Resistiendo al olvido: Camposancos, el campo de concentración de A Guarda (Pontevedra)
Entre 1936 y 1941, miles de personas de ideología contraria al régimen franquista estuvieron presas en el antiguo colegio jesuita. 49 de ellas fueron fusiladas y enterradas en una fosa común próxima
6 noviembre, 2022 06:00Hace escasos días, el Senado daba su aprobación a la nueva Ley de Memoria Democrática, conforme "se condena por primera vez el golpe militar de julio de 1936 y la dictadura franquista", tal y como recoge el Gobierno en un comunicado. España reconoce así el derecho a la investigación de las violaciones de derechos humanos que se produjeron durante la Guerra Civil y la dictadura hasta la promulgación de la Constitución de 1978.
El texto legislativo establece "la obligación de retirar vestigios franquistas, dispone la extinción de fundaciones que hagan apología del franquismo o actividades que supongan menosprecio y humillación de la dignidad de las víctimas y establece un régimen sancionador con multas para garantizar el cumplimiento de ley".
Uno de los pilares de esta ley es el deber a la memoria, de modo que los contenidos sobre lo que ocurrió durante el franquismo y cuáles fueron sus consecuencias se estudiarán en la ESO y en Bachillerato. Además, se fomentará la investigación en materia de memoria democrática.
Parte de todo esto comienza también por conocer la historia de lo que nos es próximo; en el caso de Galicia, la represión franquista también dividió familias y se llevó vidas por delante, pero en muchas ocasiones esos relatos han ido pasando desapercibidos con los años. Por ejemplo, el del campo de concentración que operó en A Guarda (Pontevedra).
Una prisión con miles de represaliados
Corría el año 1875 cuando comenzaron a construirse los cimientos del colegio de Jesuitas de Camposancos en la villa de A Guarda, un centro de prestigio que sería el punto de origen de las universidades de Deusto y Comillas. Sin embargo, en el año 1932, en el trascurso de la Segunda República Española, los religiosos se disuelven y con el Golpe de Estado del 36, el solar cambia por completo su función.
Según recogen diferentes historiadores, el edificio de Camposancos, a un paso de las orillas del Miño, empezó a ejercer como prisión para los "enemigos" del régimen franquista el propio año del levantamiento. El uso como campo de concentración se registró como tal en 1937 y en el 38 se produjo el traslado al inmueble del Tribunal Militar número 1 de Asturias.
La instalación de esa institución allí significó el encarcelamiento de miles de asturianos en la villa pontevedresa. El historiador José Antonio Uris Guisantes estima que 4.000 personas pasaron por Camposancos, como recoge la Asociación para a Recuperación da Memoria Histórica do Campo de Concentración de Camposancos e a Fosa Común de Sestás.
La puesta en marcha del tribunal también se tradujo en 30 juicios sumarísimos que se resolvieron en 233 penas de muerte, de las que 159 se llegaron a ejecutar. Asimismo, las condiciones insalubres en el campo de concentración provocaron la muerte de varias decenas de presos por motivos de enfermedad.
José Antonio Uris Guisantes remarcaba en una entrevista con InfoLibre la solidaridad de los habitantes de A Guarda, especialmente por parte de las mujeres. Muchas se pusieron en riesgo para hacer llegar víveres o cartas a los represaliados por el régimen.
Memoria viva
¿Pero qué sucedió con todo aquello? ¿Qué constancia queda hoy del horror vivido en A Guarda?
Las informaciones al respecto señalan que el edificio de los jesuitas dejó de funcionar como campo de concentración en 1941. Tras ello, regresó la actividad académica al lugar. En otra entrevista de José Antonio Uris, esta vez concedida a Publico, el investigador cuenta que hubo presos que continuaron al servicio de los religiosos.
Uris también relataba a este medio que durante la Transición el Gobierno de Adolfo Suárez concedió a la orden jesuitina ayudas para rehabilitar el recinto. Esto fue empleado en picar y derribar las paredes del edificio "para borrar de ellas los mensajes y nombres grabados por los prisioneros en las paredes y los vestigios de lo que allí sucedió".
Sin embargo, nada podía—ni ha podido— suprimir lo evidente. 49 personas fueron fusiladas y enterradas en un fosa común próxima al solar, conocida como Fosa de Sestás, y que está ubicada en el cementerio de Camposancos. Muchos se han encargado de mantener vivo su recuerdo, homenajeando año tras año sus muertes. En el año 2020, el exalcalde de A Guarda, José Manuel Domínguez Freitas, fundó la Asociación para a Recuperación da Memoria Histórica do Campo de Concentración de Camposancos e a Fosa Común de Sestás.
Como declaran en su página oficial: "Nacemos con raíces porque hubo personas y colectivos que, en tiempos más difíciles con los actuales, llevaron a cabo acciones impagables. Xoán Noia Gil compró la finca en la que se encuentra la Fosa Común y luchó contra el olvido. Manuel Domínguez "Taxota" también luchó contra el olvido y presidíu la Comisión Ciudadana que, a mediados de los 80, acometió las obras necesarias para dotar de dignidad a la Fosa Común".
Cada mes de octubre, se reúnen en el cementerio para recordar a los 49 fusilados y a las demás víctimas del franquismo. Con todo, su objetivo final es crear en Camposancos, hoy un edificio tapiado y en ruinas, un Centro de Interpretación de los campos de concentración franquistas donde se "investigue, divulgue y visualice el drama de la Guerra Civil y la consiguiente opresión y ocultación durante la Dictadura".