánchez, se apagó el utrero, que no rompió, y se amontonaron las tandas hasta el espadazo.

Partida la tarde, se entró en la zona complicada. Antes de salir el cuarto empezaron a despoblarse los tendidos. Ríos de gente desfilaban por los pasillos. Volvimos a la realidad con un pitonazo: el cuarto arrancó el capote, quedando colgado de un pitón, un homenaje al ya mítico Cazarrata. Juan Miguel comenzó a torear pronto en las rayas. Venía por dentro el novillo. Clavó los pitones, sin girar, atornillado. Guardaba gatos por el izquierdo, desarrollando sentido. Desentendido en el otro. Juan Miguel se puso por el malo. Actitud toda. Tragó miradas, arreones, el camino cruzado. Un esfuerzo. En un pase de pecho llegó la inevitable voltereta. El novillero voló. Cayó con el cuello, rotado todo el cuerpo sobre las clavículas, desencuadernado. Hizo de nuevo el novillo por él y se escurrió el pitonazo. Juan Miguel se levantó hecho una calamidad, sostenido por los subalternos, la humanidad tropezada. Milagrosamente sin crujir. Se puso de nuevo, esta vez por la derecha. Un cambiado por la espalda levantó un ay horripilante. Cogió la espada con viento a favor y la enterró, yéndose detrás. Oreja ganada por actitud. Dio la vuelta al ruedo como pudo, casi descordado, blanco, tambaleándose. Protestaron los parientes de las piedras.

Rodó el balón mientras le ponían banderillas al quinto. Fino, con las aristas, alto, más agresivo. Embestía soseando. Alejandro Marcos encontró el botón. Sin obligarle, compuso buenos muletazos por las dos manos. Los remates toreros, molinetes, kikirikís. El novillo no humillaba. Mucho menos ir hacia delante. Más corto cada vez, se descaró Alejandro Marcos con él. La espada se fue trasera y tuvo que descabellar.

El sexto era un dije. Un torete en miniatura pero bien hecho. Sin estridencias, bajo, con cuello, ofensivo. La expresión preciosa. El perfil de marco, si fuera el ganadero. Se lanzó al caballo y empujó con la penca del rabo tiesa. Luego buscó una excusa para no ir más largo: Ivan García majó una lidia excelente y el novillo planeaba detrás de los vuelos. Justo marcó Cristiano. La tarde remontaba. Un poco más agarrado el novillo cuando cogió la muleta Sánchez. La primera tanda tuvo compás, embarcaba el novillo un poco por fuera. El pase de pecho perfecto. Luego cambió la cosa, emborronándose. Coincidió con el gol de Mandzukic porque lo malo siempre viene acompañado. Se acabó el novillo y se hartó de pinchar Ángel Sánchez.








Ficha del festejo



Monumental de las Ventas. Sábado, 4 de junio de 2017. Vigésima cuarta de feria. Menos de media entrada. Utreros de Flor de Jara, 1º templado, a menos el 2º, 4º orientado y cambiante, un 5º sin recorrido y el 6º se apagó, y uno de Dolores Rufino (3º bis) con celo. 

Juan Miguel, de lila y oro. Dos pinchazos y pinchazo hondo caído. Varios descabellos (silencio). El cuarto, buena estocada (oreja).

Alejandro Marcos, de verde pistacho y oro. Pinchazo que se soltó, pinchazo hondo y estocada trasera atravesada (silencio). En el quinto, espadazo tendido y trasero. Dos descabellos (silencio).

Ángel Sánchez, de rosa y oro. Estocada desprendida (saludos). En el sexto, tres pinchazos y estocada casi entera (silencio).

Parte médico

Juan Miguel sufre un puntazo corrido en la rodilla derecha, con hematoma encapsulado que se drena parcialmente, y contusión cervical. Pronóstico reservado.